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¿Por qué no aparecen?

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Por Esteban Valenti (*)

La marcha virtual del pasado 20 de mayo confirmó que el tema de Verdad y Justicia y en especial de los desaparecidos, se ha convertido en uno de los principales temas nacionales. La sensibilidad crece en lugar de replegarse con el pasar del tiempo, las lluvias torrenciales, la pandemia, los cambios de gobierno.

El avance para encontrar los restos de los detenidos desaparecidos es totalmente desproporcionado a la sensibilidad social, política y emocional que existe en el Uruguay sobre este tema. Donde se ha avanzado más es en el conocimiento de la verdad sobre la represión, los encarcelamientos, las torturas salvajes, los asesinatos, las violaciones y la coordinación entre las dictaduras por parte de la opinión pública. En la verdad sobre la dictadura y por lo tanto en aspectos importantes de la memoria.

Esas duras realidades y los cambios políticos han modificado el nivel de la sensibilidad social y la visibilidad por parte de los medios periodísticos y de las redes sobre el tema, siempre con una parte oscura de miserables, casi siempre anónimos, que a través de Internet vomitan odio y rencor. Son la parte oculta, pero existente, de los que siguen justificando y defendiendo la dictadura. Solo explicó esas las palabras y escritos de los que fueron víctimas o familiares de víctimas de la violencia de la otra parte. No quiero calificarla, cada uno la llamará como le parece. Esas víctimas también existieron, pero sus autores, en su mayoría pagaron con muerte y con cárcel.

Y de ninguna manera se puede equiparar la violencia de un sector político armado, con la violencia sin límites del aparato armado del Estado, ocupado por los golpistas civiles y militares. Eso fue la dictadura y su historia siniestra.

Durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, hubo un cambio radical, durante el gobierno de Jorge Batlle se rompió el silencio con la Comisión que creó especialmente. Pero recién a partir del 2005 se encontraron restos de desaparecidos, se procesaron a jerarcas civiles y militares de la dictadura y se inició la investigación de sus crímenes. A partir del segundo gobierno del FA, de José Mujica y del tercer gobierno, ocupado por Tabaré Vázquez, los resultados fueron casi nulos, y el enquistamiento de secretos y jerarcas defensores de la dictadura fue evidente. Y no fue por desidia.

Incluso en algunos casos se trató de darle una fundamentación con algunas iniciativas, que no tuvieron ningún resultado, como convocatorias ante la estatua del prócer, para supuestamente encontrar caminos de reencuentro entre los orientales.

Hay que saber, que no habrá recuentro posible, sin que se conozca la suerte de los desaparecidos, se encuentren sus restos o se sepa cómo fueron asesinados y que se hizo con sus restos.

Es una herida abierta, que se expresa especialmente los 20 de mayo, pero que sobrevuela permanentemente la realidad política, jurídica y la sensibilidad nacional. Es imposible ocultarla, ni con la teoría de los dos demonios, ni con la esperanza que con la muerte de los protagonistas directos se calmarán los reclamos y se olvidarán los hechos.

Así como el interrogante de ¿Dónde están? Es la síntesis de ese reclamo, hay otro que no siempre nos lo formulamos con la misma firmeza ¿Por qué después de 35 años, no aparecen y no sabemos la verdad?

¿Hay gente que sabe esa verdad? Si, no hay ninguna duda que a pesar de los varios jefazos de la dictadura que murieron - algunos sin afrontar sus responsabilidades - hay gente que sabe perfectamente esas respuestas y otros que pueden saberlo. Y no se trata de situaciones personales.

La dictadura dio muchas muestras de cosas muy claras: nada fue por la libre, toda la política represiva era manejada a través de los mandos, con responsabilidad jerárquica de sus jefes y comprometían a la institución como tal. No hay un solo elemento que señale que hubo acciones personales o de sectores de las fuerzas represivas por cuenta personal o de grupos. Mucho menos cuando se trataba de acciones en el marco del Plan Cóndor. Solo algunas raterías menores eran permitidas, hasta los botines importantes estaban dentro del plan y controlados. Y el compromiso de todos los mandos y oficiales y sub oficiales fue planificada meticulosamente y cruzaba todas las unidades. Fue una de las cosas donde no hubo diferencias internas.

Esta planificación implica que hubo cadenas completas de mando, desde lo más alto hasta las diversas unidades y por lo tanto registros y burocracia de la criminalidad. La farsa de la "Justicia" militar tuvo prolijos registros de todas sus tropelías. Y se puede reconstruir perfectamente como instalaron una "doctrina" de la "justicia" militar que actuaba implacablemente y de acuerdo a los planes y a los mandos, con la complicidad de los jueces militares y no solo.

La salida de la dictadura confirma plenamente que la institucionalidad militar y policial quedó intacta y que su proyecto era la impunidad total, sobre la base además del discurso y del relato de la defensa frente a la subversión, que luego fue virando - por cálculo y conveniencia - hacía los dos demonios, con la ayuda del otro demonio.

Por lo tanto, reitero: hay registros ocultos y hay gente que sabe que sucedió con los desaparecidos. No en todos los casos se trata del destino de restos físicos, pero del conocimiento verdadero y no de camuflajes y mentiras sobre que surte corrieron las personas y los cuerpos de los asesinados.

Es notorio que con el paso de los años, han cambiado los mandos, las generaciones de oficiales, pero que el corazón duro de la doctrina "oficial" de que el golpe y la dictadura fueron una guerra contra el terrorismo, sigue siendo dominante entre las Fuerzas Armadas. Incluso hoy.

