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Documento de los “24” (Continuación)

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La Reforma Política para construir un gobierno de mayorías.

La participación de los ciudadanos, de los hombres y mujeres, de jóvenes y viejos, de los sin techo, de los carenciados en todos los sentidos, no tiene una única estructura de articulación. Pero es sólo desde esta pluralidad de sujetos e intereses, muchas veces en tensión, que la profundización de la democracia se convierte en un desafío de hoy.

Para lograr tales metas creemos importante:

1.           Reformar profundamente la estructura de la Intendencia, realizando una efectiva desconcentración orientada a una mayor eficiencia, lo que incluye mejores condiciones  para el trabajo y la participación en la gestión de los funcionarios municipales.

2.           Combatir a todos los niveles la burocratización, el peor enemigo de todo proyecto renovador.

3.           Promover nuevas formas de organización del trabajo por programas, que atiendan a las necesidades integrales de la población y posibiliten la participación de ésta en las definiciones de gobierno.

4.           Evaluar el desempeño de los cargos políticos sólo según su capacidad y las necesidades de la gestión, sin tener en cuenta la interna frenteamplista.

5.           Incorporar en breve instancias de definición electoral a las formas de representación democrática de los vecinos, para que el proceso de descentralización no se refleje sólo en la gestión a nivel de cada barrio sino también en la radicalización de la democracia.

 

3. Las reformas urgentes

Corresponde impulsar desde ya, a nivel popular y parlamentario, cuatro grandes reformas que el país requiere.

El actual régimen presidencialista no estimula la formación de mayoría gubernamentales estables, pero aviva la tentación autoritaria. Quienes temen el avance de las izquierdas promueven una reforma constitucional que garantice mayorías parlamentarias al gobierno, a través de la supresión de la representación proporcional. Frente a esa iniciativa retrógrada, no corresponde defender este régimen frágil y poco eficiente, surgido de la Reforma "Naranja", sin propiciar una reforma de signo opuesto, que  favorezca la conformación de gobiernos de mayorías reales, programáticas y electorales.

Profundizar la democracia lleva a promover un régimen de características más parlamentarias -en el cual el gobierno responde a la representación mayoritaria de la ciudadanía-, una reforma electoral que aumente la libertad del elector así como la correspondencia entre su voto y su voluntad, y una legislación de partidos políticos que haga más transparente el funcionamiento de los mismos.

Esa triple Reforma política requiere una Reforma Constitucional en serio, la que a su vez sólo podrá concretarse como fruto de iniciativas plurales, capaces de recoger propuestas de orígenes variados. La Reforma debería  ofrecer la ocasión para un gran debate nacional alejado de las pujas por cargos gubernamentales. Y los trabajos en pro de la Reforma pueden constituir, en sí mismos, un importante paso hacia la conformación de una nueva mayoría.

 

La reforma del Estado

Somos partidarios de la reforma del Estado. Ante la privatización cerril, no nos acantonamos en la defensa de un aparato vetusto, pervertido por el clientelismo, que ahoga los dinamismos de la sociedad y atiende mal las carencias de la población.

Rechazamos sí la propuesta falaz de "achicar el Estado". El sector público representa poco más del 20% de la actividad nacional -según el indicador que se elija- lo que no es más de la mitad de lo habitual en Europa Occidental, incluso tras la gestión de la Sra. Thatcher. Nuestro Estado  no es grande; se parece más bien a un gordito debilucho. Urge deshincharlo y fortalecerlo.

Corresponde, en primer lugar, terminar con las cuotas políticas en los directorios de los entes y organismos descentralizados, nombrando en cada área personas capacitadas para gestionar los bienes del Estado -que son de todo el pueblo- con espíritu público y dinamismo empresarial.

