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18.01.21

¿Deben ser obligatorias las vacunas?

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Por Peter Gøtzsche (*)

Extracto del libro 'Vacunas, verdades, mentiras y controversia', publicado por Capitán Swing.

A modo de preludio del resto del capi´tulo, me gustari´a comentar el interesante caso de Japo´n. El pai´s del sol naciente dejo´ de usar la triple vi´rica en 1993, despue´s de que muchos nin~os sufrieran meningitis y otras reacciones adversas. Adema´s, se produjeron tres muertes y ocho nin~os quedaron incapacitados de por vida, sufriendo dan~os que fueron desde ceguera y sordera a distintas clases de para´lisis. Japo´n habi´a estado empleando una triple vi´rica que inclui´a una cepa particular del virus de las paperas que tuvo que ser retirada por cuestiones de seguridad.

El Gobierno nipo´n se percato´ del problema poco despue´s de su introduccio´n en abril de 1989, cuando la vacuna era obligatoria. De hecho, los padres que se negaban a inmunizar a sus hijos debi´an pagar una pequen~a multa. Uno de cada 900 nin~os experimento´ secuelas de diversa i´ndole, un resultado que superaba el i´ndice esperado en ma´s de 2.000 veces.

En 1993, tras una clamorosa protesta surgida del miedo a la vacuna contra la gripe, el Gobierno derogo´ su obligatoriedad y empezo´ a usar vacunas individuales en lugar de mixtas. Por desgracia, aquello tuvo un precio. Pese a que sucedio´ hace mucho tiempo, provoco´ un descenso de la tasa de vacunacio´n, lo que dio paso a brotes de sarampio´n que segaron 94 vidas durante los cinco an~os anteriores a 2019. 

Me cuesta entender que haya quien no pueda aceptar el hecho de que, en contadas ocasiones, algo pueda salir mal con las vacunas, una posibilidad que no deberi´a afectarnos a la hora de tomar decisiones        

La experiencia japonesa nos dice que la vacunacio´n es un tema delicado, y que es fa´cil pasar de la sarte´n a las llamas cuando la sociedad toma decisiones dra´sticas basa´ndose en los efectos secundarios poco frecuentes. Las vacunas son muy seguras en general, por lo que unas cuantas muertes no deberi´an llevarnos a desconfiar de ellas. Tambie´n es muy seguro viajar en avio´n, mucho ma´s que por carretera, pero la gente reacciona de manera distinta ante ambos medios. Los accidentes ae´reos han matado a miles de personas, pero seguimos tomando vuelos. Por esa razo´n, me cuesta entender que haya quien no pueda aceptar el hecho de que, en contadas ocasiones, algo pueda salir mal con las vacunas, una posibilidad que no deberi´a afectarnos a la hora de tomar decisiones.

Pero sin duda lo hace, a pesar de que los dan~os este´n relacionados con alguna vacuna distinta. El 14 de febrero de 2019, el BMJ informo´ de que, desde comienzos de an~o, es decir, menos de dos meses antes, habi´an muerto 70 personas de sarampio´n en las Filipinas, la mayori´a nin~os. En 2018 hubo ma´s de 18.000 casos de sarampio´n, en comparacio´n con los 2.400 del an~o anterior. El i´ndice de vacunacio´n contra el sarampio´n descendio´ del 88% en 2014 a un 55% en 2018. La causa se debio´ a una batalla poli´tica por la vacuna contra el dengue de la farmace´utica Sanofi llamada Dengvaxia, que fue retirada de las Filipinas en 2018 despue´s de que murieran varios nin~os vacunados.

