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CCOO, República Catalana y cohesión social

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Por Litus Alonso (*)

La simultánea declaración de la República por el Parlament de Catalunya y la intervención de la Generalitat aprobada por el Senado español, el pasado 27 de octubre, sumada al incremento de la represión del Estado (con, de momento, 10 presos políticos), ha abierto una nueva fase en el conflicto.

Antes de esa fecha, la posición oficial de la CONC (CCOO de Catalunya), así como de UGT y, políticamente, Catalunya en Comú, era "Ni DUI -Declaración Unilateral de Independencia- ni 155 -artículo de la Constitución que permite que el gobierno central dé órdenes a las autonomías-". Ahora tenemos DUI, 155 y un nivel de represión estatal desconocido desde los estertores de la Dictadura franquista.

En este nuevo escenario, la totalidad del sindicalismo de clase en Catalunya se ha manifestado contrario a la aplicación del 155, defiende la legitimidad de las instituciones de autogobierno suspendidas o cesadas por el gobierno español y reclama la libertad de los encarcelados y la retirada de todos los cargos que se les imputan. En un manifiesto firmado por la Taula per la Democràcia(plataforma que, junto a más de un centenar de asociaciones, agrupa las 4 principales organizaciones sociales de Catalunya: CCOO, UGT, ANC y Òmnium) el 3 de noviembre, considera la aplicación del 155 "un ataque directo a la democracia".

Ésta es una posición democrática elemental, que hay que poner en valor y que difiere de la tibieza expresada por CCOO de España frente a la política represiva del bloque monárquico (PP, PSOE y C's). Porque no es lo mismo decir que las citadas medidas son un ataque a la democracia que decir que son "desproporcionadas". Como no es lo mismo hablar de masiva brutalidad policial, la que se produjo durante el referéndum del 1 de octubre, que considerarla una actuación "desproporcionada". Conviene recordar que la única actuación policial "proporcionada" el 1-O hubiera consistido en permitir el ejercicio del derecho de voto.

En relación a la declaración de independencia la CONC, en su revista Lluita digital, dice, entre otras muchas cosas, que "lo que más nos preocupa es que pueda contribuir a romper el marco de convivencia entre los ciudadanos y ciudadanas y también la cohesión social".

Al margen del hecho de que el capitalismo es un sistema basado en la fractura social (una parte de la sociedad explota al resto), y del hecho añadido de que las políticas de austeridad han agravado dicha fractura (algo que nadie en CCOO ignora), la cuestión es ver que relación puede tener la proclamación de la República con la ruptura de la cohesión social. Desde nuestro punto de vista, ninguna. Trataremos de explicarlo.

Cada vez que la sociedad es llamada a elegir entre diferentes opciones (unas elecciones políticas, un referéndum...), se "divide" por su adhesión a una u otra de ellas. Nadie en su sano juicio defenderá que tales procesos democráticos rompen la cohesión social. Son, por el contrario, la única vía para que se exprese la pluralidad y se compruebe cuales son las opciones mayoritarias.

Se trataría, por tanto, de otra cosa, no de la existencia de diferentes proyectos políticos y de su sometimiento a la voluntad popular mayoritaria. Esa "otra cosa" sería la diversidad de sentimientos nacionales que existen en Catalunya y, particularmente, dentro de su clase trabajadora.

Es no sólo comprensible, sino obligatorio, que un sindicato se preocupe por respetar la pluralidad política de su afiliación. A partir de aquí, sin embargo, la posición de la CONC merece diversas consideraciones.

Primera, si la opción de construir un nuevo Estado rompiera la cohesión social, también lo haría la opción contraria, la de mantener el Estado existente. ¿Por qué una de esas opciones supone un peligro para la cohesión y la otra no?

Segunda, la construcción de la República Catalana se plantea en términos de ciudadanía, no de identificación nacional. En el movimiento popular por la independencia existen sectores nacionalistas, ciertamente, pero el proyecto republicano se basa en valores democráticos compartidos, no en sentimientos identitarios.

Tercera, el respeto a la pluralidad incluye el respeto (que no significa adhesión) a la declaración de independencia, a la que buena parte de la afiliación a CCOO da su apoyo. Las consideraciones políticas sobre su oportunidad y efectividad no pueden incorporar supuestos efectos negativos sobre la cohesión social, porque ello acaba convirtiéndose en una coartada para oponerse a la independencia. ¿Acaso la no-independencia sí mantiene la cohesión?

Cuarta, un sindicato no tiene porqué decantarse por una opción concreta en el ejercicio del derecho de autodeterminación. Puede, sin embargo, explicar en que marco es más asequible la consecución de objetivos de su propio programa. ¿La derogación de la reforma laboral es más factible en el Reino de España o en una nueva República Catalana? ¿Y la derogación de la reforma de las pensiones de 2013? ¿Y la lucha contra la pobreza energética? ¿Y la imposición de una tasa sobre los depósitos bancarios? ¿Y...?

Quinta, la actitud cerril y represiva del bloque monárquico español ha impedido que se haga realidad cualquier posibilidad de negociación o mediación. Si alguna vez aparece, no será fruto del acatamiento de una legalidad que conculca derechos elementales, o de simples llamamientos al diálogo, sino de un nivel de movilización que impida que el Estado imponga su voluntad y que, eventualmente, le fuerce a negociar. ¿Oponerse a la proclamación de la República contribuye a reforzar esa movilización? Es evidente que no, más bien distancia a CCOO de amplios sectores de la izquierda, que luchan por un cambio social y que ven en la República una oportunidad.

Es cierto que una decisión de la transcendencia de proclamar un nuevo Estado requiere de un proceso que sea aceptado por una amplia mayoría social, y que la decisión resultante sea aceptada globalmente como legítima en términos de mayoría y minoría. Es cierto que la obcecación antidemocrática y represiva del Reino de España (no sólo del PP) impide que tal proceso se haya desarrollado con normalidad. Y es aún más cierto que ante la negación de derechos, la opción de un sindicato de clase y nacional no es renunciar a ejercerlos.

Los ataques a la democracia, la existencia de presos políticos, la permanencia masiva de cuerpos represivos en Catalunya en claro papel de fuerzas de ocupación... sí rompen la convivencia. La movilización contra la represión, la lucha por superar el régimen del 78 y ejercer la plena soberanía de Catalunya son la mejor vía no sólo para defender las libertades democráticas, sino también para crear un nuevo marco en el que recuperar la cohesión social perdida por las políticas de austeridad y en el que aspirar a un nuevo contrato social.

El período que vivimos pone a prueba las distintas posiciones y puede modificar muy rápidamente la percepción social del valor de las diferentes organizaciones, políticas o no. La razonable preocupación de la dirección de la CONC por atender a la pluralidad del sindicato no puede llevar a que el conjunto de CCOO sea percibido como contrario a una opción radicalmente democrática como es la defensa de la República catalana.

Ese peligro sí que existe. No como el de que proclamar la República rompa la cohesión.

(*) Litus Alonso miembro del Consejo Editorial de SinPermiso. Fue, a lo largo de las últimas decadas, un militante de la izquierda sindical en el interior de CCOO y miembro de diversos órganos de dirección (entre ellos, la Comisión Ejecutiva de CCOO de Cataluña y la de la Federación Federación estatal de Servicios Financieros y Administrativos).

Fuente: www.sinpermiso.info, 5-11-17