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“Las preguntas fundamentales sobre el capitalismo vuelven a plantearse”. Entrevista a Anwar Shaikh

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Por Anwar Shaikh (*) 

Anwar Shaikh es uno de los principales economistas radicales del mundo, cuyo trabajo ha cuestionado la forma en que pensamos sobre el capitalismo. En una entrevista con David Zachariah para Jacobin, Shaikh ofrece una concisa visión general de las ideas expuestas en su fundamental libro Capitalismo: competencia, conflicto, crisis.

Capitalismo: Competencia, Conflicto, Crisis (2016) ha sido ampliamente aclamado como uno de los trabajos más importantes de teoría económica de la izquierda en muchos años. Shaikh, miembro fundador de la Unión de Economistas Políticos Radicales y autor de muchos ensayos influyentes (incluida una célebre introducción a las teorías sobre las crisis capitalistas), ha enseñado economía en la New School de Nueva York durante más de cuatro décadas.

En su obra magna, Shaikh se basa en los escritos de Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx y John Maynard Keynes para explicar una amplia gama de características de las economías capitalistas, desde las diferencias salariales y el desempleo hasta el cambio técnológico y los ciclos recurrentes de las crisis economicas. Capitalismo: competencia, conflicto, crisis prescinde de muchos de los conceptos que sustentan la teoría económica convencional, pero también cuestiona algunas de las teorías más influyentes entre los marxistas en la actualidad, al encontrar que tienen poca base en el trabajo del propio Marx.

David Zachariah habló recientemente con Anwar Shaikh sobre la dinámica del capitalismo y sus límites. Su conversación ha sido editada para mayor claridad y brevedad.

Antecedentes

-Inicialmente te formaste como ingeniero. ¿Qué te hizo orientarte hacia la economía política?

Mis padres siempre fueron progresistas. Mi hermano, mi hermana y yo recibimos una educación universitaria, que era muy costosa para una familia pakistaní. Nos trataron como iguales. Mi madre era bastante feminista y mi padre también era progresista en ese sentido, por lo que teníamos la noción de que todos deberían tener los mismos derechos. Eso te da alguna orientación en la vida.

Los ingenieros creen que pueden arreglar cualquier cosa en el mundo, pero, por supuesto, no es cierto. Comencé a trabajar en Kuwait: mi padre estaba destinado allí como funcionario pakistaní. Trabajé en el desierto, donde la temperatura era brutal. Había indios, pakistaníes, palestinos, egipcios y jordanos, todos trabajando en aquel calor sin ningún tipo de protección, mientras que nosotros los ingenieros podíamos al menos retirarnos a la sombra asfixiante de un edificio de bloques de cemento (que no tenía aire acondicionado).

Me parecía que era un ejemplo irrebatible de lo que me preocupaba de los enormes niveles de desigualdad en el mundo, solo que en este caso no había restricciones presupuestarias, ya que Kuwait era extremadamente rico. Eso me llevó a reflexionar más sobre esas preguntas, y en algún momento me encontré con un economista que me persuadió para estudiar la materia. ¡A veces la vida depende de estas pequeñas cosas!

-Conseguiste tu título de economía en la Universidad de Columbia. ¿Cuáles fueron las actividades políticas formativas durante tu tiempo de estudiante?

Me matriculé en 1967, cuando el activismo contra la guerra de Vietnam estaba en plena efervescencia. Hubo una huelga en la universidad, organizada por los  Estudiantes para una Sociedad Democrática, contra un plan para construir un gimnasio universitario en un parque local en Harlem que también era utilizado por la comunidad afroamericana al otro lado del parque. Estaba viviendo y enseñando en Harlem en ese momento, y sentí que este plan era completamente inapropiado, así que me uní a la huelga.

-¿Crees que tu formación previa como ingeniero te dio alguna ventaja como economista?

Me dio una ventaja al tratar de ver los sistemas en su conjunto. Comencé como ingeniero aeronáutico: debes entender que eres parte de un gran sistema, y también debes entender cómo funciona, si vas a operar dentro de ese sistema (y tal vez cambiarlo). Eso va en contra de la lógica de la economía ortodoxa, donde se parte de los elementos individuales y se intenta construir una explicación a partir de ahí.

Desde el comienzo de mis estudios de economía, la descripción ortodoxa del mundo no tenía sentido para mí. Viniendo de Pakistán, y después de viajar por Malasia, África y América del Norte, simplemente no podía aceptar la idea de que las personas actúan de una forma totalmente egoísta, desconectadas unas de otras, y que solo se preocupen por las mercancías.

