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Los candidatos y la sillontocracia

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Por Esteban Valenti (*)

Comenzó o se aceleró el juego de la mosqueta sobre los candidatos en el Frente Amplio. A algunos cada día les creo menos.

Y porque soy de izquierda es que no voy a votar en las próximas elecciones a ningún candidato que venga del aparato del poder, es decir que forme parte de la sillontocracia. Lo quiero decir con tiempo, alto y claro y no esperar para hacer especulaciones.

No quiero, bajo ningún concepto que la prioridad absoluta de lo que queda llamándose Frente Amplio baje un escalón más en el proyecto, en sus ideas de izquierda y supedite todo a mantener el poder y los sillones conquistados. Eso no es de izquierda, es otra cosa, aunque lo pinten de los colores tradicionales.

Hay obligatoriamente que renovar las ideas, el Proyecto Nacional, recuperar los valores históricos de gestión transparente, de prioridades populares, de defensa de los intereses de la mayoría del país y no de sectores, de terminar con algo peor que la burocracia, la sillontocracia, que obtura las reacciones y los pensamientos de izquierda, se impone sobre sus valores para justificar o defender cualquier cosa, dentro y fuera del país. Incluyendo actos inaceptables de mentiras y de corrupción.

La expresión suprema de este proceso es la flotación actual de la acción de gobierno, cuyos resultados mediocres y sin ningún cambio importante y de fondo se ha paralizado hace varios años y por otro lado un aparato que ha copado el FA con una representación cada día más antidemocrática, poblada de funcionarios de todos los niveles. Hay que salvar a la izquierda y las ideas fundacionales del verdadero Frente Amplio.

Y hay que hacerlo por el bien del país, porque para volver a la senda de un auténtico Proyecto Nacional, popular, democrático, avanzado, audaz, hay que ir a las raíces, hay que ser radicales y para ello hay que derrotar a la sillontocracia.

Lo mismo que le sucede al Frente Amplio le sucede a la oposición, se han dormido en la comodidad de las mismas críticas, sin novedad, sin señales renovadoras, con las mismas caras y las mismas ideas que llevaron al país a la decadencia durante décadas. De ese problema que se ocupen ellos, yo soy de izquierda y analizo y opino sobre mis problemas.

¿Todos los posibles candidatos son iguales? No, en absoluto, pero lo que es igual es el aparato y si no rompemos con su lógica, al final se va seguir imponiendo y copando las neuronas, los programas, las flotaciones sin destino y el extremo cuidado de los cargos. Hay mucha, mucha gente que considera que su destino y su derecho son los sillones. Por eso cuando se habla de "independientes", no compro paquetes del poder bien envueltos. Tengo otras prioridades y no ando contando cuantos somos, eso lo dirá la política y la vida.

Terminar con esta lógica de la continuidad, no es solamente cambiar a los tres principales dirigentes históricos del FA o el candidato "cantado" y permanente a diversos cargos, para que esto no parezca una carrera de postas, es romper la lógica del aparato y recurrir a figuras, nombres que vengan de la sociedad, de la política sin partidos, de otras actividades y que no sean el simple continuismo.

También lo rechazo porque es el congelamiento de la izquierda, barricada detrás del poder y nada más y no quiero en absoluto peor de lo mismo.

El continuismo no es solo de nombres, de cargos que se rotan pero son siempre los mismos o parecidos, sino es la seguridad que las reformas de fondo que el país necesita no se harán, que la paralización flotante actual y luego la decadencia se impondrán sobre el país.

El continuismo es que la reforma del Estado, dolorosa y difícil en particular en el Uruguay, no se hará, la volveremos a adornar con palabras y tecnologías, no se hará la reforma de la educación y seguirá la paupérrima bandera del 6% y luego del 8%, que no habrá mejoras en la calidad del gasto público, que la inseguridad seguirá creciendo acompañada con una distribución de responsabilidades entre los responsables, que el trabajo, la verdadera cultura del trabajo que en el Uruguay es bastante carente no se abordará a fondo y con nuevas exigencias, que las políticas culturales seguirán cercadas y acotadas.

No se trata de desconocer todo lo que han hecho por los gobiernos del FA, al contrario, comparando el proceso se percibe el actual estancamiento y los callos que se han generado en demasiadas asentaderas, luego del impulso inicial se produjeron cambios importantes, pero que se han agotado, porque perdimos sentido crítico. El continuismo es la pérdida definitiva de todo espíritu crítico, la principal arma de la izquierda.

Hay personas que no tienen que ver con el gobierno, con los diversos gobiernos, que no cargan con sus compromisos, con sus limitaciones, sus compromisos con el aparato, con los diversos aparatos y que deberían renovar la oferta de la izquierda.

Es exactamente eso lo que sucedió en México. La izquierda institucional en México era el PRD, que gobernó estados e incluso la capital, pero que una figura como Andrés Manuel López Obrador fue arrinconado por el aparato del PRD y tuvo que formar su propio movimiento, el MORENA para disputar desde la izquierda el gobierno ante el desastre del PRI y del PAN.

Los procesos no se repiten pero, en el Uruguay hay figuras independientes, en la política, en la academia, en muchos otros ámbitos para asumir ese papel renovador.

Por otro lado la izquierda uruguaya vaya si recurrió a figuras "externas" ¿acaso el general Liber Seregni no era una personalidad "externa" a la política, o Tabaré Vázquez en su momento, Mariano Arana, Juan José Crottogini, el Doctor Hugo Villar no eran figuras independientes que en poco tiempo se transformaron y las transformamos en alternativas nacionales o departamentales?

Los dirigentes políticos eran otros, con otra grandeza, con otra generosidad, con otra relación entre los cargos y las ideas. ¿O José Pedro Cardozo, Rodney Arismendi, Juan Pablo Terra, Zelmar Michelini, Francisco Rodríguez Camusso, Juan Pedro Bonavita, Alba Roballo y una lista interminable de grandes dirigentes no tenían credenciales para ser candidatos comunes?

Cuando a la salida de la dictadura el gobierno de Sanguinetti nos ofreció cuatro cargos en empresas y bancos del estado, designamos a los más capaces y preparados y no lo repartimos por cuotas. Y además de dar una señal justa y necesaria, nos fue muy bien.

Este razonamiento también vale también para analizar la renovación de 30 años de gobernar Montevideo. ¿No tenemos acaso demasiadas tareas pendientes, demasiados cambios de mentalidad, de gestión y sobre todo de resultados? 

El poder es la razón misma de la política, puede ser su máxima realización o la tumba de los proyectos, de las ideas, de los grandes valores de la izquierda. Lo que tenemos que priorizar es quien y como gobernará el país a partir del 1 de marzo del 2020 y su impacto en la vida de los uruguayos, de su libertad, de su seguridad, de su nivel de consumo material y espiritual, en su educación y en su cultura, en su apego y respeto por el trabajo y por la convivencia entre todos los orientales y no en los equilibrios del poder. Ni de este poder ni del poder tradicional.

  (*) Periodista, escritor, director de uypress.net y de bitácora.com.uy  Uruguay


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