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Dossier: sobre las recientes elecciones presidenciales en México

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Por Adolfo Gilly, Lucía Lagunes Huerta, Jorge Altamira y Michael Roberts (*)

Memorial de agravios

Adolfo Gilly

La victoria de Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en las elecciones del domingo 1º de julio fue, en efecto, arrasadora. No sólo sus adversarios y enemigos, sino también muchos amigos, no se atrevían a esperarla de tales dimensiones. El 53 por ciento de la votación para un partido nuevo contra tres candidatos políticos de formaciones tradicionales, y los pobres resultados de cada uno de éstos y sus séquitos, da la medida de la victoria.

Pero más allá de la política y sus vericuetos, el movimiento del pueblo en esa noche del domingo dio la dimensión humana y sentimental de esa votación. Incontables miles y muchos miles más de muchachas y muchachos, chicas y chicos alegres y florecientes, llenaron el Zócalo, esa inmensa plaza que otras veces hemos llenado en protesta, rebelión y duelo, con una alegría y una energía desbordantes en los rostros, en los cuerpos y en los gestos. También en el trasporte, también en las calles aledañas y en los barrios.

Me sorprendió, una vez más, ver el uso espontáneo y fluido de los celulares y de la tecnología digital, imaginada como una tecnología de dominación sobre el trabajo humano en los lugares de producción y de despojo y control sobre sus mentes -por ejemplo, el uso de los drones como instrumento de vigilancia y delación sobre las manifestaciones en la ciudad, tal como hemos sufrido en los tiempos recientes-, y en cambio esa noche, como ya ha venido sucediendo, convertida en una tecnología para organizar y comunicar la protesta, la alegría, los alertas de un extremo a otro de una inmensa multitud en pacífica y ardiente rebelión ciudadana.

Estas fronteras nuestras estamos atravesando, a veces a grandes pasos en un solo día. El 1º de julio fue uno de esos días. Como de seguro ya está sucediendo, una tecnología diseñada para controlar el trabajo y las mentes se convierte también en un instrumento de libertad. Contemplando el ardiente espectáculo, no pude evitar recordar a aquella niña pequeña y valiente que a un secretario de Estado de cuyo nombre no logro acordarme le dijo: "No se dice ler, se dice leer".

Como todas las tecnologías, creación humana, son la mano y el cerebro humano, sus culturas y almas, los que al fin deciden las utilidades y los usos de la técnica. Así como otras veces en la historia larga, ante una de esas fronteras epocales estamos.

§

Ese pueblo está ansioso, sediento de respuestas. No votó por un programa preciso y definido, aunque éste pueda existir aún en el papel. Votó en masa por un hombre que hizo una promesa.

Unos lo declararon una amenaza -el Consejo Coordinador Empresarial, por ejemplo, que nunca debió haberse inmiscuido como tal en una elección, pues su función es otra- y ahora, sin el menor recato, lo abrazan y felicitan por la victoria. Con la misma alegría, pero ahora un poco maligna de mi parte, vi por internet el abrazo del oso empresarial y -creo haberlo visto- la rigidez cortés del abrazado, quien no puede haber olvidado las calumnias, los insultos y los dineros usados en su contra. Sé bien que son ahora tiempos de paz, pero la paz no excluye el recato y la decencia.

Este país no está bajo el antiguo control de terratenientes y capitales industriales, aun cuando éstos son parte constitutiva de su economía. Quien manda es un monstruo nuevo, que en México comenzó a crecer y a devorar allá por los años setenta del siglo XX. ErnestMandel hizo en aquellos tiempos un análisis precursor de esa voraz dominación naciente en tierras mexicanas. No fue el único pero sí uno de los más lúcidos.

Hoy la fracción mexicana de ese monstruo sin patria, pero que domina todos los antiguos territorios y naciones: Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Vietnam, Medio Oriente, nuestra América entera, opera también desde los paraísos fiscales y ejerce su poder de decisión y de penalización sobre quienes no acaten sus decisiones.

Ese es el monstruo -la hidra, como gustan llamarlo los zapatistas- que ahora se está moviendo desde afuera y desde adentro para preservar su dominación sobre México, todo su imperio financiero, industrial y agrario consolidado en la larga noche de los gobiernos del PRI, el PAN y por fin también el PRD. 

