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14.4.25

SIN PROCESO DE PAZ. La maquinaria bélica y la austeridad europea

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Por Fabian Scheidler (*)

La Unión Europea socava la diplomacia en Ucrania para transformar el estado del bienestar en un estado belicista.

Mientras se negocia un alto el fuego en Ucrania y aumentan las señales de distensión entre Washington y Moscú, la Unión Europea pone obstáculos al proceso de paz siempre que puede. El intento del presidente francés, Emmanuel Macron, de enviar tropas de la OTAN a Ucrania, por ejemplo, difícilmente puede entenderse de otro modo. Moscú ha dejado claro desde el principio que no aceptará esas tropas bajo ninguna circunstancia, y es evidente que únicamente las tropas neutrales pueden garantizar un alto el fuego. 

Desde que asumió su cargo, la jefa de política exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, se ha opuesto frontalmente a las negociaciones de paz. El tenor de sus declaraciones públicas: Moscú no es de fiar, Putin no quiere la paz. En diciembre, tuiteó: "La Unión Europea quiere que Ucrania gane esta guerra. Haremos lo que sea necesario para lograrlo".En otras palabras, el camino  no es la diplomacia, sino una paz victoriosa, aunque la realidad haya demostrado que es inalcanzable. A pesar de que en algunos países de la Unión Europea aumenta el rechazo hacia Kallas porque su criterio no representa a todos los gobiernos de la Unión Europea, hasta ahora apenas se ha oído una oposición frontal.

La primera ministra danesa, Mette Fredriksen, apoyó la postura de Kallas a principios de febrero: "Mi visión de Ucrania es la misma que desde hace tres años: debe ganar esta guerra". El 23 de febrero, en la televisión danesa, añadió: "Nos arriesgamos a que la paz en Ucrania sea más peligrosa que la guerra". Una declaración sorprendente. Al fin y al cabo, a causa de la guerra en Ucrania, el riesgo de guerra nuclear es mayor que nunca desde la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962. Por aquel entonces, la humanidad se libró de la aniquilación nuclear por los pelos. ¿Puede la paz ser más peligrosa?  

La afirmación de que Ucrania puede ganar la guerra y recuperar los territorios perdidos tampoco se corresponde con la realidad. Ya en otoño de 2022 y 2023, los jefes de Estado Mayor del Pentágono y del ejército ucraniano respectivamente admitieron de manera pública que la guerra había llegado a un punto muerto y que ninguna de las partes podía ganar. Esto incluso resultó ser demasiado optimista, desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar para Ucrania. El país está sufriendo pérdidas territoriales y ha cedido casi por completo sus posiciones en la región rusa de Kursk. Cada día que continúa la guerra se acerca más al colapso, sacrifica más vidas y acumula mayores deudas. Sin embargo, los líderes políticos de la UE siguen negándose a reconocer estos hechos. No solo no adoptan iniciativas diplomáticas ni hacen propuestas realistas para salvar a Ucrania de una situación aún peor, sino que torpedean las negociaciones en curso.  

En el contexto de las negociaciones sobre un alto el fuego parcial en el Mar Negro, que también incluye la cuestión del levantamiento de las sanciones contra el banco agrícola ruso Rosselkhozbank, Anitta Hipper, portavoz de Asuntos Exteriores de la Comisión Europea, declaró el 26 de marzo: "La retirada incondicional de todas las fuerzas militares rusas de todo el territorio de Ucrania sería una de las principales condiciones previas para modificar o levantar las sanciones".

Es difícil imaginar que Hipper, o cualquier otro representante de la Unión Europea, crea de verdad que Rusia se retirará del Donbás y Crimea, y mucho menos incondicionalmente. Vincular el levantamiento o incluso la modificación de las sanciones a esta condición significa de facto abogar por su continuación indefinida. De este modo, la Unión Europea renuncia a un medio decisivo de presión en las negociaciones. Al fin y al cabo, ¿por qué Moscú debería hacer concesiones sin la perspectiva de nada a cambio

En todos estos casos surge un patrón paradójico: aunque la Unión Europea debería tener un interés existencial en sofocar el incendio en su propia casa, está echando leña al fuego y tratando de continuar una guerra perdida. Al hacerlo, está sacrificando tanto sus propios intereses en materia de seguridad como los intereses de supervivencia del Estado ucraniano que ha pretendido proteger durante años. Además, la Unión Europea contribuye a su propio aislamiento geopolítico en lugar de posicionarse como mediador entre los grandes bloques, que es la única opción racional, teniendo en cuenta su posición geográfica.

¿Qué explicación tiene este comportamiento aparentemente irracional? El historiador indio Vijay Prashad sospecha que a la élite política de la Unión Europea lo que le preocupa, sobre todo, es su prestigio. En otras palabras, se ha invertido demasiado capital político en el discurso de una paz victoriosa, se han sacrificado demasiadas vidas por ese discurso, se han gastado demasiados miles de millones de dólares y euros en ello. 

Si Moscú acepta ahora un alto el fuego y, en última instancia, un tratado de paz, la afirmación de que es imposible negociar con Putin quedaría refutada

Si Moscú acepta ahora un alto el fuego y, en última instancia, un tratado de paz, la afirmación de que es imposible negociar con Putin también quedaría refutada. Inevitablemente se plantearía la cuestión de por qué la Unión Europea no apoyó las negociaciones de paz en Estambul en la primavera de 2022que casi pusieron fin a las hostilidades. Se podrían haber evitado cientos de miles de bajas y Ucrania se habría ahorrado importantes pérdidas territoriales. 