Teniendo en cuenta la reaccio´n irracional de algunas personas, entiendo que las autoridades impongan la obligatoriedad de determinadas vacunas y que prohi´ban la asistencia a los colegios a aquellos nin~os que no este´n vacunados contra el sarampio´n. En ocasiones, es necesario tomar medidas radicales a fin de proteger a la sociedad. En la Edad Media, las tripulaciones de los barcos que arribaban a los puertos italianos procedentes de Asia debi´an pasar una cuarentena para evitar la aparicio´n de epidemias que, en los peores casos, podi´an eliminar a una tercera parte de la poblacio´n. En aquel tiempo, todos temi´an la llegada de la peste negra, asi´ llamada por las hemorragias que produci´a y que desembocaban en bubones negros.

En tales circunstancias, las medidas dra´sticas pueden tener algu´n efecto. De este modo, en algunas zonas de los Estados Unidos, la abolicio´n de la objecio´n de conciencia por motivos filoso´ficos o religiosos ha resultado en una mayor cobertura de la triple vi´rica.

Sin embargo, cabe preguntarse si semejantes acciones son justificables cuando no nos enfrentamos a nada tan amenazador como una plaga. En California, las escuelas y otras instituciones pueden pedir por ley pruebas documentales de vacunacio´n. Es obligatorio inmunizarse contra la difteria, la hepatitis B, la gripe hemofi´lica de tipo B, el sarampio´n, las paperas, la tosferina, la poliomielitis, la rube´ola, el te´tanos, la varicela y cualquier otra enfermedad que se determine.

En 2015, se elimino´ la objecio´n por motivos personales. Durante ese primer an~o, el porcentaje de nin~os sin vacunar que entro´ a las escuelas descendio´ del 7,2 % al 4,4 %.

En el peor de los casos, las vacunas obligatorias pueden acabar en desastre si resulta que una vacuna particular, o una combinacio´n de varias, provoca grandes dan~os.

El programa de vacunacio´n estadounidense ha reducido la incidencia de diversas enfermedades infecciosas en ma´s de un 99 %, como en el caso del sarampio´n, las paperas y la rube´ola, mientras que otras se consideran erradicadas, como la difteria, la polio y la viruela. Se calcula que, por cada cohorte de nacimientos, se evitan unos 20 millones de enfermedades y 40.000 muertes. Otro ana´lisis demostro´ que una inversio´n en vacunas en 94 pai´ses de ingresos bajos y medios produjo un ahorro casi 50 veces mayor cuando se incluyeron beneficios econo´micos ma´s amplios.

Cada pai´s aspira a sus propios ideales. Dudo que una medida dra´stica como la obligatoriedad de las vacunas llegara a materializarse de nuevo en mi pai´s, Dinamarca (se impuso una vez para combatir la viruela, entre 1810 y 1976). Creo que valoramos demasiado nuestra libertad individual para que suceda, pero Estados Unidos es un pai´s muy distinto. El fundamentalismo religioso es alli´ mucho ma´s habitual que en otras naciones occidentales, como lo son las ideas y normas extravagantes sobre que´ hacer y que´ no hacer, y las creencias irracionales que van en contra del conocimiento cienti´fico ma´s indiscutible.

Pondre´ un ejemplo concreto. ¿Que´ habri´a que hacer con los padres que no vacunaron a su hijo de 6 an~os contra el te´tanos, y cuyo tratamiento costo´ casi un millo´n de do´lares? Resulta que el pequen~o se hizo un corte en la frente mientras jugaba en los terrenos de una granja. Tras pasar 57 di´as en la unidad de cuidados intensivos pedia´tricos de Orego´n, sus padres se negaron a ponerle la segunda dosis recomendada de la vacuna. De hecho, se aconseja administrar cinco dosis durante la infancia y un refuerzo cada diez an~os en adelante. El pediatra que atendio´ al nin~o dijo al respecto: "He visto a casi 100 pacientes que necesitaron cuidados intensivos a causa de una enfermedad que puede evitarse con la vacuna. Nunca he tenido que dar cuidados intensivos a causa de las complicaciones de una vacuna".

Entiendo que el Gobierno estadounidense sienta la necesidad de introducir medidas excepcionales frente a la multitud irracional, sobre todo cuando hay grupos poderosos que exacerban el problema propagando en internet desinformacio´n sobre las vacunas. Jama´s he oi´do hablar del movimiento antivacunas en Dinamarca, y el nombre de Wakefield ni se menciona. No le hacemos el menor caso. Adema´s, los medios son mucho ma´s cri´ticos con las noticias falsas que al otro lado del charco, lo que significa que cualquier intento de sembrar el pa´nico a las vacunas no tarda en verse como lo que es: un engan~o.

Sin embargo, parece ser que el caso de Estados Unidos no es u´nico. Tambie´n hay vacunas obligatorias en Europa. Al buscar en Google, encontre´ una pa´gina patrocinada por mu´ltiples fabricantes de vacunas, Vaccines Today. Siempre consulto el apartado "Quie´nes somos", y normalmente no leeri´a nada que haya patrocinado una farmace´utica, pero en este caso hice una excepcio´n, ya que encontre´ un arti´culo de 2017 que pareci´a correcto y fiable. Por otro lado, afirmaba que las ventajas de la vacunacio´n obligatoria son cuestionables, lo que va en contra de los intereses de los patrocinadores, asi´ que segui´ leyendo. La vacunacio´n obligatoria se introdujo por primera vez en el Reino Unido con un decreto en 1853. La ley exigi´a que todos los nin~os cuya salud lo permitiera fueran inmunizados contra la viruela, obligando a los me´dicos a certificar que asi´ fuera. Los padres que se negaban recibi´an una multa de una libra (equivalente a unas 130 libras actuales).

Hoy en di´a, no hay vacunas obligatorias en el Reino Unido, y hace mucho que las autoridades sanitarias se resisten a imponerlas porque consideran que ello socavari´a la relacio´n de confianza entre el pu´blico y el personal me´dico. Aunque pueda verse como algo contraproducente, ahora hay un impulso renovado por reinstaurar la obligatoriedad en las islas brita´nicas, que empiezan a parecerse ma´s a los Estados Unidos que a otros pai´ses europeos. La falta de libertades personales tambie´n es similar. Los sanitarios que se nieguen a vacunarse contra la gripe debera´n indicar sus razones para ello. Su director nacional lo explico´ asi´: "Todos tenemos la responsabilidad profesional de protegernos, proteger a nuestros pacientes y reducir la carga sobre el sistema".

La ti´pica pamplina que solemos ver entre las altas esferas. Tambie´n es una creencia que no se basa en ningu´n dato cienti´fico y que constituye una violacio´n de los derechos humanos fundamentales. ¿Que´ demonios esta´ sucediendo? Sin duda, los profesionales de la salud esta´n sujetos al imperativo moral de evitar dan~os a sus pacientes, pero se ha abusado de e´l para justificar la obligatoriedad de las vacunas. El argumento contrario gana en lo´gica: la obligatoriedad despoja a los proveedores de atencio´n me´dica de un derecho ba´sico garantizado para todos los dema´s pacientes, el derecho al consentimiento informado.

Creo que es imposible defender racionalmente la vacunacio´n obligatoria contra la gripe de los profesionales sanitarios a fin de proteger a sus pacientes de un riesgo teo´rico como lo es contraer la gripe. Se trata de una intrusio´n en el cuerpo de una persona por la posibilidad (que ni siquiera se ha demostrado de manera fehaciente) de reducir el riesgo de que le ocurra algo malo a otra persona. No recuerdo que haya habido otro caso en que la sociedad le pida a alguien que se sacrifique por el posible beneficio de otro, aparte de en tiempos de guerra, y menos au´n que sea una obligacio´n. Ninguna vacuna es totalmente inofensiva, y en el peor de los casos, el profesional sanitario podri´a llegar a morir, por ejemplo, a causa de un choque anafila´ctico, o por golpearse la cabeza tras desmayarse, o por sufrir el si´ndrome de Guillain-Barre´, todo lo cual puede conducir a un desenlace fatal.

