bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

20.6.22

Uruguay: ola de asesinatos y su significado

imagen

Por Esteban Valenti (*)

No debería haber dudas que en Uruguay desde hace meses ha crecido la persistencia y el número y la ferocidad de los homicidios. Las cifras son indiscutibles.

Otro elemento que también debe considerarse es que este crecimiento de los homicidios, es decir del peor de todos los delitos, viene creciendo desde hace varios años, tuvo una disminución durante la primera parte de la pandemia y la retracción de actividades y en el 2022 ha crecido de forma sostenida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fija en diez homicidios cada cien mil habitantes la cifra para declarar que un país vive una situación de violencia endémica, Uruguay registra en el año móvil una tasa de 11 asesinatos cada 100 mil habitantes que además está distribuida en el territorio de manera totalmente diferente. En los barrios pobres y periféricos alcanza niveles del doble y el triple.

El otro elemento clave a considerar es el que estableció el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la semana pasada de que Uruguay es el mayor consumidor de cocaína, per cápita, de América Latina y uno de los mayores del mundo.

La información surge de datos correspondientes a 2020 de la OCDE y el Banco Mundial, y aparece en el informe Ideas para agendas emergentes / Análisis exploratorio del narcotráfico en Uruguay, presentado este jueves 15 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

"La política pública, el rol del Estado, garante de la seguridad ciudadana, en perspectiva humana e integral, son territorios en continua disputa entre el mundo de lo legal y lo ilegal. Las brechas sociales, las rupturas en el tejido social, son las fisuras por las que hoy se cuela el delito en su expresión más o menos organizada", afirma en el prólogo Stefan Liller, representante residente del PNUD en Uruguay.

"Uruguay es reconocido internacionalmente por sus dispositivos de protección social, humanista y universal, con enfoque de género y generaciones, con un hondo sentido de promoción de una vida digna en pleno goce de los derechos humanos", continúa Liller, que agrega que "sin embargo, la fenomenología criminal, en su cara más organizada, visibiliza ineficiencias y zonas ciegas donde hace falta repensar las respuestas de política pública y redoblar el esfuerzo por integrar socialmente, de forma segura y sostenible a todas y todos quienes habitan este país".

"El aumento de la violencia relacionada con las drogas en Uruguay, como en el Cono Sur de América Latina en general, está asociado con al menos tres factores: el cambio en la geografía de las economías políticas ilícitas transnacionales -o el comúnmente denominado lado clandestino de la globalización-, la variedad en la capacidad -y en algunos casos complicidad- de las instituciones estatales a cargo del orden público, y la competencia entre Estado y grupos criminales para controlar el territorio", comienza señalando el informe, de 80 páginas, de los investigadores de la Universidad Católica de Uruguay. (UCU) https://www.uypress.net/Actualidad/Uruguay-es-el-mayor-consumidor-de-cocaina-per-capita-de-Latinoamerica-y-uno-de-los-mayores-del-mundo-segun-informe-uc121930

En general se considera el narcotráfico fundamentalmente como un fenómeno de trafico desde Uruguay hacia otros países, pero eso es falso, en nuestro país y en todos los sectores sociales hay un alto nivel de consumo de drogas, como lo demuestra este y otros informes. Y una batalla frontal y total contra el narcotráfico debe incluir inexorablemente la lucha contra el consumo de drogas en la sociedad.

Todos estos procesos no se tratan de una casualidad, de una situación momentánea y que solo queda esperar que la situación vuelva a cierta "normalidad". Observar la curva de estos delitos, sus características, su extensión en el territorio, muestran un crecimiento sostenido, una crueldad cada vez mayor y los asesinatos sintetizan que el nivel más grave del crimen en el país ha venido empeorando y puede seguir por este camino. No hay que ser un criminólogo, sino solamente un observador atento y preocupado.

La gran pregunta que deberíamos hacernos es ¿hacia dónde vamos y en cuánto tiempo? En realidad en buena medida ya estamos situados en una nueva situación que el Uruguay no conocía y que se asemeja en algunas zonas a los niveles de criminalidad de países de la región de los que nos sentíamos muy alejados.

Vamos hacia la consolidación de ese porcentaje de homicidios, como síntesis de una profunda fractura de la sociedad, donde hay zonas territoriales y sociales en que el crimen se ha instalado a niveles extremadamente graves y como una alternativa de vida y de muerte para sectores sociales de nuestro país.

La inmensa mayoría de los asesinados son jóvenes pobres, porque la mayoría de los delincuentes son jóvenes pobres y porque allí pescan a los consumidores de drogas, sus vendedores, sus asesinos a sueldo, y toda una amplia gama de actividades de apoyo, que incluyen transporte, red de puntos de venta, empresas ilegales de préstamos de dinero a tasas inferiores de las del mercado, porque tienen un ejército de cobradores armados dispuestos a cortar dedos, manos y asesinar para asegurar el cobro y disminuir el riego de incobrabilidad. Hay barrios de Montevideo, donde las tarjetas con los celulares de los prestamistas y las condiciones de los préstamos circulan ampliamente. Nunca una dirección, es servicio a domicilio.

La consolidación de circuitos de delincuencia como alternativa a la falta de trabajo y de perspectivas de todo tipo ha ido consolidando no solo una base amplia de reclutamiento y complicidad, sino una épica, una sub cultura donde la vida de las víctimas pero también la propia, vale nada o casi nada.

Familias enteras han sido absorbidas por esa aspiradora del crimen que en lo fundamental se alimenta del tráfico. Obviamente de drogas, las importadas, las fabricadas aquí, tráfico de personas, de armas y de vehículos, de contactos y de coberturas.

Tanto la venta de las drogas, como de la mano de obra necesaria se rige por las leyes perfectas del mercado, si se capturan partidas o bocas de distribución, se compensa con el aumento de los precios, se desarticula una de las organizaciones en alguno de sus niveles, es substituida en muy poco tiempo por otra. Eso no disminuye la importancia de la lucha frontal contra el narcotráfico, pero hay que considerarla en un panorama mucho más general.

La ramificación de ese mundo, de esa parte de la sociedad, llega a las cárceles de múltiples manera y estas se han transformado en lo fundamental, en una parte importante del mundo del delito y a la esperar de reintegrarse plenamente a los "múltiples antecedentes". O en otros casos a vivir en la calle y a mendigar. Basta darse una vuelta por la ciudad, de pobres, de indigentes y de ex presos.

Aunque como cada uno de nosotros, que no formamos parte de ese mundo, pero que lo vemos no solo por televisión o por otros medios de información, tenemos una opinión sobre las responsabilidades, no voy a dar esa opinión en este momento. Sería demasiado fácil.

La situación viene desde hace un buen tiempo y se agrava, al menos en el caso de los peores crímenes: los homicidios. Es una pérdida de tiempo y de vidas ponernos a discutir de estadísticas, no hay una norma de que diez rapiñas menos equivalen a un asesinato. Es ridículo.

Este nivel de homicidios no se estabilizará, crecerá por la propia dinámica de su origen, sus causas y el tiempo que viene creciendo hace varios años. Lo más grave es que nos acostumbremos y aprendamos a vivir con este horror que nos cambiará para mucho peor toda la sociedad. Cuando la muerte es parte central del mundo del crimen, nadie está fuera de peligro. Basta mirar hacia otras latitudes.

Pero se puede cambiar, se puede frenar y en un proceso complejo, completo y lento se puede invertir la tendencia, frenar el crecimiento, hacerlo retroceder y para ello hay que aprender de nuestros errores y de los aciertos ajenos, aunque solo los uruguayos, salvaremos la sociedad uruguaya de esta degradación.

No digo los "buenos y puros" uruguayos, porque tengo la profunda convicción de que la inmensa mayoría de los uruguayos, sin importar su color político apoyarán con entusiasmo todo lo que mejore la situación de la inseguridad. Y esa es la impostergable responsabilidad de todos los políticos. Es un tema demasiado complejo a nivel global, con ramificaciones regionales, con un largo camino recorrido como para que no se entienda que hace falta dar una señal y mostrar la voluntad conjunta de toda la sociedad uruguaya y su mundo político en la batalla contra el crimen. Eso sería digno de los uruguayos.

No se trata de pequeñas, medianas o grandes triquiñuelas para ver quién se queda con el botín político, los peligros son demasiado grandes y las soluciones legislativas y operativas aplicadas hasta ahora no han dado los resultados esperados, por ello hay que recurrir a la Política con mayúscula.

Cada vez que el Uruguay tuvo que afrontar crisis graves, momentos cruciales de su historia, los supero con ese sentido de orientales que nos viene del fondo de nuestra mejor historia. Y esa es una crisis y no hay forma de ocultarla.

Los propios delincuentes sabrían de inmediato que todo va a cambiar si en lugar de debates estériles, de facturas actuales y pasadas, el estado, en su sentido más republicano de la palabra se decidiera en conjunto a dar la batalla, incluyendo el aporte de la sociedad civil.

Si simplificamos las explicaciones, las reducimos a un solo fenómeno, si utilizamos los asesinatos para culpar hacia atrás o hacia adelante, esto no se detendrá. Y el que tenga la remota esperanza de que nos acostumbraremos y lo integraremos al escenario "normal", está muy equivocado. Los políticos que no tengan la sensibilidad, el sentido republicano para reaccionar deberán afrontar sus responsabilidades.

No porque nadie lo quiera o lo proclame, sino porque la vida cotidiana de la gente está amenazada, por el consumo de drogas por sus consecuencias y por la consolidación de un sub mundo y una sub cultura de lo peor del delito, el desprecio absoluto por la vida. Eso sí que no es Uruguay.

 

(*)  Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay