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Nicaragua: La insurección de las consciencias

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Por Equipo Envio (*)

Nadie presintió este estallido, pero eran incontables las razones que anunciaban que ocurriría. La juventud universitaria lo inició y a la juventud la siguió la gente, muchísima gente, cada vez más gente.

Desde hacía años había muertos y terror en las zonas rurales y Managua parecía dormida. Y al despertar Managua, levantó al unísono al país entero. ¿Cómo fue posible? No por una conspiración desde fuera, sino por la mucha lava acumulada dentro. Los volcanes no avisan.

Durante muchos años Nicaragua no ha tenido nunca primeras planas en medios internacionales.

En este histórico abril, cuando empezó a correr la sangre en Managua y después en todo el país y durante varios días, fuimos noticia. Parece dirigido, planificado, organizado, pero fue espontáneo, real, inesperado. Por sus dimensiones y consecuencias, el estallido de abril sorprendió a todo el país y a los mismos jóvenes que lo iniciaron. El régimen Ortega-Murillo fue el principal sorprendido.

BALANCE FATAL: "FUERON EJECUTADOS"

Aunque nunca sabremos las cifras exactas, ya el 4 de mayo el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) hizo público un informe con un balance de lo que llamó "violaciones sistemáticas a los derechos humanos de los nicaragüenses por el régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo".

En él, y respecto a la violación del derecho a la vida, afirma: "La violencia, sin comparación en la historia reciente de Nicaragua, ejercida por la Policía y las fuerzas de choque del gobierno, ha tenido como consecuencia la muerte violenta de al menos 45 personas durante el ejercicio legítimo de una protesta social. 4 son menores de 18 años, 24 son jóvenes estudiantes y 18 pobladores con diferentes perfiles ocupacionales que apoyaban la protesta de los estudiantes, 2 son agentes policiales y uno, un periodista que daba cobertura a los hechos de violencia en Bluefields".

"Todas las muertes -precisa- se dieron en el contexto de la represión y la violencia estatal. La mayoría de las víctimas presentaba impactos de bala en la cabeza, cuello, pecho o abdomen, por lo que podemos afirmar que fueron ejecutados, valiéndose las autoridades y las fuerzas de choque de una clara ventaja respecto de los medios de que disponían los manifestantes. Esto evidencia que la orden era matar".

Todos los asesinados eran varones menos uno de los policías, una joven de 19 años. 27 murieron en Managua. Otros en Masaya, León, Estelí, Bluefields y Matagalpa. También se refirió el informe a 400 personas, entre lesionados y heridos durante las protestas.

UNA DÉCADA DE AGRAVIOS ACUMULADOS

La desproporcionada respuesta de las fuerzas de choque del gobierno y de la Policía Nacional contra jóvenes y ciudadanos que protestaban contra las reformas al seguro social en distintos puntos céntricos de Managua, y la brutal escalada represiva de los días siguientes prendió una chispa. Una década de autoritarismo sin límites la convirtió en un incendio, en una insurrección de la conciencia nacional.

Hacer la lista de los agravios acumulados que en este abril ha nutrido por todo el país masivas protestas cívicas y pacíficas que no se veían desde hace años, y que parecía no veríamos en poco tiempo, resulta una tarea imposible. Los hemos ido analizando pormenorizadamente, mes tras mes, en estas páginas.

Un acumulado de indignación ante abusos, arbitrariedades, humillaciones, corrupción, desigualdades, también crímenes siempre impunes, encendió por fin la mecha. La arrogancia de un poder cada vez más absoluto y asfixiante diseminó los hervores de abril a la velocidad que facilitan hoy las redes sociales. El estallido de abril revela también un relevo generacional y se parece también a un cansancio, un hastío, un hartargo.

PRIMER HERVOR: CONTROL DE LAS REDES

La insurrección de abril fue precedida por tres hechos provocados por el propio gobierno. Acostumbrados durante una década a abusar de su poder absoluto sin mayor reacción, el régimen se convirtió en el principal desestabilizador de su modelo.

