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¿Hay relato?

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Por Esteban Valenti (*)

No nos referimos al relato en términos literarios, sino exclusivamente políticos, aunque tengan bastantes puntos de contacto.

El concepto de "relato" se ha ido incorporando con fuerza en el debate y la comunicación política como uno de los elementos estratégicos fundamentales. Una de las mayores pérdidas que ha sufrido la izquierda uruguaya en los últimos años es el empobrecimiento y hasta la pérdida de su propio relato, que fue en definitiva su principal punto de fuerza.

"El relato es básicamente el centro de la estrategia de comunicación política. Sirve para transmitir valores, objetivos y construir identidades. Es una historia persuasiva que actúa a modo de "marca" de un partido, líder o gobierno. Moviliza, seduce, evoca y compromete mediante la activación de los sentidos y las emociones. Confiere identidades de "nosotros" y "ellos", define objetivos y propone una visión del pasado, del presente y del futuro (D'Adamo y García Beaudoux, 2013)"

"Es eficiente como modo de comunicación porque los seres humanos, desde el punto de vista cognitivo, son particularmente aptos para procesar narrativas y para comprender las explicaciones brindadas en ese formato (Lakoff, 2008). storytelling o narración de historias es la principal técnica que se utiliza en la construcción de relatos. Una de sus principales tácticas es el reframing o reencuadre, entendido como el proceso de alterar el significado atribuido a una situación cambiando el contexto o marco a través de cual se la presenta y experimenta (D'Adamo y García Beaudoux, 2013)" Diccionario Enciclopédico de Comunicación Política.

¿Cuánto hace que por la suma de sus componentes o por alguna de sus principales figuras, el Frente Amplio no transmite su relato? Es más, la suma de sus discursos y opiniones y sobre todo hechos y sus explicaciones, no refuerzan su identidad, la debilitan, la diluyen. El poder como relato excluyente es destructivo de valores, de nuestra historia, de nuestros valores fundacionales.

El relato no puede ser una simple repetición de viejas frases y hoy está muy lejos de ser una historia persuasiva que refuerce la "marca".

La situación que enfrenta hoy la izquierda uruguaya, el Frente Amplio, no es el resultado solamente del balance de sus acciones de gobierno, de sus aciertos y errores, de sus escándalos y de sus reacciones políticas por parte del propio FA, es el empobrecimiento y la carencia manifiesta de un relato, creíble, audaz, innovador, que intente responder a las grandes y complejas interrogantes que nos plantea el mundo actual y nuestro propio país. Correr detrás de los hechos, no tiene nada que ver con un relato.

Al final de esta nota, voy a incluir una descripción de los elementos de un relato político del mismo Diccionario Enciclopédico de la Comunicación Política. Es un poco esquemático y en definitiva si seguir esas indicaciones asegurara los resultados, todos tendrían relucientes "relatos". En el Uruguay actual, nadie tiene relatos, asistimos a uno de los periodos de nuestra historia de mayor orfandad de relatos políticos.

La izquierda uruguaya, sin todos estos elementos académicos construyó un potente relato en permanente evolución y cambio, aunque con sólidos elementos históricos a partir de su experiencia, de su lucha, del aporte de sectores sociales como los trabajadores, los intelectuales, los estudiantes y de figuras populares que le incorporaron la pluralidad y las diferencias como un factor distintivo y de fuerza y no de debilidad.

El relato frenteamplista se basó clara y terminantemente en ser la única opción de cambio frente a sus dos enemigos históricos, el poder tradicional, los colorados y los blancos. Eso requería una condición fundamental: ser diferentes, ser "los diferentes". Ese elemento se ha debilitado notoriamente.

Esa diferencia era en las prioridades sociales, en el proyecto económico y político y en la sustitución de las eternas dinastías del poder bi-color y en la honestidad y la moralidad, no solo como virtud legal sino como derivación natural de su principal objetivo: la justicia social, la mejora en la distribución de las riquezas y de las oportunidades. La moralidad republicana tiene en esta perspectiva un valor profundamente político y diferente. No es solo apego a las normas, sino a los principios. Era uno de los puntos fuertes de la marca. Con la ayuda de algunos inmorales esa parte del relato se ha cribado por muchos lados y en forma grave. Hoy en la sociedad existe la creciente opinión de que "son todos iguales".

Lo que es notorio es la capacidad de los líderes de ambos partidos tradicionales, de subsanar las carencias del FA, aportando su iniciativa para reconstruir la polarización. Allá ellos.

Luego de la dictadura, de la salida, del precio pagado por la izquierda en esa lucha contra el régimen y de la revisión más o menos explícita a favor de la democracia por parte de la izquierda, no todos con el mismo recorrido, no hay duda que en el relato tenía en el FA una fortísima impronta democrática, de defensa de los derechos humanos, de defensa de las libertades. Este es el aspecto donde el FA puede ostentar los mejores resultados, sobre todo comparando con los negros vaticinios de sus adversarios y de otras experiencias en la región (Argentina, Venezuela, Nicaragua, etc).

Aunque un enorme agujero en el relato democrático, es el apoyo del FA (mayoritariamente) y con entusiasmo por parte de algunos grupos, al régimen dictatorial y fracasado de Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Cómo se va a lograr hacer compatibles las posiciones totalmente enfrentadas dentro del FA sobre este tema, es todo un nuevo desafió?

Pero de todas maneras, la democracia que sin duda en muchos aspectos se ha fortalecido, requiere creatividad, audacia y renovados impulsos, sobre todo ante nuevos desafíos que la amenazan, como el crimen organizado, la delincuencia y la desintegración social de determinados grupos. Y en particular en la educación pública, es decir en la capacidad que una sociedad le aporta a sus ciudadanos para utilizar sus derechos, sus libertades y sus capacidades laborales. Aquí el agujero es grande y lejos de haber cambiado el ADN, el FA ha sido un factor de paralización más costosa de la educación.

Un relato debe tener novedades, debe arriesgar, no puede insultar la inteligencia de los ciudadanos repitiendo siempre lo mismo, hay que afrontar los nuevos problemas y las nuevas diferencias que van surgiendo en el ejercicio del gobierno. Las novedades que realmente importan, la búsqueda de respuestas a los temas del trabajo, del proyecto productivo, del papel de nuevos sectores emergentes, de las nuevas tecnologías en general y en particular de la información, brillan por su ausencia. A lo sumo se intentan respuestas de saturación en la propaganda oficial.

Un relato debe diseñar puertos, destinos, objetivos que basados en la realidad levanten la mira, afinen la brújula en el desarrollo, en el crecimiento, en la redistribución de la riqueza, en la calidad de vida en su conjunto y no solo del consumo, en atender a los nuevos problemas mundiales.

Un relato no puede limitarse a una gran inversión "salvadora" o a la reiteración del discurso de los derechos de las minorías, también hay que atender a las mayorías que han sido siempre nuestra base de apoyo e impulso. De tanto hablar, legislar, discursear sobre las minorías, nos hemos olvidado de las mayorías. Y no es por casualidad o distracción, es por incapacidad.

Un relato de izquierda en el Uruguay del 2018 no puede tener como motivo central la aspiración de los funcionarios, de seguir prendidos como un abrojo a los sillones, es decir por cuarta vez. Nadie puede construir un discurso sin sentido del triunfo y del avance, pero la clave es darle contenido a esa continuidad, y no aparece por ningún lado. A menos que el aumentar los impuestos, darle más poder a los sindicatos, en todos los planos y en particular en la educación, sea parte de los principios rectores del nuevo relato. O el aislarnos y proteger nuestra producción levantando muros ante la realidad del comercio internacional.

Asumamos que además es muy difícil construir un nuevo relato con las mismas voces, sin el aporte de nuevos actores de renovación, que no tienen que ver ni con la edad (Bernie Sanders tiene 76 años), ni por el sexo (Hillary Clinton fue derrotada por ser la expresión del sistema y la continuidad): Es que la oferta de candidatos que rondan en el aire, son siempre los mismos y el balance de su gestión como gobernantes o como dirigentes políticos, no aporta ninguna novedad ni entusiasmo. En muchos casos, todo lo contrario.

Sobre este tema del relato se podría hacer una buena radiografía, relevando el nivel de los debates, de los eventos que se realizan en la izquierda uruguaya, o los discursos desde el gobierno y tendríamos una dimensión del estrecho corredor en el que estamos metidos y además con un techo muy pegado al piso.

  (*) Periodista, escritor, director de Uypress y Bitácora. Uruguay

 

"Elementos de la estructura del relato político

Un relato bien estructurado es "la novela del poder". Se ha propuesto un conjunto de once categorías que conforman la estructura del relato político (D'Adamo y García Beaudoux, 2013)[1]:

Conflicto y antagonismo: El relato se construye en torno a un conflicto entre actores antagónicos, utiliza la lógica "amigo.-enemigo" y los esquemas binarios para elaborar justificaciones.

Valores: No se funda sobre temas concretos, sino en unos valores generales que sirven, luego, para referenciar y enmarcar temas específicos.

Escenificación del liderazgo: Los relatos colaboran en la definición de estilos personales de liderazgo a partir de ciertas claves que se repiten y van delineando una forma determinada de comunicar de un individuo. Frases, palabras, colores, elementos de la vestimenta, lugares, instituciones, recuerdos de logros y momentos emotivos que jalonen una historia compartida.

Visión: Los líderes propician el cambio mediante la construcción de una visión de futuro. La visión provee al líder la capacidad de inspirar, estimular a los seguidores y conceptualizar para ellos la situación y el rumbo, remarcando valores, el fortalecimiento del grupo, la generación de altas expectativas de logro y la promoción de una identidad colectiva (Nanus, 1994)[3].

Retórica y lenguaje: Los relatos usan un "lenguaje aspiracional" (Luntz, 2007)[4] que permite que los individuos visualicen cómo cambiarían sus vidas y la sociedad en la que viven si la visión se concretara. Se emplea un discurso épico atravesado por sucesivas confrontaciones de los "buenos" y los "malos".

Mitos: En la construcción del relato la recurrencia a mitos es central. Los mitos son historias o eventos, reales o imaginarios, que iluminan ciertos valores clave de una sociedad o grupo. Son explicaciones culturalmente compartidas, que actúan como puntos de referencia y cohesionan identitariamente a los grupos (García Beaudoux, D'Adamo y Slavinsky, 2011)[5]. Los mitos se vinculan con una constelación de factores: ideales, historias comunitarias, gestas individuales, sirviendo de apoyatura a las construcciones sociales ulteriores (D'Adamo y García Beaudoux, 1995)[6].

Símbolos: Son vías compendiadas para comunicar significados. Su capacidad para despertar emociones es lo que los vuelve útiles. Se evitan razonamientos críticos y se transmiten ideas complejas de un modo simple: la balanza de la justicia, las cadenas rotas de la libertad o la "V" de la victoria son símbolos rápida y fácilmente comprensibles

Recurrencia a líneas argumentales familiares e instaladas en la cultura popular: Las narrativas que mejor funcionan son las que cuentan con fuerte arraigo en la cultura de una población, formatos y tramas familiares a todos. Las metáforas son elementos de fundamental importancia en la construcción del relato, suelen ser la base sobre la que se cimienta. Una metáfora es una transferencia de significados. Ayuda a explicar algo nuevo en términos de algo conocido. Por ejemplo, si un gobierno construye su relato sobre la metáfora "la política es un juego de azar", aparece una serie de transferencia de significados: apuesta, emoción, pérdidas y ganancias (Núñez, 2007)[7]. Existen narrativas conformadas por guiones culturales clásicos: el héroe, la víctima y el villano; la batalla del bien contra el mal; fortaleza versus debilidad; justicia e injusticia; libertad y opresión.

Activación de los sentidos y 10. activación de las emociones: el relato, para ser eficaz, debe activar tanto los sentidos como las emociones. Se atiende mucho más a las historias con fuerte carga emocional que a las informaciones asépticas, ya que despiertan la identificación afectiva.

Moralejas: Los relatos incluyen alguna moraleja que ilumina el modo de enfrentar un problema. En el caso de los relatos políticos, la moraleja suele ser siempre la misma: los actores se presentan como los únicos garantes de un estado de cosas que encarna todo lo positivo, por lo que la conclusión "natural" es la necesidad de que la gente dé su apoyo para perpetuar a los protagonistas en el poder"


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