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20.11.23

Economía y geopolítica: Repercusiones de la guerra en Gaza. Dossier. (II)

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Por Anatol Lieven, Alberto Negri, Emiliano Brancaccio, Alex de Waal, Nina Kuryata (*)

La guerra entre Israel y Hamás está desestabilizando el Cuerno de África

Alex de Waal

El ataque de Hamás contra Israel y la matanza de israelíes, seguidos de la guerra de destrucción de Gaza por parte de Israel con el respaldo de los Estados Unidos, suponen un terremoto político en Oriente Próximo. Sus temblores están sacudiendo la política del Cuerno de África, derrumbando una arquitectura de paz y seguridad ya tambaleante.

Es demasiado pronto para discernir la forma de los escombros, pero ya podemos ver la dirección en la que caerán algunos de los pilares.

La repercusión más evidente es que la guerra entre Israel y Palestina ha legitimado y vigorizado las protestas en toda la región. Hamás ha demostrado que Israel no era invencible y que Palestina dejaría de ser invisible. Mucha gente de la calle árabe -y muchos musulmanes, en general- están dispuestos a pasar por alto el atroz historial de Hamás como autoridad pública y su apego al terror, porque se ha atrevido a enfrentarse a Israel, Estados Unidos y Europa.

La audacia de Hamás ha dado impulso a islamistas como Al Shabaab en Somalia. A medida que se reduce la operación de mantenimiento de la paz de la Unión Africana en Somalia, Al Shabaab sigue siendo una amenaza  sigue siendo una amenaza y probablemente se envalentonará para intensificar sus operaciones tanto en Somalia como en la vecina Kenia.

El presidente de Kenia, William Ruto, respaldó firmemente a Israel al tiempo que pedía un alto el fuego. Para los Estados Unidos y Europa, Kenia es ahora el Estado ancla de la seguridad en el Cuerno de África, pero necesita desesperadamente ayuda financiera si quiere asumir esa carga.

La guerra está consumiendo la atención egipcia y aterroriza al presidente Abdelfateh El Sisi, que se mueve en una fina línea entre patrocinar las protestas pro-palestinas y reprimirlas.

Seguridad en el Mar Rojo

El Mar Rojo tiene un valor estratégico para Israel. Una cuarta parte del comercio marítimo israelí se realiza en su puerto de Eilat, en el Golfo de Áqaba, una ensenada del Mar Rojo. Eilat es la puerta trasera de Israel, vital en caso de que la costa mediterránea se vea amenazada. Israel considera desde hace tiempo a los países ribereños del Mar Rojo -Jordania, Egipto, Arabia Saudí, Yemen, Sudán, Eritrea, Yibuti y Somalia- como piezas del rompecabezas de su extensa frontera de seguridad.

Históricamente, Egipto ha compartido la misma preocupación. El año pasado, los ingresos del Canal de Suez ascendieron a 9.400 millones de dólares, su tercera fuente de divisas tras las remesas de los egipcios que trabajan en los Estados del Golfo y el turismo. Ni Israel ni Egipto pueden permitirse una interrupción de la seguridad marítima desde Suez y Eilat hasta el Golfo de Adén.

El Mar Rojo constituye  también el broche de la Iniciativa de la Ruta de la Seda de China, con la primera base militar en ultramar de China -en sentido estricto, una "instalación"- en el puerto de Yibuti, cerca del Bab Al Mandab, el estrecho entre el Golfo de Adén y el Mar Rojo. Más del 10% del comercio marítimo mundial se transporta cada año en 25.000 barcos a través de estos estrechos.

Arabia Saudí, que había descuidado durante mucho tiempo su línea costera correspondiente al Mar Rojo, ha vuelto a tomar consciencia de su importancia en la última década. En los años 80, ante el temor de que Irán bloqueara el tráfico de petroleros a través del Golfo Pérsico, Arabia Saudí construyó un oleoducto este-oeste desde los campos petrolíferos de Aqaig hasta el puerto de Yanbu Al Bahr, en el Mar Rojo. Su importancia estratégica vuelve a estar de actualidad.

