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13.3.23

Terror contra los palestinos: “Hay que quemar aldeas”

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Por Michele Giorgio (*)

La situación es clara e inequívoca. En la Cisjordania ocupada, existe ya un conflicto abierto entre los habitantes palestinos y los colonos israelíes.

Un año de continuas incursiones "antiterroristas" del ejército israelí en núcleos de población palestinos, empezando por Yenín y Nablús, con más de 200 palestinos muertos, y de incursiones punitivas e intimidación por parte de los colonos en los pueblos cercanos a los asentamientos no han hecho más que avivar la ira, la frustración y la militancia armada entre los ocupados. Y ahora hemos llegado al punto del enfrentamiento pronosticado por muchos en los últimos meses entre palestinos y colonos, cuyo gobierno de extrema derecha lleva desde diciembre en el poder en Israel.

El conflicto se prolonga desde hace días con ataques y contraataques. La incursión del ejército israelí el 22 de febrero en la ciudad vieja de Naplusa -con el resultado de 11 muertos, entre ellos varios civiles- provocó represalias el domingo (al menos así lo explican los palestinos) por parte de un pistolero, ahora fugitivo, que disparó y mató a dos colonos israelíes de Brachá (dos hermanos, Hallel y Yagel Yaniv, de 21 y 19 años; fueron enterrados el lunes) cerca del pueblo de Huwara (Naplusa).

Pocas horas después, cientos de colonos iniciaron un ataque masivo como represalia contra Huwara, Burin, Zaatara y otros pueblos, en los que incendiaron más de 30 casas y decenas de coches. Un palestino, Sameh Aqtash, de 37 años, de Zaatara, murió de un balazo en el estómago, disparado por el ejército, no por los colonos, como dijo su familia el lunes; decenas más resultaron heridos, algunos de gravedad.

El lunes por la tarde, otro colono israelí, de 25 años, resultó mortalmente herido por disparos dirigidos contra su coche cerca de Jericó y murió en el hospital. La ciudad quedó rodeada y cerrada por el ejército. El autor del atentado apuntó también contra otros coches israelíes, sin que nadie resultara herido, antes de darse a la fuga. Desde principios de año han muerto más de 60 palestinos y una docena de israelíes.

Lo ocurrido en Huwara no puede calificarse de mera "represalia". Los colonos de los asentamientos más militantes de la zona de Naplusa y otras partes de Cisjordania decretaron una venganza de una violencia excepcional, un gigantesco castigo colectivo sin precedentes en las últimas décadas. Los vídeos disponibles en las redes sociales muestran los incendios que envolvieron muchas casas el domingo pasado con familias enteras dentro, niños incluidos, que resultaron milagrosamente ilesos.

No está claro qué papel desempeñaron los militares en ese momento. Según los mandos militares, se consiguió evitar lo peor y mantener separados a los dos bandos. Sin embargo, según los palestinos, en muchos momentos los soldados permitieron que sucediera de todo y protegieron a los colonos, no a los atacados. Las secuelas del ataque podían verse en toda su gravedad el lunes por la mañana a primera hora: carcasas calcinadas de decenas de vehículos palestinos y edificios ennegrecidos por las llamas y parcialmente destruidos.

"Corríamos el riesgo de morir. No podíamos salir de casa porque los colonos estaban allí, y al mismo tiempo quedarnos dentro significaba que podíamos morir en los incendios", declare a il manifesto un testigo presencial, Osama M.

El propio presidente israelí, Isaac Herzog, condenó enérgicamente "la violenta y cruel embestida contra los residentes de Huwara... Es violencia criminal contra inocentes".

El primer ministro Netanyahu instó a los ciudadanos (colonos) de Cisjordania a "no tomarse la justicia por su mano", y añadió que sólo las fuerzas de seguridad podían "vengar" a los israelíes asesinados. Pero 22 expertos israelíes en Derecho internacional, en una carta escrita al fiscal general, fueron explícitos al señalar que los sucesos de Huwara constituían un "crimen de guerra", así como una incitación a la violencia por parte de figuras políticas de extrema derecha.

Su carta no tuvo ningún efecto sobre la diputada de la mayoría Zvika Fogel, del partido de extrema derecha Otzma Yehudit y presidenta del Comité de Seguridad Nacional de la Knesset: "Quiero restablecer la seguridad de los habitantes del Estado de Israel. ¿Cómo lo conseguimos? Dejamos de lado la palabra 'proporcionalidad'. Dejamos de poner objeciones a los castigos colectivos [sólo] porque no funcionan en todo tipo de tribunales. Nos quitamos los guantes...Una Huwara cerrada y quemada; eso es lo que quiero yo ver. Es la única manera de lograr la disuasión. Después de asesinatos como los de ayer [de los dos colonos el domingo], necesitamos pueblos en llamas cuando el [ejército] no actúa".

Y, hablando en nombre de otros diputados de extrema derecha, dijo sentirse avergonzado de que la coalición de la que forma parte "tartamudee" en su respuesta al "terror palestino".

Los acuerdos de "seguridad" alcanzados el domingo entre el gobierno de Netanyahu y la Autoridad Nacional Palestina de Mahmud Abbas, con la mediación de los Estados Unidos, son papel mojado. La realidad más concreta en estos momentos es una nueva ofensiva militar israelí como la Operación Escudo Defensivo de 2002, que llevó a la reocupación de ciudades autónomas palestinas. Se produjeron entonces muchos cientos de muertos, y ahora habrá aún más.

 

(*) Michele Giorgio es corresponsal en Palestina del diario italiano "il manifesto" y autor con Chiara Cruzati del libro "Cinquant´anni dopo, 1967-2017" (Alegre, 2017), sobre los territorios palestinos ocupados y el fracaso de la solución de dos estados.

Fuente: il manifesto global, 1 de marzo

Traducción: Lucas Antón