Apenas un mes antes del estallido, el 12 de marzo, la Vicepresidenta Rosario Murillo anunció que estaba considerando "revisar" las redes sociales porque estaban "influenciando negativamente a familias y comunidades". Lo de "revisar" fue sentido, naturalmente, como "controlar". Las redes eran un importante espacio de poder, uno de los pocos que no controlaba ya el gobierno.

Fue la juventud, que "vive" ya en las redes, la que se sintió atacada, pero por este tema aún no salió a las calles a protestar. Tal vez no lo hizo porque pasaban los días y nadie terminaba de aclarar cómo ejercerían el control.

El propio gobierno tiene su parte en la rebeldía que lo ha debilitado: el boom de las redes sociales inició en Nicaragua hasta en 2014, cuando el gobierno invirtió millones en instalar wi-fi libre y gratuito en los parques de todo el país.

Años después, los teléfonos inteligentes de los universitarios con más capacidad económica, y los teléfonos más sencillos de muchos otros jóvenes de los barrios se conectaron y tejieron las redes de la rebeldía en Managua y en todo el país. Muchos creíamos que la juventud estaba absorta, enajenada con ese "juguete" tecnológico. La vida nos demostró que era sólo cuestión de tiempo.

Además de disparar a mansalva a los rebeldes de abril, una de las primeras respuestas del gobierno, tomado por sorpresa, fue cancelar el wi-fi gratuito en todos los parques del país, que hoy lucen vacíos.

SEGUNDO HERVOR: EL INCENDIO EN LA RESERVA

El otro antecedente inmediato al estallido de abril fue el incendio iniciado el martes 3 en la Reserva Biológica Indio-Maíz. Un fuego incontrolable comenzó a extenderse por el valiosísimo bosque tropical húmedo que cubre el sureste de Nicaragua, fronterizo con Costa Rica, un tesoro biológico de valor intangible para Nicaragua y Centroamérica.

Acostumbrados a un irresponsable modo de gobernar, en el que las decisiones siempre están ultra-centralizadas, la Vicepresidenta Murillo minimizó el incendio y el gobierno no comenzó a reaccionar hasta el 6 de abril.

Acostumbrados también a gestionar cualquier evento de importancia o silenciándolo o tergiversándolo si no pueden callarlo, el gobierno se resistió a solicitar ayuda internacional, rechazó la que le ofrecieron bomberos costarricenses, militarizó la zona, impidió a periodistas y ambientalistas independientes ingresar a la reserva y amenazó con retirar su personalidad jurídica a la Fundación del Río, primera organización nacional que encendió la alarma el mismo día 3, con informaciones que recibía de las comunidades ramas y krioles que habitan allí.

Desde hace años las reservas naturales de Nicaragua están siendo deforestadas. Alba Forestal, una de las empresas del consorcio Alba, en manos del grupo en el poder, hace negocio con la madera de esos bosques. También están siendo invadidas las reservas por campesinos empobrecidos que luego venden las tierras que ocupan a ganaderos inescrupulosos, que tumban árboles y queman el terreno para dedicarlo después a pasto para ganado.

Lo hacen ante la indolencia o la complicidad de las autoridades locales, en un combinado letal de corrupción e impunidad. En 2017 la Alianza de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua había advertido sobre el acelerado avance de la deforestación en la Reserva Indio-Maíz, señalando que las invasiones de colonos en ese territorio para apropiarse de tierras que pertenecen a estos pueblos originarios se intensificaron desde que en 2013, cuando el gobierno anunció el proyecto del Canal Interoceánico, que atravesaría parte de la Reserva por la zona de Punta Gorda.

UNA CATÁSTROFE ECOLÓGICA Y EL PODER DE LA EMOCIÓN

Fue la juventud, que en Nicaragua como en todo el mundo, ha ido desarrollando una conciencia de responsabilidad ambiental, intuyendo que el mundo que heredarán está en grave peligro, la que salió a las calles preocupada por la reserva. Desde el 6 de abril, y día tras día, vimos en la entrada de la Universidad Centroamericana (UCA), en el centro de la capital, las primeras protestas de universitarios. En los primeros días fueron pequeños plantones. El 10 de abril ya estaban más concurridos.

El miércoles 11 ya eran más de 300 los jóvenes de varias universidades autoconvocados en las redes por #SOSIndioMaíz quienes se mantuvieron durante algunas horas frente a la UCA. "Ortega negligente" decía una de las pancartas. En otro punto del centro de Managua, y con el habitual pulso que el gobierno organiza para "no perder las calles", unos mil miembros de la Juventud Sandinista (JS) alababan el trabajo gubernamental para apagar el fuego. Hasta ese día no hubo represión.

El 12 de abril creció el número de jóvenes frente a la UCA. Cuando pretendieron marchar por calles céntricas de la capital, reclamando información veraz sobre el incendio, aparecieron por primera vez policías antimotines para impedirlo. Golpearon a varios, mientras otros policías protegían la contramarcha de la JS, que desfiló acuerpada por las fuerzas de choque del gobierno: hombres en moto, cubierto el rostro con el casco y armados con garrotes o armas de fuego.

Finalmente, el 13 de abril concluyó el incendio. El ejército y aviones apagafuegos que brindaron México, Estados Unidos y El Salvador hacían lo que podían, hasta que una copiosa lluvia resultó decisiva para apagar las llamas.

En uno de los cuatro canales del régimen un "especialista" dijo que se sentían "muy optimistas" porque se había perdido menos del 2% del bosque. Otra fue la visión del director del Centro Humboldt, Víctor Campos, quien afirmó que el daño era "irreversible" porque esa pequeña zona quemada estaba precisamente en la zona núcleo de la reserva. "Es la mayor catástrofe ecológica en la historia de nuestro país", se lamentó el científico Jaime Incer Barquero.

LA CHISPA INMEDIATA: REFORMAS AL SEGURO SOCIAL

El gobierno dejó de hablar del incendio. Seguramente pensó que, al igual que las llamas, la conciencia juvenil ya estaba sofocada. Tal vez no saben que la neurociencia nos ha enseñado que las grandes decisiones que los seres humanos tomamos comienzan siempre con una emoción, nunca con un análisis racional. Las protestas ambientalistas habían dejado ya un enorme acumulado de nuevas emociones en una masa crítica de la juventud universitaria de Managua.

Tan seguro estaba de que tenían todo bajo control que apenas tres días después de cesada la indignación juvenil por el incendio en Indio-Maíz, el lunes 16 de abril en la tarde, Roberto López, presidente del INSS (Instituto Nicaragüense de Seguridad Social), anunció cuáles serían las reformas que finalmente el gobierno implementaría para evitar el colapso financiero de la institución.

Antes de esa tarde ya se sabía que las reformas se estaban negociando, como siempre a puertas cerradas, y sólo entre el gobierno y la élite empresarial. La sorpresa, en el anuncio que López hizo aquella tarde fue la distancia que el gobierno tomaba de sus aliados del COSEP: no había sido posible lograr consenso con ellos. Incluso habló del "chantaje" que los empresarios habían hecho.

Después de ese inesperado desaire a sus aliados, y sin decir una sola palabra de las razones estructurales de la crisis del INSS, que, además del natural envejecimiento de la población, tienen que ver con la corrupción del régimen en la institución. López detalló los números de una reforma que dijo "dará un respiro" a las quebrantadas finanzas del INSS durante los próximos diez años.

UNA REFORMA DE CORTÍSIMO PLAZO

Como el seguro se quedaría sin dinero para pagar pensiones antes de terminar el año, el gobierno estaba urgido y decidió salirle al paso a la quiebra por la vía más fácil: sacándole dinero a todo mundo.

Los trabajadores asegurados cotizarían más, los emplea¬dores cotizarían mucho más, a los jubilados se les descontaría cada mes un porcentaje de su pensión, a los nuevos jubilados se les reduciría su pensión y el Estado contribuiría, aunque mínimamente. (Ver números más concretos al margen).

