bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Los portazos en la política

imagen

Por Esteban Valenti (*)

Hay momentos en que un buen y oportuno portazo es fundamental en la política, en el debate, en los gobiernos, en la lucha ideológica y en los cojones (femeninos y masculinos). Es una de las claves de la unidad y de la buena política.

Arrastrarse por el poder y sus alrededores, es además de indigesto e indigno, la seguridad de la decadencia. Y eso es lo que ha sucedido durante mucho tiempo en la izquierda uruguaya y lo que queda de ella en el Frente Amplio.

Una cosa es anteponer el debate ideológico a ciertos momentos de gran persecución y de extrema tensión, como los que vivió el país en los años 60 y 70 y otra muy diferente, aunque con ciertas raíces comunes que conviene analizar, el silencio cómplice durante muchos, demasiados episodios en la izquierda, en gobiernos departamentales, nacionales y dentro del propio Frente Amplio.

Tomemos el ejemplo de un portazo de dignidad. Liber Seregni, tenía que optar por ser masacrado paso a paso por el liderazgo indiscutible y prepotente de Tabaré Vázquez, ser menospreciado como líder o renunciar y seguir haciendo política desde otra posición. Todos sabemos lo que hizo: renunció a la Presidencia del FA el 5 de febrero de 1996. Y tenía razón en sus posiciones, en su dignidad, pero sobre todo en su prospectiva política. Práctica que hoy ha sido desterrada por la suprema tarea de ejercer el poder y hacer la crónica más plana posible de la actualidad.

Pero ahora volvamos a la actualidad, salgamos de la comodidad de los grandes referentes de nuestra historia y vengamos al suelo, al barro y a la tierra de la situación. Hay enormes portazos inexistentes que han marcado la decadencia y la pérdida de referencias y de relato del Frente Amplio y más en general de la izquierda.

¿Qué es un portazo? Cuando el país y la fuerza política, en este caso el FA se encuentran en una encrucijada de la que depende su futuro, su identidad, su capacidad de continuar representando un amplio bloque social, político, ideal y cultural de los cambios, hace falta, parar y barajar de nuevo. Reexaminar las bases de la marcha del gobierno y del frente y definir si todavía existen las bases para un acuerdo estratégico y cuáles son los objetivos compatibles.

Mucho más necesarios son cuando se trata de definir principios básicos de la política y la moral de una fuerza de izquierda.

La clave de la fundación del FA, fue sin duda la unidad en la diversidad y sin exclusiones y por lo tanto un método que se practicó cada día con mayor generosidad, hasta que en algunas circunstancias explotó el consenso. 

"El consenso no fue un método, no fue la búsqueda del máximo común denominador posible en cada momento, fue mucho más, fue una visión estratégica que ayudó a democratizar a la izquierda y de esa manera a profundizar la democracia en toda la vida política y la sociedad uruguaya. Y ese es el mayor triunfo de su obra, que expresó de manera muy clara en su discurso a la salida de la cárcel. Era la continuidad en otro momento a su batalla democrática y pacificadora". Escribimos en una columna de diciembre de 2016 referida a Seregni. "¿Tenía razón el General?"

Y si tenía razón el general. Pero para que pudiera existir el consenso era necesario, debía existir la posibilidad del portazo, es decir que por razones diversas, principalmente de principios,  alguno de los partidos o grupos que integraban la coalición, se parara en la cuchilla y dijera: hasta aquí llego. Discutamos y veamos si llegamos a nuevos acuerdos superadores.

Los portazos, bien entendidos, para discutir, analizar, poner a punto las diversas posiciones, y no dejarse llevar por las imposiciones de las estructuras manipuladas, es un perfecto remedio para proteger la unidad. En algún momento la unidad, no se mantiene solo de poder y cargos, necesita ideas e intercambios, consensos e identidades claras.

En estos años de gobierno del FA, el único que cuando quiso pegó portazos fue José Mujica a través de otros, (Victor Semproni) por ejemplo, con la ley interpretativa sobre la ley de impunidad y en algunas oportunidades la Liga Federal de Darío Pérez. En realidad no se trataron de portazos, a lo sumo de entornar la puerta para una circunstancia, todo lo demás siguió exactamente igual.

Yo hablo de otra cosa y a otro nivel. Del portazo obligatorio que debería haber pegado Danilo Astori, el mismo que estuvo a punto de pegar cuando la discusión del primer presupuesto nacional del año 2005, donde llegó a amenazar con la renuncia y la de todo su equipo, porque el 4.5% del PBI destinado desde el primer año para la educación era un suicidio económico-financiero y pura demagogia, digna de quien la propuso y apoyada inicialmente por un presidente como Vázquez que de economía no sabía ni sabe absolutamente nada.

Portazo es el que debería haber dado Astori y todo el FLS cuando era absolutamente indiscutible que existían dos cajas en el gobierno, una manejada por el Ministerio de Economía y Finanzas y otra sin límites y desbocada manejada desde la Presidencia, con ANCAP a la cabeza, ANTEL, OSE, UTE, ANP, etc, aunque no todas se hubieran desbocado con el gasto, era claro el resultado para cualquiera que hubiera cursado el primer año de economía y conociera las bases de la política.

A ello había que agregar que la lista de proyectos faraónicos era interminable, puerto de aguas profundas, regasificadora, gasoducto y otros que fracasaron estrepitosamente y le costaron al país muchos centeneras de millones de dólares. ¿Había una pregunta básica, elemental, que muchas veces nos hicimos? ¿Lo hicieron por burros,  por irresponsables o por qué había un proyecto político detrás? Y era por ambos, había el proyecto de "Sendic presidente" y eran burros.

En simultaneo se producía el copamiento del Frente Amplio (Plenario Nacional y Congreso y por lo tanto los Comités de base que cada día eran menos y menos concurridos. Copados por parte de una alianza aparentemente antinatural, si se considera la historia, entre  el MPP-MLN, sus aliados menores y el PCU. Era una combinación para la situación política y gubernamentales muy peligrosa.  Y así les fue.

Pegar el portazo,  no era irse, sino hacer saber que queríamos una discusión de fondo sobre la marcha del gobierno y del FA para seguir adelante. Elemental, estábamos hablando del destino del país y su gente y de la izquierda, no de un reparto de cargos, en absoluto. Ya teníamos los comisarios del MPP en todas las dependencias. Los siguen teniendo...

Nada. Que cada lector juzgue las razones por sí mismo, pero lo cierto es que entre  los 15 integrantes de la dirección del FLS, solo tres apoyamos en diversas oportunidades el portazo (Fernando Lorenzo, Rodolfo Nin Novoa y yo)  "el portazo" a todos los niveles, del gobierno y del FA. Y teníamos razones, fuerza, capacidad de negociar. Faltó algo muy importante. Que faltó lo dejo librado a la imaginación de los lectores.

Chocamos siempre con los sagrados guardianes "gubernamentales" y "ministeriales" que no querían ni hablar de esa posibilidad de abandonar el sillón y con los guardianes de los estatutos del FA, como si se tratara de los tres textos sagrados de las religiones monoteístas juntos. Intocables.

Y en el medio explotó Pluna, eclosión que la pagó por entero el FLS, por diversas razones, en parte porque lo comenzó el MEF. Y llegamos al final de ese gobierno. Luego vino la bomba atómica de ANCAP y diversas otras explosiones menores.

Ahora estamos en otro gobierno, el de la flotación, la tabla inmóvil, donde no se mueve un ministro si no es para ir a la campaña electoral y donde no se mueve casi nada que no sea alguna nueva concesión a UPM y ajustes, bautizados con otros nombres más elegantes de impuestos y de tarifas para tratar de abatir un déficit que sigue inconmovible en el 4% del PBI anual. Una bomba de mecha lenta pero inexorable si no se apaga.

Pero, un nuevo portazo, no debería ser por causas económicas, ya nadie tiene ninguna expectativa en ese sentido, debería ser sobre la política exterior. Venezuela será recordada como una enorme roca en el camino de este gobierno y lo peor es el intento de hacer malabarismo con la enorme piedra. Un día una declaración contra todo pronunciamiento sobre la situación interna en Venezuela, acompañados del actual gobierno de México y al otro día desembarcamos a México y nos quedamos con los términos de referencia de la Unión Europea, que no le gustan nada a Maduro, pero eso sí, negociamos sacarle la parte que donde se reclama la libertad de los presos políticos... Este último es el episodio más bochornoso. ¿Quién lo reclamó?

No se trata de incluir el reconocimiento de Juan Guaidó, como presidente. Desde el principio he reiterado que esa es una trampa, impuesta desde afuera, que entre otras cosas le sirve a los que dilatan ad aeternum definiciones claras y por lo tanto el aislamiento extremo de Maduro. Los que se abrazan a Guaidó, optan por otro de los extremos de esa tragedia nacional.

¿Lo que quedó expuesto es la política de la cancillería?  Si lo es, y lo hace convencido, que asuma todas las consecuencias de un nuevo fracaso y de estas contradicciones indefendibles. Pero... ¿y si es la firme postura de la Presidencia de la República, movida por sólidos intereses propios, deberíamos saberlo?

En ese caso - especulo - pero no mucho, un buen portazo, tendría una enorme dignidad republicana y democrática. No hay fidelidad a nadie, ni personalmente ni políticamente, que pueda situarse por encima de los principios básicos del progresismo, de la democracia, de la sensibilidad frente a decenas de millones de personas que viven el martirio diario de la falta de todo: libertades, comida, medicamentos, atención sanitaria, transporte, seguridad, y sobre todo democracia. Porque se la estafaron.

Debe ser duro ser la soguita salvadora de un delincuente anormal como Maduro, que además ha incorporado el ridículo y la burla a toda su política, nacional e internacional. Ni García Márquez sería capaz de imaginar un tirano tan ladrón y ridículo.

Pero los portazos, no forman parte del horizonte y menos ahora, en tiempo de elecciones, donde todos dicen casi lo mismo, con un cambio en la entonación de la voz y alguna trovata sobre las nuevas tecnologías para substituir la incapacidad de levantar la basura en una ciudad roñosa como siempre.

Los portazos, bien entendidos son parte fundamental de la izquierda, de la democracia y de la unidad, sobre todo cuando del otro lado funciona un bloque que lo está copando todo y avanza. Eso sí, con algunos ilusos que lo adornan y otros que se aprovechan de los ilusos.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay