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Venezuela: ¿Quién dirige Venezuela? ¿Casta o boliburguesía?

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Por Patrick Guillaudat (*)

Este artículo pretende ser una contribución al debate que atraviesa a toda la izquierda sobre la naturaleza del poder en Venezuela. La contribución al debate aparece sin embargo en una coyuntura particularmente difícil, en el momento en el que se multiplican  los intentos estadounidenses para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro e imponer a Juan Guid

En la izquierda, hay casi unanimidad para denunciar la voluntad de desestabilización de los EEUU y para alzarse contra todo proyecto de invasión de Venezuela. Pero también -desde antes del golpe de Estado fallido de la derecha en abril de 2019- son muchos los que se plantean cuáles son las características de la "revolución bolivariana" iniciada por Hugo Chávez, así como se plantean también la cuál es la naturaleza exacta del régimen de Maduro.

Este texto se sitúa en el marco de esta discusión, en particular sobre la cuestión abordada a menudo, y poco debatida sobre el fondo, de la naturaleza del grupo dirigente actual, de su trayectoria y de saber si se debe hablar de "casta burocrática" o de "boliburguesía".

Se trata de dos formulaciones que indican críticas severas hacia el régimen madurista y que, al mismo tiempo, hacen referencia a diagnósticos diferentes sobre el problema del bloque en el poder, y que orientan de manera clara el tipo de posición política que se puede tener con respecto a él.

Por ejemplo, el hecho de optar por la presencia de una casta burocrática,  permite oponerse a Maduro sin establecer un paralelo con la oposición de derecha, a la vez que implica dos posiciones diferentes. Por una parte, se considera que la casta burocrática representa una deriva más peligrosa que la burguesía venezolana tradicional, lo que lleva a apoyar a la oposición (una parte de ex chavistas están en esta lógica) o, por otra parte, sólo se ve en esta casta una deriva política parcial, que puede ser rectificada, lo que permite apoyar de manera crítica al régimen (es lo que defienden la mayor parte de los aliados del PSUV, agrupados en el Polo Patriótico[1]).

En cambio, hablar de boliburguesía, llama a establecer un paralelo entre la derecha y el gobierno de Maduro, lo que conduce a rechazar a los dos campos. Para simplificar, esta acepción caracteriza la crisis política actual como una lucha por el poder entre dos fracciones concurrentes de la burguesía, una aliada al imperialismo estadounidense, la otra a la burocracia del Estado. La estrategia alternativa se basa entonces sobre la constitución de un tercer polo independiente de la derecha y de Maduro, apoyándose en los movimientos sociales.

Pero, para optar por una u otra de esas dos formulaciones, debemos tratar de identificar la dinámica histórica del grupo social en el poder y tratar de entender sus mecanismos y su constitución.

Las diferentes fracciones de la burguesía en América latina y en Venezuela

A diferencia de los países desarrollados del Norte, la penetración del capitalismo a través de la colonización directa o indirecta, provocó rápidamente cambios bruscos en las clases sociales locales latinoamericanas, recomponiendo de manera violenta la formación social de cada uno de los países del continente. Apareció una nueva clase dominante, la burguesía, cuya fracción hegemónica se orientó hacia el comercio con los países desarrollados. Esta fracción de la burguesía, llamada burguesía compradora, se especializó, de alguna manera, en el comercio con las multinacionales. Luego, con la puesta en práctica de la estrategia de sustitución de importaciones, durante unos 50 años, en el siglo XX, empezó a desarrollarse una burguesía "nacional", más vinculada a la producción endógena, industrial o agrícola. Esas dos fracciones burguesas se encontraron a menudo en competencia entre sí, lo que se tradujo en conflictos políticos.

Para los países en los que lo esencial de la producción y del comercio proviene de la renta, ya sea de los hidrocarburos o de las minas, la burguesía que se orientó hacia ese comercio internacional se convirtió en la más importante, de lejos [2]. Además, el capitalismo de renta fue siempre un sistema extremadamente corrupto. Un fenómeno que no puede sino acentuarse con el liberalismo total de los mercados financieros, que dejan entera libertad a las operaciones dudosas y fraudulentas.

En Venezuela, la industria que se desarrolló por fuera del sector de renta es ante todo una industria de montaje (sobre todo automóviles) y de tratamiento metalúrgico (como con la SIDOR, Siderúrgica del Orinoco, una de las principales empresas del sector en el continente). Pero la parte más importante de la riqueza producida y distribuida se concentra en torno a la producción de hidrocarburos. La burguesía que aprovecha esta producción se construye gracias a las relaciones que crea con las multinacionales y con los gobiernos extranjeros. Sabiendo que la parte fundamental de la producción petrolera alimentaba directamente a los EEUU, se entiende mejor por qué Venezuela, durante todo el período post revolución cubana, siguió siendo el país más  pro americano del continente y sobre todo, el único que no reconoció a Cuba. La mayor parte de la burguesía venezolana es ante todo una burguesía rentista, recostada al mercado mundial y que se enriqueció vendiendo al extranjero transformado productos importados.

Chávez llegó al poder en ese contexto particular, en medio de una desregulación neoliberal. En primer lugar, trató de controlar el petróleo, fuente principal de corrupción, lo que engendró una fuerte oposición de la burguesía venezolana. Esa fue la razón profunda de la violencia de la reacción de la burguesía, representada por la derecha y la Fedecámaras (Federación patronal venezolana), pero también la reacción de la CTV (Central de Trabajadores de Venezuela), financiada por la corrupción, las que fomentaron y llevaron adelante el golpe de Estado de 2002, con la ayuda de los EEUU.

El propio proyecto de desarrollo que impulsaba Chávez desde el principio e incluso plasmado en la Constitución [3], se basaba en la búsqueda de una alianza con la burguesía nacional. Lamentablemente, en una economía basada en la renta, sobre todo en el mundo neoliberal actual, la burguesía de los países del Sur es totalmente dependiente de la renta y del mercado mundial. Pese a que Chávez no haya nunca querido cuestionar el capitalismo, sus opciones políticas, sobre todo el control de la producción de hidrocarburos y la redistribución más justa de la renta, se oponían a las necesidades de la esencia de la burguesía compradora venezolana, orientada como estaba hacia los EEUU y Miami.

¿Qué grupo social toma el poder con Chávez?

Cuando Hugo Chávez fue elegido en 1998, era el personaje "atípico", podríamos decir anti sistema en el lenguaje actual, que había sido electo contra el pacto de no agresión de los dos principales partidos que se repartieron el poder desde 1958, año de la caída de la dictadura. (Ndt: se refiere al "Pacto de Punto Fijo", acordado entre los dos grandes partidos venezolanos (Acción Democrática y COPEI) para turnarse en el poder tras el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, en marzo de 1958).

Chávez aprovechó la exasperación de las capas populares golpeadas duramente por las medidas neoliberales de los gobiernos anteriores. Fue apoyado ampliamente por el pueblo venezolano, en base a un programa contra la corrupción, de ruptura con el orden constitucional y de mejor reparto de las riquezas pero, a la misma vez, su capital electoral carecía de una fuerza política insertada en la población, en particular, los electores que él quería convencer. El partido de Chávez, el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200), es sobre todo una organización semi clandestina, compuesta esencialmente por militares (en torno a Raúl Isaías Baduel, Jesús Ernesto Urdaneta Hernández, Diosdado Cabello y Hugo Chávez). La creación del MBR-200 fue también el resultado de una estrategia impulsada por una fracción de la izquierda revolucionaria civil que consistía en implantarse dentro de las fuerzas armadas.

El 21 de octubre de 1997, buscando ampliar su base social en vistas de las elecciones presidenciales, el MBR-200 se transformó en MVR (Movimiento por la Quinta República) y constituyó un grupo de izquierdas no socialdemócratas, el Polo Patriótico. Hugo Chávez, candidato de esa alianza, fue elegido un año más tarde. Pero, aunque  consiguió el poder político, en el sentido en que ocupó el conjunto de instituciones y de administraciones, y aunque se inscriba claramente en la izquierda latinoamericana por su programa y por sus alianzas, el personal político que ocupa ese poder surge principalmente de dos grupos: el de los militares que apoyaron a Chávez desde el intento de golpe de Estado de 1992, y un conjunto de personalidades venidas de la izquierda revolucionaria, como Alí Rodríguez Araque, Tarek William SaabHalabi, etc... .

El grupo social que va a dirigir los asuntos del país es, entonces, un conjunto disímil agrupado en torno a la personalidad de Hugo Chávez. Grupo limitado, pero no había ninguna organización política y social de masas, ni en los barrios populares, ni en las empresas, ni en el campo, que hubiera podido servir de punto de apoyo al nuevo poder en gestación. El sindicalismo estaba totalmente corrupto y cooptado por Acción Democrática, partido socialdemócrata que compartía el poder desde 1958 con la derecha representada por el COPEI. Las organizaciones populares de los barrios pobres y marginales habían sido reprimidas y diezmadas desde el Caracazo de 1989. En cuanto al movimiento campesino, estaba muy debilitado, confrontado a terratenientes que reinaban en las tierras productivas del país. 

La originalidad del chavismo consiste en haber conquistado el poder sin aparato político, sin estructura organizada, exceptuando a las fuerzas armadas que lo apoyaron. Eso explica el peso determinante de la personalidad de Chávez y el hecho de que la orientación política del régimen, en particular sus giros sucesivos, acompañan las instituciones políticas de Chávez. Su llegada al poder, implica una renovación del personal político, pero también el control de las empresas públicas, lo que necesita medios humanos. El núcleo original se amplía así y aparecen cuatro grupos visibles.

Primero, los veteranos, vinculados más o menos directamente con el régimen anterior, como José Vicente Rangel (que pasó por la URD [4], que devino ministro de Relaciones Exteriores y vice presidente), Álvaro José Silva Calderón (petróleo y minas) o Maritza Izaguirre (economía y finanzas).      

Luego, algunos ex militares: aparte del propio  Chávez, Luis Ramón Reyes Reyes (obras públicas y vivienda), Diosdado Cabello, Raúl Isaías Baduel o Jesse Chacón (defensa).

Después, ex dirigentes de otras organizaciones políticas: Alfredo Antonio Peña (PCV, secretario de la presidencia), Alí Rodríguez Araque (de FALN a la Causa R, petróleo y minas), Jorge Antonio Giordani Cordero (PCV, planificación y desarrollo), Gilberto Rodríguez Ochoa (AD, luego MAS, salud), Luis Manuel Miquilena Hernández (ex URD, justicia), Julián Isaías Rodríguez (de la AD, luego del MEP, vicepresidente) o Aristóbulo Istúriz Almeida (AD, MEP, Causa R y PPT, educación).

Finalmente, personalidades diversas, entre las cuales se destaca Héctor Navarro (educación), etc.... Entre esos colaboradores de las primeras horas, muchos rompieron luego con el chavismo, sobre todo después de la victoria de Maduro, como Héctor Navarro o Gustavo Márquez, mientras que otros fueron acusados de corrupción después de haber criticado a Chávez, como Raúl Isaías Baduel.

Este panorama incompleto del principio de los gobiernos de Chávez corresponde exactamente a la dosis compleja compuesta por la voluntad de rodearse de "técnicos" como  Maritza Izaguirre, la que debía enviar señas favorables a los mercados financieros, Gilberto Rodríguez Ochoa, médico e investigador reconocido, o Álvaro José Silva Calderón, abogado que había trabajado para el régimen anterior con el ministerio de minas e hidrocarburos, y otros aún, así como también militantes que lo apoyaron, ya fuera dentro del Polo Patriótico o durante el golpe de Estado de 1992.

Otra característica de los gobiernos chavistas, durante los primeros años, fue la gran proporción de personas provenientes de las clases medias, sobre todo abogados, universitarios, ingenieros, médicos. Contrariamente a los gobiernos neoliberales, casi no hay representantes de la patronal, de los círculos de negocios o de las finanzas.

Pero una campaña electoral implica medios económicos. Y Chávez gozó de apoyos dentro de la patronal local, como Danilo Díaz Granado o UmbertoPetricca, que volveremos a ver en los centros de poder, así como varios hombres de negocios que aparecen al principio de los años 2000 como compradores de bancas privadas, con Ricardo Fernández [5] (bancos Confederado, Banpro y Bolívar), Torres Ciliberto en las compañías de seguros o Víctor Vargas Irausquín, banquero venezolano que apoyó al gobierno, en particular en la búsqueda de fondos. Todos esos personajes amasaron fortunas considerables y son aliados del poder chavista.

Este quinto grupo que apoya al poder, acumula fortunas gracias a los contactos que sus miembros tienen en las administraciones. En una economía rentista, muchos están en el negocio del petróleo, ya sea a través de la gestión directa de PDVSA  (Petróleos de Venezuela S.A.), como Rafael Ramírez, o ya sea con la obtención de licencias de explotación de petróleo, como Wilmer Ruperti. Al principio, la consolidación de este grupo social se realizó a través de las licencias de explotación o de importación, así como a través de la especulación sobre el bolívar y el dólar. Luego, y rápidamente, surge la compra de empresas directamente vinculadas al mercado financiero internacional: bancos, seguros, bolsas locales. Este grupo no participa directamente en el poder político pero se asocia con él para sus negocios.

Con el correr de los años, ese proceso de acumulación de riquezas se amplió a las personalidades vinculadas directamente con el poder político. Ese proceso se da de dos maneras: por la corrupción, la parte más visible del mecanismo de enriquecimiento de la capa dirigente, debido a los escándalos periódicos, pero también por una legislación que permitirá a una parte del personal político chavista el acceso a los affaires y a la creación de sus propias empresas.

Pero, a diferencia de la IVa república (1958-1998), esta nueva capa social que agrupa tanto a burgueses del negocio que encontraron la posibilidad de colaborar con el régimen chavista, como a nuevos empresarios, salidos directamente de las instituciones, no tiene representación política claramente identificada. El PSUV se convirtió en una máquina electoral esquizofrénica, desgarrada entre una dirección llena de personajes que aprovechan alegremente del sistema, sacudidos regularmente por casos de corrupción, y una base que proclama su fe en la revolución y en el socialismo. La ausencia de representación política de esta nueva capa social capaz de regular sus excesos explica en parte la abundancia de ajustes de cuentas dentro de esta corriente, salpicada de acusaciones de corrupción, de complot y de casos de renuncias obligadas.

