bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Los impenetrables

imagen

Por Esteban Valenti (*)

Un hombre es el uso que haga de su libertad.

Julio Cortázar

Las redes sociales, sobre todo en tiempo de pandemia, permiten muchas cosas y el contrario también. Por ejemplo permiten conocer el pensamiento, las opiniones, a veces los insultos de mucha gente que sería imposible de manera presencial. Entre otras cosas porque en algunos casos no se animarían a tanto fanatismo y además no se podrían escudar en el anonimato.

En la política actual, en la que las redes juegan un papel muy importante, es una experiencia que hay que saber valorar. Una especie de encuesta sesgada y deformada por el propio método pero que hace emerger ciertas características interesantes y con una larguísima historia.

Una de ellas, es el fenómeno de los impenetrables. Hay gente con la que es imposible establecer el más mínimo diálogo, intercambio de ideas y de opiniones, son los impenetrables. La base es que sus razones no admiten el intercambio, son ideas y fidelidades absolutas.

Supongo, mejor dicho, estoy seguro que siempre existieron, pero no lograban expresarse en toda su magnificencia.

Existen en todos los partidos y de todas las posiciones y seguramente son un capital político imprescindible. Son el núcleo duro, durísimo de cada fuerza política.

Una de las características básicas de los impenetrables, es encasillar lo antes posible a sus enemigos. No tienen adversarios, para estar cómodos en su ferocidad inconmovible, les conviene tener enemigos a los que atribuirles todas las lacras posibles.

Ellos construyen fortines enterrados donde guarecerse de cualquier duda, de cualquier problema, de cualquier argumento y agruparse los unos contra los otros. Y obligatoriamente tienen que catalogar a cualquiera que argumente y opine en alguna de las dos categorías, es de ellos o es su enemigo. Los matices no importan, al contrario, debilitan las trincheras.

No es nada nuevo, ni nada es solo uruguayo, al contrario, en general los uruguayos tendríamos que haber aprendido que esas fracturas irreconciliables, empobrecen gravemente la política y bloquean toda forma de debate y circulación de ideas.

El mecanismo básico de los impenetrables es que lo que hacen y dicen "ellos" siempre tiene una buena explicación es por una buena causa y a lo sumo es menos malo que lo que han hecho o hacen los "otros". Es la justificación de todo, o a lo sumo se utiliza el silencio agazapado a la espera de un mejor momento para contratacar.

El segundo mecanismo es que los "otros" no pueden hacer nada, absolutamente nada que esté bien hecho, bien pensado y le sirva al país y a la gente. Tiene que funcionar el sistema unicolor, todo es todo blanco o todo es todo negro. Si tienen dudas sobre esta realidad, pongan un poco de paciencia y sigan algunos personajes en las redes.

Hay un tercer mecanismo de soporte para los impenetrables: no pueden aceptar que alguien opine con cierta independencia, que una vez critique otra vez apoye, otra promueva una idea que le parece justa. No lo pueden entender, está fuera de sus reacciones mecánicas y automatizadas así que hay que encasillar a todos y ni que hablar si es alguien medianamente conocido. El odio se agiganta.

Los impenetrables viven la política como una fe, que muchas veces suma la adhesión al partido a la devoción por el líder. Digamos que en el Uruguay es bastante soportable y no llega a niveles de fanatismo muy elevado. Pero que existen en sus diversos niveles, nadie puede dudarlo.

Los hechos no importan, siempre se pueden manipular e interpretar, los datos, las estadísticas, todo puede adaptarse a sus posiciones y dejarlos felices y tranquilos con su conciencia.

Lo peor es que las redes han desarrollado el razonamiento "redes", es decir la necesidad de sintetizar en una frase lo más breve posible los ataques. Porque los impenetrables se especializan en atacar a los "otros", a los diferentes.

Como el pensamiento, las ideas desde que surgieron en las más antiguas civilizaciones exigieron de un desarrollo  complejo, argumentos,  propuestas, crítica y sobre todo el esfuerzo de substituir unas ideas por otras, de aportar novedad, riesgo, audacia,  es decir la necesidad de producir ideas, los impenetrables no aportan casi nada a esa labor milenaria de construir el pensamiento humano. Lo salpican.

Cuando se llega a cierto nivel aparece la palabra sanadora y mágica: "tolerancia", que es uno de los horrores alimentados muchas veces por los propios impenetrables. Tolerar es soportar, es hacer un esfuerzo especial por soportar a los diferentes, no es integrar a los diferentes como parte de nuestra propia identidad, como una condición esencial de nuestra propia existencia. Los toleramos, los soportamos.

Siempre me llamó la atención que a los quilombos, para hablar mejor, a los prostíbulos, se les llama "casas de tolerancia" (¿¿¿???). ¿Tendrá algún parentesco?

Los uruguayos nos vanagloriamos de muchas cosas, pero en política de tener partidos fuertes y con historia, del respeto a las instituciones, sobre todo a partir de 1985 que liquidamos la lacra golpista de civiles y militares, de que en el exterior los bien nacidos de todos los partidos, no atacan ni critican a otros uruguayos por más adversarios políticos que sean y que tratamos que algunas políticas tengan un carácter de estado, en realidad y mejor dicho: nacionales, que nos involucren a todos. Y es cierto, somos bastante diferentes a las realidades circundantes.

Hay países donde los impenetrables, están en el poder y no dejan a nadie acercarse. A cualquier costo, domina la ideología del poder absoluto e impenetrable. Yo profesé esa forma de pensar, que éramos tan diferentes a los "otros", a todos los "otros" que nuestras razones eran impenetrables desde afuera pero incluso desde adentro. Los disidentes, los revisionistas, "tenían problemas", o los convertías nuevamente al credo o se les habrías las puertas hacia el oprobio y la traición. La vida y sobre todo las derrotas nos enseñaron mucho.

La impenetrabilidad la conozco y puedo hablar con propiedad desde los dos lados del mostrador. Si en la actualidad opino y alguno de los impenetrables coincide conmigo, incluso en algún detalle seguramente hace un examen de conciencia y de punición por semejante pecado. Antes eran otros opositores que lo hacían.

¿Cómo sería un  país donde la gran mayoría de sus ciudadanos se transformara en impenetrables?

No pretendo desatar un concurso de quienes son los más feroces impenetrables, para ellos es un mérito, no tienen dudas, no los rozan las preocupaciones sobre aciertos y errores, ellos viven cómodos en sus fortalezas enterradas en el poder o en la oposición. ¿Se sentirán libres?

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay.