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¿Qué estamos pagando los uruguayos?

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Por Esteban Valenti (*)

Lo que estamos pagando todos los uruguayos y, políticamente lo está pagando el gobierno y el Frente Amplio, tiene una sigla: ANCAP. Y lo seguiremos pagando por mucho tiempo. ¿Es lo único? No, pero es por lejos lo principal.

El anuncio de parte del nuevo directorio de ANCAP y de la Ministra de Industria de que en el primer semestre de este año el ente ganó 56 millones de dólares es una confesión. Es una buena noticia, pero es parcial, le falta el mínimo análisis de las causas y las limitaciones que nos impone la situación.

Dentro de ese resultado positivo, seguimos con sectores que son deficitarios, por ejemplo el portland) y las rémoras de ese pasado de despilfarro y de profundos errores de gestión y de errores en toda la planificación y ejecución. Ganamos ahora porque los uruguayos pagamos precios muy elevados de los combustibles, que solo se justifican por la crisis que arrastraba y arrastra ANCAP y además ganamos muy poco. Y perdimos un año entero, todo el 2015 en hacer los cambios en el directorio de ANCAP que siguió perdiendo plata a cuatro manos.

En cuanto a la herencia, en el informe del Tribunal de Cuentas TCA, correspondiente al año 2016, Aparecen esta lista de desviaciones, pero que demuestran el clima de descontrol y de derroches que venían del pasado. Esperaremos con ansias el informe del TCA del 2017. Lean sin falta esta parte de informe (1)

Las ventas anuales de ANCAP en el 2017 alcanzaron los 2.907 millones de dólares. Un promedio razonable y comparativo con otras empresas petroleras del mundo serían de una modesta ganancia del 5% al 7%, por lo tanto sería esperable que las utilidades anuales de la empresa fueran entre 150 y 200 millones de dólares.

Si calculamos las pérdidas declaradas en los diversos balances anteriores que fueron del entorno de los 800 millones, que llevaron a la empresa a la iliquidez y a la necesidad de la capitalización por parte del Estado, si le agregamos que por los acuerdos con Venezuela y el aporte del MEF para adelantar los pagos de un porcentaje de las compras ANCAP ahorró cientos de millones de dólares, podemos decir sin exageración alguna que entre lo que se perdió y lo que se perdió de ganar, el agujero fue de aproximadamente 1300 a 1400 millones de dólares. Es decir casi 3 puntos del PBI.

Pero el cálculo de las pérdidas no puede ser financiero o de balance, es mucho más complejo. Para reparar el desastre tuvimos y tenemos altos precios de los combustibles y de la energía (UTE tiene que aportar en forma extraordinaria a rentas generales para ayudar al déficit fiscal que ronda el 4%) y esos precios impactaron en sectores claves de la economía nacional.

Impactaron en la inflación, creo que no hay que explicar las razones, impactaron en los sectores productivos que consumen mucha energía (arroz, leche y en general en el sector más tecnificado de la agricultura que utiliza mucha maquinaria, en la industria y en muchos servicios) Y los resultados están a la vista. ¿Qué hubiera pasado si en los últimos 5 años se hubieran volcado, mejor dicho no se le hubieran cobrado por gas oil y por energía eléctrica a los precios siderales una cifra aproximada a los 600 millones de dólares a esos sectores productivos? (2)

No estaríamos como estamos hoy ni en la macro ni en la micro economía, ni tendríamos sectores importantes en una difícil situación y el presupuesto del país no debería ser tan restrictivo para evitar el crecimiento del déficit fiscal, el endeudamiento y sus consecuencias. Aunque no estemos ni cerca de perder el grado inversor, como vaticina con una pizca de terrorismo financiero, la economista Azucena Arbeleche.

El fin del periodo de este gobierno está tan profundamente atado de pies y manos haciendo equilibrios dificilísimos por esa razón. Eso si, los sindicatos, que se lavaron olímpicamente las manos de todo el desastre y tuvieron directa participación, distribuyen responsabilidades a diestra y siniestra.