Y esa es la razón principal por la que se avanzó tan poco en esclarecer la suerte de los detenidos desaparecidos, incluso en el caso de las situaciones más aberrantes como María Claudia de Gelman. El silencio es orgánico y tiene sus custodios en las instituciones de retirados militares fundamentalmente, pero tampoco se ha roto a nivel de los sucesivos mandos a lo largo de la recuperación democrática. Y han sido muchos, incluyendo en particular durante los dos últimos gobiernos del FA. Aunque no todos sean iguales.

No los encontramos porque hemos cometido errores importantes, las fuerzas políticas democráticas y especialmente el Frente Amplio en los últimos 10 años. No hay ninguna proporción entre lo que hicimos, nos esforzamos y luchamos antes del 2005 y del año 2005 al 2010 y la paralización oficial posterior. No fue casualidad, como no lo fueron los tribunales militares, ni el surgimiento de un partido como Cabildo Abierto, que reivindica partes fundamentales de la doctrina original. No toda.

Pero esa doctrina de los dos demonios se apoyó en un elemento fundamental: el relato del falso papel  del MLN en el enfrentamiento a la dictadura, desconociendo su desaparición política y militar a partir del año 1972 y a partir de allí de que los temas del pasado podían tratarse entre los dos bandos combatientes, cuando en realidad durante la dictadura, el bando civil combatiente fue muy otro: todos los partidos democráticos (sus mayorías), las fuerzas sociales y en la clandestinidad en Uruguay el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda, pero sin ninguna presencia del MLN ni otra organización armada, el OP33.

 La batalla institucional, cultural, política e institucional para cambiar radical y definitivamente esa doctrina oculta que infecta a la mayoría de las Fuerzas Armadas no fue derrotada y por eso sigue habiendo desaparecidos y ocultamiento de información vital para reconstruir toda la memoria.

Lo hicieron para protegerse y para proteger el relato "oficial". Y sigue plenamente vigente.

"Nunca más" el corazón de la visión de la lucha política democrática hacia el futuro, no puede ser solo una consigna referida a los derechos humanos, debe incluir la completa democratización de las fuerzas armadas, y ese proceso no se completará hasta tanto la omertá, el silencio corporativo, la complicidad con los asesinos y desaparecedores no sea erradicado. Y no lo está, por eso seguimos teniendo tremendas lagunas de oscuridad sobre las acciones de los dictadores, civiles y militares.

Era una enorme responsabilidad histórica del Frente Amplio, considerando las posiciones que hasta ese momento había expresado los partidos tradicionales. Y no se cumplió, peor aún se cometió a cierta altura, el grave error de creer que lo mejor era dejar pasar el tiempo y construir una relación diferencial entre cierto sector del FA y las FF.AA. ocupando los cargos jerárquicos ministeriales y operando desde esas posiciones. La responsabilidad de ese error no puede atribuirse a una sola persona, es una escapatoria para analizar la gravedad y profundidad del error.

Las fuerzas armadas uruguayas nunca, absolutamente nunca, a nivel institucional hicieron un reconocimiento crítico de sus violaciones de la Constitución, de las leyes, de los derechos humanos, del más elemental sentido humanitario - aún en tiempos de una supuesta guerra - y la negación absoluta del mandato del creador de las propias fuerzas armadas, el general José Gervasio Artigas al finalizar la batalla de Las Piedras ("Clemencia para los vencidos"). Es peor aún, no se ha logrado incorporar de manera sólida y estable el concepto del valor moral del soldado, del honor de un soldado, que no debería inclinarse ante otra cosa que su pueblo y la defensa de su Constitución y de su Patria.

Esas mismas fuerzas armadas que desplegadas en escenarios internacionales muy complejos como cascos azules, se han ganado un importante prestigio por su profesionalidad y capacidad de relacionarse con su entorno social incluso con grupos insurgentes y enemigos, no ha logrado en 35 años reconciliarse totalmente con su pueblo sobre una parte muy importante y dolorosa de la historia nacional. Por eso no encontramos a los desaparecidos.

No es un problema solo o principalmente jurídico, legal, se trata de asumir la responsabilidad institucional y la moral básica de un soldado y no seguir arrastrando la lacra que les dejó, que nos dejó, la dictadura. Y eso es un cambio radical de la doctrina imperante, aunque no esté en ningún texto o documento, es parte del soporte subterráneo de la impunidad y es una cobardía.

En el debate durante la ley de caducidad, algunos de sus partidarios, los más connotados, argumentaban que debíamos tomar como ejemplo a España que había recurrido al olvido. Más de 80 años después en España las heridas de la guerra civil y de la dictadura franquista siguen abiertas y cada tanto supuran, incluso disponiendo de fuerzas de ultra derecha y en parte sectores de derecha que reivindican el fascismo franquista. La desmemoria nunca es un camino justo y con buen final.

Todos deberían considerar que los uruguayos, un pueblo orgulloso y fiero, supo renunciar a la venganza, a las acciones personales o familiares para saldar e intentar reparar el odio y el dolor acumulado. Van 35 años de civilidad, de serenidad y de reclamo justo y democrático. Y más de 45 años de complicidad institucional y personal con los asesinos, violadores, torturadores y desaparecedores. Queda un largo y difícil camino para conquistar la verdad, la justicia y toda la memoria.

 (*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay