bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Cuba: "El derecho al socialismo o un socialismo al derecho". Entrevista (ContinuaciĆ²n)

 

 

PorJulio Antonio Fernández Estrada (*)

CGS: Otro tema por (re)definir tiene que ver con la propiedad sobre los medios y sus particularidades en el socialismo. ¿Cuáles son sus consideraciones al respecto?

JAF: Ahí hay varias complejidades. La Constitución dice claramente que los medios de difusión masiva no pueden ser privatizados en Cuba y creo que eso es importante siempre que esté acompañado de un régimen de garantías. El tema es que en Cuba la garantía de la libertad de prensa y de expresión se ha reducido a la no privatización de los medios, pero es que eso es solo una garantía de que no van a dejar de ser del Estado. En el concepto original nosotros somos los dueños de los medios de comunicación, pero la práctica demuestra que no es así, porque se subordinan a las organizaciones, al PCC, la UJC y  la CTC, y no se puede confundir eso con todo el pueblo. Hay que empezar por conocer qué es lo que está legislado y así identificar lo que se debe transformar y perfeccionar, pero no estamos ni en el primer punto todavía.

La gente se ha quedado muy impactada con la manera en que el pueblo venezolano habla y usa la Constitución, la media de Venezuela no tiene mejor formación, ni mayor instrucción que la media cubana, pero conocen la Constitución, que es, además, mucho más complicada que la nuestra. ¿Por qué la conocen? Porque la pueden usar.

En Cuba hubo una investigación de la Asamblea Nacional en el año '86 que arrojó unos resultados tremendos, se trataba de una gran encuesta nacional a dirigentes, a diez años de la institucionalidad, a diez años de la Constitución. Resultó que en la jerarquía normativa cubana la gente ponía a la Constitución de tercera y de cuarta, en aquel momento ya existían esos problemas, imagínate tú después de tanto tiempo cómo se ha ido agravando.

Creo que el tema de la propiedad tiene que ser alimentado con discusión pública, sobre y con los medios.  Hay que tratar de que de algunas zonas de la sociedad salgan los espacios, las otras opciones de propiedad, la propiedad privada no es la única manera, y si vamos a convivir con ella que sea con un régimen jurídico que permita que no sea exclusiva y excluyente y, por lo tanto, que no haya un retroceso a lo que ya superamos. Pero para eso falta un derecho que le llame a las cosas por su nombre y que use toda la tradición jurídica que existe en el mundo para perfeccionarse y hacerlo mejor.

FLR: Algunas circunstancias políticas han revitalizado en Cuba la discusión sobre la sociedad civil. ¿Cómo entiende la sociedad civil en el socialismo?

JAF: Hay una larga saga de conceptos y maneras de entender la sociedad civil, desde la modernidad, desde el siglo xvii, hasta el importante aporte marxista. Podemos, por ejemplo, usar la interpretación de que a una determinada forma de organización política le corresponde una determinada organización de la sociedad, de la familia, de las relaciones sociales, de producción, de distribución, y por lo tanto esta segunda parte sería la sociedad civil. En ese sentido, la sociedad civil sería correspondiente a una forma de organización política, o dicho de otra forma, la versión no política de la sociedad, y el sistema político sería entonces la versión política de la sociedad civil. Eso nos ayuda mucho a entender que no existe un lugar donde está la sociedad civil y no existe otro donde está la organización política. La institucionalidad como sistema político es un concepto mucho más reciente, sólo son maneras de describir y de analizar una realidad que es mucho más compleja, porque se entra y se sale de lo que llamamos sociedad civil con mucha facilidad. Si reduces la sociedad civil al asociacionismo, a organizaciones, entonces ya la discusión es otra.

Creo que hay que entender que la sociedad civil es algo mucho más amplio, donde hay relaciones sociales, en la producción, en la distribución de riqueza, en la organización de la estructura familiar, y sobre todo donde hay una comunicación directa -algunas veces más velada, otras menos-, con la organización política e institucional del Estado, el sistema político en general.

Hay otra expresión más perfilada, más acabada de la sociedad civil, cuando esta se organiza, se estructura para otro tipo de empeños, donde entronca o toca de forma más directa al sistema político, a las instituciones, a las organizaciones políticas. Se comunica directamente por su servicio, orientación o vocación social, o porque choca con él como represión inversa, es decir, como control, como fiscalización, y empiezan otro tipo de relaciones con la institucionalidad.

Todos conocen bien los prejuicios enormes que hay en Cuba sobre el concepto de sociedad civil, el daño que le hizo la interpretación del Carril II de la Ley Torricelli a este tema, la guerra intelectual, ganada afortunadamente por el pensamiento revolucionario democrático cubano a favor del uso de este concepto en el socialismo. Pero hubo que luchar duro, porque el discurso oficial en ese momento era que la sociedad civil era "gato por liebre", una forma trampeada. Ese combate lo ganaron los intelectuales cubanos, que no lo dejaron pasar e hicieron valer su rol en la sociedad. También hay avances en la nueva interpretación historiográfica cubana, en la guerra teórica, intelectual, cultural, sobre la república, sobre la historia de la república neocolonial cubana. Cuando yo era un niño eso era pseudorrepública y todo lo que había pasado allá era corrupción. En este  punto hay una victoria interesante de los pensadores más progresistas, que han hecho una interpretación compleja de esta etapa, todavía hay muchas zonas de oscuridad, falta de conocimiento y de investigación, no obstante, se ha avanzado mucho.  Pero en otros aspectos todavía hay mucha fragilidad y las reacciones son limitadas.

Vuelvo a la sociedad civil, esa discusión de Panamá sobre quiénes somos, quiénes no somos, la gente que fue desde organizaciones representando a instituciones políticas cubanas y diciendo que son "la" sociedad civil, esa es una cosa que a mí me parece dantesca, lo mismo que decir que tú eres la sociedad civil cubana cuando tienes una organización con sede en Miami.

Por otra parte, hasta donde sí no se ha llegado aquí es a desbloquear el uso de la sociedad civil por la burocracia, ahí se sigue estando en los noventa.  Esto no es algo que se maneje públicamente, pero al interior del ejercicio de la burocracia cubana más dogmática, menos preparada, más reacia a los cambios, la sociedad civil sigue siendo un problema. Estos son los que proponen que se hable de sociedades, de pueblos, que son conceptos así muy desideologizados, porque todo el mundo tiene sociedad, todo el mundo tiene pueblo, pero sociedad civil es otra cosa. Y eso pasa por el simple hecho de que creen que sociedad civil hace referencia a todo tipo de organizaciones, incluidas las organizaciones de oposición política, tan sencillo como eso. Es la negación de la realidad.

La creatividad de la sociedad civil cubana se nota mucho menos porque, por un lado, está limitado el asociacionismo, su reconocimiento legal, la posibilidad de inscripción, y por el otro, hay una cultura de que donde está la imaginación y donde está la espontaneidad del pueblo es en los cuentos, en los chistes, en arreglar un carro americano con piezas de Lada, en hacer una chivichana con tres palos, pero que no trasciende al ámbito sociopolítico. Entonces eso hace que la sociedad civil aparente que no está y eso es completamente falso, la sociedad civil es tan objetiva como cualquier otra manifestación social, lo que pasa es que hay algunas que son notables, que son ágiles, que tienen movimiento.

CGS: ¿Qué pasa con otros conceptos como el de democracia? ¿Cuáles son los retos si tenemos en cuenta su reciente incorporación al discurso político y que hablamos ya de un socialismo próspero, sostenible y democrático?

JAF: Conceptos como el de democracia o derechos humanos no han tenido la misma trayectoria que el de sociedad civil. El prejuicio sobre la democracia existe y eso es penoso, significa que hay demasiado por hacer, mucho más de lo que imaginamos. Tú puedes discutir hasta el infinito qué significa, cuál es el contenido, cómo la entenderás, pero eliminar a la democracia de las variables es terrible.

