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8.7.24

Julian Assange, ¡por fin libre!

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Por Marcus Strom (*)

La liberación de Julian Assange el 24 de junio es motivo de celebración.

Durante más de cinco años ha languidecido en una celda de máxima seguridad en la prisión de Belmarsh, Gran Bretaña, mientras los Estados Unidos buscaban extraditarlo para enfrentar una posible condena de 175 años de cárcel, una sentencia de muerte en la práctica, por exponer sus crímenes de guerra en Irak, Afganistán y la Bahía de Guantánamo.

Si fuera ciudadano estadounidense, podría haber abogado en su favor la primera enmienda. Esa opción podría haber estado abierta después de la sentencia del Tribunal Supremo del 20 de mayo de 2024 en Londres; sin embargo, es australiano. Y eso habría significado muchos años más de apelaciones y, por supuesto, se enfrentó a múltiples cargos.

Los cinco años de Assange en Belmarsh tuvieron lugar después de que pasara siete años en la embajada ecuatoriana en Londres, para evitar la extradición a Suecia para ser interrogado por acusaciones de acoso sexual abandonadas hace mucho tiempo. Assange pagó la fianza, temiendo ser enviado a juicio en los EEUU, y buscó seguridad en la embajada ecuatoriana en junio de 2012, donde se le concedió asilo político.

Assange siempre ha estado dispuesto a ser interrogado en Londres sobre el asunto, pero la fiscalía de la corona del Reino Unido, entonces encabezado por el actual dirigente laborista Sir Keir Starmer, fue uno de los muchos bloqueos que impedían que se realizara este procedimiento de rutina. Sir Keir ciertamente desempeñó su papel en el apoyo al largo brazo de los servicios de inteligencia del imperio de los Estados Unidos, tratando de asegurar que Assange fuera condenado.

Registros destruidos

De hecho, es extraño que, aunque Sir Keir supervisase esa parte del tormento legal de Assange, visitase los EEUU para reunirse con el fiscal general de los Estados Unidos, Eric Holder, cuatro veces. Pero la fiscalia btitánica ha destruido todos los registros de sus cuatro viajes a Washington.¿Conspiración o atropel? ¿Quién sabe?

En ese momento, muchas voces sabias en los principales medios de comunicación dijeron que Suecia no permitiría que lo extraditaran a los Estados Unidos. Entre ellos, por supuesto, Owen Jones, el columnista de The Guardian y niño bonito de la izquierda laborista. El hecho de que después de su expulsión forzada de la embajada ecuatoriana en 2019, se encontrase de inmediato con la solicitud de extradición contradecía ese argumento. Las revelaciones de que, mientras estaba en la embajada, el hombre de Trump en Langley, despues en el Departamento de Estado, Mike Pompeo, pidió a la CIA "opciones" para el secuestro o el asesinato de Assange muestran cómo Estados Unidos ve el estado de derecho cuando se trata de lidiar con alguien que ha diseccionado al hegemon global.2

Assange salió volando de Gran Bretaña el lunes y se presentó ante un juez en un remoto tribunal federal de EEUU en las Islas Marianas del Norte; no estaba razonablemente preparado para aterrizar en la parte continental de los Estados Unidos. Se ha declarado culpable de un solo cargo (de 18 en total), de revelar secretos de defensa, y ha recibido una sentencia de 62 meses, que ya se considera cumplida. Ahora ha volado a casa en Australia como un hombre libre.

Sin duda, Julian Assange es un héroe para nuestros tiempos, un "hombre con la máscara de hierro" de hoy. Su liberación es una victoria para todos los que lucharon contra el imperio de los Estados Unidos, las guerras en Irak y Afganistán y un despecho para los "quislings" en los principales medios de comunicación que cuestionaron una y otra vez que Assange fuera periodista.

Assange y Wikileaks revolucionaron la recopilación de información para el periodismo y el cuarto estado. La innovación de las filtraciones electrónicas seguras sobre información clasificada o filtrada es ahora algo común en las salas de redacción de todo el mundo. En 2011, Wikileaks recibió el Premio Walkley a la Mejor Contribución al Periodismo, el principal premio de los medios de comunicación de Australia.

Celebración

Mientras celebramos su liberación, los defensores de una prensa libre todavía deben sentir un escalofrío porque Assange haya tenido que declararse culpable de un cargo de violar la Ley de Espionaje. No está claro qué tipo de precedente sienta a la hora de informar sobre los secretos militares de los Estados Unidos en el futuro. Informar sobre cuestiones de seguridad nacional es, o debería ser, habitual para el periodismo honesto.

Assange ha sido un orgulloso miembro del sindicato de periodistas de Australia, la Alianza de Medios, Entretenimiento y Artes (MEAA), y su paraguas global, la Federación Internacional de Periodistas desde 2007. La MEAA ha distribuido una declaración que afirma:

"El trabajo de Wikileaks en el centro de este caso, que expuso los crímenes de guerra y otras irregularidades de los Estados Unidos en Irak y Afganistán, fue el ejercicio de un fuerte periodismo de interés público.

La MEAA teme que el acuerdo envalentone a los Estados Unidos y a otros gobiernos de todo el mundo a continuar persiguiendo y enjuiciando a los periodistas que revelan al público información que preferirían mantener reprimida.

Si bien Assange ahora está libre, está claro que el periodismo no lo está".

Por supuesto, nadie en su sano juicio culpará a Assange por aceptar el acuerdo. Se estaba muriendo en la cárcel.

Los activistas pro-Assange y la prensa libre continuarán presionando a los EEUU para que otorgue un indulto total a Assange, que no ha cometido otro delito que decirle la verdad al mundo.