Conviene asimismo que el Estado se desprenda de multitud de cometidos periféricos; que no tiene por qué desempeñar y para los cuales otras formas de gestión pueden ser más adecuadas. Tienen, sin duda, que achicar aparatos hipertrofiados, de los cuales el militar -con sus 450 coroneles- constituye el mejor ejemplo. Urge que descentralice y desconcentre su funcionamiento, como se esfuerza por hacerlo la Intendencia de Montevideo.

Paralelamente, el sector público debe alcanzar un desempeño mucho más activo y eficiente en áreas que -como la salud, la educación, la vivienda y el progreso tecnológica, entre otras- son esenciales para la vida de la gente y para el desarrollo del país.

Un paso en la mala dirección -como se puede demostrar analizando la historia de la electrónica y las telecomunicaciones en el Uruguay- lo constituye la disminución de la capacidad estratégica de ANTEL. Empresas de ese tamaño y de tan neurálgica ubicación pueden, si son dirigidas con vocación por construir la nación, desempeñar un papel fundamental para el desarrollo de la industria y de la tecnología en el país.

El funcionamiento de la administración pública debe ser modificado; por un lado, hay que premiar al personal eficiente y penalizar las conductas del signo opuesto; por otro, urge podar esa burocratización  que recarga a ciudadanos y usuarios con tanto trámite superfluo.

Ahora bien, ninguna buena reforma del Estado se hará realidad si se la plantea como un ataque a sus empleados. Un sector público diversificado y ágil sólo puede ser construido a partir de propuestas que tengan en cuenta el interés material y moral de los funcionarios de la nación, y que los involucren directamente. También aquí la participación es imprescindible para la eficiencia y la democratización del Estado.

 

La reforma de la educación

En el siglo XXI, el lugar de cada país en el mundo y las condiciones de vida de su población dependerán grandemente de que logre o no ofrecer a la gran mayoría de su gente una educación permanente de calidad, a nivel avanzado.

Aquí tiene el país, por su rica tradición educativa y por el esfuerzo que los uruguayos hacen para educarse, una de sus grandes oportunidades. La aprovechará si comprende no sólo que su sistema de enseñanza está muy deteriorado sino que ha llegado a ser anacrónico  y requieres urgentemente  una reforma a fondo. Cuando alrededor del 50% de sus matriculados escolares no es capaz de asimilar nociones básicas, la brecha social que ello supone no admite demoras. El sistema educativo tiene que volver a ser un factor unificador de la sociedad.

Por supuesto, la reforma es inviable sin la decisión de invertir seriamente en la educación, vale decir, en la preparación del futuro. Al presente, el  gasto público en educación es aproximadamente los dos tercios de los que era en 1967 y equivalente a lo que se entrega al aparato militar.

Gastar más en la enseñanza es imprescindible, pero de por sí completamente insuficiente.

Hay que priorizar la atención a los preescolares, entre otros motivos porque las desigualdades que surgen en la primer instancia son rápidamente amplificadas debido a que el porcentaje de los niños de familias de bajos ingresos que reciben educación preprimaria es varias veces inferior al de los otros. Para avanzar hacia la igualdad de resultados, hay que tratar de manera distinta las situaciones desiguales. Hay que aumentar sustantivamente las horas de clase a nivel primario y medio. Hay que apoyar el desarrollo universitario.

También hay que modernizar contenidos y métodos de la enseñanza a todos los niveles, a fin de que ella pueda cumplir con tres objetivos básicos: preparar para el trabajo, ofrecer elementos para una ubicación consciente ante el mundo de hoy, capacitar para seguir aprendiendo toda la vida.

La cultura nacional ha sido -por sus valores humanos, la riqueza de su producción, sus convicciones democráticas, su ingenio creativo- una fuerza espiritual insustituible. Un proyecto auténticamente nacional y renovador debe rescatar, promover y desarrollar esos valores culturales. Esta visión se enfrenta con toda convivencia cómoda con la mediocridad, la mezquindad y la burocratización la cultura. La cultura es sobre todo renovación, audacia y dinamismo.