Aquí la democracia es ley, la forma de organización y funcionamiento del Estado cubano es la democracia socialista. Ni los legisladores constitucionales cubanos cayeron en ese prejuicio con la democracia. Pero si en la agenda de las conversaciones Cuba-Estados Unidos está previsto hablar de derechos humanos y democracia, entonces aquí hablamos muy poco o nada sobre esos temas, así no se soluciona ningún problema. Eso significa que hemos reproducido también las formas de creación o de formación del pensamiento de la burocracia cubana, porque si no la gente nueva no pensara así.

Todo entra en una lógica que lo que demuestra es el estado de pobreza democrática en el que estamos, la gente no siente la necesidad de la claridad, de la discusión, de la participación, de la proyección, de la fiscalización, del control, de la ejecución de las cosas, no le importa, no le interesa. Estamos en el mismo lugar que todo el mundo cuando deberíamos estar en otro. Nosotros tenemos el mismo tipo de enfermedad de la modernidad que el resto del mundo, a la gente no le importa la política, no quiere participar, participa formalmente.  La diferencia está en que aquí la gente vota, el noventa por ciento, pero con qué conciencia y por qué fin vota. Eso demuestra que hay zonas en las que logramos muy poco, es decir, el agotamiento en la representación de la opinión.

Entonces tenemos esperanza en el cambio de mentalidad así, como una cosa metafísica. Cómo se hace eso si incluso en las mejores escuelas, la idea es más bancaria, más cerrada, más empobrecedora de la discusión, del análisis político. Los mejores maestros están atados de pies y manos en una metodología que no es creativa, no hay horizontalidad, no hay participación de los niños, las niñas y los padres. Tampoco se habla de educación popular, ¿por qué razón no se forma con educación popular en las aulas cubanas? Eso evidentemente daña mucho a la movilidad de la sociedad civil, a la riqueza de la imaginación, la inteligencia, las habilidades, la vitalidad del pueblo cubano.

CGS: Usted se refirió al discurso sobre el cambio de mentalidad; creo que en algunos casos ha servido para responsabilizar al individuo y sus malas prácticas antes de reconocer y cambiar las debilidades en el diseño estructural. En este sentido, ¿qué habría que transformar en el sistema político cubano? ¿Cuáles son los retos?

  JAF: El primer reto que tiene el sistema político cubano, a mi manera de ver, es que la gente sepa cuál es. Existe hace cuarenta años y la gente no lo conoce lo suficiente. El otro es que es un sistema político de una época que no existe hace mucho tiempo, es decir, el diseño es anterior a la caída del muro de Berlín, en función de un mundo que ya no existe. Esto hace que el cambio tenga que ser muy grande, porque no se están transformando sólo instituciones sino concepciones que lo acompañaron durante mucho tiempo y que nosotros mismos hemos ido sustituyendo en la marcha, sin cambiar los nombres. Esto último también ha hecho mucho daño porque solucionamos los problemas creando una institucionalidad fuera de la ley, es decir, hemos convivido con formas institucionales ad hoc que han sido las que han dirigido realmente el país. Por eso la obsesión de Raúl desde 2006 por el reforzamiento de la institucionalidad, que ha sido abandonado en los últimos cinco años, y ha ido perdiendo peso en el discurso. Esto demuestra que hay mucho que hacer. El Período especial, la Batalla de ideas, son claros ejemplos de que se gobernaba con una institucionalidad diferente a la de la ley. En 2002 cambiamos la Constitución para hacer irreversible el socialismo, ahora estamos transformando el país sin modificarla.