Trayectoria del chavismo en el poder: de la ocupación del Estado a su utilización en provecho propio

Los años que siguieron la llegada de Chávez al poder fueron años de reformas sociales y económicas (en particular, la ley de hidrocarburos). La burguesía optó por derrocarlo con el golpe de Estado de 2002 porque había sido privada de sus ingresos, provenientes principalmente de la renta petrolera, utilizada  desde por Chávez, esencialmente, para financiar las políticas sociales.

Durante este período, a nivel del poder, nada es definitivo, es el período de los debates entre quienes quieren profundizar el proceso de la revolución bolivariana y quienes buscan un pacto con la oposición. No se trata solamente de debates políticos sino del inicio de la cristalización de los intereses materiales. Una parte del "bolivarismo" se ve beneficiada y aprovecha directamente la redistribución de los naipes, sobre todo en lo que respecta al lugar ocupado en las instituciones y las empresas públicas. Hacia mediados de los años 2000, empieza  el debate sobre los privilegios acumulados gracias a las funciones asumidas dentro del aparato de Estado. El problema de saber quién, de la "boliburguesía" o de la corriente de los "bolivarianos revolucionarios", va a ganar, es entonces central, es el crisol en el que surge un chavismo de izquierda o chavismo crítico.

Si aparentemente, no hay línea de ruptura entre esas dos corrientes, la situación cambiará después de dos acontecimientos: el fracaso del referéndum constitucional de 2007 y la crisis bancaria de 2008. El primero será interpretado por Chávez como la desaprobación de su política, y decide acelerar su voluntad de concentrar el poder en el ejecutivo. No cejará en su empeño de intentar tomar el control de las organizaciones sociales, hasta la escisión organizada dentro de UNETE (Unión Nacional de Trabajadores de Venezuela, la principal central sindical, creada después del golpe de Estado de 2002 en apoyo al regreso de Chávez), para crear una nueva confederación leal al poder, la CBST (Central Bolivariana Socialista de Trabajadores). A partir de ese momento, la fraseología revolucionaria es inversamente proporcional a la realidad de la política.

El segundo acontecimiento fue la crisis bancaria de 2008. Chávez habría podido optar por aprovechar la crisis para imponer un sistema bancario público, controlado por el país, pero prefirió alimentar las bancas en quiebra y dejar que las otras siguieran especulando. A partir de entonces, la crisis financiera se agravará, abriendo la puerta a una política monetaria que favorecía a la especulación con la creación de tasas de cambio múltiples.

Los dos hechos constituyen el punto de inflexión del régimen. Entre 2009 y 2014, la mayoría de los dirigentes críticos, que tratan de alertar al gobierno sobre la corrupción dentro del propio poder, o que proponen un cambio de rumbo a nivel económico y social, son separados del círculo de poder. Esos acontecimientos no se pueden reducir a problemas de personas, sino que traducen la victoria de la corriente que representa a la "boliburguesía" o a la "casta corrupta", según las interpretaciones.

Cualquiera que sea la denominación, esta victoria está basada en intereses materiales. Ahí encontramos la corriente creada en torno a Diosdado Cabello, enemigo jurado de la izquierda chavista, que se apoya en el poder militar. Están también todos los dirigentes de las empresas públicas, que se enfrentaron a los trabajadores, como en la SIDOR, en CANTV (Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela), en PDVSA o en la Corporación Venezolana de Guayana. La corrupción, elemento clave de las economías de renta, permite al personal político invertir en los sectores más rentables: especulación financiera, minas, etc. Ese personal político tiene los mismos intereses que los escasos patrones que apoyan al régimen desde 1998, y participa directamente en el saqueo de la economía.

Un signo de este cambio de rumbo es el nuevo discurso de algunos grandes empresarios que se convirtieron en chavistas pragmáticos. Tal es el caso, por ejemplo, de Gustavo Cisneros, un magnate de la prensa y una de las principales fortunas del continente, que, después de haber apoyado el golpe de Estado, decidió aparecer como políticamente neutro desde 2007. Otro signo político hacia la patronal es la constitución, en febrero de 2009, de la Confederación de Empresarios Socialistas de Venezuela, que agruparía a los patrones de empresas cercanas al poder, aunque su importancia sea muy limitada.

Pero con la elección de Maduro, el fenómeno de participación activa de los círculos de poder en la economía va a adquirir otra dimensión, en particular, cuando el nuevo presidente decidió acelerar la participación de los militares en la economía venezolana. De una estrategia de búsqueda de apoyo entre la patronal existente, el que siguió siendo minoritario, se pasó a la creación de una nueva patronal.