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19.7.21

La crisis del sistema cubano (Continuaciòn)

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Por Fernando López D'Alesandro

La situación en Cuba representa hoy para todas las izquierdas latinoamericanas un sinnúmero de interrogantes y dificultades que hacen necesario un análisis primero y un debate profundo sobre nuestro posicionamiento respecto de ese proceso.

CUBA Y EL MUNDO

La inserción cubana en el mundo ha cambiado mucho desde la caída del comunismo. Víctima de un bloqueo inadmisible desde todo punto de vista, Cuba debió salir a la búsqueda de socios y amigos como una estrategia de sobrevivencia, tanto en lo económico como en lo político.

Cuando analizamos los datos aportados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), varias cosas nos llaman poderosamente la atención sobre el relacionamiento internacional cubano. En primer lugar, Cuba mantiene relaciones comerciales con más de cien países. En Europa comercia con treinta países, donde España, Alemania, Rusia, Países Bajos e Italia son sus principales socios. En Asia mantiene vínculos con 20 países, donde su principal comprador-vendedor es China, seguido de Japón, Singapur y Viet-Nam. En África la isla está relacionada con diez países, donde Argelia y Marruecos son sus principales clientes. Pero la paradoja es América.

En nuestro continente Cuba tiene vínculos directos con 32 países, donde Venezuela se lleva el primer puesto en el intercambio comercial, seguido de Canadá y... de Estados Unidos. Si, el imperialismo es el tercer socio comercial cubano en nuestro continente y el quinto a nivel mundial. Pero en el comercio internacional Cuba sigue operando, luego de sesenta años de revolución, como cualquier país subdesarrollado, vendiendo materias primas e importando manufacturas, y en los peores niveles. Las exportaciones de bienes están lideradas por el níquel, casi en 1.4 mil millones de pesos (61 millones de dólares, el 48% del total), seguidas por el tabaco y la industria azucarera con 236 millones de pesos cada una, (98 millones de dólares).

Las importaciones son quizá el síntoma que mejor demuestra el estancamiento del sistema y el fracaso económico del régimen. La isla tiene un muy bajo nivel histórico en la importación de bienes de capital, representando hoy apenas el 13 % del total importado. La maquinaria para el desarrollo productivo -el impulso de cualquier economía- no sólo no crece, sino que casi no cuenta. Peor aún es cuando vemos la importación de bienes intermedios. El 16% de las importaciones son bienes de consumo, de las cuales el 60% son alimentos. Cuba no sólo importó grandes cantidades de cereales que no pueden producirse en la isla, sino que tuvo que comprar -y en los Estados Unidos- alimentos que podría producir, como pollo, legumbres, carne de vaca, frijoles, leche, lo que demuestra el pobre desempeño del sector agropecuario. Las decisiones burocráticas, como siempre pasa en los sistemas de planificación central, estancaron las fuerzas productivas y en vez de alentar el desarrollo, paralizan la economía, pensada con criterio político y burocrático.

El 64% del total de las importaciones fueron bienes intermedios (409 millones de dólares), donde el combustible venezolano se lleva la palma con el 42%.

Finalmente, la balanza comercial es deficitaria, pero no solamente desde el período especial, donde la crisis se agudizó. Cuba tiene déficit comercial todos los años desde 1965, según los datos de la ONE. Desde hace 45 años el comercio internacional cubano no da ganancia. La revolución depende del mundo para mantener su economía funcionando, desangrándose en el mercado internacional, transfiriendo hacia afuera la poca riqueza que genera.

Estos datos no muestran una situación "coyuntural", reflejan el fracaso del sistema.

Pero, además, las cifras del comercio internacional y de los vínculos comerciales cubanos, permiten inferir cosas sugerentes. Si el país tiene relaciones con más de cien países, de los cuales hay 30 europeos, más Canadá y EEUU, aunque este último sólo a nivel agropecuario, podemos concluir que el relacionamiento de Cuba con el mundo desarrollado -donde incluimos a China y Japón- neutralizó, si no quebró, el bloqueo norteamericano. Los vínculos internacionales cubanos permiten a la isla proveerse de todo lo que el bloqueo yanqui le niega, por lo que debemos preguntarnos ¿cuánto afecta hoy el bloqueo a la Revolución Cubana? Creemos que cuando Silvio Rodríguez dijo que "el hecho de que nuestra alas se hayan vuelto herrajes no debe atribuirse sólo a Estados Unidos y al bloqueo sino también a nosotros mismos", planteó un problema central del proceso cubano. El bloqueo, ya, no es el responsable del estancamiento, sino el sistema burocrático, el unicato del partido. La expansión del relacionamiento comercial cubano en el mundo neutraliza el embargo del imperialismo, pero el régimen, por las razones que hemos visto, es incapaz de sacar ventajas de esta coyuntura. Sus alas se volvieron herrajes. Y los yanquis lo saben.

Cuando Hillary Clinton en 2008, dijo que el bloqueo servía al gobierno cubano para justificar el régimen, no se estaba dirigiendo a la burocracia isleña, le estaba hablando a la derecha imperialista norteamericana. Efectivamente, el bloqueo es un justificativo ideológico para la burocracia cubana, pero es también un instrumento político de los halcones norteamericanos, que suponen que todavía sirve de advertencia para los países del tercer mundo que quieran salir de la órbita imperial. Y las dos puntas de este juego dialéctico no se dan cuenta de que el mundo cambió y que hoy estamos en otro período histórico.

Pero sería muy ingenuo de nuestra parte suponer que la ex Secretaria de Estado hizo sólo un razonamiento político ante la situación. Quizá el hallazgo realizado por Repsol en 2004 del yacimiento petrolero de 1.600 millones de barriles en la plataforma continental cubana, haya hecho "reflexionar" al establishmen. Cuba "loteó" su plataforma para la explotación petrolera en 59 bloques, entre empresas chinas, venezolanas, brasileñas, canadienses, españolas, británicas donde se nota la falta de las empresas norteamericanas. No debe llamarnos la atención que las empresas petroleras yanquis sean contrarias al bloqueo, como ha señalado Larry Goldstein, presidente de la Fundación para la Investigación Industrial de Petróleo, con sede en Nueva York. Más llamativo aún es que la Halliburton -la petrolera del ex vicepresidente Dick Chaney- haya proclamado su resistencia al bloqueo. John Gibson, presidente de la división de servicios energéticos de Halliburton, dijo que EEUU debe levantar el embargo para que las empresas estadounidenses "puedan ampliar sus mercados extranjeros". El hallazgo de petróleo en el litoral de Cuba "sería el equivalente de sacarse un conejo del sombrero y le permitiría responder a sus principales problemas económicos sin exigir reformas", observó Erickson.

SOCIEDAD Y POLÍTICA EN LA CUBA ACTUAL

No hay por qué temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones, si es encauzado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad.

Raúl Castro. Discurso de asunción de la presidencia, 24 de febrero de 2008.

 

Las palabras de Raúl Castro advierten sobre la existencia de "temores" a plantear discrepancias, que el nuevo presidente quiso minimizar, pero advirtiendo de inmediato que las mismas deben darse de manera sana y responsable. El mensaje fue "discrepemos, pero dentro de los parámetros admitidos". Y la admisión la hace el partido.

Sin embargo, las disidencias y las discrepancias aparecen con todos los matices. El estallido actual, a lo largo de toda la isla, es un síntoma claro del fracaso en la conjugación de las contradicciones, en la incapacidad del partido para "canalizar" la discusión. Amplios sectores simplemente se hartaron y el marxismo no tiene herramientas para interpretar lo que simplemente es el agotamiento de un modelo político y económico, basado en el voluntarismo y en la dictadura.

Si sabemos que hoy en Cuba hay más de 100 presos de conciencia, según lo denunciado por Amnistía Internacional, una organización respetada y apoyada por todos, cuando se jugaba en épocas negras para los latinoamericanos. Hoy, no podemos desdeñar su juicio porque denuncia a un "aliado".

Las voces disidentes cada vez son más, producto del agotamiento de un régimen que no puede darle a su pueblo un mínimo indispensable, porque la economía fracasó, porque el sistema comunista se agota por sus propias contradicciones. La lucha de clases se torna un fenómeno social de resistencia que tiene muchas puntas, y todas apuntan contra la burocracia gobernante, incapaz, por ahora, de dar otra respuesta política que no sea la represión.

El hartazgo de las nuevas generaciones se refleja en una sorda lucha en el ciberespacio. La dictadura censura el acceso a la web y los cubanos bloggeros pueden ser leídos a lo largo del mundo, menos por sus compatriotas. Nadie accede a la información libre, a pesar de que los bloggers se multiplican como acto de resistencia, con las consiguientes consecuencias. El régimen no se da cuenta que su escalada represiva tienta a lo prohibido más que a ganarle apoyo.

Como las organizaciones políticas, fuera del PCC, están prohibidas, los riesgos de presentar alternativas son demasiados, inclusive para los que discrepando apoyan el socialismo. Al fin y al cabo, fue Fidel el que proclamó que "el pluripartidismo es la pluriporquería".

Las agrupaciones reunidas en torno a la Cátedra Haydee Santamaría, el Observatorio Crítico y el grupo Socialismo Participativo y Democrático sufrieron diversas persecuciones.

La Red Observatorio Crítico, conformada por jóvenes investigadores, críticos, profesores, artistas, promotores culturales, activistas comunitarios, comunicadores, reivindican alternativas culturales liberadoras frente a alienaciones capitalistas, autoritarias y coloniales, al tiempo que reconocen que para ellos es imprescindible el compromiso crítico en la defensa de la revolución cubana, proceso al que pretenden despojar de todo lastre conformista.

Asimismo, el ex diplomático e historiador comunista Pedro Campos, ahora coordinador de un boletín en defensa del "socialismo participativo y democrático" consideró "urgente" introducir cambios en el sistema político y judicial cubano, "donde juez y parte son la misma cosa" y asuntos tan dispares como la economía y la administración penitenciaria están "en manos de aparatos militarizados". Campos reclamó "una prensa libre socialista que exprese la diversidad ideológica" y conceda espacio a la discrepancia. El objetivo debe ser, dijo, "avanzar hacia una nueva sociedad socialista que supere las reminiscencias del dogmático y fracasado esquema de corte neoestalinista".

Publicar un panfleto o militar en alguna organización no oficial puede generar condenas de 20 años de prisión. Así que los riesgos son reales para el pensamiento discrepante.

Todo lo anterior se resume de una manera: son violaciones a los Derechos Humanos. Y esto aísla políticamente a la revolución, obviamente que de sus enemigos, pero lo grave es que también la aísla de sus amigos.

Cada vez resulta más dificil a la izquierda no comunista justificar los desbordes del régimen. Cuba exige permanente solidaridad política a las izquierdas, pero no realiza ningún gesto de cambio político que facilite esos apoyos. En el largo proceso histórico de la revolución, Cuba demanda, pero no cambia. Y no le importa los costos que tiene para las izquierdas esa actitud.

Si aparecen canales alternativos de crítica política con todos los riesgos que eso implica, significa que el sistema político oficial presenta carencias, por lo menos, para una parte importante de la población. El partido único llama a elecciones populares, con índices de participación altos, pero no podemos confirmar si el éxito de la convocatoria es debido al gran apoyo al régimen o a los temores sociales a quedar marginados o estigmatizados como personas "no confiables" si no se participa. No participar puede acarrear represalias. Se eligen delegados de distrito -"los más capaces"- que responden, siempre, a las directivas oficiales de las alturas. Además, muchas veces los candidatos no son conocidos por la gente, tal como le reprocharon los estudiantes a Alarcón en 2008.

Los pronunciamientos reafirmatorios que parten de una asamblea elegida por el sistema de partido único, donde no puede articularse una oposición o una opinión diferente a nivel nacional, mas allá de que a nivel local puedan aparecer iniciativas o candidatos que no sean del Partido, inevitablemente van a confirmar al régimen. Pero, la cuestión fundamental es que el poder real reside en el núcleo duro de la gerontocracia y de la estructura militar, ese es el centro decisorio por excelencia y no el "poder popular" que surge de las elecciones. Y esto otra vez recuerda al socialismo real. Otra copia de "lo malo", como sostuvo Fidel.

El sistema político cubano no es "otro tipo de democracia" como sostienen algunos. Es, por el contrario, un sistema sin democracia. El dogma lo fijó Fidel hace años cuando proclamó que "el pluripartidismo es la pluriporquería". Y la vida, especialmente en América Latina, ha demostrado que esa pluriporquería es necesaria y cuando nos ha faltado sólo habilitó dictaduras y represión.

La falta de libertad en todos los sentidos y el unicato filosófica e ideológicamente monolítico, no permiten la disidencia, que es criminalizada y perseguida. 20 años de cárcel por opinar distinto es, desde todos los puntos de vista, una barbaridad, una violación flagrante de los Derechos Humanos. Y esto, además, tiene efectos económicos, como señalábamos antes, que estancan las fuerzas productivas del proceso, tal como sucedió en el socialismo real.

El sistema está en crisis, sin duda, pero políticamente va resultando menos creíble para las nuevas generaciones -es crítica la baja afiliación a la UJC y las desafiliaciones al PCC- pero también para aquellos cubanos socialistas y revolucionarios que quieren cambios en el sistema, antes de que se llegue a una situación sin retorno. Son los que, como dijo Silvio Rodríguez, quieren sacar la erre a revolución, para entrar en la "evolución" del sistema.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

Después de sesenta años de revolución Cuba es un país pobre, con su población empobrecida. El diagnóstico no es producto de un capricho del que escribe, es la conclusión del análisis de un sistema que no puede sostener sus objetivos históricos, proclamados durante décadas y que ha mostrado resultados muy pobres. Son la economía y la realidad social las causas de la crisis que Cuba vive hoy; son sus contradicciones internas las que, dialécticamente, crearon las circunstancias actuales.

El sistema burocrático y la expropiación por parte de la burocracia de la democracia y de la riqueza cubana, generan una situación de explotación que inevitablemente provocan respuestas sociales. Estas se realizan de diferentes formas. Unos plantean una vuelta atrás, otros esperan reformar el sistema y no salirse del socialismo, mientras hay huelguistas de hambre que asumen esa decisión dramática como la única manera de llamar la atención adentro y afuera de la isla sobre la crisis del sistema.

Mientras tanto la respuesta del régimen es afirmar el poder de los "puros y duros" abriendo las puertas del Estado a la gerontocracia, consolidando la tríada histórica del poder: Partido-Estado-Fuerzas Armadas. El régimen mantiene su dinámica y no puede democratizar; ante la crisis intenta reafirmarse en su modalidad tradicional.

La formación económico social cubana -tal como en el socialismo real- estancó las fuerzas productivas, y en todas las fases del proceso económico. Las reivindicaciones campesinas buscan habilitar el autonomismo, empoderarse de su realidad, liberalizar la producción y la distribución, pero, creemos, chocará contra el poder y los intereses de la clase burocrática. Los trabajadores, sin organizaciones que los defiendan seriamente, quedan a merced de la explotación del Estado y por tanto, de su burocracia. ¿No son estas acaso, contradicciones antagónicas? Sin duda esta lucha de clases no es hoy un momento de clases en lucha, pero esto no confirma lo sostenido por Raúl acerca de la inexistencia de contradicciones antagónicas en la sociedad cubana.

El sistema no puede producir y cuando lo hace, no puede distribuir. Cuando logra distribuir, los salarios no habilitan el consumo, o la producción es tan menguada que la escasez oficial empuja a los cubanos al mercado negro.

Sin embargo, el régimen mantiene sus bases sociales. Unos por convencimiento, pero otros temen la restauración capitalista. El bloque contrarrevolucionario de Miami opera como tal, y es una amenaza para los que se beneficiaron con su caída hace medio siglo. Esta lucha de clases a una distancia de 150 kilómetros explica una parte importante de las resistencias del régimen y es uno de sus más firmes sostenes.

Pero el régimen presenta claros signos de agotamiento en diversos sentidos, no sólo económicos y productivos. La cerrazón burocrática y la falta de transparencia y democracia habilitan la corrupción, un mal endémico que orada la credibilidad de la revolución desde adentro. Y los corruptos, por más que se tiñan con una pátina ideológica, sólo tienen la ideología que le dicta sus bolsillos. Esto no es una desviación, solamente, es la consecuencia de un sistema que por sus carencias democráticas permite, si no habilita, estas prácticas. Y la gente común, al fin y al cabo, ve y sufre esta situación y, en su pequeña escala, se vuelve cómplice, para "resolver" su vida.

El régimen ha usado la excusa del bloqueo para todo, pero hoy ese argumento es demasiado inconsistente, no sólo porque no explica todo, sino porque no es real. Cuba comercia ampliamente con el mundo -inclusive EEUU es su principal abastecedor de alimentos- y puede conseguir donde quiera aquello que el imperio le niega. La Revolución se va quedando sin argumentos "externalizadores" y sin sostén económico interno.