En este contexto, la tradición educativa del país, la valoración que la gente tiene de la enseñanza y la capacidad de entrega de tantos docentes hacen posible que el Uruguay se piense a sí mismo a través de un proyecto educativo de largo plazo, orientado a ofrecer educación de alto nivel a la mayoría de la población. El camino hacia ello pasa por la creación de una alianza para una segunda reforma de la educación.

 

La reforma tributaria

 

El Frente Amplio trabaja ya hacia una reforma que redistribuya de manera a la vez más justa y más eficiente las cargas impositivas. Se apunta a que los impuestos al patrimonio, a la renta y a la herencia, establecidos con criterio progresivo, vayan adquiriendo importancia creciente, y permitan reducir sustancialmente el peso regresivo de las contribuciones indirectas, que son comparativamente más gravosas para los sectores de menores recursos. Ello debe hacerse realidad a través de un proceso que permita ir conformando una estructura administrativa eficiente. La experiencia internacional demuestra que ese tipo de impuestos personales puede llegar a configura más del 50% de los ingresos tributarios, sin afectar la inversión, siempre y cuando una buena administración evite la competencia desleal de los que no pagan y asegure que no son pocos los que pagan.

 

4. La estrategia política

La clave para afrontar los problemas políticos que tenemos por delante radica en la construcción de un amplio respaldo social y político para el proyecto transformador de signo progresista, enfrentado al proyecto transformador subliberal en curso.

Nadie puede resolver por sí mismo los problemas de esta grave y augural encrucijada nacional. No se trata sólo ni principalmente de un problema de alianzas, sino de definir los alcances de las tareas históricas que el país debe afrontar. Si no comenzamos ahora a trabajar en esta dirección como la mayor amplitud e inteligencia, sin cuentas menores que saldar que no sean las cuentas con el Uruguay, estaremos preparando una nueva y grave frustración. Hay energías, voluntad de cambio, existe una gran reserva moral en sectores amplios del espectro político nacional y en amplísimos sectores sociales. La coincidencia en 1995 del cambio de gobierno y la culminación de la integración regional le confiere a esta tarea una urgencia redoblada.

Es en esta perspectiva que encaramos los problemas que, ante el avance del proyecto popular transformador, suscitarán los nostálgicos de la dictadura, y de los que son un índice ciertos discursos políticos de militares en actividad, típicos del mesianismo castrense: será la amplia confluencia de mayorías sociales y políticas la que les cerrará el paso.

 

5. La omisión de la cuestión militar

Los uruguayos no hemos encontrado aún el camino para resolver aspectos fundamentales de la cuestión militar. La definición de las FFAA que necesita el país, de sus funciones y características, no forma parte del debate público, ni a nivel político ni al académico civil. En ello todos tenemos responsabilidades que asumir, aunque las mismas tengan motivos y magnitudes diversas.

Los sucesivos gobiernos han tenido como actitud expresa la de evitar que los temas militares integraran el intercambio democrático de ideas. En los últimos años, especialmente durante la administración Sanguinetti, se ha transformado ese "tabú" en un arma de negociación y/o de presión. En general, los políticos y los programas partidarios no hacen referencia expresa a la misión que le cabe cumplir a las FFAA en nuestro país. El Frente, si bien se ha ocupado permanentemente del tema y elaborado al respecto planeos teóricos correctos, no lo ha abordado como conjunto en profundidad. En el ámbito de la investigación civil, se conocen poquísimos trabajos al respecto, en clara contradicción con la dimensión del asunto militar.

Ahora bien, no contribuimos a salvar la omisión discutiendo la vinculación FA-FFAA, enfoque que supone una confusión en materia institucional, ni polemizando con los militares. El debate es con la ciudadanía toda. Blancos, colorados, nuevoespacistas y frentistas deben confrontar enfoques sobre la noción de "Defensa Nacional" en el marco del proceso integrador.

El momento, la forma y el especio más apropiado para ubicar las cosas en su lugar, sin misterios ni traumas, es la discusión de una nueva ley orgánica militar. La vigente proviene de la época dictatorial; su continuidad es inadmisible. Esta discusión pública sobre la política de Defensa Nacional arrojará luz, además, sobre objetivos, estructura, presupuesto, técnicas y aspectos operaciones de las FFAA.

Los doctrinarios de la "seguridad nacional" nos han impuesto la identificación concepto de "seguridad" con su versión militarista, impulsada por el intervencionismo norteamericano, que tan trágicas consecuencias tuviera para nuestro pueblo. Pero la Constitución de la República alude a un muy otro concepto de seguridad cuando establece, en su artículo 7: "Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie podrá ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecieren por razón de interés general." Se trata de definir adecuadamente este concepto de seguridad -que para nosotros es fundamental- como un sistema de garantías para los derechos del individuo y la sociedad.

Corresponde ratificar aquí una posición a la que está ligada toda la historia del Frente Amplio: no puede haber respeto por los derechos humanos si no es en democracia, pero ésta sólo será plena en tanto haya una vigencia irrestricta de aquellos. Los derechos humanos incluyen a los de carácter individual y político, pero también a los que surgen de la ubicación del individuo en la sociedad -derechos económicos, sociales, culturales, ecológicos- y los de la sociedad como tal. La autodeterminación de los pueblos, la integridad territorial, etc. En este plano, la "seguridad", entendida como garantía de los derechos humanos en su más vasta acepción, constituye un objetivo esencial. De ese concepto, que por definición no puede ser agresivo frente a los derechos a preservar, surge el papel de las FFAA: la defensa exterior de la nación, bajo la conducción política de su gobierno.

 

6. La integración y el MERCOSUR

La integración, y más concretamente el proceso en marcha del MERCOSUR, es un terreno más para la confrontación -de ideas, de iniciativas, de prácticas- entre las fuerzas conservadoras y las fuerzas progresistas.

La posición del FA sobre este tema, que respaldamos plenamente, debe ahora generar el protagonismo y la toma de iniciativas, no una actitud de expectativa. El país debe recurrir a todas sus energías para abordar el desafío de la integración y tratar de expandirla a otras áreas económicas y sociales.

Para ello deben desarrollarse desde ya políticas activas, en cuya formulación deben participar todos los actores implicados, incluyendo los sindicatos y los pequeños y medianos empresarios, sin duda los sectores que arriesgan pagar  los más altos costos en el corto plazo.

En primer lugar, debe proponerse la creación de un organismo ejecutivo, del más alto nivel, para la promoción de la reconversión productiva y la elaboración de políticas específicas a largo plazo para cada rama de la producción, incluyendo políticas de reciclaje y de seguridad social para los trabajadores. Para  ello cabe tener en cuenta las experiencias de otros países. En este proceso  una política crediticia renovada y de inversión pública es esencial. Debe ampliarse la negociación regional a los problemas técnicos, sociales y jurídicos del empleo y la seguridad social. El FA, además de formular estos y otros reclamos a nivel nacional, tiene que crear rápidamente estructuras propias de asesoramiento y apoyo al proceso de reconversión productiva y de preparación para la integración.

 

7. La emergencia social

Empeño especial, concentrado y urgente requieren varias cuestiones que hoy laceran a la sociedad uruguaya.

En primer lugar, la desocupación; sus niveles actuales, su crecimiento y la amenaza de cierre de varias empresas plantean la necesidad de buscar y sobre todo de encontrar soluciones urgentes. Este flagelo influye sobre toda la vida de la sociedad, aumenta la emigración y la marginación, golpea a los sindicatos en su capacidad de lucha y negociación. Esta cuestión que se entrelaza con los problemas del salario y de la jubilación, demanda una gran sensibilidad política y la búsqueda de soluciones diversas, que deben vincularse a la reconversión productiva. Al respecto, varias iniciativas pueden ser promovidas, tanto por la Intendencia de Montevideo como por el propio Frente Amplio. Corresponde, por ejemplo, ligar el seguro de paro a la recapacitación de los trabajadores para mejorar sus perspectivas ocupacionales. En este aspecto debemos tener iniciativas para ayudar a la reconversión de las empresas -que necesariamente constituyen el soporte del proceso productivo- a nivel tecnológico, de la formación de cuadros y en los más variados aspectos.

Entre otras cuestiones no menos urgentes figura la de la vivienda. Sabemos que su  solución requiere transformaciones de carácter estructural. Pero sus peores consecuencias pueden ser atendidas desde ya: ¿no es posible acaso que gobierno, municipios, actores sociales y políticos sumen esfuerzos para que en el Uruguay no haya gente viviendo en la calle?

 

8. La comunicación y la Información

En el mundo moderno no hay posibilidad de un auténtico proceso democrático sin una información y comunicación democráticas. En el Uruguay estamos muy lejos de ello, y existe el peligro de una seria degradación, si la información queda librada simplemente a las fuerzas del mercado. El FA debe participar -junto a los actores sociales y culturales, y a los operadores del sector- en el diseño e impulso de los principios éticos y profesionales de nuevos modelos informativos, a nivel de todo el país. Esto también tiene directa relación con el MERCOSUR, que puede representar un agravamiento sustantivo de la situación.

En tal elaboración, urgente e impostergable, se debe tener en cuenta las nuevas tecnologías, los nuevos actores y temas de la información  y la comunicación. Para asegurar una respuesta positiva, debemos erradicar toda visión nostálgica y aceptar el reto de la nueva época también en este sector clave.

Sólo a partir de este empeño el FA podrá elaborar su propia estrategia de comunicación e información, que es hoy absolutamente insuficiente, para las tareas actuales y sobre todo para los objetivos políticos que se propone. Necesitamos una propuesta de comunicación frenteamplista que no desperdigue esfuerzos, abierta y pluralista, de alta profesionalidad y dirigida a todo el país. No hay ningún gran proyecto político sin un buen proyecto de comunicación e información.

 

9. Un proyecto para todo el país: el interior

La larga crisis que vive el país es también la del agotamiento de un modelo de acumulación territorialmente centralizado en torno a Montevideo y su región circundante, que, en la décima parte del territorio -en un radio de 100 km desde la capital- concentra el 70% de las unidades económicas no agropecuarias y los dos tercios de la población. Este modelo ha acumulado graves disfuncionalidades, tanto en la región metropolitana como en la base agropecuaria y urbana del "interior": la producción familiar agropecuaria ha entrado en un proceso de desestructuración que se ha vuelto vertiginoso en los últimos quince años, mientras que en la parte urbana del "interior" la población aumenta más rápidamente que la oferta de empleo y hay una marginación social que crece, agravada por la notoria insuficiencia de los recursos volcados a los servicios básicos.

La extrema relevancia de estos temas le impone a la izquierda una elaboración programática de carácter global, es decir, nacional. Esta es una comprobación autocrítica. No se trata de reelaborar nuestra política a partir de cálculos electorales, sino de comprender que no hay ninguna posibilidad de renovación del país sin la participación activa de todos sus sectores, incluyendo naturalmente el interior, y el campo en particular.

No necesitamos una política especial hacia el interior, sino una gran política de alcance nacional. Esto se refiere a la elaboración programática, a las formas de participación y al conocimiento de los temas específicos así como el protagonismo en la reconversión productiva de importantísimos sectores del interior. Necesitamos distribuir los recursos, las fuerzas humanas y políticas, los medios de comunicación e información, los recursos económicos y financieros del Frente Amplio con un auténtico sentido nacional.

Es confiando en toda la gente de nuestro país, en su capacidad de búsqueda y renovación, sin recetas, a partir de su propia experiencia, es que iremos dando forma a una propuesta verdaderamente alternativa de país. Puede resultar que los que hoy miran al interior como la reserva de conservadurismo para sostener sus proyectos reaccionarios terminan sorprendidos. Así se plantea uno de los principales desafíos de nuestro segundo Congreso.

 

10. Los problemas globales

En el mundo moderno, cualquier proyecto nacional debe considerar y definir su actitud y sus propuestas en relación  a los grandes temas globales. En este sentido es que creemos que el FA debe volcar su atención a cuestiones tan centrales como las siguientes.

- La ecología. No se trata de promover sólo una actitud defensiva ante la creciente agresión al medioambiente, sino la construcción de una nueva filosofía de la relación entre el hombre y la naturaleza. Impulsar la información y el conocimiento de los distintos temas que atañen a esta área es una tarea de primer nivel, a desarrollar en conjunto con las organizaciones especializadas del Tercer Mundo, ya que muchas son en este terreno las amenazas que confrontan muchos países de la periferia. La Conferencia Internacional de Río de Janeiro en 1992 será un momento muy importante. Pero en este capítulo nosotros pensamos en una batalla en todos los frente: legislativo, político, educativo, cultural, etc. La Intendencia de Montevideo tiene un gran papel a desempeñar en este tema.

- La calidad de vida. Es prioritaria la creación de una conciencia relacionada con la calidad del consumo, lo cual ayudará no sólo a mejorar el nivel de vida sino también la calidad de la producción. Para ello el respaldo legislativo y normativo -a nivel departamental, nacional y, ahora, regional es imprescindible.

- La infancia.  La insensibilidad ante los gravísimos problemas de la infancia en nuestro país y en el mundo nos conduce irremediablemente a la degradación de todas las formas de solidaridad social. El FA debe priorizar todas las iniciativas posibles en defensa de la niñez. Es necesario un plan de emergencia y de intervención rápida, con respaldo nacional e internacional, y con la más amplia participación de los sectores sociales y políticos.

 

11 Los jóvenes

Si la izquierda no emite señales claras y creíbles de que se está renovando, no convocará a los jóvenes: si no convoca a los jóvenes, se privará de una de las principales fuerzas renovadoras.

El veredicto de la juventud no se hace esperar: sus juicios son claros, y también plásticos y flexibles, como la realidad misma. Sus señales deben ser recogidas por el FA:

a)           Es necesario construir una identidad común de los jóvenes frenteamplistas, con espacios de expresión y organización en el seno del Frente, y con capacidad de comunicación tanto a nivel departamental como del Interior. Los jóvenes son capaces de superar vallas y alambrados que durante demasiado tiempo han dificultado el pensamiento y la acción del FA.

b)           La dirección frentista debe tener la audacia de asumir las reivindicaciones de los jóvenes, siempre cuestionadoras, y proyectarlas en el escenario político. Más en general, es preciso apoyar a la juventud cuando ésta se propone elaborar autónomamente su proyecto de inserción en la sociedad.

 

12. La Mujer

La situación de opresión y marginación de la mujer ha sido uno de los emergentes en la conciencia pública del Uruguay postdictatorial. Esto constituye en particular un desafío para la izquierda. La mujer, como sujeto social y político, irrumpe con una nueva cultura y una subjetividad no expresada en la política de todos los días.

Un FA de hombres y mujeres no supone un cambio radical del discurso y la práctica. Supone reconocer que el género humano se compone de hombres y mujeres en condiciones sociales, humanas y subjetivas desiguales. Supone asumir que la dirigencia políticas sigue siendo masculina y tiene dificultades, desde su parcialidad e individualidad, para escuchar, entender y asumir el pensamiento inédito de las mujeres como nuevos sujetos sociales y políticos.

La mujer participa crecientemente en la vida económica del país, pero lo hace en gran medida por vías informales, por lo cual frecuentemente no tiene acceso a los seguros de salud, a la seguridad social y a la negociación salarial. Esto la hace más pobre entre los pobres. Urge por todo ello incorporar al pensamiento colectivo la conciencia de que sobre la mujer -cada vez en mayor porcentaje jefa exclusiva del hogar- ha caído tradicionalmente la responsabilidad por los niños,  los jóvenes y los viejos, la que se suma a sus nuevos papeles laborales.

Se hace así impostergable una gran batalla para la dignificación de la mujer, lo que incluye tareas como las siguientes:

1.           Desarrollar una campaña efectiva que sensibilice contra la violencia hacia la mujer y los niños.

2.           Eliminar la discriminación salarial de categorización y de acceso al empleo.

3.           Desarrollar políticas sociales específicas que aseguren la infraestructura social que atienda la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo, entendido este fenómeno no sólo como necesidad económica, sino como un derecho inalienable de opción personal.

4.           Reconocer los espacios autónomos de las mujeres -aún en las estructuras política- como ámbitos necesarios para desarrollar y fortalecer su presencia social y política.

 

13. Formación de cuadros.

El éxito de buena parte de estas iniciativas -particularmente en la eventualidad de futuras responsabilidades gubernamentales del FA- depende en una medida importante del nivel de sus cuadros. También en el perfil y características de los dirigentes políticos se han producido en esta época modificaciones rápidas y profundas. Sobre la base de la realidad cultural, educativa y profesional con la que cuenta el país, el FA debe encarar con urgencia, y poner en práctica, variados mecanismos de formación. Esto es particularmente necesario para conformar sus equipos técnico-políticos. Para ello será preciso recurrir a nuevas formas de capacitación, a nivel nacional e internacional, en variadas disciplinas. También en esta cuestión correspondería coordinar los esfuerzos dispersos que ya se están realizando.

Las claves serán siempre la libertad de pensamiento, la capacidad técnico-profesional y la pluralidad de ideas puestas al servicio de los grandes objetivos políticos e históricos.

 

14. La iniciativa internacional

El FA debe abordar con mayor dinamismo el relacionamiento internacional y la definición de su política en este ámbito, buscando contactos, cooperación e intercambio de ideas y de iniciativas con un amplio espectro de fuerzas democráticas en todo el mundo. Ninguna gran fuerza política puede excluirse del debate y de la actividad internacional, ni disminuir su participación en ese escenario. Para ello hace falta un seguimiento especializado de los temas cardinales y de las distintas áreas, así como priorizar objetivos, como los vinculados a la integración subregional y al protagonismo conjunto de Latinoamérica en el nuevo escenario universal. Sin confundir la política externa del país con la del FA como tal, corresponde colaborar a la construcción de una política de Estado, de la nación entera, para las relaciones exteriores.

 

15. La estructura del FA

Sería particularmente negativo sumergir al FA en un debate estructural en estos momentos en que necesitamos iniciativas políticas en todos los terrenos.

Pero tampoco podemos obviar el tema. Forma parte de la discusión y de las necesidades futuras del Frente. No podemos estar bloqueados permanentemente por los vetos cruzados en materia de estructura. Asumimos el doble carácter del Frente como coalición y movimiento, y cualquier propuesta estructural deberá tener en cuenta estas características junto con la diversidad y pluralidad de opiniones, pero también la necesidad de acción y definición del FA en todas las circunstancias. Llegar al gobierno nacional, y sobre todo pretender ejercerlo, en las actuales condiciones estructurales sería extremadamente difícil, aunque tenemos bien claro que no se debe confundir al Frente con sus responsabilidades estatales.

Asumir tales responsabilidades, supone la existencia de una estructura dinámica, capaz de elaborar teórica y prácticamente las respuestas a los desafíos de cada momento, sin coartar la creatividad y la necesaria eficiencia. Al mismo tiempo la pluralidad del FA -y la riqueza que esto supone- requiere reglas de juego democráticas explícitas que la salvaguarden en los hechos.

Es por todo ello que consideramos necesario iniciar la elaboración de alternativas estructurales para el FA. Partimos de una definición básica: la necesidad de la participación democrática y lo más amplia posible de la gente. Hay que tener en cuenta en primer lugar al pueblo frenteamplista, a los adherentes y también a los militantes, sin fracturas artificiales entre estos factores, sin predominancias impuestas, pero tampoco con una democracia de élite ejercida cada cinco años.