Paralelamente, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) están en vías de hacerse con el monopolio de los puertos del golfo de Adén, que constituye el acceso oriental al mar Rojo. Se han anexionado de facto la isla yemení de Socotra para instalar una base naval. Los EAU buscan un punto de apoyo en el Mar Rojo propiamente dicho y una serie de estados satélites en la costa africana.

Todos estos factores intensifican la pugna por asegurar bases navales en el Mar Rojo y el Golfo de Adén. Yjibuti ya alberga el Campamento Lemonnier de los Estados Unidos, además de instalaciones francesas, italianas, japonesas y chinas. Turquía y Rusia también buscan activamente bases, centrándose en Puerto Sudán y la larga costa de Eritrea.

El poder de los estados del Golfo

Mucho antes de la reciente crisis, el Cuerno de África se estaba viendo dominado por potencias de Oriente Medio. Ahora este proceso se ha intensificado. Décadas de competencia entre Arabia Saudí e Irán por el alineamiento de Sudán y Eritrea se han movido en distintas direcciones. El general sudanés Abdelfatah Al Burhan, antiguo socio político de Benjamin Netanyahu y firmante del Acuerdo de Abraham, cerró a principios de octubre un inoportuno acuerdo con Irán para obtener armas, lo que ha puesto en aprietos su acercamiento a Egipto y Arabia Saudí. Más recientemente, las ambiciones regionales de Turquía y Qatar han chocado con Riad y Abu Dhabi, especialmente a causa de los Hermanos Musulmanes -apoyados por los primeros, y a los que se oponen los segundos-. La última rivalidad que está surgiendo es la que se registra entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

Arabia Saudí se ha situado como ancla regional. Cuando era candidato a la presidencia, Joe Biden calificó a Arabia Saudí de "paria". Pero ahora resulta indispensable para los Estados Unidos.

Entre los Estados árabes, los EAU han sido los más comedidos a la hora de condenar a Israel por sus acciones en Gaza. También han declarado que no mezclan comercio y política, lo que significa que seguirán aplicando los acuerdos de cooperación económica que firmaron con Israel tras los Acuerdos de Abraham. Los EAU también se sitúan en el centro del Corredor India-Oriente Medio-Europa (IMEC), patrocinado por los Estados Unidos y presentado en la cumbre del G-20 celebrada en septiembre en India como respuesta a la Iniciativa de la Ruta de la Seda de China.

Los EAU también tienen vía libre en el Cuerno de África, y en los últimos cinco años ha actuado con mayor rapidez y decisión que Arabia Saudí.

El destino de Sudán entre Riad y Abu Dhabi

Tras el estallido de la guerra en Sudán en abril, la mediación conjunta saudí-estadounidense fue en gran parte un regalo de Washington para intentar arreglar las diferencias con el reino. Las conversaciones de Yeda se reanudaron a finales de octubre, con la modesta agenda de un alto el fuego y acceso humanitario, y una "vía civil" pro forma delegada en la Unión Africana, que no ha mostrado ni compromiso ni competencia.

Mientras tanto, los emiratíes están apoyando al general Mohamed Hamdan Dagolo, conocido como "Hemedti", que está expulsando a las Fuerzas Armadas de Sudán de los reductos que les quedan en Jartum. Esto se produjo tras más de seis meses de combates en los que las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) de Hemedti se ganaron una reputación de destreza militar y absoluto desprecio por la dignidad y los derechos de los civiles. A pesar de la repulsa generalizada contra las FAR, especialmente entre los sudaneses de clase media, el presidente de los EAU, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, conocido como MBZ, se aferró a su hombre.

Responsable de las ruinas de la capital sudanesa, Hemedti pronto estará en condiciones de anunciar un gobierno, invitando quizás a civiles en aras de conseguir un barniz de legitimidad. Lo que le frena son las conversaciones de alto el fuego en Yedda. Mientras tanto, su rival, el general Al Burhan, propone formar un gobierno con sede en Puerto Sudán, lo cual abre la perspectiva de dos gobiernos rivales, como en Libia. Las verdaderas negociaciones se llevan a cabo entre Riad y Abu Dhabi. Si las dos capitales se ponen de acuerdo en alguna fórmula, aplaudirán los Estados Unidos y la Unión Africana, y los sudaneses se encontrarán ante un hecho consumado..

Etiopía queda fuera de control

En Etiopía, el gobierno del Primer Ministro Abiy Ahmed está financiado por el tesoro emiratí. Al parecer, MBZ ha pagado el nuevo y enorme palacio de Abiy, vanidoso proyecto cuyo precio, $10.000 millones de dólares, se h pagado totalmente fuera del presupuesto. Abiy declaró a los legisladores que este proyecto no era de su incumbencia, ya que se financiaba con donaciones privadas, recogidas directamente por él. Otros megaproyectos en la capital, Adis Abeba, y sus alrededores, como museos y parques temáticos, gozan de una financiación igualmente opaca.

Las guerras de Etiopía han dependido de la generosidad de los EAU. Las fuerzas federales etíopes se impusieron al Tigré, obligando a este último a una rendición abyecta hace un año, gracias a un arsenal -sobre todo de drones- suministrado por los EAU. Actualmente, Abiy se anda con bravuconadas contra su antiguo aliado, Eritrea, exigiendo que Etiopía, que no tiene salida al mar, reciba un puerto o lo tomará por la fuerza. El objetivo probable es Asab, en Eritrea, aunque otros vecinos, como Yibuti y Somalia, también se han puesto nerviosos.

Eritrea se encuentra inesperadamente en posición de potencia del status quo y está disfrutando de este papel, expresando tajantemente su negativa a unirse al confuso discurso de Adis Abeba. De repente, tiene aliados en Yibuti, Somalilandia, Somalia e incluso Kenia, todos ellos amenazados por la belicosidad de Abiy.

Si Abiy invade Eritrea, violará la norma internacional básica -la inviolabilidad de las fronteras estatales- y se arriesgará a hundir aún más en el desastre a su ya de por sí maltrecha economía. Esto planteará un agudo dilema a los EAU. Está dispuesto a hacer caso omiso de los principios multilaterales, pero otra cosa es si rescataría a su cliente descarriado en Adis Abeba y pondría en peligro su posición de ganador en Sudán. También plantearía a Arabia Saudí el dilema de respaldar o no al notorio dictador de Eritrea, el presidente Isaias Afewerki.

Los Estados Unidos y la pax africana

La paz y la seguridad en el Cuerno de África no son una prioridad para la administración Biden. A pesar de su compromiso retórico con un orden internacional basado en normas, Washington no ha protegido la arquitectura de paz y seguridad africana, construida con tanto esfuerzo, ni ha llevado las crisis etíope y sudanesa al Consejo de Seguridad de la ONU.

Mientras se cernía el paraguas de seguridad norteamericano sobre la Península Arábiga, los países del Cuerno de África han tenido la oportunidad de desarrollar su propio sistema de paz y seguridad, basado en una estructura multilateral estratificada en la que participaban la organización regional Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, la Unión Africana y UniNations, con fuerzas de mantenimiento de la paz y misiones de paz financiadas por los europeos. Esta emergente Pax Africana ya se encontraba en peligro a medida que Estados Unidos se retiraba y las potencias medias de Oriente Medio se volvían más asertivas. El presidente Donald Trump autorizó a sus intermediarios favoritos -Egipto, Israel, Arabia Saudí y los EAU- a perseguir sus intereses en todo el Cuerno de África. La administración Biden no ha dado marcha atrás.

Es posible que la administración se preocupe por la paz, la seguridad y los derechos humanos en África. Pero mientras la política norteamericana sobre el Cuerno de África siga en manos de la Oficina para África del Departamento de Estado -cuyos diplomáticos apenas reciben atención de sus homólogos de los reinos del Golfo-, las opiniones de Washington seguirán siendo prácticamente irrelevantes.

El Cuerno de África no entra en la lista de temas a tratar cuando el presidente Biden, el secretario de Estado Antony Blinken o el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, hablan con sus homólogos árabes. Es una priorización que deja a la región en una crisis cada vez más profunda, a merced de una despiadada política transaccional.

La arraigada práctica estadounidense de tratar a Israel como una excepción al Derecho internacional se está contagiando a los aliados y apologistas de Israel en todo Oriente Medio, que están desmantelando activamente los pilares ya tambaleantes del sistema de África de paz y seguridad basado en normas. Los países africanos que más necesitan un multilateralismo basado en principios están pagando el precio.

Fuente: Responsible Statecraft, 3 de noviembre de 2023

El conflicto Israel-Hamás visto desde Kiev

Nina Kuryata

Cuando Hamás atacó Israel el 7 de octubre (casualmente o no, cumpleaños de Putin), el Ministerio de Defensa de Ucrania anunció su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa y los kievitas llevaron flores a la embajada israelí.

¿Y entonces? Los ucranianos afirman que las atrocidades de Hamás en las zonas fronterizas con la franja de Gaza se parecen a lo que el ejército ruso hizo en Bucha. En ambos conflictos es cierto también que las armas norteamericanas tendrán una importancia crítica para determinar el resultado; y de no contenerse, ambos podrían convertirse en globales.

Amistad condicional

Ucrania e Israel mantienen profundos lazos humanos gracias a los miles de judíos ucranianos repatriados a Israel. Golda Meir nació en Kiev y multitudes de judíos jasídicos visitan la tumba de Tzadik Najman en Uman cada Rosh Hashanah. Pero las relaciones entre ambos países nunca han estado exentas de problemas. Tras la invasión a gran escala de Rusia en 2022, Israel interrumpió los viajes sin visado para los ucranianos, se negó a aceptar refugiados procedentes del país, rechazó enviar donaciones de armas y se negó a imponer sanciones a Rusia. De hecho, incrementó su comercio con la misma.

Ucrania, por su parte, no podía votar en contra de las resoluciones de la ONU sobre la ocupación israelí de territorios palestinos, teniendo en cuenta la anexión rusa de Crimea. A pesar de ello, las encuestas muestran que más de la mitad de los ucranianos consideran a Israel un país amigo.

Desde 2014, la principal tarea tanto de Ucrania como de Occidente en el conflicto entre Rusia y Ucrania ha sido la contención, según afirma el escritor y locutor Vitaliy Portnikov. El actual gobierno de Ucrania fracasó en la contención y Occidente pensó erróneamente que Putin no intentaría una invasión a gran escala. Israel, por su parte, optó por la neutralidad frente a Rusia, que ahora puede intentar globalizar el conflicto en Oriente Próximo, Extremo Oriente o África si no consigue hacerse con nuevos territorios en Ucrania.

La franja de Gaza es similar a Járkiv en términos de superficie, y Járkiv es un punto en el mapa de Ucrania.

Demandas de armamento

De los 100 artículos enumerados en la última hoja informativa del Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre ayuda militar a Ucrania, sólo escasea una docena, y coinciden sólo unas pocas necesidades militares ucranianas e israelíes. Entre las que sí coinciden están:

- Misiles de defensa antiaérea Patriot

- Sistemas contra drones

- Sistemas aéreos no tripulados

- Equipos de Joint Direct Attack Munition (JDAM) para guiar bombas lanzadas desde el aire

- Bombas de pequeño diámetro StormBreaker

- Misiles antiaéreos portátiles de infantería Stinger (extremadamente limitados en los arsenales estadounidenses).

Se espera que la guerra terrestre de Israel en Gaza sea más corta que la de Rusia en Ucrania. Pero Israel está históricamente más cerca de los Estados Unidos y los Estados Unidos tienen un grupo de presión pro-israelí más eficaz. Por tanto, Israel tendrá prioridad en la mente de los responsables políticos estadounidenses, y cuanto más dure la guerra, más larga será su lista de deseos militares.

 

Ucrania necesita - Israel no necesita

- Lanzadores de sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS)

- Munición de precisión de tierra o aire (sistemas de misiles GMLRS, ATACMS, obuses de artillería Excalibur, helicópteros Hellfire y misiles lanzados desde drones)

- Armas antitanque portátiles "Javelin"

- Aviones de combate

- Tanques y vehículos blindados

Israel necesita - Ucrnia no necesita

- Munición de defensa aérea para la Cúpula de Hierro antimisiles

- Munición "Revientabúnkeres" (Bunker Busters)

 

A Ucrania le hace falta colaborar no sólo con los Estados Unidos sino también con Israel en lo que respecta a las necesidades militares de ambos países. Los informes aparecidos poco después del 7 de octubre indicaban que un cargamento de proyectiles de 155 mm. destinado a Ucrania se había desviado a Israel, pero en términos generales sus necesidades son distintas.

Las líneas rusas de defensa atrincheradas en la Ucrania ocupada no pueden ser atacadas sin apoyo aéreo. Eso significa cazas F-16 en cantidades significativas, pero Israel no está compitiendo por ellos. Según una estimación, ya cuenta con más de 300; otra razón para que Zelensky permanezca cerca.

Fuente: Sensemaker, Tortoise, 9 de noviembre de 2023

 

(*) Anatol Lieven, periodista y analista británico de asuntos internacionales, es profesor visitante del King´s College, de Londres, miembro del Quincy Institute for Responsible Statecraft y autor de "Ukraine and Russia: A Fraternal Rivalry". Formado en la Universidad de Cambridge, en los años 80 cubrió para el diario londinense Financial Times la actualidad de Afganistán y Pakistán, y para The Times los sucesos de Rumanía y Checoslovaquia en 1989, además de informar sobre la guerra en Chechenia entre 1994 y 1996. Autor de libros como "Ukraine and Russia: A Fraternal Rivalry", ha trabajado también para el International Institute of Strategic Studies y la BBC.

(*) Alberto Negri. Prestigioso periodista italiano, ha sido investigador del Istituto per gli Studi degli Affari Internazionali y, entre 1987 y 2017, enviado especial y corresponsal de guerra para el diario económico Il Sole 24 Ore en Oriente Medio, África, Asia Central y los Balcanes. En 2007 recibió el premio Maria Grazia Cutuli de periodismo internacional y en 2015 el premio Colombe per la Pace. Su último libro publicado es "Il musulmano errante. Storia degli alauiti e dei misteri" del Medio Oriente, galardonado con el Premio Capalbio.

(*) Emiliano Brancaccio, profesor de economía política de la Universidad de Sannio y miembro de Attac, es autor, entre otros libros, de "Il discorso del potere. Il premio Nobel per l'economia tra scienza, ideologia e politica, (Milán, Il Saggiatore 2019), con Giacomo Bracci, y "Anti-Blanchard. Un approccio comparato allo studio della macroeconomía", (Milán, Franco Angeli, 2012), que suscitó un vivo debate con el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard. Es miembro también de los consejos de redacción de European Journal of Economics and Economic Policies, Bulletin of Political Economy, Il Ponte y Critica Marxista.

(*) Alex de Waal, director ejecutivo de la World Peace Foundation, es profesor investigador de la Fletcher School of Global Affairs de la Tufts University, y asociado de la London School of Economics. Su ultimo libro es "New Pandemics, Old Politics: 200 years of the war on disease and its alternatives" (Polity, 2021).

(*) Nina Kuryata es colaborador de la publicación digital Tortoise. Dirigió el servicio ucraniano de noticias de la BBC.

Traducción: Antoni Soy Casals