Así que reafirmo lo del principio, el impacto del desastre de ANCAP es mucho mayor que lo que hemos discutido y estimado, en números y en otro aspecto: en las señales de impunidad e irresponsabilidad que fueron captadas y utilizadas en otras áreas del Estado. No estoy hablando de los aspectos morales, éticos, sino de las consecuencias económicas y políticas del manejo de la principal empresa nacional, del descontrol por parte del ministerio del ramo en aquellos tiempos, de la destrucción de una parte de la estructura gerencial de esa empresa, de la participación alegre y despreocupada de muchos gerentes en esa carísima festichola. Esos gerentes no podían estar ajenos, sabían perfectamente hacia donde iba la empresa y participaron del desastre. La justicia y los fiscales les lavaron la cara inexplicablemente. Espero que inexplicablemente, aunque ciertas actitudes siempre tienen su explicación.

Y de allí surge una pregunta que me la han formulado y yo mismo me he formulado muchas veces: ¿Cómo fue posible tamaño desastre, fue por incapacidad, por burros, por irresponsables? ¿Por qué?

Es una mezcla de razones. Es obvio que poner a dirigir a una empresa que factura 3.000 millones de dólares anuales y que puede causar tantos beneficios como desastres de alcances tan profundos, a algunos que en su vida manejaron un quiosco o tuvieron un empleo o probaron la mínima capacidad de gestión en todas sus vidas, es algo temerario y es un tremendo error. De los gobiernos del Frente que intervinieron: Vázquez, Mujica y Vázquez. Y de los que nos callamos la boca en su momento.

Si a eso se agrega que se les dio la indicación de gastar sin límites, de invertir sin control y a espaldas de la conducción económica del país, esa es otra enorme responsabilidad del gobierno de Mujica. Reconocida explícita y públicamente. Y a eso hay que agregar que los que debían enfrentarse a esa aventura nunca llegaron hasta donde debían llegar, que era poner sus cargos a disposición y anunciar públicamente los peligros que se avecinaban, me refiero a Danilo Astori, siempre en aras de la unidad y sobre todo de la responsabilidad. Allí tenemos otro dato de la ecuación.

Todo eso se produce en un momento histórico en América Latina donde un gobierno y dos personajes (Hugo Chávez y Nicolás Maduro) instalaron la ideología y la práctica de los petrodólares distribuidos y saqueados a troche y moche sin importar las consecuencias, y sin medir los elementales límites morales, es otro factor que hay que sumar. Era el despilfarro progresista. Sin entrar tampoco en consideraciones legales o morales, Venezuela funcionó como buque insignia, pero en Argentina, en Brasil, en Perú y en parte en Ecuador lo siguieron. No funcionó ni cerca ni en Bolivia, ni en Chile, ni en Uruguay. Con excepción de ANCAP que fue el modelo oriental.

Pero falta un elemento clave, ANCAP fue un plan político de gran importancia que salió mal, muy mal, aunque al principio les dio un gran resultado. Llevó a alguien sin el más mínimo mérito político, profesional o de cualquier tipo a ser el vicepresidente del Uruguay, Raúl Sendic. Vaya si les funcionó.

¿A quién le funcionó? En primer lugar a Sendic y su gente, pero también se disputan el mérito José Mujica y Tabaré Vázquez, porque Sendic supo hamacarse muy bien entre ambos.

El plan era muy claro, construir sobre la base de un apellido, de una historia familiar falseada, porque sus relaciones con Raúl Sendic Antonaccio, eran prácticamente nulas en el momento de su muerte en Europa, un personaje central de la izquierda uruguaya. El gran recambio generacional y político.

Para ello ANCAP era la plataforma central, promoviendo con una enorme campaña publicitaria y de comunicación, con instalación de empresas y plantas en todos lados e incluyendo a ALUR a esa figura de la continuidad renovadora del Frente Amplio. El dispendio de recursos publicitarios de ambas empresas monopólicas tiene en esos años solo esa explicación. Y les fue bien al costo de varios millones, y nos los pasearon por debajo de las narices.

Los otros dos componentes del plan eran "Uruguay 2030" que se proponía ocupar el espacio de modernidad, de tecnocracia y de centrismo que ocupaban los sectores que apoyaban Astori, y el propio Astori como figura. Y tampoco les fue mal, incluso algunos polítólogos, cantaron a réquiem al FLS en ese mismo momento y a nuevos nacimientos renovadores. Gastaron mucha plata, con eventos de "primer mundo" que debe ser lo único de primer mundo que tuvo ese gobierno.

