bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

13.5.24

Protesta y represiĆ³n en los campus norteamericanos: Hablan los estudiantes (II)

imagen

Por Autores Varios (*)

El 17 de abril, estudiantes de la Universidad de Columbia formaron un "Campamento de Solidaridad con Gaza" en la Campa East Butler del campus para pedir a la universidad que desinvirtiera de las empresas que se benefician de la ocupación de Palestina.

Nat Leach, Universidad de Michigan:

El 17 de noviembre, los estudiantes de la Universidad de Michigan se manifestaron en el Diag y ocuparon el edificio de la Administración Ruthven, que alberga el despacho del presidente Santa Ono. Más de 40 estudiantes fueron detenidos después de que a los ocupantes se les negase comida, agua y acceso al baño. Cuando un estudiante se desmayó, la policía impidió la entrada de los médicos. Una estudiante fue arrojada al suelo por la policía del campus y le arrancaron el hiyab.

Menos de dos semanas después, el presidente Ono autorizó la cancelación de un referéndum del gobierno estudiantil sobre una resolución que pedía que UMich desinvirtiera. La administración mintió, culpando a TAHRIR -una coalición de 80 organizaciones que luchan por la desinversión en Israel- de enviar un correo electrónico «no autorizado», aunque había sido aprobado previamente por un miembro del personal de la UM y seguía las normas de campaña del CSG. A consecuencia de ello, dos estudiantes con hiyab sufrieron la divulgación de sus datos personales.

Desde entonces, dos estudiantes de postgrado y un estudiante judío de licenciatura han sufrido también la divulgación de sus datos personales. La policía ha visitado los domicilios de los estudiantes, una vez para incautarse de aparatos electrónicos y tomar muestras de ADN y otra para emitir retroactivamente una advertencia de allanamiento por protestar contra el Honors Commencement [ceremonia de graduación], al igual que hizo el Black Action Movement en 1970. Un estudiante fue detenido en una reunión de regentes [supervisores de la conducta y bienestar de los estudiantes] mientras entraba y a otro le pararon arbitrariamente y le recordaron que ellos y otros 45 se enfrentan a cargos pendientes -entre ellos posibles delitos graves- por su participación en la protesta del 17 de noviembre.

Los representantes de la Coalición TAHRIR aún no han mantenido una reunión cara a cara con Santa Ono, tal y como se les había solicitado. En lugar de ello, ha permitido que la policía del campus nos maltrate y ha dejado que se ponga activamente en peligro a sus estudiantes.

Aunque todavía no se ha aplicado, se propuso y redactó una «Política de Acciones Disruptivas», la cual habría prohibido toda forma de protesta en la Universidad de Michigan. Los regentes han asegurado que habrá más medidas represivas.

Ava Young-Stoner, Universidad de Columbia.

Desde el 7 de octubre, la Universidad de Columbia ha respondido a los estudiantes y profesores en pro de Palestina con medidas punitivas como suspender organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) y Voz Judía por la Paz (JVP) (una acción por la que la NYCLU [Unión de Libertades Civiles de Nueva York] y Palestine Legal presentaron una demanda contra el centro universitario), redactar de nuevo las políticas sobre protestas estudiantiles, y la restricción del acceso al campus sólo a los matriculados en la Universidad, lo que inhibe gravemente la libertad de movimiento y expresión de los estudiantes.

El Barnard College, adjunto a la universidad, ha seguido su ejemplo cambiando su código de conducta estudiantil, censurando el lenguaje pro palestino de un sitio digital de la facultad y prohibiendo a los estudiantes colocar cualquier tipo de decoración en las puertas de sus dormitorios, una política promulgada después de que al menos 19 estudiantes se enfrentaran a procedimientos disciplinarios por su participación en una protesta en el campus. Entre estas medidas contra los estudiantes, el profesor pro palestino Abdul Kayum Ahmed recibió una carta de no renovación después de que un artículo del Wall Street Journal lo acusara de «adoctrinamiento político» en el aula, basándose en un vídeo en el que calificaba a Israel de «Estado colonial de asentamientos».

