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5.4.21

Pandemia, política e ideología

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Por Esteban Valenti (*)

Casi todos en el Uruguay sabemos que la ciencia, la medicina, la tecnología, el saber, tienen un papel fundamental en la lucha contra la pandemia. Si hay una luz al final de este túnel es porque en un tiempo record se obtuvieron diversas vacunas, ahora el próximo paso debería ser encontrar un remedio, una cura, para no quedar prisioneros endémicamente del covid y sus variantes. Están trabajando.

Simultáneamente hay un debate explícito o implícito, con voceros, con amplia y feroz circulación en las redes sobre si en esta batalla, una de las más importantes que ha tenido que afrontar nuestra civilización, nuestro tiempo, hay espacio y necesidad de la política y todavía más o menos de alguna ideología.

Es un debate interesado e interesante. Nunca, jamás podría afrontarse un desafío a aspectos fundamentales de la vida, de la muerte, de la salud, de la cultura, de la producción y de la sociedad sin que obligatoriamente intervenga la política y la ideología. Los que lo afirman lo contrario, lo hacen por dos únicos motivos: por intereses, para poder transmitir cómodamente una ideología y una política disfrazada de fatalidad o, por burros. Los que promueven la neutralidad política e ideológica lo hacen con claros intereses, bien definidos. Los burros simplemente hacen el coro.

No es cierto que no se pueden afrontar tareas comunes, compromisos conjuntos, una búsqueda nacional de caminos para salir con la menor cantidad y profundidad de las heridas, ocultando o acallando las diferencias políticas e ideológicas.

Cuando los cuatro intendentes, que no son del gobierno, tres del FA y uno del Partido Colorado colaboran con fuerza, con energía, con compromiso con la labor de las autoridades nacionales, del gobierno, hacen muy bien. Incluso podría decir que algunos intendentes blancos no ocultan sus diferencias con el gobierno nacional, pero anteponen sus responsabilidades institucionales a las diferencias.

Lo mismo podríamos decir del GACH y de la comunidad médica y científica. Son cuidadosos, precisos, muy atentos a los matices de sus mensajes, pero no dicen lo mismo que el gobierno, aunque se haga un gran esfuerzo por demostrar que todo es gris y que los extremos son responsabilidad de políticos desaprensivos. No es cierto.

Los mensajes científicos del GACH del mes de febrero 2021 se leyeron muy mal por parte del gobierno, no se cumplieron las principales recomendaciones y aunque hoy correctamente, para seguir jugando su papel extremadamente positivo no se realicen claras alusiones a las medidas que no fueron adoptadas a tiempo para reducir los contagios a 200 diarios, lo cierto es que la curva ascendente de contagios es exponencial y estamos superando ampliamente los dos mil diarios y las muertes que se multiplicaron por varias veces, la casi saturación del sistema de salud y en particular de los CTI, son consecuencias de resoluciones políticas y con una base ideológica.

Ideología no quiere decir proclamar una corriente específica de pensamiento, es mucho más sutil y complejo. Cuando voceros calificados y pesados del oficialismo, un día sí y al otro también cumplen su función de culpar a los manifestantes del 8 de marzo (yo estuve en contra y lo manifesté), pero mucho más cuando depositan la principal responsabilidad en las actitudes individuales y proclaman que el Estado tiene un papel reducido para jugar, eso es política pura - de no muy alta calidad - e ideología con todas las letras.

Lo del 8 de marzo es absolutamente falso, aunque haya sido un error,  en todo el interior, en la frontera la explosión del virus no pudo tener absolutamente nada que ver con esa marcha. Pero las cifras son concluyentes: El 8 de febrero, un mes antes de la marcha hubo 342 casos nuevos,  7 fallecimientos, 5476 casos activos y 75 internados en CTI; un mes después el 9 de marzo ya había 831 nuevos casos, 8 fallecimientos, 8462 casos activos y 88 en CTI. Y tendríamos que tomar los casos del 15 de marzo, una semana después de la marcha, cuando se manifiestan los contagios, un solo ejemplo había 10.536 casos activos y 131 en los CTI. Y había comenzado hacía tiempo, como lo previno el GACH, el aumento exponencial. Y no los tuvieron en cuenta.

Pero lo peor lo escuché de un senador blanco que afirmó que no se puede hacer política con el hambre de la gente, tiene toda la razón, pero la peor política con el hambre y la miseria de la gente se hace desde los puestos del poder, que no afrontan los costos financieros y económicos al nivel necesario para evitar el hambre de miles de uruguayos. ¿No se hizo nada? No es cierto, se hicieron muchas cosas, pero no las suficientes y por razones claramente políticas e ideológicas.

La renta universal no se aplicará, por razones políticas e ideológicas muy firmemente arraigadas en él gobierno y además no está demostrado que funcione. Se ha aplicado en algunos países y no funcionó. Pero los sindicatos y la oposición podrían y deberían agudizar el ingenio, proponer cosas que se puedan negociar y acordar y no quedar prendidos a una consigna estéril e inútil. La alternativa no puede ser entre el hambre y la miseria de cientos de miles o la renta básica y obligatoria. Hay que saber hacer política y no solo declaraciones.

Lo que sucede, lo trágico es que la izquierda no debate profundamente política e ideología, picotea y en el gallinero pierde, política e ideológicamente.

Promover el individualismo, la supuesta "libertad responsable", que es totalmente parcial y manejada a gusto y gana, porque los padres que no pueden enviar los niños a la educación, los artistas que no pueden actuar o producir y ganarse el pan, el que se come y el del alma, y otros muchos ejemplos, son la demostración total e irrefutable de que la libertad es totalmente limitada, selectiva y enmascarada. Y se siguen insistiendo con ese argumento, porque además de conveniente para el relato oficial, lleva el mensaje del individualismo por encima de todo.

Lo colectivo, los valores de una sociedad que privilegia las formas de responsabilidad por encima de la supuesta "libertad" de contagiar y hacer lo que cada uno considere conveniente, es un mensaje profundamente ideológico. Hacer lo que los individuos debemos hacer y lo que el Estado debe hacer. Sin confusiones, ni lavadas de manos.

Eso sí, con sus limitaciones, las aglomeraciones no están permitidas, no se reprimen, pero están prohibidas. Y con todas las medidas anteriores del gobierno yo estoy totalmente de acuerdo, es más creo que fueron tardías, aplicadas al borde del precipicio y que pasamos de marzo del 2020 a adelantarnos a los hechos (el gobierno y los uruguayos) a correrlos totalmente de atrás en la actualidad. Y así nos va.

Todo se concentra en la vacuna, ya nadie podrá decir que faltan brazos, pero todos sabemos que hasta que la vacunación produzca resultados en toda la sociedad falta mucho y sobre todo varios meses. Fue muy bien organizada, mejor propagandeada, en algunos casos hasta el ridículo y las cifras que estamos alcanzado actualmente, más de 40 mil diarias deberíamos haberlas planificado y alcanzado antes. Pero nadie dice una palabra, meta pinchazos transmitidos en directo.

Los ataques feroces de parte de los oficialistas contra los médicos, sus organizaciones más diversas que están librando una batalla 24/7  son profundamente políticas e ideológicas. Ustedes hagan su sacrificio, su labor profesional pero chitones.

La verdad es que comparando la conflictividad, la natural tensión social en el Uruguay, lo que prima es una ola impresionante de responsabilidad, y está bien. Pero lo que está mal es que lo hagamos callados, también obligados porque los lambetas te saltan a la garganta. Los grandes lambetas y los anónimos en las redes.

Nadie ha dicho - y está bien - que el gobierno no tiene corazón y no le importa la salud o la vida de los que padecen la pandemia, lo que hay que buscar son muchas respuestas. ¿Por qué pasamos de las resonantes victorias del 2020 a los dolorosos fracasos del 2021? No fue solo por una nueva cepa (lo dijo Radi con todas las letras) lo que demuestra que la situación puede empeorar. Está empeorando todos los días

Los errores cometidos, las medidas a destiempo no son por olvido o por falta de sensibilidad son por razones políticas e ideológicas.

Privilegiar el déficit fiscal, la macro economía en su versión más cruda, que cierren las cuentas públicas por encima de las paralizaciones y la reducción radical de la circulación, es política pura e ideología a todo terreno.

Y no todo es igual en el oficialismo, y es un error desconocerlo, es una mezquindad. En el Ministerio del Interior, el Estado cumple su deber cerró 3 bocas de droga por día y lo mismo en el Ministerio de Salud Pública en el uso y el potenciamiento de las estructuras sanitarias. A veces parecen de diferentes equipos del resto del gobierno y con diversas prioridades. Lo mismo se podría decir del Partido Colorado y Cabildo Abierto integrantes del gobierno multicolor, con muchas propuestas concretas y sensatas, desconocidas totalmente.

En Nueva Zelanda, en el FMI no les atacó un rapto de marxismo, cuando recomiendan aplicar impuestos a los sectores más ricos, lo hacen políticamente porque en el país que tantos admiran, quieren reactivar la economía y sanar las heridas sociales que también ellos sufrieron para reactivar la economía. El presidente norteamericano, Joe Biden invirtiendo 1.9 millones de millones de dólares, no se hizo socialista, lo hace porque quiere y necesita recuperar rápidamente la economía de su país. Y lo hace políticamente. ¿Alguien puede creer con un mínimo de seriedad que Bolsonaro y su trágica política, su desorden institucional no tiene una base ideológica y política? Y así también fue Trump.

El promover desde todos los ángulos que el Estado hay que reducirlo a como dé lugar, es una vieja idea herrerista que en medio de la pandemia exhibe toda su desnudez y sus resultados, bastante malos por cierto en todos los frentes, incluidas las empresas públicas como ANCAP y la indisimulable caída de la calidad de los servicios de ANTEL. La entrega del puerto por 50 años a Katoen Natie, es la máxima expresión de esa "liquidación" del estado.

Otra pregunta que necesitamos responder es ¿cómo el Uruguay a pesar de los primeros buenos resultados con la pandemia, el afloje posterior y el cambio de tendencia, tuvo una caída del PBI del 5.9%, solo superada por Argentina en América Latina, bastante superior a la media de la caída del PBI de toda la región. (No incluyo a Venezuela porque es de otro planeta del desastre)

La política económica, en muchos aspectos ya no soporta más las explicaciones basadas en la "herencia" y tiene vida propia, méritos y errores propios que no se notan solo en los números, sino sobre todo en las personas, en el desempleo, la cantidad de empresas que abren y cierran, en las inversiones, en la pobreza y la indigencia, en los salarios y jubilaciones y por lo tanto en el consumo, uno de los aspectos de la calidad de vida de los uruguayos.

La definición de Liberal, en todo el sentido de la palabra hay que ganársela con los hechos y no con los discursos.

El cobicho tiene muchas culpas terribles, pero los seres humanos, con nuestras ciencias, nuestra medicina pero también con nuestros gobiernos supranacionales y nacionales y nuestras ideas, tenemos responsabilidades intransferibles.

(*) Periodista, escritor, director de Bitácora (bitacora.com.uy) y Uypress (uypress.net), columnista de Wall Street Internacional Magazine  (wsimag.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias). Uruguay