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Marx, el marxismo y el socialismo en Uruguay

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Por Esteban Valenti (*)

No hay nada menos representativo del conjunto del pensamiento de Carlos Marx y de su esencia que una colección de sus citas, porque su pensamiento, expresado en lo fundamental en El Capital (2.500 páginas aproximadamente).

Es una visión integral y muy compleja del capitalismo que, incluso en las diversas ediciones fue evolucionando y cambiando. Los problemas e interrogantes irresueltos y planteados por Marx son su verdadera herencia.

Asumo que escribir sobre este tema no despierta el mismo interés en los lectores de estas columnas, que otros problemas nacionales de actualidad, pero en muchos casos para afrontar un debate y una elaboración sobre una IMPRESCINDIBLE NUEVA ETAPA DE REFORMAS, necesarias para un gobierno de izquierda, requieren de diversos aportes intelectuales y científicos, uno de ellos a partir de la verdadera interpretación de Marx, que nada tienen que ver con su vulgarización: el "marxismo".

A eso debo agregar que cuando recordamos los 100 años de la revolución rusa de octubre, un indiscutible acontecimiento histórico que influyó en la vida y en la muerte de cientos de millones de seres humanos, también es necesario recordar que la base teórica e incluso política invocada por los bolcheviques fueron precisamente las ideas de Marx y Engels.

Creo que el marxismo está muerto, pero la elaboración, las teorías y las ideas de Carlos Marx viven. Diferencio muy claramente entre marxismo -una ideología artificial que Marx y Engels rechazaron e incluso combatieron- y las ideas de Marx y Engels. Sus ideas, sobre todo las Marx, son más valiosas que nunca, incluso para comprender los actuales procesos económicos del capitalismo, pero se trata de algo muy diferente a  su transformación propagandística que se ha llamado el marxismo. Y lo digo como un antiguo ferviente promotor del marxismo leninismo.

Milité durante casi tres décadas considerando El Capital como la obra suprema de las ciencias sociales y sobre todo del socialismo científico, y apenas había leído algunas páginas, como la inmensa mayoría de los militantes comunistas y socialistas en el mundo. Ahora le he podido dedicar más tiempo y atención y de todas maneras debo confesar que hay partes extremadamente complicadas que me cuesta mucho comprenderlas.

No hay que olvidar que la primera edición de El Capital de 1867 fue de mil ejemplares y recién se agotó en cuatro años. No era y no es una obra al alcance de la clase obrera, ni siquiera la más culta, sino de determinados sectores de intelectuales y en algunos casos bastante especializados. Aquí me refiero al primer tomo, de 796 páginas editado en alemán por Otto Meissner en Hamburgo, un 11 de setiembre.

Esa primera edición del primer volumen contiene una amplia "crítica de la economía política", de acuerdo a los planes originales de Marx al primer volumen sobre el "proceso productivo" tenían que seguir rápidamente un tomo sobre el "proceso de circulación" del capital y un tercero: el punto propiamente culminante del todo, que debía exponer el proceso total del capital en sus diversas formas y, la culminación debía ser un cuarto volumen, sobre la historia de la economía política. Pero Marx no alcanzó su objetivo. En vida, no publicó más volúmenes. Su amigo Friedrich Engels editó los manuscritos póstumos y publicó el segundo volumen de El Capital en 1885, y el tercer volumen, en 1894. La obra completa suma más de 2.500 páginas.

Marx como estudioso y como científico también se opuso a la definición de "marxismo" porque es contraria al concepto mismo de ciencia, por lo tanto a su visión del socialismo científico.

Se le atribuye a Marx la condición del profeta, del analista de las crisis del sistema capitalista. Si bien es cierto que analizó a fondo la tendencia del capitalismo a expandirse por todo el mundo y establecer un mercado mundial que lo abarque todo y a todos y también a generar crisis económicas y financieras con puntual regularidad, su visión es mucho más amplia.