Con este libro quiero denunciar las barbaridades cometidas por los negacionistas de las vacunas, pero el otro bando tambie´n tiene mucho por lo que responder. Algunos fundamentalistas no ven ma´s alla´ de las consecuencias positivas de la vacunacio´n. Y cuando la gente asi´ esta´ en el poder, las cosas pueden torcerse mucho. En 2017, una profesora veterana del claustro de la Facultad de Medicina de Nueva York, que ni siquiera ejerci´a como me´dica, fue despedida por no vacunarse contra la gripe. Segu´n declaro´ la universidad, "la inmunizacio´n resulta fundamental para proteger a nuestros pacientes, visitantes y colegas. Lamentablemente, a falta de pruebas de que este´ vacunada, nos vemos obligados a rescindir su contrato con efectos inmediatos".

Habiendo bienhechores que no respetan los derechos humanos ma´s ba´sicos, no me sorprende que algunos hablen de fascismo sanitario. Hay otro ejemplo ocurrido en Nueva York que tambie´n me hace pensar que no debemos rendirnos todavi´a. Un abogado consiguio´ que se considerase ilegal el requisito del Departamento de Salud por el que era obligatorio vacunar a los nin~os de preescolar contra la gripe. Fue una merecida victoria en nombre de los derechos humanos. Dicho requisito era injustificado, tanto e´tica como cienti´ficamente (ve´ase el siguiente capi´tulo). Por desgracia, el Tribunal Supremo volvio´ a instaurarlo.

El argumento de la cuerda resbaladiza siempre cumple un papel importante en las disquisiciones filoso´ficas. Esta´ relacionado con el principio de la coherencia y viene a decir algo asi´: aunque en este caso concreto parezca razonable, abriri´a la puerta a otras cosas inaceptables que nos veri´amos obligados a aceptar, porque no podri´amos hallar una diferencia e´tica relevante entre ambas situaciones. Sucede lo mismo con el cumplimiento de la ley, sobre el que se podri´a argumentar: "Estoy tentado de hacer trampas en esta situacio´n, pero ¿y si todo el mundo lo hiciera en situaciones similares?". ¿Perderi´amos la confianza en los dema´s, provocando asi´ el colapso de la sociedad?

Los ejemplos de Nueva York y la vacuna contra la gripe ilustran la importancia del argumento de la cuerda resbaladiza. La inmunizacio´n obligatoria de California no inclui´a la gripe, pero eso podri´a cambiar porque las autoridades podri´an decidirlo ampara´ndose en la ley existente. Nunca hay que dar ma´s poder a quien ya tiene mucho. La historia nos ha ensen~ado que siempre acaba mal.

La sanidad australiana es muy parecida a la estadounidense, por lo que no es de extran~ar que el programa de vacunacio´n infantil este´ vinculado a la admisio´n en centros de preescolar y a las ayudas sociales ("Sin pinchazo, no hay cheque").

Casi siempre que hay una vacuna obligatoria, es so´lo para los nin~os. Sin embargo, en algunas instituciones, sobre todo las sanitarias, la vacunacio´n es un imperativo para poder trabajar. No se trata de un mandato legal per se, sino de una forma de discriminacio´n. Un colega ingle´s me informo´ de que, en ciertos hospitales, si los empleados contraen la gripe y no se vacunan, no cobran el tiempo de sustitucio´n. Un representante sindical presento´ una queja contra un hospital brita´nico por imponer la vacuna a sus trabajadores, pero la administracio´n desestimo´ su peticio´n. Aunque contaba con el apoyo del sindicato, el personal habi´a sido amenazado con acciones disciplinarias si se negaba a vacunarse, como indicaba una cla´usula de sus contratos.

