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22.2.21

El desgaste económico de Estados Unidos

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Por Hedelberto López Blanch (*)

El presidente de Estados Unidos Joe Biden deberá realizar ingentes esfuerzos para rescatar al país de los graves problemas socioeconómicos que le dejó su antecesor Donald Trump, sin contar la enorme división política que provocó en toda la sociedad.

Recordemos que cuando el petulante Trump llegó a la Casa Blanca en 2017 la nación había alcanzado una bonanza económica que le fue entregada por la administración de Barack Obama.

No obstante, el derrotado exmandatario insistió en propagandizar la idea de sobrepotenciar a Estados Unidos al obligar el retorno de las fábricas norteamericanas que se habían instalado en diferentes países y con esa medida incrementar las fuentes de empleos en la nación.

Pese las fuertes presiones y amenazas que ejerció, la mayoría de esas industrias no regresaron al gigante del Norte porque donde se habían asentado disfrutaban de mejores ventajas al tener menores costos de producción, mano de obra calificada y más barata.

La proliferación de la pandemia de coronavirus, la cual ignoró y desestimó Trump, acabó de complicarle la situación pues ocasionó enormes pérdidas económico-sociales que para muchos analistas cercenó la reelección presidencial.

A principios de febrero de 2021 ya se contabilizaban en el gigante del norte la impresionante cifra de 27 300 millones de contagiados y 470 000 fallecidos.

La economía se contrajo a menos 3,5 % en 2020, un nivel que no se observaba desde los años de la Segunda Guerra Mundial.

Según el Departamento de Comercio, las exportaciones descendieron en 13 % y el consumo personal se contrajo 3,9 % a finales de 2020. Este panorama es preocupante pues la recuperación económica se ha desacelerado debido a que los principales índices bursátiles también bajaron.

Por otra parte, el paquete de ayuda para amortizar el impacto de la pandemia por 1,9 billones de dólares que el presidente Biden insistía en otorgar, al fin se aprobó en el Senado pero tuvo que interceder por primera vez el voto de la vicepresidenta Kamala Harris pues la votación estaba dividida en 50 por 50 entre republicanos y demócratas.

Se espera que esa tirantes entre los representantes de los dos partidos permanezca durante los años de mandato del actual presidente.

La ayuda no entrará en vigor hasta mediados de marzo pues debe pasar por los diferentes Comités del Congreso y la urgencia se debe a que en la actualidad, más de 40 millones de personas no pueden acceder a la comida diaria necesaria, el desempleo se sitúa en alrededor del 6 % y entre los jóvenes sobrepasa el 15 %.

A esto se une que más de 35 millones de ciudadanos no tienen seguros médicos y otros 58 millones están infraasegurados, o sea, que cuentan con una póliza de cobertura escasa y de altos copagos.

Muchos de los que han perdido empleos o negocios tendrán dificultades para encontrar un nuevo trabajo o regresar a sus niveles de ingresos anteriores, especialmente porque es poco probable que los sectores de bajos salarios, como el comercio minorista y la hotelería, se recuperen por completo y en ese grupo se incluyen personas jóvenes, mujeres y minorías étnicas.

Un total de 435 empresas se declararon en quiebra en 2020 superando el número de solicitudes durante cualquier período comparable desde 2010.

Si bien las quiebras han afectado a una amplia gama de sectores, las industrias centradas en el consumidor se vieron desproporcionadamente perjudicadas, con más de 100 empresas en default, entre estas las minoristas de alto perfil como Ascena Retail Group Inc., J.Crew Group Inc., J.C. Penney Co. Inc. y Neiman Marcus Group Inc.

La desigualdad también se ha incrementado en tiempos de pandemia pues a la par que los amplios sectores necesitados de la población disminuyen sus poderes adquisitivos, los más ricos han ampliado sus capitales como son los casos de Amazón, Netflix, Zoom, Facebook, Microsoft y es probable que la diferencia continúe aumentando.

En cuanto al dólar, el economista estadounidense Stephen Roach en un artículo para Bloomberg significó que el billete verde no ha dejado de caer desde marzo de 2020 cuando apareció la Covid-19.

La moneda bajó entre un 10 % y un 12 % en relación con los principales socios comerciales de Estados Unidos y cayó a sus niveles más débiles desde principios de 2018 motivados por el déficit de la cuenta corriente, el crecimiento de otras monedas (euro, yuan) y las acciones de la Reserva Federal, explica Roach,. 

El economista asegura que como Estados Unidos depende cada vez más del capital extranjero para compensar su creciente escasez de ahorro interno y como las medidas de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal crean un enorme exceso de liquidez, los argumentos para un mayor debilitamiento del dólar parecen más convincentes que nunca.

Soberana tarea la que le ha dejado Trump a Biden quien tendrá que hacer malabares para tratar de solventar esos y otros agudos problemas.

 

(*) Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano