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19.9.22

‘God save our gracious team’

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Por Andy Robinson Liverpool (*)

Para muchos británicos, la muerte de la reina es una anécdota. En Liverpool hay cosas más importantes (además del fútbol), como que la mitad de la población no podrá calentar sus casas o que las ollas comunes se han quedado sin alimentos.

Cuesta entender por qué, pero todo el mundo quiere saber cómo nos sentimos los británicos tras la muerte repentina de la reina Isabel II. He aquí mi respuesta desde Liverpool: sentí absoluta indiferencia hasta que anunciaron la suspensión de los partidos de la Premier League por respeto al duelo de la nación.

Quienes se congregaron conmocionados delante de Buckingham Palace recordaron a Isabel como una persona "mona y cálida", pese a que hace 25 años ellos mismos (o sus padres) hubieran tachado a la reina como "malvada y fría" durante aquellas embarazosas muestras de dolor histérico tras la muerte de Diana. Yo siempre prefería la descripción de Johnny Rotten en God save the Queen: "She ain't no human being".

Lo cierto es que para bastantes británicos -integrantes de una mayoría silenciosa que los periodistas de la BBC jamás eligen en sus entrevistas- la muerte de Isabel es una anécdota. Muchos de ellos zapeaban desesperadamente en la noche del jueves en busca de algún canal que no retransmitiera el insoportable goteo de homenajes con lágrimas de cocodrilo.

Aquí en Liverpool hay cosas más importantes en las que pensar que la muerte de la reina. Por ejemplo, la previsión de que más de la mitad de la población no tendrá suficientes ingresos como para calentar sus casas en invierno. O la noticia de que las ollas comunes en barrios populares de la ciudad se han quedado sin alimentos debido a un exceso de demanda. O el anuncio de Liz Truss  -al estilo de la "economía vudú" de Ronald Reagan y la curva de Laffer- de que el "nuevo" gobierno recortará los impuestos de las empresas y los contribuyentes más ricos porque son los que invierten en la nación. También porque Truss cree que los recortes tributarios generan más ingresos que los aumentos.

Pero aquí, donde el único rey es el fútbol, el asunto más importante de todos, el que eclipsa la muerte de la nonagenaria monarca, es la necesidad urgente de que juegue el Liverpool su próximo partido para borrar de la memoria la catastrófica derrota del pasado miércoles contra el Nápoles.

Por eso la suspensión del partido del Liverpool contra el Wolverhampton Wanderers en homenaje a la familia real ha traído a las mentes de la hinchada no el destino del recién coronado Carlos III, sino el del viejo Carlos I. Si se trata de elegir entre el Liverpool (o el Everton) y el futuro de la monarquía británica, los gritos aquí son : "Come on you reds ( o blues)!" y "Off with his head!".

Esto ya se comprobó hace un mes, cuando el Liverpool ganó al Manchester City en el trofeo Community Shield por 3 goles a 1. Antes del inicio del partido, los hinchas del Liverpool levantaron ampollas en el palco del estadio King Power de Leicester, donde se encontraba el príncipe William, al abuchear el himno nacional.

La prensa tabloide despotricó contra los hinchas con títulos como el del Daily Mail: "Abuso vergonzoso contra el príncipe". Boris Johnson utilizó la misma palabra: "Shame". Esto, pese a que Johnson hace mucho tiempo que perdió todo sentido de la vergüenza propia o ajena y pese a que la prensa amarilla fuese precisamente la que cargó contra la Casa Real británica durante aquel primer asalto mediático que culminó con la beatificación de Diana. (El papel de la prensa tabloide de Rupert Murdoch en la caída y el auge de Isabel se comenta aquí).

La irreverencia de la hinchada del Liverpool respecto a la monarquía viene de lejos. Durante la final de la copa en 1965, cuando el Liverpool ganó al Leeds, los 13 años que llevaba Isabel en el trono ya parecían demasiados y, en lugar de cantar durante el himno nacional "god save our gracious queen", los hinchas entonaron "god save our gracious team". En la actualidad, los abucheos de los hinchas de Liverpool contra el himno nacional suelen ir acompañados del grito "fuck off tories".

En Liverpool, donde los trabajadores ferroviarios de cercanías de Merseyrail acaban de lograr el aumento salarial del 7% que pedían tras una huelga muy bien organizada, hay otra cancelación en honor a la monarquía que resulta sorprendente. En un momento de creciente combatividad obrera y diversas huelgas por la pérdida de poder adquisitivo, los sindicatos de correos y de los ferrocarriles nacionales anunciaron el viernes que habían decidido suspender la jornada de paros este fin de semana por "respeto al servicio (de la reina) al país y su familia".

Todo está en pausa tras la muerte de la reina. Pero la temporada pronto se reanudará.

 

(*) Andy Robinson. Es corresponsal volante de 'La Vanguardia' y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es 'Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina' (Arpa 2020).