Esta incertidumbre sobre la justificacio´n e´tica y cienti´fica de la vacunacio´n obligatoria se ve reflejada en las distintas poli´ticas que existen al respecto en Europa. En 2010, un estudio realizado en 27 pai´ses de la Unio´n Europea (ma´s Islandia y Noruega) revelo´ que 15 de ellos no imponi´an ninguna vacuna. Desde entonces, "Italia ha an~adido 10 vacunas a la lista, Francia y Rumani´a preparan nuevas leyes para penalizar a los padres de hijos sin vacunar y Finlandia introducira´ en 2018 una ley que exige que los profesionales sanitarios y sociales se inmunicen contra el sarampio´n, la varicela, la tosferina y la gripe".

En 2017, Robb Butler, un miembro de la OMS, escribio´ una carta a la Comisio´n Sanitaria del Senado estadounidense. En ella indicaba que, segu´n un informe de 2011, la vacuna contra la polio era obligatoria en doce pai´ses de Europa oriental, la de la difteria y el te´tanos lo era en once, y la de la hepatitis B en diez. El arti´culo de la OMS sobre el sarampio´n recomienda que se examine a los nin~os antes de entrar a la escuela y que se vacune a aquellos que no hayan recibido las dos dosis. Doce de los pai´ses exigen una prueba de vacunacio´n para la admisio´n escolar.

Butler deci´a que, a fin de mitigar el efecto negativo de la desinformacio´n, era crucial ofrecer datos precisos y exactos sobre los beneficios y la seguridad de las vacunas. Adema´s, se debi´an atender las dudas de los padres y del pu´blico en general para que pudieran tomar decisiones informadas por si´ mismos y para sus hijos.

El proyecto ASSET, financiado por la Unio´n Europea, estudio´ el efecto de estos mandatos en cada pai´s, pero no consiguio´ establecer una relacio´n clara con el empleo de las vacunas. Aunque los expertos de la comisio´n de investigacio´n reconocieron que la obligatoriedad podi´a resolver el problema a corto plazo, esta no es una solucio´n a largo plazo. Ma´s eficaz seri´a una reorganizacio´n de los sistemas sanitarios y el uso de estrategias de comunicacio´n so´lidas. En palabras del comisario europeo responsable del a´rea de la salud: "El objetivo legi´timo de aumentar al ma´ximo la tasa de vacunacio´n puede lograrse con medidas menos estrictas, y la mayori´a de los Estados miembros prefieren la adopcio´n de recomendaciones, o una mezcla de mandatos y recomendaciones". Un profesor dijo que la obligatoriedad no aumenta la confianza en las vacunas, sino que fortalece a quienes se oponen a ellas.

Estoy de acuerdo. No obstante, como comente´ en el capi´tulo anterior, cancele´ mi participacio´n en un debate en California al descubrir que el respetable nombre de la organizacio´n que lo celebraba (Physicians for Informed Consent) era un eufemismo para referirse a quienes se oponi´an a todas las vacunas "por cuestio´n de principios", lo que sin duda es un error. Por otro lado, no se puede hablar de consentimiento informado a la hora de rechazar vacunas, como la del sarampio´n, cuando gente como Wakefield y sus seguidores les han lavado el cerebro a los padres con su desinformacio´n.

Principios para la argumentacio´n e´tica

Ya he mencionado el argumento de la cuerda resbaladiza y la necesidad de coherencia. Al enfrentarnos a dilemas morales, no podemos dejar que la intuicio´n y los sentimientos gui´en nuestras decisiones. A menudo se emplean los "creo, siento, pienso", pero estos carecen de valor e´tico. Para entrar en un debate racional, hay una serie de reglas que deben respetarse.

Primero: hemos de conocer los hechos con exactitud, igual que en un juicio. Debemos informarnos sobre que´ dice la ciencia al respecto. Segundo: aunque nos pongamos de acuerdo sobre los hechos, no podemos extrapolar un "deberi´a" de un "es", ya que el "deberi´a" implica una decisio´n e´tica. Tampoco se puede extrapolar un "debemos" de un "podemos".