Y la tercera pata del plan fue un sector político "diferente", montado sobre la imagen de Sendic, el gran administrador y gobernante de empresas públicas de la izquierda y con mucha plata. Un plan inteligente, que seguramente contó con sus constructores, que no inundaron la campaña con publicidad televisiva - a esa altura de escasa importancia y con demasiada visibilidad...  sino a través de un enorme aparato de funcionarios, de camionetas y listas en todo el país, que transformaron las giras y los actos  del Frente Amplio en las internas y luego en las nacionales, en caravanas y actos con una presencia importada de la lista 711, totalmente desproporcionada. Nos lo refregaron por debajo de las narices, y todos chitones. Me incluyo, el único que dijo algo, fue Astori sobre la situación en Salto.

Es que en medio de las campañas electorales, las prioridades cambian y a veces nos envilecen. Me incluyo.

Donde no me incluyo en absoluto es que yo junto a otros compañeros advertimos que la situación y los escándalos de ANCAP iban a explotar, en primer lugar lo hizo Fernando Lorenzo. Nuestra imaginación no alcanzó para prever las dimensiones y sobre todo las mentiras sistemáticas sobre los títulos falsos y el uso vergonzoso de las tarjetas corporativas de Sendic y De León. Ese es el mejor termómetro del sentido absoluto de impunidad que campeaba en ese grupo.

Pero todavía falta algo muy importante. Una apuesta que resolvería todos los problemas, que taparía todos los desastres y los proyectaría a la historia nacional: iban a encontrar petróleo, en mar o en tierra. Y si cualquiera recorre las declaraciones,  incluso las movidas al más alto nivel de gobierno, verá que esa era la carta final de triunfo.

Si aparecía petróleo, los proyectos fallidos, uno luego del otro, (puerto de aguas profundas, regasificadora, Aratirí, etc etc) se los levaría la euforia nacional y los números de ANCAP estarían todos justificados. Pero el esquivo líquido negro o el fumoso gas no apareció y la dura realidad les explotó y nos explotó a todos en la cara. Y vaya si la estamos pagando caro.

  (*) Periodista, escritor, militante político. Director de UYPRESS y de BITACORA. Uruguay

 (1) "La auditoría del estado de ejecución presupuestal de Ancap de ese año constató múltiples apartamientos, como los polémicos gastos con tarjetas corporativas realizados por jerarcas que terminaron en la Justicia. Entre otras cosas, el TC observó que el ente superaba el tope previsto para las horas extras de sus empleados; que las retribuciones de los directores excedían los máximos fijados por la normativa (en unos $ 10.000, al cobrar partidas como "viático comida" y "compensación producto"); y que el personal de Secretaría percibía partidas salariales adicionales no autorizadas , lo mismo que los becarios de los convenios "Yo estudio y trabajo" y los del "Inau-Sirpa". Además, constató que, sin amparo legal habilitante, un funcionario de Ancap prestaba funciones en Ducsa, una subsidiaria del ente.

También realizó cuestionamientos a aspectos de la exposición contable . Los estados financieros de la petrolera estatal incluyeron partidas como ingresos y egresos "que no corresponden a la ejecución presupuestal", a la vez que no se informaron los compromisos referidos a gastos de inversión contraídos y no realizados en el ejercicio. Asimismo, se imputaron como donaciones contraprestaciones de servicios efectuadas a dos seccionales policiales que no estaban respaldadas por resoluciones de directorio, ni fueron comunicadas a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto ni al sector Responsabilidad Social de la División Relaciones Institucionales y Comunidad, tal como lo exigen las normas."

(2) El precio del gas oil actual es 27% más caro que el costo de paridad de importación (PPI). El PPI conceptualmente es "el precio determinado por el costo más económico de importar combustibles del mercado más competitivo, que tiene el tamaño, la profundidad, la estabilidad y la liquidez necesarios para un abastecimiento confiable y constante". (URSEA)  Junio 2018