No fue una reforma de corto plazo, sino de cortísimo plazo, incluso movida por la desesperación y pensada desde el poder absoluto que no escucha, que no debate.

 

UNA REFORMA SIN ESCUCHAR

Para salvar al INSS había otro camino, que hubiera supuesto autocrítica y escucha de los expertos en seguridad social del país, que han insistido en opciones de más largo plazo y más justas. Entre ellas, trasladar al presupuesto nacional las pensiones que el INSS otorga a víctimas de guerra y las "pensiones reducidas" que Ortega concedió en 2013 a unos 50 mil ancianos que nunca cotizaron al INSS o que cotizaron poco tiempo. Las pensiones a miles de no cotizantes han desequilibrado severamente las finanzas del INSS.

Correspondía al Estado asumir la justa protección social a víctimas y ancianos para no sangrar más al INSS. Pero no lo hicieron. Para conseguir fondos que alimentaran el pre¬su¬puesto hubieran reducido exo¬neraciones in¬jus¬ti¬ficables a algunos sectores empresariales. Pero no lo hicieron. Hubieran asumido también otros problemas estructurales que han asfixiado al Seguro. En su reglamento, el INSS establece que los gastos administrativos no deben superar el 6.5%. Y desde hace años superan el 14% por aumento de personal, aumento de salarios, compra de vehículos, doble aguinaldo...

No hubo tampoco una palabra sobre las turbias inversiones realizadas a partir de 2013 con los fondos del INSS (condominios de lujo, edificios en la capital hoy vacíos...), que también han contribuido a agrandar el agujero negro en las finanzas de la institución.

UNA REFORMA "POR SUS PISTOLAS"

El gobierno optó por lo inmediato y más fácil y presentó esas irresponsables medidas como un conflicto con la cúpula empresarial, y como una defensa de los trabajadores, por no doblegarse ante el FMI. (En el menú de recomendaciones que el FMI venía presentando al gobierno desde hacía años sugería aumentar la edad de la jubilación y las semanas a cotizar para obtener pensión).

Los especialistas nicaragüenses en seguridad social han insistido en que el INSS no sólo padece una crisis financiera, sino también de gestión y por eso debía, antes que nada, recuperar confianza transformándose en una institución autónoma y transparente, dejando de ser coto de empleados muy bien pagados por su lealtad al partido de gobierno. No dialogaron con los especialistas. No hubo debate con nadie.

Con quienes hablaron durante unos días fue con los empresarios, que insistían en negociar simultáneamente la reforma al INSS y la reducción de algunas exoneraciones que los privilegian a ellos para obtener más recursos fiscales, cada vez más tensionados desde que en 2016 comenzó a declinar la cooperación petrolera venezolana. Ni siquiera tuvieron en cuenta a sus aliados.

Decidieron unilateralmente. "Por sus pistolas", en argot nica. Actuaron con la habitual arrogancia que da el poder absoluto.

UN CÁLCULO EQUIVOCADO

El gobierno calculó que si sus activistas políticos repetían por doquier que no se modificaba la edad de jubilación (60 años) ni las semanas de cotización (750) y que los jubilados recibirían su aguinaldo en Navidad, que el gobierno "revolucionario" no había obedecido al FMI, todos los afectados quedarían conformes.

Calcularon que la élite empresarial se quejaría, pero terminaría arreglándose con ellos. Después de una década de un gobierno corporativo, donde los empresarios han ocupado más de 40 cargos en instituciones estatales y han sido co-artífices en la elaboración de decenas de leyes, donde el corporativismo, denominado "modelo de diálogo y consenso", hasta se incluyó en el texto de la Constitución, pensaron que el "desentendimiento" con la clase empresarial sería pasajero y manejable.

Lo que quedó fuera del cálculo del régimen fue el espeso caldo de rechazo que se venía cocinando en la sociedad. El día 18 los universitarios volvieron a salir a las calles. Por las reformas. Y por todo. Por el ya insoportable yugo de un autoritarismo sin límites. Y estalló la conciencia.

La "izquierda" internacional que interpreta lo ocurrido en Nicaragua habla de que "problemas con el seguro social los hay en todo el mundo y lo que pasó en Nicaragua es que Ortega se le plantó al FMI y defendió a la "clase obrera" y la "derecha imperial" reaccionó para "desestabilizarlo"...

LOS UNIVERSITARIOS EN LA PRIMERA LÍNEA

Las protestas iniciaron el miércoles 18 en la noche, cuando universitarios de la UCA y de la UAM -propiedad del Ejército- convocados por #SOSINSS se reunieron en los nuevos portones de la UCA, que fueron apedreados y destruidos por miembros de la Juventud Sandinista (JS).

El 19 en la tarde se congregó un grupo de universitarios y ciudadanía adulta en el Camino de Oriente, otra zona céntrica de Managua. Fueron garroteados y golpeados por turbas de la JS y por paramilitares motorizados, que también atacaron a los periodistas que cubrían la protesta y robaron cámaras y celulares. Todo, a vista y paciencia de la Policía Nacional, en la más total impunidad.

Hace cinco años, este método de agresión les había dado muy buen resultado. La juventud de Managua que en 2013 defendió a los ancianos sin pensión convocada por #OcupaINSS fue golpeada, amenazada y robada. ¿No les había funcionado entonces? ¿Y después de que las turbas de la JS los apalearon, no se replegó asustada la juventud?

Lo que no calculó el gobierno fue que en cinco años de wi-fi masivo en todo el país, y ya enredado todo mundo en las redes, existía ya el embrión de una nueva realidad social y cinco años más de agravios.

La represión de la tarde del 19 fue documentada por la radio y los canales independientes que aún quedan en el país. Pronto, varios fueron sacados del aire. Ese atardecer más y más jóvenes salieron a las calles y desafiaron compactas filas de policías antimotines en distintos puntos de Managua. Las redes divulgaban a velocidad de la luz imágenes impactantes del valor con que lo hacían.

El día 20 despertó la juventud de las universidades públicas: los primeros, los de la Universidad Nacional Autónoma (UNAN) con sede en León. Al día siguiente en Managua, la Universidad de Ingeniería (UNI), la Universidad Politécnica (UPOLI) y la Universidad Agraria, consideradas bastiones de la JS, controladas a través de la UNEN (Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua), un brazo del partido de gobierno que domina las universidades estatales. Después se rebelaron los de la UNAN Managua. También hubo eco en Rivas, en Camoapa...

UN PAÍS INSURRECCIONADO

A la ira juvenil comenzó a unirse la juventud y la población de los barrios de Managua y de otros municipios. Ese día ya había marchas y plantones de protesta espontáneos por todos lados, por todo el país.

No fue sólo por la seguridad social. Estallaron diez años de negación de la autonomía universitaria, de negación de la autonomía municipal, de negación de la democracia y de los derechos humanos, especialmente los derechos civiles y políticos. La respuesta del gobierno a esta inesperada y espontánea insurrección, que los agarró por sorpresa, fue tan torpe como cruel, propia de una política de terrorismo de Estado.

El día 20 la Catedral de Managua se convirtió en refugio seguro para unos 2 mil estudiantes, muchos de ellos heridos, que huían de la represión generalizada en el centro de la capital. Chavalos y chavalas estuvieron amparados allí durante horas por el cardenal arzobispo de Managua, su obispo auxiliar, Silvio Báez, y el clero de la capital, acosados por las turbas del gobierno decididas a ingresar en el templo para atacarlos.

Desde el comienzo del estallido, Monseñor Báez jugó un papel destacado. Muchos jóvenes, que ni sabían que él existía, lo conocieron en esos días.

El país estaba insurreccionado. El día 20 cayó al suelo, cortado pacientemente por muchos jóvenes con una sierra de mano, el primer "árbol de la vida", símbolo del poder. Rosario Murillo "sembró" 140 de estas moles de hierro de 14 toneladas por toda Managua. Caerían en los días siguientes ocho de estas estructuras. El día 21 se levantaron barricadas en Monimbó, emblema de la lucha antisomocista.