El 4 de abril, cuatro estudiantes propalestinos fueron suspendidos y desalojados de su alojamiento en el campus, al parecer en relación con un acto no autorizado en el campus y por no cumplir con los investigadores privados contratados por la universidad. Uno de los estudiantes suspendidos, Aidan Parisi, compartió conmigo que, desde que recibió el aviso de suspensión, no ha recibido un expediente completo sobre los detalles adicionales de su suspensión, ni una fecha en la que se programe una audiencia para determinar si se le acogerá de nuevo como estudiante o será expulsado.

A pesar de los numerosos intentos de la administración por silenciar a los estudiantes activistas, cientos de estudiantes de Columbia se reunieron el 17 de abril para establecer su Campamento de Solidaridad con Gaza en el centro del campus, una protesta muy visible que pretendía asemejarse a acciones similares realizadas en el campus en la década de 1960 por la implicación financiera de Columbia en la guerra de Vietnam. El 18 de abril, el presidente de la universidad, Minouche Shafik, pidió a la policía de Nueva York que desalojara el campamento, lo que provocó la detención de más de un centenar de estudiantes y su suspensión inmediata. Esto ha provocado un inmenso rechazo por parte de estudiantes, antiguos alumnos y profesores, y aun así la universidad amenazó con llamar a la Guardia Nacional contra los estudiantes que protestaban el 23 de abril, según los SJP de Columbia.

Mientras la protesta continúa y encuentra eco de una costa a otra, Columbia se ha mostrado sistemáticamente hostil a la prensa y, el 21 de abril, los agentes de seguridad pública de la universidad intentaron obligar a los corresponsales de la radio estudiantil -que han cubierto la protesta todos los días desde su inicio- a dejar de emitir.

Emma Bainbridge, Universidad McGill (Montreal, Canadá):

En el semestre de otoño, el 78% de los estudiantes votaron a favor de una Política contra el Genocidio en Palestina, que exigiera al sindicato de estudiantes mostrar públicamente su solidaridad con Palestina y presionar a la Universidad para que cortara lazos con empresas e instituciones cómplices de la continua opresión de los palestinos por parte de Israel. El sindicato reveló que la administración de McGill les presionó para que eliminaran la pregunta del referéndum, pero antes de que la universidad pudiera actuar, un estudiante anónimo interpuso una demanda externa contra el sindicato de estudiantes respaldada por B'nai Brith organización judía proisraelí] de Canada, que está retrasando actualmente la adopción de dicha política.

McGill invierte en la actualidad en empresas como Lockheed Martin, Chevron, Textron y BAE Systems, que proporcionan a Israel tecnología militar y armamento avanzado. Los estudiantes piden que McGill corte sus vínculos con las instituciones israelíes, lo que incluye poner fin a los cursos que subvencionan fuertemente a los estudiantes para que visiten Israel y trabajen con empresas tecnológicas israelíes.

A pesar de la resistencia de McGill a abordar su complicidad en el genocidio, los estudiantes se mantienen firmes en su lucha por la desinversión y el boicot académico al apartheid israelí. Los estudiantes recurrieron a tácticas más disruptivas, como el bloqueo de aulas y edificios, e incluso iniciaron una huelga de hambre. En respuesta, McGill ha amenazado públicamente con detener a los estudiantes que protestan. En cuanto a los huelguistas de hambre, McGill ha ignorado en gran medida sus demandas y se ha negado a reunirse con ellos. Hasta la fecha, dos huelguistas de hambre ya han sido hospitalizados tras negarse a comer durante más de treinta días.

Luca Saeed, Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY):

Los estudiantes de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) afirman que la represión que están sufriendo en el campus por su defensa propalestina comienza con la gobernadora Kathy Hochul. Hochul envió en diciembre una carta a los rectores de las universidades de todo Nueva York en la que amenazaba con emprender acciones legales contra las universidades por no disciplinar «el antisemitismo y los llamamientos al genocidio del pueblo judío». A pesar de hacer un llamamiento a la paz, los estudiantes implicados en Estudiantes por la Justicia en Palestina del City College de Nueva York afirmaron que la administración de la universidad les amenazó directamente con la suspensión tras la carta de Hochul.

Haderqa Arzoo, estudiante de segundo año del CCNY y vicepresidenta del SJP del centro, afirma que su grupo se ha enfrentado a una serie de casos de aplicación aparentemente arbitraria de normas escolares hasta entonces desconocidas. Durante una protesta al aire libre en la que su grupo leía una lista de nombres de los palestinos muertos, afirma Arzoo que la seguridad del campus detuvo a miembros de su grupo por el uso de un sistema de sonido, algo que nunca había sido anteriormente motivo de citación.

Sara Abdulaziz, estudiante de último curso del Hunter College y presidenta de la Alianza de Solidaridad Palestina de su campus, afirma que la administración está claramente de parte de los estudiantes y profesores proisraelíes. Su grupo organizó recientemente una sentada en Hunter que fue autorizada por la seguridad del campus, y se aseguró de que no se bloqueara ninguna entrada y de que los estudiantes permanecieran en silencio y pacíficamente. A pesar de que el grupo no infringió ninguna norma de la escuela, un funcionario de la administración se dirigió a ella y le advirtió de que podría ser objeto de medidas disciplinarias. Posteriormente, Abdulaziz recibió un correo electrónico en el que se le amenazaba de suspensión y de posibles consecuencias para su grupo estudiantil. Mientras tanto, una profesora de Hunter, Tamy Ben-Tor, publicó un vídeo en el que se burlaba de los palestinos sin recibir sanción alguna de ese tipo, aunque se despidió a otra profesora de Hunter, Lisa Hoffman, por tuitear que se negaría a trabajar con profesores proisraelíes.

Lucy Tobier, Swarthmore College:

En Swarthmore, las protestas propalestinas se desarrollaron en un principio sin mucha resistencia por parte de la administración. Pero después de una sentada de tres semanas en diciembre -que ocupó el centro del campus e interrumpió las visitas guiadas-, la administración actuó rápidamente para dejar sentado que no toleraría más interrupciones de la normalidad. La acampada en curso, iniciada el 22 de abril, recibió una respuesta similar de tolerancia condicional y falta de apoyo por parte de la administración.

Los estudiantes participantes se han visto sancionados por la administración, pero no en una clara escala de suspensión o expulsión, y los profesores que trasladaron sus clases al pabellón ocupado recibieron llamadas telefónicas de la administración superior intentando disuadirles.

La ambigüedad en torno a los comportamientos permitidos y no permitidos es algo generalizado. Los mensajes cambian de un mes a otro, y los estudiantes reciben advertencias de conducta por acciones que se han aceptado en protestas anteriores. Los correos electrónicos del presidente declararon que el lema «del río al mar» era una «amenaza directa contra los judíos», pero los administradores se negaron a aclarar si los alumnos que participaran coreando esa consigna infringirían las normas de la escuela. Y, por primera vez, se retiraron pancartas y carteles colgados en las habituales paredes del campus debido a infracciones del «código de conducta».

Las plataformas para mensajes de protesta, como tablones de anuncios y redes sociales, se han dejado en gran medida abiertas. Por ello, el lenguaje de protesta se ha mantenido activo desde el 7 de octubre. Pero la administración ha afirmado que este predominio -las concentraciones mensuales y la colocación de carteles- constituye una amenaza para los estudiantes judíos y es objeto de investigación. Sin embargo, otros lo han visto como una continuación del pasado activista de la escuela, desde las protestas por los derechos civiles de 1969 hasta las protestas antiapartheid de 1982 y las protestas contra las agresiones sexuales de 2019.

La respuesta de la administración ha planteado preguntas sobre cuál es la apariencia de una protesta aceptable y cuán comprometido está Swarthmore con sus valores de libertad de expresión y defensa. A pesar de la historia cuáquera de la escuela, la administración no ha evitado las críticas al activismo no violento. Para la administración de Swarthmore, la protesta pacífica se ha redefinido en gran medida como aquella que no interrumpe en modo alguno el funcionamiento diario de la institución.

Luke Spaltro, Universidad de Rutgers:

En diciembre, Rutgers fue la primera universidad pública de los Estados Unidos en suspender su sección de Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP). Aunque la sección fue restituida tras una masiva campaña de solidaridad en la que 150 organizaciones estudiantiles y decenas de organizaciones comunitarias denunciaron colectivamente la decisión, la administración ha seguido silenciando los llamamientos a la desinversión.

Los recientes acontecimientos en torno al Centro de Vida Islámica de la Universidad de Rutgers (CILRU) son un ejemplo de ello. El CILRU es una institución privada que presta servicio a la comunidad musulmana de Rutgers y se ha convertido en un espacio seguro para los palestinos; sin embargo, a pesar de que el CILRU es propiedad privada, la administración borró las pintadas pro palestinas de su acera. Este mismo mes, un hombre irrumpió en el CILRU al comienzo del Eid [el Ramadán musulmán], destrozó un Corán y robó una bandera palestina. Cuando el SJP planeó un paro en solidaridad con el CILRU y en apoyo de una huelga nacional, la administración de Rutgers volvió a amenazar a la organización con la suspensión, alegando que la protesta no aprobada «podría ser considerada responsable de trastornos, daños o violencia». El acto se canceló.

Mientras que la administración de Rutgers ha seguido silenciando a los que hablan en apoyo de Palestina, también ha abogado por el «compromiso, no el aislamiento» continuado con respecto a Israel, una política paralela al fracaso del «compromiso constructivo» de la administración Reagan con Sudáfrica.

Al suprimir las voces palestinas, normalizar las relaciones con la Universidad de Tel Aviv (TAU) e Israel y negarse a denunciar la matanza de más de 30.000 personas en Gaza, la administración ha creado un entorno en el que la violencia contra palestinos y musulmanes en el extranjero se ha reproducido en el campus.

Isaac Lozano, Universidad de Stanford:

En octubre, los estudiantes de Stanford organizaron una sentada en la Plaza Blanca de la universidad en solidaridad con los palestinos de Gaza. Después de 120 días, se convirtió en la sentada de protesta más larga de la historia de la Universidad. Pero en febrero, la Universidad emitió un aviso por un plazo de 12 horas ordenando a los manifestantes que se retiraran con sus pertenencias. Más de 500 estudiantes y miembros de la comunidad se reunieron para defender el campamento, exigiendo que la Universidad revocara su cierre de la protesta pacífica. Al final, los estudiantes llegaron a un acuerdo con la Universidad para poner fin a la sentada y entablar negociaciones, en un intento de que Stanford pidiera un alto el fuego y desinvirtiera de las empresas que invierten en la ocupación israelí.

Pero los estudiantes propalestinos siguen enfrentándose a un aluvión de amenazas verbales y físicas. En noviembre, un estudiante árabe musulmán resultó herido en un atropello con fuga en el campus de Stanford. El incidente se abordó como posible delito de odio y la Universidad lo denunció, pero sus otras declaraciones públicas no han sido nada coherentes. En diciembre, Stanford condenó acertadamente «cualquier llamamiento al genocidio de los judíos o de cualquier otro grupo». Lo que se echó en falta -además de reconocer a los palestinos en la declaración -, fue una condena similar del genocidio que se está produciendo en Gaza. La retórica de la universidad refleja un doble rasero en el que se reconocen y critican los actos asesinos, a menos que el autor sea el Estado de Israel.

Neha Kohli, Universidad Rice:

Durante los dos últimos años he considerado a la Universidad Rice como mi hogar, así que nunca esperé el nivel de acoso y represión que he sufrido como senadora de mi colegio residencial tras presentar una resolución que pedía la desinversión de las empresas cómplices en el genocidio en curso en Gaza.

Dos días después de presentar la resolución, recibí un correo electrónico en el que se me informaba de que se me estaba investigando por discriminación. El correo electrónico me ordenaba «hacer todo lo que estuviera en mi mano» para detener la votación de la resolución bajo amenaza de consecuencias disciplinarias, todo ello debido a la queja de un solo estudiante. Han pasado más de tres semanas desde la propuesta de resolución y aún no se ha avanzado en la investigación. Contábamos con l apoyo popular [para aprobar la resolución], y probablemente se habría aprobado de no haberse pospuesto a causa de la denuncia de [presunta] discriminación.

En las últimas tres semanas me han acosado, me han dejado notas racistas en el coche y he recibido mensajes de texto y llamadas con amenazas violentas. La Universidad Rice ha dado legitimidad a una campaña de odio y violencia al posponer la resolución a favor de Palestina, sin hacer nada para garantizar la seguridad de los organizadores en el campus. La administración de Rice no ha respondido de ninguna manera para protegerme.

No soy la única que sufre amenazas e intimidación en Rice. Compañeros estudiantes míos se han visto acosados por solicitar su ingreso en los SJP de Universidad Rice; les han seguidos, les han amenazado y retirados de puestos de distintos equipos, sin apoyo de la administración, mientras que las quejas de «discriminación» se usan como arma contra los estudiantes propalestinos para suprimir las voces del cuerpo estudiantil.

Como grupo de estudiantes activistas defensores, nuestro objetivo es la paz en forma de un fin a la violencia en curso en el exterior, en Texas, y en todo nuestro país. Pero para lograr esta paz, primero deben oírse nuestras voces.

Daniel Cázares, Universidad de Washington en San Luis:

El pasado mes de noviembre, me convocaron a una reunión de conducta estudiantil en la que se me mostraron imágenes de las cámaras de vigilancia y en las que aparecía yo pegando octavillas a favor de Palestina y recibí una advertencia por parte de la administración de la Universidad.

No es de extrañar que la universidad utilice herramientas aparentemente destinadas a garantizar la seguridad de los estudiantes -como las grabaciones de las cámaras de vigilancia, los datos de acceso por huella dactilar y los procesos de conducta estudiantil- para vigilar a los estudiantes por pegar papeles en una pared. Lo verdaderamente sorprendente, sin embargo, fue que la universidad no hiciera nada para proteger la seguridad de los estudiantes propalestinos cuando se han visto acosados, hostigados o cuando les han pinchado las ruedas. «Un estudiante me siguió por un edificio del campus durante más de media hora», declaró Sonal Churiwal, coautora de una resolución a favor de la desinversión en Palestina en la WashU. «No he tenido la sensación de poder caminar por el campus con seguridad».

Las políticas de conducta y las infracciones de los estudiantes son a menudo esgrimidas por la Universidad como forma de infundir miedo o crear intimidación. La Universidad de Washington, como muchas zonas de privilegio blanco y opulencia, prefiere un silencio inquietante impuesto mediante amenazas de violencia a las vivas armonías de la libertad de expresión.

El martes 19 de marzo, el sindicato de estudiantes de la Universidad de Washington en San Luis aprobó una resolución exigiendo que la universidad desinvirtiera de Boeing -el mayor empleador de ex alumnos de WashU- dado el papel del fabricante de armas en el equipamiento de las FDI. Tras la aprobación de la resolución, se había alcanzado el límite del poder del sindicato de estudiantes sobre el proceso de desinversión. Pero el rector de la WashU, Andrew Martin, rechazó de plano la posibilidad de la desinversión. Cuando se le preguntó si alguna vez podría producirse una «desinversión o desafiliación» de Boeing, Martin respondió con un simple «no».

El siguiente paso que dio la comunidad fue la acción directa y la escalada, dejando claras nuestras demandas de desinversión. El 13 de abril iniciamos una sentada e interrumpimos un acto de admisión, a lo que la administración respondió con agentes armados, 12 detenciones y tres suspensiones.

He sido uno de los tres estudiantes suspendidos por el delito de denunciar la continua complicidad de nuestra universidad en el genocidio, y ahora tengo prohibida la entrada al campus bajo amenaza de arresto.

Fuente: The Nation, 26 de abril de 2024

Traducción: Lucas Antón