Así, nace la "resistencia" o la "disidencia". No son el producto de una "conspiración imperialista" sino el resultado de las carencias de un régimen que fracasó económicamente y que sostiene su poder obstruyendo toda posibilidad de disentir, de opinar distinto, de organizarse de manera alternativa al partido único. Sesenta años de una sola voz, un solo diario, una sola prensa, un solo punto de vista, agota la resistencia social al discurso monocorde. Y esta es, quizá, una de las contradicciones más importantes. La Revolución educó a su pueblo, le dio todas las herramientas intelectuales para que fueran críticos y creativos, pero se las impide utilizar cerrando la política a la casta burocrática. Y peor aún, la imposición de un discurso justificativo de sus limitaciones choca contra el escepticismo del pueblo al que educó y formó.

Los focos alternativos que aparecen en Cuba pueden dar lugar a cambios, pero dependerá de la lucidez de la burocracia para que las tensiones sociales no lleguen a un extremo incontrolable.

¿Puede reformarse la burocracia? ¿Puede desde las alturas dirigir el proceso hacia un socialismo democrático? No lo podemos afirmar ni negar. La Revolución Cubana ha asombrado al mundo muchas veces y podría de nuevo dar muestras de creatividad política abriendo su sistema, democratizándolo. También podría reconvertir su economía, ampliando las posibilidades, rompiendo el ciclo del subdesarrollo. Para todo esto, Cuba tiene hoy amplios apoyos y posibilidades. Mientras el imperialismo norteamericano está en franca decadencia, América Latina ha girado a la izquierda en el marco de la democracia. Perfectamente la Revolución podría transformarse sin temores, apoyándose en un sur que siempre la tenderá la mano y que no permitirá ningún tipo de ingerencia a su soberanía.

Cuba puede hoy emprender un proceso de reformas democráticas reales, mirando y apoyándose en el sur, que sería un aliado incondicional. Sin embargo, las resistencias de la "nueva clase" impiden ese camino. ¿Hasta cuando? Nadie lo sabe, pero de lo contrario, las alternativas no son las mejores.

La burocracia puede estar dispuesta a volver al capitalismo antes que a perder su poder. Así sucedió en la URSS, donde los viejos burócratas se volvieron los nuevos burgueses. Quizá las denuncias de Esteban Morales Domínguez sobre la apertura de cuentas bancarias en el extranjero y la preparación para la privatización masiva en caso de que la revolución colapse, sean la demostración palmaria de que los burócratas no preparan la reforma del sistema sino el mantenimiento de su poder y sus riquezas. Y esta casta corrupta podría acelerar, habilitar o permitir una coyuntura crítica para sacar provecho de ella.

Puede suceder que una chispa, un hecho cualquiera, desaten un proceso que podría volverse incontrolable. Y si esto sucede, lo que la sociedad cubana haga no necesariamente tendrá por objetivo la democratización del socialismo. Puede pasar, como temió Fidel, la caída de la revolución.

Esta sería la peor opción para todos. Por lo que decíamos al principio de este trabajo, la Revolución Cubana tiene una carga afectiva muy grande para toda la izquierda latinoamericana y su caída sería un golpe histórico, imposible de superar.  Las derechas derrotarían a su peor y más enconado enemigo.

La realidad cubana, como todas, es compleja y no es monolítica. Ni siquiera el Partido Comunista de Cuba es monocorde a esta altura. Y podría suceder que desde su propio seno surgieran los cambios y las transformaciones, pero no podemos saber como serán hasta que sucedan.

La pandemia atizó la crisis en la isla. La economía y la logística, burocratizadas, no dieron respuestas a las necesidades dramáticas de la población. El malestar no tuvo mecanismos de contención y los estallidos aparecieron como nunca antes en la historia de la revolución. El hecho de que Díaz Canel haya convocado por primera vez a la militancia comunista a salir a la calle a contrarrestar las movilizaciones da cuenta de la gravedad. Las tensiones son inocultables.

Sólo resta esperar, pero creemos que el tiempo se está agotando y las contradicciones internas del modelo cubano, poco a poco se van volviendo críticas.

El tiempo dirá como se resolverán.

Fernando López D'Alesandro

1 Debemos aclarar que todas las cifras ofrecidas son de fuentes cubanas, principalmente la Oficina Nacional de Estadisticas (ONE)  y de las empresas extrajeras establecidas en Cuba. En el caso de la hotelería española las cifras fueron publicadas por breve tiempo en la página web de la Embajada de España en La Habana.