Los que están en el núcleo de Wikileaks y sus partidarios en todo el mundo han demostrado un coraje y una determinación extraordinarios en la lucha por la libertad de Assange. La MEAA y otros sindicatos de medios de comunicación, incluida la Federación Europea de Periodistas y la Federación Internacional de Periodistas, también han mostrado un apoyo constante. El sindicato de medios de comunicación de EEUU, NewsGuild CWA, después de haber arrastrado los pies en el tema, finalmente pidió su liberación.

Sus antiguos colaboradores en The Guardian, The New York Times y otros lugares han sido menos consistentes (y eso es ser generoso). Mientras que muchos periodistas concretos le han apoyado durante la terrible experiencia de Assange, algunos lo traicionaron y los grandes editores de noticias de Londres, Nueva York y Sydney se han arrastrado. Algunos lo condenaron directamente. Assange no juega según sus reglas de quid pro quo con los poderes fácticos, y por eso muchos lo resienten.

En Australia, la entonces primera ministra del Partido Laborista, Julia Gillard, actuó como jueza y jurado ya en 2010, diciendo que Assange era "culpable de ilegalidad", diciendo que había buscado "asesoramiento sobre la posible conducta criminal de la persona involucrada" de la Policía Federal Australiana.

El actual gobierno laborista ha mantenido conversaciones con los Estados Unidos, que sin duda enmarcaron parte de la liberación final de Assange. Pero gran parte de su comentario público fue solo para decir que "ha pasado demasiado tiempo encerrado", por miedo a avergonzar a sus socios de Aukus. La mayoría de los líderes de Partido Laborista australiano fueron reacios a defender la causa, pero fueron obligados por la campaña pública a cambiar de posición. Después de años de campaña de la sociedad civil, se formó un bloque de partidarios en el parlamento australiano que pedía la liberación de Assange, incluidos conservadores liberales y del Partido Nacional, independientes, Verdes y laboristas.

A pesar de jugar públicamente a la diplomacia silenciosa, el primer ministro Anthony Albanese fue franco en su apoyo a la liberación de Assange. Esto ayudó a cambiar la posición laborista.

En su vuelo a la libertad, Assange fue acompañado por el alto comisionado australiano en el Reino Unido, Stephen Smith, un ex ministro de defensa laborista, y se reunió en las Marianas con el embajador australiano en EEUU. y ex primer ministro Kevin Rudd, lo que demuestra que el gobierno de Albanese no dejó nada al azar en el último momento.

Sin embargo, durante años los gobiernos australianos de todas las tendencias han afirmado que no tenía nada que ver con un caso legal que involucraba a los Estados Unidos y el Reino Unido. Será interesante ver cuánto merito reclama ahora el primer ministro Albanese por sus negociaciones detrás del escenario, que definitivamente tuvieron un impacto.

¿Anti-imperialismo?

Los partidarios en general de Assange han sido una mezcla de todo. Muchos han sido excelentes. Pero la campaña también ha atraído su parte de conspiradores locos, no es sorprendente, dado el terreno y las revelaciones de algunas conspiraciones reales contra Assange. Sin embargo, muchos "assangistas" mantienen algo más que un residuo de política "antiimperialista" conspirativa, un antiimperialismo de tontos.

La piedra de toque para muchas de estas personas es el apoyo a un "mundo multipolar", donde el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Denunciar los crímenes de los EEUU es una cosa, pero identificar a cualquiera de sus enemigos estratégicos como un contrapeso necesario es otra muy distinta. Para algunos, este es un apoyo facilón al bloque de los Brics y a acabar con la dependencia global del dólar estadounidense. Para otros, significa un apoyo efectivo a los regímenes de Damasco, Moscú, Teherán y Pekín: todos ellos criminales por sus propios méritos.

Falta en esta política sin salida y peligrosa la agencia democrática de nuestro campo: la clase obrera mundial, lo que nos lleva a los límites de la misión política de Assange. ¿Quién sabe dónde ha aterrizado después de su terrible experiencia? Merece tiempo para recuperarse con su familia, amigos y sus camaradas. Pero el proyecto Wikileaks, aunque audaz, era un proyecto que podría definirse como "tecno-anarquismo". Assange emergió de la comunidad de hackers, sin duda sincero en su creencia de que la verdad hace libre.

Assange pensó que el público podría luchar para cambiar el mundo si sabíamos cómo funcionaba.

La misión de Wikileaks era derribar el velo del secreto de estado para hacer posible que la gente se organizara, obligando al poder institucionalizado a desmoronarse, una vez que la venda cayera de nuestros ojos.

Si bien el brillo de la publicidad es esencial para el cambio democrático, Assange ha aprendido a su propio coste que no es así exactamente como funciona el poder. Se necesitará la fuerza organizada y democrática de la clase trabajadora a escala mundial para derribar el poder del imperialismo. Esa es una tarea de esperanza e imaginación audaces, que ahora es nuestra.

La motivación de la administración Biden para llegar a un acuerdo de este tipo con Assange en este momento es electoral. Biden era conocido  como un halcón en el caso Assange, pero con el posible juicio de un activista por la libertad de expresión amenazando las elecciones, no quería entregar ese hacha a Trump para que la utilizara contra él.

Notas:

www.declassifieduk.org/cps-has-destroyed-all-records-of-keir-starmers-four-trips-to-washington. ??

Consulte www.theguardian.com/media/2021/sep/27/senior-cia-officials-trump-discussed-assassinating-julian-assange.??

 

(*) Marcus Strom es miembro del Partido Laborista Australiano, ex secretario de prensa laborista y expresidente inmediato de MEAA Media, el sindicato de periodistas en Australia

Fuente: https://weeklyworker.co.uk/worker/1497/free-at-last/

Traducción: Enrique García