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Putin y Erdogan se reúnen con Siria y la energía como telón de fondo

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Desde la última reunión del Consejo de Cooperación Ruso-Turco de Alto Nivel, en el año 2014, "han pasado muchas cosas", afirmó el presidente ruso, Vladímir Putin, después de reunirse el viernes con Recep Tayyip Erdogan.

"Muchas cosas" incluye una larga lista de sucesos que van desde el derribo de un avión militar ruso que participaba en la operación rusa en Siria en noviembre de 2015 -un incidente que provocó una dura respuesta diplomática rusa y el deterioro de unas relaciones que no se recuperaron hasta finales de agosto del año pasado tras una reunión entre los dos mandatarios- hasta el golpe de Estado en Turquía en julio de 2016 y la reacción del presidente turco, con la suspensión y despido de decenas de miles de funcionarios y militares, una reorientación de su política exterior y la convocatoria de un polémico referendo para el próximo 16 de abril que prevé el cambio de un sistema parlamentario a otro presidencialista y que ha tensado las relaciones de Ankara con la Unión Europea. Y, en algún punto de este auténtico maremágnum político en Turquía, el asesinato el pasado 19 de diciembre del embajador ruso en Ankara, Andréi Karlov, mientras inauguraba una exposición de arte.

         Desde el Kremlin, la distancia proporciona perspectiva. El presidente ruso valoró positivamente los avances en estos últimos meses entre ambos países. "Estamos muy satisfechos de que las relaciones bilaterales se hayan restaurado con rapidez", declaró Putin al destacar que Moscú y Ankara "han estado trabajando de manera activa para llevar las relaciones entre Rusia y Turquía al nivel que corresponde a nuestros dos países".

¿Una pax russica para Siria?

         "Estamos trabajando activamente para conseguir la resolución de las crisis más graves del mundo, ante todo en Siria", dijo Putin, quien aseguró estar "satisfecho de decir que nadie lo había esperado, pero a nivel militar y de los servicios secretos tenemos un diálogo muy efectivo".

         Rusia, Turquía e Irán son los tres países garantes de las negociaciones entre una parte de la oposición siria y el gobierno de Bashar al-Assad que arrancaron en enero en la capital de Kazajistán, Astaná, con el fin de mantener el alto el fuego -del que se ha excluído a las organizaciones yihadistas Estado Islámico y Jabhat Fateh al-Sham (después de la fusión con otros grupos, Tahrir al-Sham)- a través de la formación de un mecanismo trilateral que vela por su cumplimiento.

         Si sobre el papel parece que el Kremlin tutela el proceso para buscar una salida al conflicto sirio, la situación sobre el terreno es mucho menos clara. Mientras Moscú apoya al gobierno (sin haber abandonado nunca del todo sus contactos con los kurdos de Siria), Ankara apoya al Ejército Libre de Siria (ELS). Turquía también inició en agosto pasado una intervención terrestre en el norte de Siria, llamada 'Escudo del Éufrates', sin permiso del gobierno y en la que ha chocado con las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), una coalición entre kurdos y árabes. Según la versión oficial, 'Escudo del Éufrates' busca sellar la frontera entre Turquía y Siria y crear una 'zona segura' para refugiados, pero los kurdos sirios tienen todas las razones para sospechar que no se trata más que de una operación para evitar que los éxitos militares de sus milicias insuflen ánimos al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) al otro lado de la frontera.

         Mientras Erdogan se reunía con Putin, el Ministerio de Exteriores de Siria presentó un documento a la ONU donde pedía a su secretario general, al presidente del Consejo de Seguridad y a la comunidad internacional trabajar para obligar a Ankara a retirar sus fuerzas del territorio sirio. Según la agencia Sana (progubernamental), Damasco acusa "al régimen turco de apoyar el terrorismo [...] y destruir la infraestructura siria". Para complicar todavía más el cuadro, el miércoles los medios de comunicación informaban que marines estadounidenses se encuentran en las proximidades de Raqqa, considerada la capital del califato de Estado Islámico.

Turkish Stream

            La energía fue el otro gran tema de la reunión. Moscú ha firmado con Turquía dos grandes proyectos energéticos de envergadura. El primero es la construcción de una central nuclear -la primera del país- en Akkuyu, en el sur de Turquía, que tendrá un coste aproximado de 20.000 millones de euros. El segundo es el gasoducto Turkish Stream, del que firmaron un acuerdo los ministros de energía ruso, Aleksandr Novak, y turco, Berat Albayrak. "Turkish Stream es otro de los grandes proyectos de cooperación", en palabras de Putin. "Hemos acordado los mecanismos de rebaja del precio dentro del marco de este proyecto así como la ampliación de nuestra cooperación", detalló.

         Turkish Stream es la alternativa al gasoducto South Stream, que Rusia canceló en 2014 por diferentes obstáculos políticos y legales, particularmente una ley europea aprobada en 2009 ('Third Energy Package') que impide a una compañía explotadora de hidrocarburos ocuparse también de su distribución y que Moscú considera que se diseñó específicamente contra la posición de ventaja de Gazprom en el mercado energético. Según avanzó unas horas antes el director de Gazprom, Alexei Miller, el acuerdo firmado permitirá la construcción de un nuevo tramo del gasoducto en el Mar Negro en diciembre de 2019. Una vez esté terminado, Turkish Stream -con una capacidad de 63 mil millones de metros cúbicos anuales y un coste estimado de 11 mil millones de euros- transportará gas natural hasta Kiyiköy, en el noroeste del país, desde donde se espera que conecte con las redes de distribución europeas a través de Grecia. Turquía, un importante consumidor de gas ruso, recibirá a cambio una rebaja en el precio de compra.

         Más desapercibida pasó la declaración de intenciones de ambos de comenzar a utilizar las divisas nacionales en el comercio bilateral y la puesta en marcha en Turquía de las tarjetas de crédito del sistema ruso Mir, con el que Rusia busca desacoplarse, al menos parcialmente, de los sistemas de pago occidentales como Visa y Mastercard.

(Una versión anterior de este artículo se publicó en El Punt Avui el sábado 11 de marzo de 2017).

(*) Àngel Ferrero, miembro del comité de redacción de SinPermiso

Fuente: www.sinpermiso.info, 12 de marzo de 2017