Esta secuencia de despojo y represión se desató al menos desde el masivo fraude de las elecciones de 1988, aquel gran robo al pueblo mexicano muchos de cuyos organizadores, autores y beneficiarios todavía no nos han explicado qué pasó y cómo fue. Esa secuencia se prolongó hasta el fatídico Pacto por México del 2012 entre el PRI, el PAN y el PRD, la privatización del petróleo, la reforma educativa y laboral, la oscura matanza individual y masiva -Nochixtlan, MiroslavaBreach, Javier Valdez...-, los secuestros y las desapariciones de mexicanas y mexicanos en lo que va de este siglo XXI.

La cantidad de asesinatos, ejecuciones y agresiones durante esta temporada electoral, las campañas violentas y sucias, los fraudes grandes y pequeños que resultaron inútiles para contener la avalancha popular, no son minucias para ser olvidadas tras la victoria si queremos restablecer paz y democracia. El voto masivo del pueblo de México hoy lo exige.

Limpieza de esos establos, no venganza, es lo que ha prometido el candidato triunfador. Uno de los episodios de esa incesante tragedia del sexenio fue Ayotzinapa. Los informes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI) son precisos y no han podido ser desmentidos. Han sido ignorado. Madres y padres, estudiantes y pueblos, siguen esperando una respuesta. En este enlace está el irrefutable segundo informe.

Sobre todos los nuevos poderes -Ejecutivo, Legislativo, Judicial- en la nación y en los estados, pesa la obligación de cumplir esas promesas del presidente electo por abrumadora mayoría, Andrés Manuel López Obrador. Es totalmente comprensible que en esta transición el presidente electo deba guardar cautela y discreción. Pero esa realidad saltará en diciembre a primer plano y bien sabe que tal es la herencia que nos dejan.

*  *  *

Las primeras decisiones de Andrés Manuel López Obrador anuncian su intención de cambio. Entre otras, abandonar la residencia de Los Pinos, vivir en un domicilio particular, disolver el Estado Mayor Presidencial -lo cual no excluye otras medidas de necesaria protección-, vender el avión presidencial, duplicar la pensión para los adultos mayores y extenderla a los discapacitados, derogar la reforma educativa, rever la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional y sus entretelones -entre ellos, Atenco no se olvida-, estudiar una nueva ubicación.

Ninguna de ellas toca aún el fondo oscuro de estos tiempos de tragedia mexicana. Pero todas proponen una dirección y un camino. Precisarlo no será sencillo. Tendrá oposiciones y contraposiciones adentro y afuera de su gobierno, tratándose Morena de una alianza explícita de visiones, propuestas e intereses diversos.

Una decisión de primera importancia anuncia el presidente electo. Antes de la toma de posesión hará una gira por toda la geografía de la república. Mi sencilla propuesta, que viene de la experiencia de nuestra primera campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 por toda la geografía de la República, es como sigue: anunciar y pedir en cada uno de los lugares, grandes y pequeños, que hombres y mujeres, niñas y niños, escriban cartas a Andrés Manuel López Obrador, que le digan de sus esperanzas, sus necesidades y sus agravios, que lo escriban con su propio estilo y ortografía, que así digan con sus letras su confianza en que serán escuchados y atendidos.

Aquella vez recibimos miles y miles de cartas, muchas de las cuales fueron publicadas por Ediciones Era. Hoy serán muchas, muchas más, pues de ese tamaño es la esperanza y el afán de hablar, escribir y ser oídos. Como en los tiempos de las revoluciones, esto se llama un Memorial de Agravios. Que los pueblos lo escriban y lo digan, que los gobiernos lean, escuchen y respondan a esas ansias.

Fuente: www.sinpermiso.info

 

El triunfo es nuestro

Lucía Lagunes Huerta

La euforia que tiene la población mexicana es más allá del triunfo de un candidato, es porque su voto fue respetado, contado y las instituciones creadas para ello, funcionaron. La euforia es por sentir que la apuesta a la democracia hoy da frutos. Es por saber que este triunfo es nuestro.

En 1988 la historia de la política mexicana dio un vuelco que no tenía retorno. La sociedad lo entendió pero el priismo no. El poder absoluto se resquebrajó, no más partido único, no más elecciones de Estado.

En síntesis lo que se demandaba entonces era "la emergencia de un sistema de partidos competitivo, un cambio en la correlación de fuerzas entre las opciones políticas y la mayor vigilancia de la sociedad civil de los procesos electorales", explica la socióloga Irma Campuzano Montoya.

La creación del Frente Democrático Nacional fue la apuesta de la confluencia de todas las expresiones políticas que apostaban por la democracia y una transición pacífica. Desde la escisión del ala democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador, entre otros, hasta una de las expresiones del trotskismo mexicano liderado por el historiador y politólogo Adolfo Gilly.

En 1988 el fraude tecnológico se estrenó como la expresión de la nueva era. La caída del sistema impidió tener resultados  inmediatos y confiables, un instituto electoral a la orden del gobierno priista dio el triunfo ilegítimo a Carlos Salinas de Gortari.

En 2018, los votos contaron, el sistema que se cayó fue el autoritario y ganó la democracia. Ésa es la euforia que está en el ambiente, la que sacó el domingo en la noche a la ciudadanía a las calles a festejar que "sí se pudo", que el voto mayoritario era respetado. El triunfo es de la sociedad mexicana, es nuestro, de mujeres y hombres.

Cómo olvidar esa imagen de Cárdenas, Rosario Ibarra de Piedra y Manuel J. Clouthier, acudiendo a Gobernación para rechazar la caída del sistema que anunciaba el fraude. Desde entonces la ciudadanía construyó el camino del triunfo del pasado domingo 2 de julio.

Los resultados están escribiendo un nuevo capítulo en la historia de México, la paridad equilibró de manera justa la presencia de las mujeres en los congresos y en el gabinete.

No sin nosotras, ha sido la exigencia que desde el movimiento feminista se ha impulsado. Sin las mujeres la democracia no avanza, no sólo en la presencia numérica sino en la construcción de país.

En 1996 las feministas crearon la Asamblea Nacional de Mujeres, espacio plural con dos ejes fundamentales: un Acuerdo Nacional de Mujeres para la Transición hacia la democracia y que la Reforma del Estado incluyera las propuestas de las mujeres.

Entonces ellas afirmaban "Nuestro futuro será diferente y promisorio si éste se construye tomando en cuenta la diversidad, la pluralidad, la diferencia y las necesidades de cada una de las personas que pueblan el país y que son base y el fundamento de un Estado de Derecho."

Y así lo hicieron. Construyeron nuevos marcos legales, instituciones, centros de estudios, conocimiento y movimiento.

Muchas de ellas, de las de entonces y las de ahora, se sumaron a la construcción de los partidos que surgieron en 1988; muchas crearon las "Adelitas" en 2008, acompañaron a Andrés Manuel  López Obrador en la resistencia civil pacífica, movimiento femenino encabezado por Claudia Sheinbaum, hoy gobernadora electa de la Ciudad de México.

A las mujeres les interesa la política por supuesto, "porque ella nos permitirá construir este nuevo país con toda la sociedad. Porque nuestros asuntos son asuntos de la nación" así lo manifestaban en 1996 y hoy sigue vigente.

La agenda del nuevo gobierno que emana de esta historia y que se concretó el 1 de julio debe incluir a toda la sociedad, desde el discurso hasta en la visión de país. Las mujeres deben ser nombradas y sus demandas priorizadas en un acto de justicia y en un reconocimiento por su aporte a la construcción democrática de México.

Sí, el triunfo es nuestro, de toda la sociedad, como nuestra es la responsabilidad de seguir impulsando y vigilando el cambio que hemos construido entre todas y todos.

Fuente: http://www.cimacnoticias.com.mx/noticia/el-triunfo-es-nuestro

 

 

 

Morenazo en México

Jorge Altamira

Como ocurriera, en cierto modo, con Cámpora y Perón, en 1973, o con Lula, en 2003, López Obrador, el ala izquierda en el escenario electoral de México, emerge con una victoria electoral plebiscitaria. Constituye, bien entendido, un último recurso, como en los casos precedentes, para hacer frente a la descomposición del régimen político existente e incluso a una tendencia a la disolución nacional. El domingo colapsaron los partidos principales de México, el casi centenario PRI y la alianza del ex izquierdista Partido de la Revolución Democrática (afiliado al frente izquierdista del Foro de Sao Paulo) y del PAN (la oposición histórica de la derecha mexicana). Se repartieron, en partes iguales, la mitad de los votos emitidos. El frente encabezado por MORENA, se llevó la mitad de los sufragios y ganó estados que antes se encontraban fuera del alcance de una fuerza que se reclamara de izquierda.

La participación electoral, la más alta en la historia, es un indicio incontrovertible de las enormes ilusiones que López Obrador ha desatado en las masas. La burguesía ha comprendido este giro político de una u otra manera. El presidente del Consejo Mexicano de Negocios declaró que "lo vamos a apoyar"; la Confederación Patronal, de un modo más elíptico, se refugió en que López Obrador "ha ido migrando hacia posiciones mucho más abiertas al diálogo" (La Nación, 20/6). También comunicó su apoyo el magnate más representativo de la burguesía mexicana, Carlos Slim, que ya había financiado varios proyectos de López Obrador, cuando éste ejerció la gobernación de la capital del país - con el esquema de la Partición Pública-Privada (la niña de los ojos del macrismo). Pareciera que López Obrador quisiera repetir esa experiencia con la construcción, ahora, de un aeropuerto gigantesco en la misma ciudad de México. Este mismo apoyo de superficie lo había dado la Unión Industrial, en 1972, a Perón, disolviendo incluso la entidad en la 'peronista' CGE, y la Fiesp frente a Lula. La ficción de la 'unidad nacional' aparece siempre que emite su último soplo de vida. Por otra parte, la victoria arrasadora de López Obrador tiene lugar cuando los Macri y los Temer hacen agua en sus respectivos países en un período de tiempo fulminante. América Latina ingresa en una nueva fase, de características más explosivas, claro, dentro de una transición histórica que tuvo su inicio con las rebeliones populares e insurrecciones de finales de los 90, y se acentuó más tarde con el desarrollo de la crisis mundial. Lo prueba el levantamiento popular en Nicaragua contra el 'trumpista' Daniel Ortega y familiares.

Lejos de dios

El ciclo histórico que se ha agotado en México se inició con la firma del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, y la estrategia de privatizaciones que llevaba consigo. Como se preveía, el tratado destruyó la economía agraria de todo el sur de México, y estableció el régimen de la maquila, una 'industria' de ensamblaje de partes provenientes de Estados Unidos y Canadá, con una fuerte precariedad laboral. Para los estudiosos del tema, la disolución de la antigua estructura rural ha sido la causa principal del auge del narco-negocio, convertido en alternativa de sobrevivencia para la población arruinada. De la misma manera, agravó la tendencia a la emigración hacia Estados Unidos. En esta misma línea estratégica se desmanteló el monopolio petrolero de Pemex, en beneficio de las petroleras internacionales. La economía de México se convirtió en un satélite de su vecino del norte, adonde exporta cerca del 40% de su producto bruto interno. López Obrador inaugurará su mandato en condiciones de presiones norteamericanas sin paralelo en los últimos ciento cincuenta años. "Muy lejos de dios y muy cerca...."

La burguesía nacional apoyó con todo esta enajenación de soberanía, que le brindaba posibilidades ilimitadas de explotación de la fuerza de trabajo - y la sigue apoyando. México se convirtió, asimismo, en un centro de transferencia de las inversiones de China y la UE, para exportar a Estados Unidos. Todo este armado económico se encuentra en la actualidad en un completo impasse; no solamente debido a la decisión de Trump de dar vuelta todo este acuerdo en función de una mayor dependencia hacia Estados Unidos, sino también porque ha quebrado a la economía mexicana, desatado una ola de emigración masiva y provocado una violencia político-delictiva gigantesca: casi doscientos mil muertos por el narcotráfico, casi ciento cincuenta políticos asesinados en la campaña electoral y crímenes de estado como el de los estudiantes de Ayotzinapa y otros que le siguieron. El costo de la corrupción se calcula en un 10% del PBI; la investigación de las operaciones de coima por parte de Odebrecht ha sido prohibida por ley. Las acusaciones por corrupción flagrantes contra el gobierno de Peña Nieto y familia están bloqueadas por disposiciones constitucionales y simplemente ignoradas por la Corte Suprema. La pudrición del régimen político mexicano ha llegado al tuétano.

Programa nacional y popular

López Obrador asegura que puede sacar a México de este impasse mediante la recuperación del dinero que consume la corrupción. El planteo mide la comprensión que el hombre tiene de la crisis de su país, cuando esa corrupción no es sino el punto final de una estructura de dominación social y política. Decidido apologista del mercado interno, López Obrador no pretende romper, sin embargo, el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, e incluso ha confiado a la prensa que podría "convencer" a Trump (Jon Lee Anderson, The New Yorker). Este planteo convierte a LO en el único nacionalista de contenido burgués de América Latina que no aboga por la unidad latinoamericana como estrategia para alcanzar la autonomía nacional. Tampoco pretende anular la privatización petrolera (solamente revisar contratos), con todo el perjuicio que representa para México la privación de la elevadísima renta petrolera actual y que las compañías yanquis operen en los dos lados de la frontera, lo cual privilegia la explotación no convencional en Texas. Sí propone construir refinerías, para evitar la importación de sub-productos, pero difícilmente contará para ello con apoyo internacional, salvo que promueva subsidios, porque la refinación es la parte de la cadena que ofrece menor rentabilidad.

De acuerdo a lo que le dijo a Anderson, no se propone aumentar los impuestos al beneficio (extraordinario) de las compañías petroleras y de energía, ni tampoco a la salud privada. "Ha propuesto, relata Anderson, establecer una zona libre de impuestos de treinta kilómetros a lo largo de la frontera norte y reducir los impuestos para las compañías, tanto mexicanas como norteamericanas, que instalen fábricas allí". LO ha elegido como futuro jefe de Gabinete a 'Poncho' Romero, un empresario multibillonario de la ciudad industrial de Monterrey.

Un asesor de LO calificó la designación como "un puente" hacia la burguesía que podría temer que se él se comporte como un chavista (Anderson). Más lejos aún, si cabe, ha salido en defensa del capital minero local y canadiense, ofreciendo la candidatura de senador a Napoleón Gómez Urrutia, acusado de apropiarse de yacimientos de la competencia. LO condenó el bloqueo de las refinerías, por parte de los trabajadores, contra el 'gasolinazo' desatado por Peña Nieto hace dos años. Morena, el partido de LO, concurrió a elecciones en alianza con el PES, un agrupamiento homofóbico de derecha, y con el PT, de origen maoísta y nuevos reclutas del 'trotskismo' (SU).

Escalada

La distancia entre los problemas de México y el programa de Morena es abismal, incluso desde un punto de vista reformista. Este hecho anuncia serios choques políticos y sociales y un recurso a la improvisación. López Obrador ha rechazado la exigencia de Trump para que controle la emigración de Centroamérica hacia México, en ruta a Estados Unidos, y plantea que los controles se hagan en Tijuana, el norte del país. El "trabajo sucio" que se niega a hacer en el sur, lo traslada al otro extremo del país, sin una palabra a favor de una campaña por la inmigración libre, no ya en Norteamérica, sino en todo el mundo. Un antiimperialismo consecuente es imposible sino a escala internacional.

México, incluso más que nadie, será impactado por la guerra económica internacional. El peso mexicano y la Bolsa sufren la presión de la salida de capitales. Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, será ungido presidente recién en diciembre próximo, cuando las papas estarán tiznadas de negro. ¿Habrá un adelanto del traspaso del poder? Quizás esto se transforme en el primer gran episodio de una crisis que será muy severa. La clase obrera de América Latina debe ver en lo ocurrido el domingo en México una etapa que envolverá a todo el continente: una crisis de régimen terminal y el planteamiento de una cuestión de poder.

Fuente: https://www.facebook.com/jorge.altamira.ok/photos/morenazo-en-m%C3%A9xic...


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