Además, el rearme de la Unión Europea, y de Alemania en particular, alimentado por el pánico, podría acabar siendo objeto de escrutinio. Si queda claro que los objetivos de Rusia en esta guerra eran más bien regionales y no tenían como objetivo devorar a toda Ucrania y a la OTAN de postre, en el horizonte podría surgir la posibilidad de un nuevo orden de paz, que incluiría la opción de garantizar una mayor seguridad a través del desarme a largo plazo.

Sin embargo, tales perspectivas van en contra de los escenarios apocalípticos de una invasión rusa por la que se han dispensado cientos de miles de millones de euros para armamento en los parlamentos europeos, incluidas las enmiendas a la Constitución alemana que permiten un gasto militar ilimitado. Los principales gobiernos de la Unión Europea y la Administración británica han apostado políticamente a esta carta.  ¿Es esa la razón por la que no pueden cambiar de rumbo? ¿Están dispuestos a sacrificar la posibilidad de alcanzar la paz para seguir defendiendo un discurso fallido? Después de todos los graves errores cometidos los últimos tres años, este sería sin duda el más grave de todos.

El escenario de un ataque ruso a la OTAN, por muy rebuscado que sea, no solo legitima el rearme en la Unión Europea, sino también el desmantelamiento del estado de bienestar

De hecho, ahora hay aún más en juego. El escenario de un ataque ruso a la OTAN, por muy rebuscado que sea, no solo legitima el rearme en la Unión Europea, sino también el desmantelamiento del estado de bienestar, que Europa supuestamente ya no puede permitirse frente a esta amenaza existencial. The Financial Times resumió el plan así: "Europa debe reducir su estado de bienestar para construir un estado belicista".Si se llega a un acuerdo de paz demasiado rápido, el proyecto de austeridad estricta para el rearme podría tambalearse. ¿Cómo aceptarían las mayorías el desmantelamiento de los servicios públicos de salud, educación, transporte público, protección del clima y beneficios sociales si ya no hay un monstruo insaciable y devorador avanzando hacia el Oeste?

Noam Chomsky señaló en una ocasión que el desmantelamiento del estado de bienestar en favor del complejo militar-industrial es un proyecto antiguo que se remonta a los tiempos del New Deal. Según Chomsky, los beneficios sociales despiertan el apetito de los ciudadanos por más autodeterminación y derechos democráticos y, de este modo, se interponen en el camino del gobierno autoritario. El gasto militar, por el contrario, genera grandes beneficios y crecimiento sin el peligroso regalo de los derechos sociales. Las fuerzas neoliberales de la Unión Europea han estado presionando para reducir el bienestar público y aumentar el gasto militar durante décadas. Mantener vivo al monstruo es de gran utilidad para legitimar una nueva tanda de austeridad. No sería la primera vez que se ha utilizado la guerra para debilitar a la clase obrera.

Además, existe otro posible motivo para la reticencia de la Unión Europea a comprometerse a emprender una diplomacia constructiva: la preparación de un nuevo "mito de la puñalada por la espalda". Si la Unión Europea mantiene el discurso de una paz victoriosa alcanzable -sabiendo perfectamente que es un sueño utópico- mientras Trump negocia un acuerdo de paz, los neoconservadores estadounidenses y sus acólitos europeos pueden hacer circular la idea de que la Administración de Trump apuñaló a los ucranianos y a sus partidarios por la espalda y es responsable de las pérdidas territoriales. Esto, a su vez, permitiría barrer los desastrosos errores tanto de la Administración de Biden como de los líderes europeos y culpar de todo a sus oponentes políticos. A ambos lados del Atlántico ya se está trabajando con ahínco en algunos elementos de este discurso.

Sin embargo, dicha estrategia es totalmente destructiva. Solo espoleará a las fuerzas de dentro y fuera de Ucrania que quieren socavar la paz y alimentará la fantasía de revertir las pérdidas con más armas y una guerra continua. Para Ucrania, esto podría hacer más probable el camino a la guerra civil; para Europa en su conjunto significaría más inestabilidad y el riesgo de una nuevo enfrentamiento con Moscú.

Si a los europeos les importa su propia seguridad y la de los ucranianos, la única alternativa sensata es la honestidad. Las estrategias occidentales en Ucrania han fracasado. Centrarse exclusivamente en la entrega de armas y negarse a recurrir a la diplomacia han demostrado ser un error. Europa debe reconocer la realidad, intentar sacar lo mejor de una mala situación y evitar que empeore. Y eso significa contribuir activamente en el proceso de paz con propuestas constructivas en lugar de torpedearlo desde la barrera.

 

(*) Fabian Scheidler es escritor autónomo, autor del libro y trabaja para Berliner Zeitung, Le Monde diplomatique, Taz Die Tageszeitung, Blätter für deutsche und internationale Politik entre otros medios. En 2009 obtuvo el Premio de Periodismo Crítico Otto Brenner. Su último libro publicado es El final de la megamaquina (Icaria Editorial, 2024).

Traducción de Paloma Farré

Imagen: Marco Rubio y Kaja Kallas (segundo y tercera izq.) en la Conferencia de Seguridad de Múnich en marzo de 2025. / Comisión Europea