Para la mayoría de las personas, el confinamiento solitario es el peor castigo que puedas imaginar, aparte de la tortura física directa. Pero en la economía ortodoxa, el individuo solitario y confinado es el sujeto ideal. ¡Qué extraño!

Desigualdad

-Pasemos a algunos temas centrales de la desigualdad económica y la redistribución. Los economistas radicales han explicado típicamente las persistentes desigualdades globales en términos de intercambio desigual, capitalistas monopolistas o coerción imperial extraeconómica. Por el contrario, tu has argumentado que la principal fuerza causal que reproduce tales desigualdades es la competencia capitalista misma. ¿Puedes explicar cómo tu teoría difiere de las explicaciones convencionales?

Cuando estás en el Sur Global, piensas en el Centro como una entidad que tiene algún tipo de plan. Eso es cierto hasta cierto punto, como lo deja claro la historial de potencias imperiales como Gran Bretaña. Pero la naturaleza del capitalismo somete a los planificadores imperiales y a los propios capitalistas a presiones persistentes, lo que Smith, Ricardo y Marx llamaron las "leyes de la economía política", que están más allá de su control directo. Y las tendencias resultantes también se imponen al Centro mismo. Eso me llevó a pensar, ¿a qué fuerzas están sometidos incluso los capitalistas y sus representantes en el sistema estatal?

Cuando se estudia la historia del capitalismo, se observan muchas tendencias, como la recurrencia de las depresiones económicas, que ocurren independientemente de las intenciones subjetivas de la gente. Leer a Marx me dio la sensación de que podría haber una base para explicar estas cosas, y explicar a continuación las desigualdades regionales y globales desde esa base. Eso no es negar el peso del imperialismo, pero no creo que debamos explicarlo en términos de monopolización o intercambio desigual en el sentido tradicional.

Pasé quince o veinte años enseñando los tres volúmenes de El Capital de Marx, tratando de extraer y desarrollar su teoría económica y aplicarla al mundo moderno. Me pareció que la explicación convencional del "monopolio" se basaba en la teoría neoclásica. Solía estar en contacto con los economistas marxistas Paul Sweezy y Harry Magdoff , que trabajaban a solo manzanas de la New School. Recuerdo haberles preguntado qué querían decir por "monopolio" y, por lo tanto, por competencia.

Su respuesta fue básicamente que la competencia es lo que explica la economía neoclásica. Me pareció increíble que redujeran la noción de competencia de Marx a la de Milton Friedman. Habían relegado la competencia a una etapa lejana del capitalismo, una visión que fue avanzada por el muy influyente economista marxista Rudolf Hilferding a principios del siglo XX.

Creo que las mismas fuerzas competitivas que producen un desarrollo desigual dentro de las economías nacionales también producen desigualdades regionales o transnacionales. La diferencia es que dentro de las economías nacionales más avanzadas, el estado está bajo presión para intervenir a fin de mitigar estos desequilibrios, ya que son una amenaza para todo el sistema. En una economía mundial dominada por el imperialismo, los estados fuertes pueden optar por reprimir las luchas contra la desigualdad por la fuerza, durante períodos de tiempo considerables.

-Tu trabajo mas reciente demuestra que el nivel y la variación de la desigualdad de ingresos dentro de las economías organizadas a nivel nacional se pueden predecir solo a partir de las fuentes de ingresos. ¿Por qué?

No lo he descubierto yo: es el resultado de aplicar el trabajo del físico Victor Yakovenko y sus colaboradores, que habían comenzado a buscar datos sobre la desigualdad. Yakovenko tuvo la inteligente idea de dividir a las personas que perciben ingresos en dos grupos distintos: el 90-95% por ciento inferior y el segmento superior. Resulta que los ingresos del segmento inferior provienen principalmente de la fuerza de trabajo, mientras que la capa superior deriva sus ingresos casi por completo de la propiedad. Demostraron que las rentas del trabajo y las rentas de los propietarios tienen dos distribuciones distintas, en todo momento y en todos los países avanzados.

Una vez le pregunté a Yakovenko cómo seleccionó estos dos patrones diferenciales para los datos y su relación con el trabajo y los ingresos de los propietarios. Respondió: "¿Qué quieres decir? Fui educado en Rusia, ¡sabemos de clases! También trató de explicar estos patrones en términos de física de partículas, es decir, afirmó que eran análogos a las colisiones de partículas en ciertas condiciones. Para mí no tenía sentido. La relación entre el trabajo asalariado y el capital es sin duda una especie de "colisión", pero no como partículas en colisión.

Inicialmente, esperaba que las fuerzas que generaban diferencias de género y raciales distorsionaran la distribución del ingreso para las mujeres y las personas negras en los Estados Unidos, pero no era el caso. El género y la raza solo influían en el nivel de distribución del ingreso, no en su forma. Quería explicar cómo podía ser así, y comencé a trabajar con estudiantes graduados para derivar estos patrones de la noción básica en Smith, Ricardo y Marx de que las tasas de salarios y ganancias están sujetas a un proceso de igualación.

Los trabajadores se trasladan o "mueven" de áreas de salarios bajos a altos. Sin embargo, encuentran muchos obstáculos en el camino. Algunos lo logran, otros no; algunos regresan a donde comenzaron, algunos se quedan en los puntos intermedios; otros todavía terminan con un salario más bajo que sus ingresos anteriores, y así sucesivamente. Este proceso de dispersión se conoce como "difusión". Utilizando los principios de la difusión derivada, demostramos que las distribuciones observadas de los ingresos salariales y de la propiedad pueden deducirse teóricamente.

-Aunque las organizaciones laborales pueden cambiar la distribución general del ingreso de los beneficios a favor de los salarios, las tasas salariales diferenciales aún persisten en toda la economía. Muchos economistas responsabilizan a la segmentación de los mercados laborales de ello. Tu teoría, por el contrario, predice que las empresas más intensivas en capital tenderán a tener tasas salariales más altas, con cualquier fuerza sindical organizada. ¿Cuáles son las principales razones de tales diferenciales?

Este argumento fue desarrollado por mi antiguo alumno, el profesor Howard Botwinick, que después de la universidad fue trabajador metalúrgico. En su posterior investigación de posgrado, planteó la pregunta: "¿Cuáles son los límites para las luchas obreras por las tasas salariales?" Cuando se organiza sindicalmente, se sabe que hay límites en la presión que se puede ejercer sin quebrar a la propia empresa. Howard quería demostrar que estos límites pueden derivarse de una teoría de la competencia real. Resumió sus esfuerzos en un libro brillante titulado Desigualdades persistentes.

Howard argumentó que hay que distinguir entre las empresas de bajo coste que establecen los precios y las otras empresas que se ven obligadas a aceptar esos precios a través de la presión de la competencia misma. Las empresas de bajo coste tienen más espacio para absorber costes salariales más altos. Además, los costes más bajos a menudo se logran a través de una mayor intensidad de capital. Esto significa que tienen una cantidad de mano de obra proporcionalmente menor, por lo que si los salarios aumentan, los costes totales de tales empresas tenderán a aumentar menos que los del resto.

-Los estados de bienestar redistributivos a menudo se han caracterizado, tanto desde la perspectiva de la izquierda como de la derecha, como instituciones que "gravan a los ricos". Tu análisis comparativo de los diferentes estados de bienestar de la posguerra sugiere una imagen distinta.

Con mi alumno Ahmet Tonak comenzamos a trabajar en esta cuestión porque los intelectuales de izquierda -Samuel Bowles y Herbert Gintis, por ejemplo-, habían argumentado que la tributación de los ricos era la base del estado de bienestar. Era una suposición muy común en la izquierda. Me sorprendió descubrir que casi toda la redistribución tiene lugar dentro de la propia clase trabajadora: los trabajadores de mayores ingresos pagan impuestos, y esos fondos luego se redistribuyen a los trabajadores más pobres.

La diferencia entre lo que los trabajadores como clase reciben en sanidad, educación, apoyo a sus ingresos, etc., y lo que pagan en impuestos, es algo que llamamos el "salario social neto". Descubrimos que era bastante pequeño en los Estados Unidos, mientras que en Suecia, con su estado de bienestar socialdemócrata y sus altos gastos sociales, el salario social neto era efectivamente cero. ¡Eso nos sorprendió mucho!

Fundamentos teóricos

-Los debates políticos generales entre derecha e izquierda a menudo están anclados en escuelas de pensamiento rivales: la economía neoclásica por el lado de la oferta versus la economía keynesiana por el lado de la demanda. Tu posición es que la rentabilidad de las empresas capitalistas regula tanto la oferta como la demanda y, por lo tanto, una visión por el "lado del beneficio" es más apropiada. ¿Qué quieres decir con esto?

Keynes dice primero que las decisiones de inversión gobiernan la demanda agregada, pero, a diferencia de muchos de sus seguidores, continúa argumentando que la rentabilidad neta, la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de rendimiento, regula las inversiones comerciales. Si se busca hacer nuevas inversiones, se buscan oportunidades con la tasa de rendimiento neta más alta. La tasa de interés es la tasa de rendimiento mínima, ya que es lo que se conseguiría simplemente colocando los fondos para inversión en el banco.

Pero resulta que Marx dice lo mismo: la "la tasa de ganancia industrial", la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés, es lo que motiva las inversiones. Entonces surge la pregunta: ¿cómo se relaciona la teoría de Marx con la teoría de la demanda efectiva que podemos encontrar en la obra de Keynes?

He tratado de demostrar cómo se puede construir una teoría macroeconómica sobre la misma base que la microeconomía, que analiza el comportamiento de la empresa capitalista. Primero, las empresas se dedican a la producción (crear oferta) sobre la base de la rentabilidad a corto plazo. Para producir, deben comprar materias primas, contratar trabajadores, comprar bienes de inversión y distribuir dividendos e intereses a sus propietarios y prestamistas. Por lo tanto, las decisiones basadas en las ganancias para crear oferta generan la demanda de materias primas y, a través de los pagos de salarios, dividendos e intereses, generan la demanda de consumo.

Al mismo tiempo, la rentabilidad a largo plazo regula la demanda de inversión. En otras palabras, la rentabilidad regula tanto la oferta (producción) como la demanda. Por supuesto, un gran número de empresas y consumidores hacen esto individualmente, por lo que la oferta y la demanda agregadas solo se relacionan entre sí a través de un proceso de errores y ajustes que llamo "regulación turbulenta". Por lo tanto, la macroeconomía real no se sitúa ni del lado de la oferta ni de la demanda: sino del lado de las ganancias.

-Su reciente libro Capitalismo desarrolla una concepción de la competencia de mercado "real" que rechaza los fundamentos ortodoxos y heterodoxos convencionales. ¿Por qué es tan importante en su libro este tema?

He tratado de mostrar que puedes explicar una gran variedad de fenómenos desde el punto de vista de la competencia. Por supuesto, la pregunta es: ¿qué idea de competencia puedes usar? La teoría de la "competencia perfecta" es francamente absurda, y posiblemente esté diseñada para representar al capitalismo como un sistema social ideal. Cuando se va más allá, aún queda la pregunta de cómo las colisiones entre las empresas regulan sus resultados.

Esa es la teoría de la competencia real. Marx la presentó de forma elíptica en el Volumen III de El Capital, pero también está implícita en los volúmenes anteriores. La elaboré y la desarrollé para explicar los patrones observados de precios relativos, tasas de cambio, balanzas comerciales internacionales, tasas de interés, precios de bonos y acciones, crecimiento y demanda efectiva, empleo y desempleo, crisis recurrentes y tendencias a la desigualdad Siempre confronto la teoría con los hechos.

Antes me preguntaste cómo ser ingeniero influye en mi enfoque de la teoría económica. Bueno, ¡a los ingenieros les preocupa explicar los fenómenos empíricos! No es bueno tener una teoría de cómo vuelan los aviones. Si no puedes hacer que vuelen en la práctica, entonces no eres un buen ingeniero.

-Hablando de fundamentos teóricos, ¿qué ves en las teorías de Adam Smith, David Ricardo y John Maynard Keynes que complementen las de Karl Marx?

Marx reconoció su deuda con Smith y Ricardo. Basta con mirar su teoría de la competencia y la apropiación del producto por capitalistas y terratenientes, que comparte elementos fundamentales que podemos encontrar en Smith y Ricardo.

Algunos marxistas tienden a descartar la relación entre estos tres pensadores. Eso significa dejar de lado los cuarenta años de trabajo que Marx hizo sobre las tendencias reales del capitalismo. Los marxistas parecen sentirse satisfechos con los conceptos de explotación -que entienden como un proceso abstracto, una concepción seriamente inadecuada, en mi opinión-, y de alienación.

Pero, ¿por qué Marx se preocupó por cosas como el "ejército de reserva de trabajo", "circuitos de capital", "esquemas de reproducción", "precios de producción", "renta diferencial y absoluta", etc. ¿Podría haber sido un "buen" marxista si se hubiese limitado a la "plusvalía", la "explotación" y el "fetichismo de la mercancía", dedicando el resto de su vida a la política? En mi opinión, el enfoque marxista convencional minusvalora y reduce el trabajo de Marx a una serie particular de temas con los que los marxistas se han sentido cómodos.

Esto se debe en parte a que no es necesario lidiar con la competencia y todos los fenómenos complejos a los que da lugar si se comienza con la asunción del monopolio. Esta es la línea ortodoxa dentro de la teoría marxista, que rechazo.

-Un crítico de tu libro cuestionó tu adopción de la teoría del valor clásica marxista, en la cual la necesidad de fuerza de trabajo en la producción es la fuente de ganancias. Según este comentarista, esta teoría no parecía tener relevancia para tu modelo económico en general. ¿Estaba equivocado?

De hecho, una buena parte del libro se basa en la teoría del valor trabajo. Demuestro que los precios relativos a la Smith y Ricardo están dominados por los valores de la fuerza de trabajo. Lo que llamaron tiempo de trabajo directo e indirecto, Marx lo llamó tiempo de trabajo abstracto. He escrito mucho sobre eso antes. También abordo la cuestión planteada por el propio Marx, de las dos fuentes diferentes de beneficio agregado: el beneficio basado en la plusvalía y el beneficio basado en las transferencias de riqueza y valor. Si se parte de la teoría del poder de monopolio, no hay que lidiar con estos problemas.

-Tu análisis de la dinámica capitalista se centra en las tendencias y las limitaciones que surgen de los capitalistas y sus empresas. Los críticos podrían argumentar que las instituciones estatales y las organizaciones sindicales simplemente juegan un papel secundario en su análisis. En consecuencia, que carece de relevancia estratégica para los movimientos políticos involucrados en la lucha de clases. ¿Qué dirías en respuesta a este argumento?

Para hablar sobre la intervención estatal y la organización sindical, primero deben establecerse las leyes de gravedad a las que se enfrentan. Si crees que el sistema se basa en el monopolio, que se ha convertido en un sagrado nostrum de la economía marxista, entonces todo gira entorno al poder del estado y el poder del capital contra el trabajo.

Desde mi punto de vista, nada, ni siquiera los propios capitalistas, tienen ese tipo de poder, porque las reglas impuestas sobre el trabajo y el capital provienen de la creación de ganancias y la competencia de los capitales, que Marx vincula específicamente entre sí. Un estado puede intervenir para redistribuir los ingresos y oponerse tanto al capital como al trabajo. Impulsado por las luchas de los trabajadores, también puede intervenir para construir un sistema de bienestar. Pero estas intervenciones siguen estando fundamentalmente limitadas por su impacto en la rentabilidad de las empresas.

Permíteme ilustrar esos límites haciendo referencia al argumento de Marx sobre el ejército de reserva del trabajo. Comienza preguntando: supongamos que el crecimiento es tan alto que este ejército de reserva de trabajadores desempleados comienza a agotarse, ¿qué sucede entonces? Los mercados de trabajo se hacen más rígidos y los salarios tenderán a aumentar, lo cual es bueno para los trabajadores.

Pero si los salarios aumentan en relación con la productividad, entonces la rentabilidad cae, lo que acelera la mecanización en curso en las empresas y disminuye las tasas generales de crecimiento. La desaceleración del reclutamiento de mano de obra a través del crecimiento y el desplazamiento creciente de trabajadores a través de la mecanización, repondrán el ejército de reserva. Estos son efectos de retroalimentación inherentes a las operaciones capitalistas mismas.

Te daré otro ejemplo clásico. Se puede crear empleo aumentando la demanda efectiva a través del gasto público. De hecho, eso es lo que Hitler y Roosevelt hicieron en la década de 1930, y ambos gobiernos tuvieron un enorme éxito a la hora de reducir el desempleo.

Ello podría sugerir que todo lo referente a la rentabilidad y el ejército de reserva del trabajo es irrelevante. Pero cuando miramos más de cerca, podemos ver que fueron las condiciones de guerra lo que permitieron que tanto el régimen nazi como la administración Roosevelt bloquearan los efectos normales de retroalimentación: no se permitió que los salarios y los precios aumentaran, la productividad aumentó dramáticamente y las tasas de interés se mantuvieron bajas. De ahí el salto en la demanda y el empleo financiados por el déficit, lo que dio un impulso significativo a la rentabilidad y las inversiones.

Sin embargo, en los años sesenta y setenta, las políticas similares diseñadas para estimular el crecimiento dejaron de funcionar después de un tiempo: la rentabilidad cayó, el desempleo volvió y la inflación despegó. De hecho, esto puede predecirse utilizando la teoría de Marx del ejército de reserva del trabajo y los límites de crecimiento implícitos en sus esquemas de reproducción económica.

En otras palabras, si se desea intervenir en apoyo de los trabajadores, hay que elegir entre dos opciones: mantener un aumento más rápido de la productividad que de los salarios reales (lo que yo llamo el "ejemplo sueco") o evitar que aumenten salarios, precios, y tasas de interés (congelando el funcionamiento normal del mercado). Eso te da un respiro por un tiempo, pero si no entiendes lo que estás haciendo, ¡los trabajadores terminan pagando el precio! Este tipo de análisis explica los parámetros o límites de la lucha sindical.