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Cien años de soledad y olvido

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Por Emiliano Díaz (*)

Revista Insurrección

Hace unos días se cumplieron 3 años de la muerte del único premio nobel de literatura que ha tenido el país. Gabriel García Márquez reconocido en el mundo por su obra Cien años de soledad, y por innovar en la literatura con un nuevo género literario, denominado realismo mágico.

Este género cuenta a través de historias fantásticas y mágicas las realidades políticas, culturales y económicas del territorio colombiano. Gabo como es conocido mundialmente, permitió llevar la realidad de Colombia a todos los rincones del mundo, siendo su literatura un aporte universal.

 

Realismo Mágico

Es innegable el aporte cultural y político que ha dejado Gabriel García Marquez en la sociedad, historias que con el paso de los años cobran vigencia y se mantienen vivas en el imaginario de todos sus lectores.

Un realismo que deja de ser mágico cuando revisamos la actualidad y nos damos cuenta que nuestro pueblo sigue sumergido en la soledad y olvido estatal, donde los ricos acumulan capital y los pobres siguen acumulando tristeza y pobreza.

En un país sin memoria y sin derecho a pensar diferente, Gabo nos muestra por medio de sus relatos y un lenguaje coloquial, una realidad que la burguesía ha querido callar y ocultar por siglos. Por ello, mas allá de las historias fantásticas, lo que intentó mostrarnos, es que por medio del lenguaje podemos aprender lo existente, pero también cambiarlo y transformarlo.

Por lo tanto el lenguaje que nos interesa conocer en Gabo, es ese lenguaje que recoge una realidad desconocida, y que permite acumular experiencias en términos de la historia, como pensamiento y memoria.

Reconocer que a través de sus relatos existe la posibilidad de conocer pueblos, personajes, regiones y culturas.

Conocer en un contexto, la realidad de un país reprimido y sumido en la miseria por sus gobernantes, quienes no han permitido reconocer a su pueblo el derecho a la libertad. Libertad entendida como la posibilidad de pensar libremente, de tener una democracia real, de igualdad en todos los aspectos; económicos, políticos y culturales; libertad de decir las cosas como son, sin necesidad de recurrir a eufemismos. Muy necesario en estos tiempos donde la información y los medios de comunicación se han dedicado a informar los hechos importantes como una novela mediática, donde sólo importa la novedad, dejando a un lado el contexto y la historia.

En consecuencia el lenguaje de la literatura de Gabo nos debe servir para denunciar, informar y reconocer la historia, pero en esencia lo importante de conocer la historia, es la posibilidad de criticarla y poderla transformar para el beneficio de los pueblos más oprimidos. De nada nos sirve conocer la historia sino somos capaces de cambiarla. Es necesario volver al lenguaje crítico que transforma y brinda la oportunidad de cambios.

 

Quién era Gabo

De Gabriel García Márquez se han dicho muchas cosas y se le ha recordado de diferentes maneras; en el Ejército de Liberación Nacional queremos recordarlo por su aporte a la izquierda del país. Perseguido político por la oligarquía colombiana, y exiliado en los años 80 durante la presidencia de Turbay.

Gabo mostró siempre su simpatía con los grupos insurgentes, movimientos sociales y partidos políticos de izquierda, que tenían como plataforma política la igualdad social y la equidad. Sus aportes como intelectual a la izquierda del país fueron importantes, en la medida que criticaba desde su trinchera, que siempre fueron las letras, al gobierno de turno, que instauraba una dictadura militar que reprimía los movimientos sociales y todo aquello que tuviera tintes comunistas o socialistas. También lo recordamos por su dedicación y esfuerzo para que los presos políticos no fueran torturados, desaparecidos, y lo que es aún peor, olvidados en las cárceles; presos que tenían como único delito el luchar por los desamparados.

Lastimosamente debemos decir que nada de esto ha cambiado, por el contrario, el asesinato sistemático de líderes sociales, la desaparición forzada, los crímenes de Estado -llamados ahora Falsos Positivos-, la privatización de lo público, el hacinamiento en las cárceles, el desplazamiento y el fortalecimiento del paramilitarismo sigue siendo el pan de cada día, en este gran Macondo que es nuestra querida Colombia. Pero qué podemos esperar de la burguesía colombiana, y su hipocresía, que antes perseguía a Gabo por sus ideas de libertad y hoy lo muestra orgullosamente al mundo, como un orgullo de la clase dominante.