Tercero: como ya dije, tiene que existir una coherencia. Si tratamos dos casos de manera diferente, debemos ser capaces de demostrar que hay diferencias importantes entre ellos. Este es uno de los principios que ma´s se pasan por alto en los debates.                                           

Cuarto: hay que decidir si consideramos la perspectiva deontolo´gica, que trata sobre deberes fundamentales como el respeto a la autonomi´a, ma´s alla´ de la perspectiva utilitaria. El utilitarismo esta´ relacionado con las consecuencias de nuestros actos cuando aspiramos al bien comu´n del mayor nu´mero de personas posible. Es una postura que puede identificarse con el paternalismo, que adopta tres formas distintas:                

-El paternalismo genuino, que ejercen, por ejemplo, los padres que cuidan de sus hijos, o los me´dicos que ayudan a sobrevivir a un paciente comatoso.

-El paternalismo solicitado; por ejemplo, cuando un paciente tiene varias opciones y le pide a su me´dico que sea quien decida, o cuando alguien se abruma ante la amplia carta de un restaurante y le dice al camarero que le traiga lo que quiera.

-El paternalismo no solicitado, cuando el paciente no da permiso para la intervencio´n de otros, por ejemplo, durante la medicacio´n forzada en psiquiatri´a. A menudo se dice que los pacientes psico´ticos no pueden cuidar de si´ mismos, pero este es un argumento dudoso, ya que pueden ser absolutamente racionales al rechazar un neurole´ptico que, como bien saben, es desagradable y peligroso.

Tirando de utilitarismo, podri´amos afirmar que es li´cito arrojar a una persona por la borda de un barco si asi´ mejora la supervivencia del resto del pasaje. Aqui´ es donde cobra importancia el principio deontolo´gico. La deontologi´a versa sobre el deber, sin tener en cuenta las consecuencias, y uno de nuestros deberes consiste en no matar a nadie. Por lo tanto, cuando los principios de utilitarismo y deontologi´a chocan, tendemos a adoptar el segundo, aunque no es asi´ en todas las culturas. En algunas, el conjunto de la sociedad es mucho ma´s importante que el individuo. La deontología tambie´n se ocupa de nuestros derechos, de los que son ejemplos el respeto a la autonomi´a y la dignidad del paciente.

Uno de los mayores problemas de la sanidad es que hay demasiados entrometidos que gustan de decirle a los dema´s lo que tienen que hacer

Uno de los mayores problemas de la sanidad es que hay demasiados entrometidos que gustan de decirle a los dema´s lo que tienen que hacer, aunque nadie se lo pida. Adema´s, la arrogancia suma es bastante habitual, especialmente cuando los pacientes piensan de otra manera. Como consecuencia, este paternalismo no solicitado lo encontramos por todas partes, como si la gente no pudiera pensar por si´ misma. Asi´, el ti´tulo de un folleto informativo termina siendo "Por que´ debes hacerte la prueba del ca´ncer de mama", en vez de "¿Deberi´a hacerme la prueba del ca´ncer de mama?".

Volviendo al tema de las vacunas, ¿deberi´an poder rechazarlas los padres basa´ndose en sus creencias erro´neas? Apliquemos el principio de la coherencia. En Dinamarca, los adultos tienen el derecho de rechazar una transfusio´n de sangre que podri´a salvarles la vida. Como es sabido, los Testigos de Jehova´ se niegan de plano a recibir transfusiones. Pues bien, una mujer que perteneci´a a dicha secta sufrio´ una hemorragia grave tras dar a luz y le dijeron que era probable que muriera sin una transfusio´n. Al final, se nego´ a recibirla y murio´. Como era plenamente consciente de las consecuencias de su decisio´n, se considero´ que era ilegal realizarle una transfusio´n, incluso aunque quedara inconsciente. Pese a que parezca una crueldad, su deseo fue respetado, y no es la u´nica persona que ha dado la vida por sus creencias religiosas.

Sin embargo, si el hijo de un Testigo de Jehova´ sufre un accidente de tra´fico y los padres se niegan a hacerle una transfusio´n, el Estado esta´ obligado a proteger al menor vulnerable, como en cualquier otro caso de abandono infantil, y el nin~o recibira´ la transfusio´n. No podemos hacer una comparacio´n directa con los padres que se niegan a vacunar a sus hijos contra el sarampio´n debido a que el nin~o no se encuentra en peligro inminente, pero si pudiera considerarse negligencia, el Estado podri´a intervenir.

Tambie´n tenemos obligaciones para con los dema´s, y al negarse a la vacunacio´n, los padres aumentan el riesgo de que su hijo (y ellos mismos al tomar la decisio´n) perjudique a otros.

Hay personas que son individualistas hasta el extremo: "Si dejo que los dema´s corran el pequen~o riesgo de vacunarse, yo no tengo por que´ hacerlo ya que habra´ inmunidad colectiva y no podre´ infectarme". Evidentemente, se trata de una postura muy poco e´tica. Si todos pensaran igual, estari´amos condenados. Lo contrario de ser una especie de para´sito de la sociedad es mostrarse solidario con el pro´jimo, algo poco habitual en las culturas caracterizadas por la codicia, donde prima el e´xito individual y la ganancia econo´mica.

Es ma´s fa´cil tomar decisiones sobre las vacunas cuando la relación entre dan~os y beneficios esta´ menos clara, como en el caso de la gripe y el PVH. Mi opinio´n acerca de estos ejemplos es que la vacunacio´n obligatoria esta´ injustificada, como explicare´ en los pro´ximos capi´tulos. La imposicio´n de la vacuna contra la gripe a los preescolares de Nueva York demuestra que los poli´ticos pueden llegar demasiado lejos. Adema´s, cuando se impone algo, siempre existe un riesgo claro de corrupcio´n. Uno de los argumentos habituales en defensa de la vacuna obligatoria contra la gripe es que previene la transmisio´n del virus a otras personas. Sin embargo, no hay pruebas de que sea cierto, y adema´s, cuando no se sabe cua´nta gente ha muerto de gripe, tampoco es posible valorar si el dinero del contribuyente esta´ bien empleado en medidas coercitivas.

Deberi´amos evitar la vacunacio´n obligatoria aunque sea indirecta, como es el caso de la prohibicio´n de asistir a la escuela a los nin~os sin vacunar, lo que puede estigmatizarlos y hasta perjudicar sus opciones en la vida (por ejemplo, si los padres deciden educarlos en casa).

He de reconocer que en este tema me influyen los an~os que he dedicado a la investigacio´n pedia´trica. Gracias a ello, he llegado a la conclusio´n de que el tratamiento forzoso hace ma´s mal que bien y deberi´a prohibirse por ley, como exige la Convencio´n de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad. Curiosamente, el u´nico pai´s del mundo que no ha ratificado esta medida es Estados Unidos, la misma nacio´n que mete en la ca´rcel a muchas ma´s personas que el resto de Occidente: tres veces y media ma´s que Europa.

Estas son mis propuestas:

Hay tantas noticias falsas en los Estados Unidos, incluso en los medios, que deberi´a penalizarse con dureza la propagacio´n de mentiras evidentes y discursos de odio. En muchos pai´ses europeos se ha prohibido la entrada a algunos predicadores estadounidenses por sus mensajes de intolerancia.

El rechazo activo de todas las vacunas es poco frecuente, situa´ndose en un 1 o 2% en los pai´ses de ingresos altos. Por lo tanto, deberi´a ser posible obtener una cobertura cercana al 100% para las vacunas ma´s importantes a trave´s del dia´logo y otras medidas que no impliquen castigos.

 

(*) Peter Gøtzsche es biólogo, médico e investigador en medicina.

El libro Vacunas, verdades, mentiras y controversia, ha sido publicado por Capitán Swing.