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Que ese futuro no venga

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Por Esteban Valenti (*)

"Si ves al futuro, decile que no venga."

Juan José Castelli - El Orador de la revolución de Mayo.

Voy a negar flagrantemente mis orígenes marxianos o como se llamen ahora y a mi optimismo de la voluntad o  el sentido inexorable del progreso humano, que algunos creen que nos llevará hacía la justicia social y hacia un mundo más justo, incluso hacia el inexorable socialismo, aunque no sepan definir ni cercanamente que carajo es para ellos el socialismo. Mis opiniones se basan en las señales reales, concretas que estoy recogiendo en mi vida.

Sé que en estos días referirme a estos temas, cuando todo el planeta no habla de otra cosa que de fútbol y de 22 jugadores, 4 árbitros y un VAR que siguen una pelota en un campo verde inmaculado, rodeado de vociferantes hinchas disfrazados, es inoportuno. Y mucho más después de los resultados de Uruguay, que violan todas las leyes de la demografía deportiva. Un país de 3.400.000 de habitantes...! Debe haber alguna explicación embrujada o endiablada.

El circo del futbol, del que yo soy un cultor impenitente y casi fanático, que tengo que tomarme un medicamente para ver jugar a la celeste. Pero no deja de ser el mayor circo universal y comercial de todos los tiempos y poco más.

Estuve en Europa por unos días y asistí por televisión y en directo a través de los medios a demostraciones indiscutibles del desmoronamiento civilizatorio y moral de ese mundo, al que se suman los Estados Unidos con un presidente que separa los niños de los emigrantes de sus familias, o a los barcos que socorren refugiados y navegan a la deriva en busca de puertos por el Mediterráneo y fronteras alambradas y amuralladas por todos lados, en Francia en la cabecera del túnel bajo el canal de la Mancha, en Ventimiglia en la frontera con Italia, en Turquía, en los Balcanes. Nunca hubo tantos muros en el mundo.

He seguido de cerca, más de cerca la pulverización Libia por parte de los franceses y sus aliados que ahora no quieren asumir ninguna responsabilidad por sus actos, excepto adueñarse de las riquezas de ese país, la guerra interminable en Siria, o la peor atrocidad humanitaria del momento, la guerra en Yemen, de la que nadie habla, mientras el principal responsable, Arabia Saudita festeja porque sus mujeres podrán manejar automóviles y sacar una uña del medioevo y sus compras desbordarán a las firmas automovilísticas que producen los autos más caros.

Más de 22 millones de yemenitas dependen hoy de la ayuda humanitaria, las muertes por acciones de guerra, sobre todo bombardeos saluditas suman decenas de miles, pero el hambre y las enfermedades diezman la población civil. Y nadie habla, todo está envuelto en un silencio cómplice.

Y el nuevo triunfo electoral del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, y su política de nacionalismo feriz y derechista, pero sobre de su control represivo de su país.

Mientras tanto la vida política en Europa está signada como tema central por los refugiados. En Italia en dos vueltas electorales, la derecha diezmó al centro izquierda, incluso en las llamadas zonas rojas, de Umbria, Toscana y Emilia Romagna. Todo gira en torno al astro ascendente de la política italiano Mateo Salvini, viceprimer ministro y ministro del interior, integrante de la Lega Nord, xenófobo y racista, pero con un discurso inteligente de defender a Italia de la avalancha de refugiados que zarpan desde el norte de Africa, mientras la hipocresía francesa de Emanuel Macrón y de otros países europeos no quieren hacerse cargo en absoluto de la masa creciente de desesperados africanos y del medio oriente.

Con el discurso moralista y "papal" que hace el Partido Democrático, en franca decadencia y sin  líderes a la vista, no van a frenar a Mateo Salvini que en pocos meses pasó del 17% de votos a superar el 30% y logró aliarse con el Movimiento 5 Stelle", a través de un "contrato". No de un programa, sino de un "contrato". Y los partidos históricos en desbarranque total.

Quiero agregar algo personal. Yo como los romanos y muchas personas en el mundo amamos Roma. Ni siquiera me voy a tomar el trabajo de explicarlo. Hoy Roma es el ejemplo del desbarranque, con una alcaldesa, Virginia Raggi  que gobierna hace exactamente dos años y que ganó las elecciones como resultado de los robos, escándalos, y desastres de los anteriores gobiernos de centro izquierda. La mafia Capital. La decadencia venía de más lejos, pero en estos 24 meses ha logrado devastar a Roma, sucia, abandonada, con calles destruidas, parques y jardines públicos en estado deplorable. Y el partido de la Raggi a nivel nacional, hace 3 meses obtuvo más del 30% de los votos... Eso es Italia.

Un país de alta densidad política histórica, desinteresado, con una participación a las elecciones del pasado domingo de menos del 50%.

En este momento y según datos de las Naciones Unidas, hay 65 millones de refugiados en el mundo, cifra superior a la de la Segunda Guerra Mundial, pero que además seguirá creciendo por las guerras actuales y futuras y por las hambrunas y la miseria, en África, en los países centroamericanos y en México.

No hay un solo, ni el más mínimo indicador de que en este y, en otros aspectos la situación mejorará en Europa. En Hungría, Polonia y Austria hay gobiernos de derecha y al borde del fascismo. Mientras  Angela Merkel tiene crecientes dificultades con sus aliados por su política racional y equilibrada sobre los refugiados. Ellos también quieren leña.

Después están los aspectos aparentemente menores de la realidad, minúsculos si se los compara con esta realidad humanitaria, me refiero a las máquinas ocupándolo todo de manera incontenible. Ir a un aeropuerto es una tortura, por dos motivos, hay que hacerse todo solos, desde el ticket de embarque hasta despachar las valijas en una máquinas infernales que se ocupan de controlar todo y lo peor, se han especializado en molestar a la gente, en revisarle hasta los bolsillos, las tablets, los zapatos, los cinturones y después de pasar por diversas máquinas te palpan. No confían ni siquiera en sus propios engendros electrónicos de control. Si quieren un ejemplo de controles dignos de una cárcel de alta seguridad y no de un aeropuerto viajen a Schiphol el aeropuerto de Amsterdam. Vayan con tiempo y mucha paciencia...

Es que en los aeropuertos y en las compañías de aviación y en muchos otros servicios, la gente ha descendido varios escalones, hasta ser simples usuarios, de la más baja estirpe.

Pero los mismos automatismos super controlados, funcionan en hoteles sin recepción, en estaciones de servicio y, avanzan, incontrolables. Por ahora colocan a algún funcionario para que explique el mecanismo, pero son especies en vía de extinción. Ni que hablar de los bancos, que también funcionan así en nuestro país, para beneplácito de los ladrones de cajeros automáticos.

Las enormes muchedumbres a agobian en los aeropuertos, locales por la calle, en los bares y en cualquier aglomeración, hay una actividad casi exclusiva, utilizar el celular o alguna computadora portátil. Es una fiebre, nunca hubo tanta comunicación en todo momento y para cualquier cosa, y tengo la clara sensación de que nunca como ahora hubo menos comunicaciones entre los seres humanos y las generaciones.

Con el poco de imaginación que me va quedando ante tanta automatización, tantos sistemas electrónicos y códigos que hay que aprenderse, tantas tarjetas magnéticas y mapas de google, si proyecto este mundo hacia adelante, no es el mío. Debo estar viejo, lo estoy, pero si al menos la política esa noble actividad de gobernar a los semejantes o de intentar llegar al poder, mantuviera sus rasgos humanos más típicos, sería un refugio. No siquiera, los gigantescos bancos de datos, y el manejo de la comunicación a través de ellos, recogiendo información al mínimo detalle de los consumidores-ciudadanos, ya lo está cambiando todo, el discurso, el relato, las sensibilidades, los líderes, los partidos fugaces.

Lo único que se mantiene intacto, es más, se refuerza es una nueva casta, la sillontocracia que es un desarrollo perverso de la burocracia, es la clase, el grupo, de los que hacen del poder su única forma de vida y la defienden con uñas, dientes y todo tipo de artilugios.

Y la sillontocracia funciona rigurosamente también en Uruguay, el futuro no viene de afuera, lo llevamos adentro, bien adentro comiéndonos en alma, todos los días un poquito y a todos los niveles. Lo que los uruguayos hemos sido es maestros en justificarnos, tenemos para ello la complicidad de una derecha sin ideas, sin grandes líderes y si audacia que quiere construir su propia sillontocracia.

Es esa sillontocracia que se atrevió a hablar del socialismo del siglo XXI y organizó el mayor saqueo a una nación que se recuerde en el continente, en Venezuela y que emula con su socio Daniel Ortega en Nicaragua. Y tienen sus cómplices en el Uruguay.

La inseguridad invadiendo nuestras vidas, como lo hace todos los días, sin que los gobernantes quieran reconocerlo, es parte de ese futuro siniestro que se nos viene encima, mientras algunos miden con un centímetro cuán lejos estamos de Guatemala y Honduras y otros le echan la culpa a la inclusión financiera, que parece ser responsabilidad de los anteriores gobiernos. Ese es el futuro que si lo ves, dile que no venga.

Yo también como ustedes necesito un mensaje optimista, pero para ello necesito mirar la realidad de frente, no mentir, no mentirme, no escudarme detrás de un sillón, para ser cómplice de sus cultores y adoradores. Ese otro futuro exige un enorme esfuerzo de sinceridad y de audacia y sobre todo mucha valentía para decir la verdad, aunque duela.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y bitácora.com.uy. Uruguay.

P.D. Juan José Castelli, llamado por su aporte a las ideas y al discurso de la revolución de Mayo y al independentismo americano, "el orador de la revolución", murió a los 48 años de un cáncer de lengua. Ese final dramático está genialmente retratado en "La revolución es un sueño eterno" del escritor Andrés Rivera.


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