En los años 90 del siglo XX, con el acelerado proceso de la globalización, Marx adquirió una renovada vigencia y fue redescubierto como el principal analista del capitalismo global. Con la crisis financiera y económica comenzada en el 2008 volvió nuevamente a ocupar un lugar central entre economistas y cientistas sociales, ahora si como analista de las crisis que la mayoría de los economistas de las corrientes tradicionales no lograban interpretar ni explicar

"Lo que ofrece El Capital no es ninguna historia económica, mucho menos una descripción y análisis del capitalismo industrial británico de la época victoriana. Marx desarrolla una teoría general del capitalismo. No trata de socialismo o comunismo, sino solamente de capitalismo. El eje y la piedra angular de esta teoría es la dinámica característica del capitalismo moderno. Con la vista fijada en ella, que hace del capitalismo la más "revolucionaria" de todas las formas económicas y sociales históricas, analiza sus tendencias de desarrollo, el futuro del capitalismo, no su presente" Michael R. Krätke

Marx insiste en que para discutir y combatir al capitalismo hay que conocerlo y muestra que el capitalismo moderno es algo totalmente distinto a una "economía de mercado". Los mercados, las mercancías y el dinero existían desde hace miles de años, el análisis de esas categorías elementales no puede explicar la especificidad del capitalismo. Marx comienza con lo que sabe todo el mundo: algunos poseedores de dinero (los capitalistas) se encuentran en situación de utilizar su dinero para que, después de un tiempo, el dinero les retorne con una importante cantidad agregada. Considera que su tarea era revelar el secreto de cómo del dinero, regularmente y a gran escala, pueden hacerse más dinero -en el supuesto básico de que se obtiene a través de las mercancías cotidianas- y operaciones monetarias lícitas y sin trampas es decir a través de los mecanismos del propio sistema, a través de la plusvalía.

Y para ello analiza en primer lugar las transacciones en el mercado de trabajo, un mercado distinto de todos los demás, que sigue sus propias reglas. En segundo lugar, con un análisis del proceso productivo en las empresas privadas capitalistas. Lo que de ahí resulta es no sólo una forma cada vez más refinada y eficiente de la producción en masa de valores, sino también, al  mismo tiempo, una forma altamente inteligente del uso y explotación de la fuerza de trabajo humana. Las empresas capitalistas se esfuerzan con éxito por aumentar sistemáticamente la productividad de la fuerza de trabajo humana, a fin de aumentar cada vez más la diferencia entre el valor de la "mercancía fuerza de trabajo" y el valor añadido por ese trabajo. Se ocupa de esa diferencia, la "plusvalía", que, al final, aparece como "más dinero", como ganancia del capital, mediante la cual el dinero se convierte en capital y gracias a la cual se puede formar constantemente nuevo capital. Esto es, empero, solo el principio, la larga obertura de su análisis.

Permítanme una larga cita de Michael R. Krätke, es lo más claro que he encontrado sobre la obra clave de Marx, El Capital: "Su artificio metodológico: esboza una suerte de utopía capitalista. Supongamos que todas las tendencias inmanentes del capitalismo moderno pueden realizarse, libremente, en su pleno y puro desarrollo, siguiendo tan sólo a su propia lógica. ¿Cómo sería esa economía y sociedad capitalista pura? ¿Cómo funcionaría? Pues bien, sería un mundo completamente mercantilizado y monetarizado, en el cual todo se ha convertido en mercancía y todas las acciones económicas se gestionan y deciden mediante dinero; se ha capitalizado completamente, toda la producción de riqueza ha quedado bajo el dominio del capital y, en esa sociedad, el trabajo se ha convertido en trabajo asalariado, regido por las coacciones del mercado de trabajo. Se ha convertido en una economía y sociedad de la competencia, dominada por el comercio, el crédito, los bancos y los mercados financieros, que se ha establecido como mercado mundial y economía mundial capitalista. Y se habrá apropiado de y habrá privatizado cada pedazo de naturaleza, cada trozo de tierra, cada recurso útil, y los habrá introducido en la circulación de la economía capitalista, como seguirá haciendo. La historia de los últimos 150 años, desde la aparición de El capital, es, en gran medida, una historia de la realización precisamente de las tendencias de desarrollo analizadas"

"Después sigue la segunda frase de esta utopía suya: mientras el capitalismo se expanda y desarrolle conforme a su propia lógica inmanente, mientras se sometan a él las riquezas de la Tierra y la fuerza de trabajo humana en todas sus formas, se irá minando a los que actúan según la lógica de ese sistema, al mismo tiempo que las bases y condiciones de éste. He aquí el punto culminante de la crítica marxiana del capitalismo: que pone en marcha una dinámica autodestructiva, que lo precipita una y otra vez a grandes y pequeñas crisis, lo empuja al límite y, finalmente, lo ha de llevar a su final histórico. No al colapso -a diferencia de lo que afirman algunos marxistas, Marx no ofrece ninguna teoría de las catástrofes-, sino a un período de agotamiento y largo estancamiento. De eso ya se habían preocupado contemporáneos suyos como el gran socialista liberal John Stuart Mill"

Una nueva etapa, más profunda, más audaz de reformas económicas con fuerte impacto social en el Uruguay, deben considerar muy claramente que no debemos refugiarnos en la fatalidad de una catástrofe capitalista, sino que el avance hacia una sociedad más justa, más humanista, más fraterna, con mayor igualdad de oportunidades, solo será posible por nuestra obra y por nuestras decisiones.

"Desde Marx, sabemos que solamente se puede hablar de modo científicamente sensato de categorías cotidianas como valor, precio, dinero, capital o mercado si se entienden como relaciones sociales características. Como relaciones complejas en el tiempo y el espacio, como procesos sociales, no como cosas y propiedades. Marx desarrolla el concepto de la plusvalía, que ha entrado en el lenguaje cotidiano, para explicar cómo surgen los ingresos "ociosos" y cómo pueden convertirse en capital o patrimonio. Distingue diferentes métodos de producción de plusvalías para explicar el disputado terreno del trabajo asalariado en la empresa industrial moderna y la dinámica de la distribución desigual de la riqueza en el capitalismo". (Idem)

Las políticas progresistas y progresivas de mejor distribución deben expresarse a través de múltiples mecanismos económicos, sociales, educativos, culturales e institucionales.  No hay políticas imperecederas, continuas, se requiere un cambio permanente, correr riesgos y asumir que la política es la clave de todo.

La importancia de Marx para nuestro tiempo es que sus tesis muestran cómo combinar análisis realistas, exactos, económicos, políticos y culturales con objetivos concretos. Marx siempre volvió a intentar la práctica, no fue sólo un teórico sino que en la Primera Internacional desde 1864 hasta 1872 fue su portavoz.

Pero hay que subrayar que hoy en las universidades en Europa y en Estados Unidos, y en menor medida. Que en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma haya una cátedra acerca de Carlos Marx es elocuente.

 Si Marx viviese, estaría sorprendido de que sus ideas hayan encontrado tanto reconocimiento -no sólo entre los que se proclaman "marxistas", que por lo general son los peores deformadores de sus ideas- sino en el mundo de los analistas más críticos. Y está claro, Marx no sería marxista, seguiría siendo socialista científico y evolucionando y cambiando en forma permanente.

Baste pensar que en su tiempo la clase obrera industrial era la abrumadora mayoría de los trabajadores y en la actualidad no llega al 20% de la masa laboral.

Si se pretende avanzar hacia el socialismo científico, lo primero que debemos saber, analizar y profundizar es sobre los caminos que llevan en el sentido opuesto, hacia dictaduras de Estados y de partidos, que nada tuvieron que ver con Marx y Engels, más que en su iconografía.

Es necesario asumir hasta el fondo, que no existe "el libro", "el manual" para resolver los viejos y sobre todo los nuevos problemas que nos plantea el avance y el progreso de las sociedades y, que la política sigue siendo la clave.

Si de todo lo anterior se desprendiera que debemos volver a la implacable crítica de la economía política, es decir a los orígenes "puros" de Marx, estaríamos profundamente equivocados. Hay que investigar, estudiar, polemizar, aprender incluso de nuestros adversarios ideológicos y sobre todo de la historia real y arriesgarse en todos los terrenos, en el de los programas, de los objetivos estratégicos y sobre todo de la política. El Uruguay en sus aciertos e incluso en sus errores e inconsistencias lo demostró y lo está demostrando.

Con el mismo rigor histórico debemos asumir la extraordinaria importancia de los intelectuales, de los estudiosos, de los luchadores de las ideas, los teóricos y huir espantados de todas las formas demagógicas y planas que reducen el terreno de los cambios al griterío o peor aún a la banalización de las ideologías y de la política de izquierda.

(*) Periodista, escritor, militante político, director de UYPRESS y de BITACORA. Uruguay.