Entonces, se trata de una institucionalidad que ha sido dañada durante mucho tiempo y en el mismo sistema político, que hace cambios ya no solo del diseño original, sino de estructuras y formas de hacer política. Además de las diferencias en las concepciones, las prácticas, las mentalidades, y la gran guerra de modelos que hay entre los decisores de política en Cuba donde, por supuesto, también hay escuelas de pensamiento, vocaciones políticas diversas. Se cree que porque hay un solo partido hay una sola concepción política. Ese es otro gran problema, cómo vamos a lidiar en el futuro con la idea del monopartidismo: ¿va a haber monopartidismo?, ¿un partido que puede ser plural?, ¿es posible lograr pluralismo político con un solo partido? Son preguntas básicas de los próximos dos años.

Del mismo modo, la otra gran discusión el sistema político cubano sería: ¿va a haber poder popular? La forma del Estado cubano es el poder popular --que no es el poder local, aunque la gente lo cree. El poder popular es la Asamblea Nacional, el Consejo de Estado, el Consejo de Ministros, el Consejo de Defensa Nacional, las Asambleas Provinciales del Poder Popular, las Asambleas Municipales, los Consejos de la Administración Provinciales y Municipales, los Consejos Populares, los Consejos de Defensa Municipales y Provinciales. Todo eso es poder popular, y de lo único que se habla es del experimento gigantesco de Artemisa y Mayabeque, que cuando termine la legislatura tendrá siete años. Lo único que se está haciendo allí es modificar la relación entre la administración y Asamblea, es decir, dándole autonomía a la administración y dejando a las Asambleas el poder de decisión estatal. Pero ese experimento tiene un gran problema que no se menciona, que es la participación de la gente, eso no ha podido ser resuelto, y  demuestra que hay un daño de base en el sistema. El sistema político no se puede cambiar sin involucrar a las personas en la transformación, con tan insuficiente conexión con los verdaderos intereses de la gente.

Ahora se ha dado un paso de avance importante, se acaba de aprobar el cincuenta por ciento del uso de los impuestos territoriales para ser revertido en las localidades, y un diez por ciento de ese para las que ingresan menos por los mismos impuestos, es decir, se le asigna un por ciento a la provincia para que lo use de manera equitativa.

El tema está en qué sigue, falta en el contenido de esas reformas lo más nuevo del pensamiento democrático. Nosotros tenemos un estado institucionalizado hace cuarenta años, se demoró mucho, pero se cristalizó en esa Constitución que ahora va a cambiar y no hay ninguna señal que muestre que estamos mirando las experiencias de Ecuador, de Bolivia, de Venezuela. Son países con problemas y cada vez los tendrán más graves, pero tienen constituciones interesantes, muy importantes. No quiere decir que tengas que tomar de Bolivia el Estado plurinacional, pero su régimen de derechos y garantías sí nos hace falta. Nosotros estamos en harapos en cuestiones fundamentales que son resueltas en esas constituciones. Después nos quedaría el problema que tiene todo el mundo, que es ver si todo eso llega a ser Constitución material, si verdaderamente se cumple.

Creo que el sistema político cubano tiene un reto enorme de democratización, transparencia,  horizontalidad, de desprejuicio sobre la democracia, la participación, los derechos humanos, sobre el derecho en general, sobre el papel de la administración pública, sobre la regulación de los servicios públicos y de todo el funcionamiento estatal.

Es muy importante, es fundamental para el sistema político cubano la liberación del internet y de todo lo que viene con eso, con toda la complejidad, con todo el mundo de problemas que trae. Lo que nos ha enseñado la vida es que cada vez que nos hemos puesto de espaldas a la realidad lo que hemos hecho es atrasar el problema y eso no resuelve nada, solo repercute negativamente en las generaciones futuras, cosa que es lo más egoísta y más terrible que hay, porque la obligación es de nosotros. El gobierno electrónico ayudaría mucho con la transparencia, es decir, el funcionamiento del gobierno con acceso constante de la gente, que tengas acceso a la información, que puedas seguir hasta dónde van tus impuestos, dónde está lo que se discutió en una asamblea, y que se gobierne también electrónicamente, que no quiere decir desde una computadora, sino que facilites y te auxilies de los datos, la conexión con los demás organismos, las fuentes de información.