Hay que comenzar a pensar, elaborar y discutir sobre: las elecciones internas; los nuevos perfiles de los Comités de Base; la posibilidad y necesidad de que, sobre determinados temas, se expresen no sólo las posiciones de partidos y grupos sino también cortes transversales, es decir, corrientes de opinión, como sucedió por ejemplo en el debate sobre el MERCOSUR; los plebiscitos en el FA, las definiciones y elecciones de los candidatos, etc.

La dirigencia de las izquierdas no puede seguir siendo esencialmente masculina, montevideana y con un grado de renovación generacional extremadamente lento.

La peor solución para estos problemas es ignorarlos.

 

CONCLUSIÓN: LA ALTERNATIVA DE LAS MAYORÍAS

 

Las izquierdas y la transformación del país

Sacar adelante al Uruguay no es tarea que las izquierdas puedan realizar por sí solas. La magnitud de los cambios a impulsar y las resistencias que suscitarán requieren la conformación de una nueva mayoría, social y regional. No se podrá dinamizar la producción, priorizar la atención a los más desposeídos y cerrarle el camino a los nostálgicos del golpismo sin una gran confluencia de esfuerzos, originados en distintas zonas del país, en distintos ámbitos sociales, en distintas tradiciones políticas.

Pero tampoco se podrá sacar adelante al Uruguay sin las izquierdas. Por su gravitación, que crece sobre todo en la juventud, y porque, en varios sentidos, las gentes de izquierda soportan al país: en los educadores, sindicalistas, trabajadores sociales, cooperativistas y tantos otros que se esfuerzan por impedir que se siga desgarrando nuestro tejido social, están profundamente arraigados los valores solidarios de la izquierda; tales valores son gravitantes en todos los sectores donde nuestra sociedad ha mostrado capacidad para la innovación.

No habrá transformación progresista del país sin una confluencia de mayorías; ni la una ni la otra tendrán lugar sin la participación de las izquierdas.

Hacia una nueva alternativa

El país que nace necesita un gobierno de alternativa. No un gobierno que sustituya los actores sociales o que les diga lo que supuestamente deberían hacer. Pero sí un gobierno que estimule y apoye las iniciativas más dinámicas y progresistas que surgen de la sociedad, que le abra caminos a la modernización solidaria del país, y que priorice la atención a los más necesitados.

Pues bien, se puede avanzar hacia el encuentro de las mayorías nacionales. Ciertas alambradas divisorias del pasado han empezado a caer. Se venga de dónde se venga, lo importante es adónde se va.

Nuevas confluencias se hacen posibles. Confluencias renovadoras dentro del Frente Amplio. Confluencias del Nuevo Espacio y el Frente, para que todas las izquierdas sumen esfuerzos. Confluencias de las izquierdas con sectores progresistas de los partidos tradicionales, en ruta hacia una coalición para un gobierno alternativo de mayorías.

Por tales confluencias trabajamos, desde el Frente Amplio, en la lucha contra el desaliento.

Para abrirle paso al país que nace, apostamos al protagonismo de las mayorías.

CARLOS ABIN

RODRIGO AROCENA

JOSE BAYARDI

JOSE BENTANCOR

GERARDO CAETANO

GONZALO CARAMBULA

MARCOS CARAMBULA

DANIEL COLL

LUIS GARIBALDI

CRISTINA GONZALEZ

NESTOR LUISI

FEDERICO MARTINEZ

DANIEL MESA

MARGARITA PERCOVICH

ALVARO RICCO

JOSE PEDRO RILLA

JUAN MANUEL RODRIGUEZ

ENRIQUE RUBIO

RAFAEL SANSEVIERO

JORGE SILVANO

JUDITH SUTZ

ESTEBAN VALENTI

RICARDO VILARO


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