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Réquiem por el Partido Socialista Francés

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Por Guillaume Liégard (*)

Los resultados de Benoît Hamon suponen un clavo más en el ataúd del PS, castigado en una campaña que ha sido el resultado de sus compromisos, sus incoherencias y su incapacidad final para encarnar la esperanza de la izquierda.

Con un 6,36% y poco menos de 2,3 millones de votos, el Partido Socialista y su candidato a las presidenciales acaba de sufrir un terrible naufragio. Benoît Hamon no llegó al listón del 10% en ninguna de las trece regiones metropolitanas francesas e incluso recibe menos del 5% en tres de ellos: Córcega, Nueva Aquitania y PACA.

El PS construido en el congreso Epinay en 1971, ha vivido, agonizado y ahora está clínicamente muerto. Aunque  es verdad que ninguno de los numerosos médicos que lo atienden parece dispuesto a desconectar y no se encontrará ningún médico forense para firmar el certificado de defunción: por lo menos no antes de las elecciones legislativas.

Una campaña sin sentido

Los errores y desgracias de la campaña de Benoît Hamon han sido muchos, una especie de tortura china con su ración de pequeñas traiciones diarias. Incapaz de entender el rechazo de los partidos, el candidato socialista, por otra parte, se ha sumido en una larga negociación con los verdes de EELV- demostrando de paso que uno más uno, puede acabar siendo la mitad. Pero básicamente esa no ha sido su principal desventaja. De hecho, su campaña no tenía objeto y el voto a Hamon no tenía ninguna utilidad.

Atrapado entre las candidaturas de Emmanuel Macron y Jean-Luc Mélenchon, no tenía ningún espacio político. El primero encarna la continuación endurecida del quinquenio de Hollande, la posibilidad de mantener el sistema en el estado, pero fue percibido por una parte significativa del electorado socialista como una posibilidad aceptable para evitar una confrontación Fillon/ Le Pen en la segunda vuelta. Jean-Luc Mélenchon, por su parte, ha sabido encarnar el rechazo, a la izquierda, de la política del gobierno, al mismo tiempo que abre la vía para la reconquista del electorado popular y una perspectiva emancipatoria para la juventud. No queda mucho más, a excepción de un relicario de socialistas legitimistas y votantes de izquierda hostiles a Mélenchon.

La venganza del voto útil

Para derrotar a la derecha, para estar en la segunda vuelta, para estar en lo más alto de la primera vuelta, los socialistas habían usado y abusado, hasta el hartazgo, del llamamiento al voto útil. Exangües desde una perspectiva militante, reducidos a casi nada en términos de electos, sin ideas, sin base social, solo le queda al PS este argumento tan manido para sobrevivir. Con un candidato por debajo del listón del 10% en las encuestas, el argumento se volvió contra él como un guante, jugando contra el candidato socialista. Hamon, que a principios del mes de marzo, se jactó de su supuesta centralidad para explicar que él podría ser el candidato de toda la izquierda, ha luchado un poco con triste en las últimas semanas, invocando el "voto de convicción."

El tándem Valls-Hollande quería destruir a la izquierda francesa para formar un nuevo partido político a imagen del partido demócrata en los EEUU, pero al final solo han disuelto sin gloria su propio partido. La izquierda está viva y, contra todo pronóstico, ha estado a punto de pasar a la segunda vuelta.

En el medio, en ninguna parte

El PS, paralizado, todavía tiene la esperanza vaga de salvar los muebles en las legislativas. Nada es menos seguro. Debilitado por un resultado catastrófico en las presidenciales, debilitado por las múltiples derrotas electorales del quinquenio Hollande - que han drenado su tesoro de cargos electos locales - el PS ha visto afectada profundamente su capacidad para movilizar a su electorado tradicional. Emmanuel Macron, al menos por ahora, ha cerrado la puerta a los partidarios de una mayoría de gobierno con el PS, y este se verá obligado a una política autónoma. En su soledad, y hasta junio, en lugar de una síntesis, la primera víctima será la coherencia política.

De hecho, para no ofender a nadie, la 'plataforma legislativa' no deberían ni apoyar a Macron ni competir con él: un estar en medio que corre el riesgo de ser un espacio político inexistente. Después de las legislativas, la cuestión del voto de confianza pondrá a prueba la unidad de fachada socialista. ¿Se producirán escisiones o se preparará el próximo Congreso? Es demasiado pronto para saberlo. Pero sin tener ni asegurada su reelección en la circunscripción de Trappes, Benoît Hamon parece elaborar un plan B. Hay rumores en los pasillos de Solferino de que el ex candidato socialista podría acabar siendo candidato al Senado en septiembre en caso de fracasar en junio. Al menos con los socialistas, siempre hay la seguridad de acabar decepcionado.

(*) Guillaume Liégard antiguo dirigente de la extinta LCR francesa, actualmente militante de Ensemble!, corriente que apoyó la candidatura de Jean-Luc Mélenchon.

Fuente:

http://www.regards.fr/mauvais-esprit-par-guillaume-liegard/article/requiem-pour-le-parti-socialiste

Traducción: Enrique García