CGS: Volvamos al inicio, ¿cuáles serían los aportes concretos de la perspectiva marxista clásica al derecho como ciencia y al derecho cubano en particular?

JAF: Con eso hay un gran problema para los juristas marxistas, que es que Marx no hizo una filosofía del derecho. La primera filosofía del derecho con todas las letras es la de Hegel, por lo tanto siguiendo la lógica de la crítica hegeliana de Marx se suponía que se llegaría también a esto, pero su obra le llevó mucho tiempo.

Son muchas las aproximaciones a interpretaciones marxistas sobre el derecho y también muchos los marxismos. Si yo tuviera que decir hoy el aporte más grande del marxismo al derecho, diría que, como para cualquier otra ciencia social, más allá del método de investigación, del materialismo histórico, de la dialéctica..., es el pensamiento antidogmático, el pensamiento crítico, el pensamiento humanista. En este caso, poner al pueblo como sujeto fundamental de protección del derecho. La ciencia jurídica es mucho más vieja que el marxismo, y por lo tanto Marx recibió un derecho hecho por el camino, y evidentemente tenía mucha tela por donde cortar. La primera obra juvenil intelectual de Marx es jurídica, es la traducción del latín al alemán del libro I del Digesto de Justiniano. Evidentemente tenía un pensamiento romanista muy fuerte, que para mucha gente puede parecer una cosa anticuada, completamente primitiva, pero para el contexto cubano hoy es fundamental, porque la opción al derecho romano es el anglosajón, no hay otro, y hay que ver en la práctica al derecho anglosajón. Son muchas las diferencias éticas, científicas, sociales, políticas, del derecho romano con el anglosajón, este último es completamente extraño a nuestra realidad, por suerte hemos tenido una tradición de quinientos años de derecho romano.

El marxismo tiene que enseñarle otra cosa importante al derecho cubano específicamente, que es volver a tomar en cuenta la importancia de la lucha de clases para comprender los derroteros del derecho. Hemos vivido una era de prejuicios sobre el marxismo, su impopularidad después de la caída del Muro de Berlín, la terrible crisis de la enseñanza en Cuba por ese manualismo del manualismo, nuestro aporte de aburrimiento y de fuerte daño conceptual y esa traición de la esencia misma de la historia del marxismo, que es la enseñanza de la filosofía como si el marxismo fuera el inicio de todo, cuando lo mejor que tiene es haber sido el seguidor de una tradición de pensamiento enorme. Entonces, de pronto se puso de moda que nadie hablaba de marxismo, socialismo y menos de comunismo y la lucha de clases se convirtió en una especie de disparate. Si no hay lucha de clases tampoco, ya no hay casi nada que hacer en política para nosotros, porque con este prejuicio también se van las clases en sí mismas, y no puedes decir aquí que hay una clase machucando a otra, o de dónde salió este grupo social. Evidentemente sí la hay y tiene una gran importancia porque el derecho nunca es expresión de una clase, pero sí de una lucha de clases determinada. El derecho tiene que ser utilizado como instrumento de justicia, de equidad.  

El marxismo, el pensamiento jurídico crítico actual, el pensamiento republicano, humanista y anticolonial latinoamericano y europeo, la teología de la liberación, la educación popular, todas esas perspectivas son fundamentales para el derecho cubano, para las ciencias sociales. Pero creo que lo que necesita el marxismo es que se estudie el marxismo, no los manuales.

(*) Julio Antonio Fernández Estrada. Doctor en Ciencias Jurídicas y Licenciado en Historia. Profesor Titular. Docente desde 1999. Ha impartido clases en universidades de América Latina y Europa. Sus publicaciones y ponencias en eventos han sido sobre todo de Derecho Público Romano y Derecho Constitucional cubano.

Fuente:http://www.temas.cult.cu/catalejo/julio-fern-ndez-estrada-el-derecho-al-socialismo-o-un-socialismo-al-derecho