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La clase media y el bloque de los cambios

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Por Esteban Valenti (*)

Las fuerzas de izquierda desde su nacimiento asociaron su existencia, su futuro político y su propia identidad y cultura a la clase obrera, aunque en muchos casos se tratara de una simple aspiración, pues los obreros tenían expresiones políticas muy lejanas a las izquierdas. Comunistas y socialistas.

Estoy hablando del Uruguay, pero en realidad ese proceso se repite en todo el mundo.

"Proletarios del mundo uníos" como afirman Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista, no era por cierto una realidad cercana, ni siquiera socialmente, no hablemos políticamente.

"Así por ejemplo en los primeros años del siglo XX: cuando aquellos obreros que apostaron por organizarse "solos" y al margen de cualquier influencia de intelectuales de otras procedencias sociales, rechazaron una y otra vez su representación por parte de los partidos socialistas. No hablamos de experiencias pequeñas, el sindicalismo revolucionario -esto es, los wooblies de todos los países de habla inglesa, la primera CGT francesa y la CNT- se organizaron en una negación explícita a la delegación en la izquierda" Emanuel Rodríguez."Cuando el problema es la izquierda"

El papel clave en la formación de todas las organizaciones políticas de izquierda tanto en Europa como en nuestro país, fueron los intelectuales de la clase media. En el POSDR (b) y los partidos comunistas, los partidos socialistas o socialdemócratas que tuvieron un gran porcentaje entre sus fundadores y dirigentes de  ese origen social e intelectual era abrumador.

En el Uruguay los grandes hitos del desarrollo de la izquierda, estuvieron todos ellos marcados por una fuerte influencia de la intelectualidad. La división del Partido Socialista y el nacimiento en 1921 del Partido Comunista, la crisis del PCU en 1955, la creación del Frente Amplio en 1971 y todo el proceso posterior muestra el papel decisivo de la clase media y de los intelectuales universitarios como sector específico de esa clase.

El constante crecimiento electoral del Frente Amplio desde 1971, con un amplio interregno hasta 1984 por la dictadura, culminando con el triunfo en Montevideo en 1989 y a nivel nacional en el 2004, muestra el avance hacia los sectores populares, primero de la capital y luego a nivel nacional, incluyendo el campo. Ese fue el mayor cambio cualitativo de la izquierda uruguaya en toda su historia.

La crisis del Proyecto Nacional que amagó a diseñarse a la salida de la dictadura y que comenzó a fracasar estrepitosamente con el primer gobierno colorado y con el gobierno blanco, la reiteración - con pequeñas variantes - de las políticas económicas y con la incapacidad de definir un rumbo para el país, como si lo había hecho José Batlle y Ordoñez en sus gobiernos, inició el proceso de avance de las ideas de izquierda, fuera de su cerno original, hacia los sectores obreros, de trabajadores en general, populares de muy pequeños empresarios y productores rurales y hacia los sectores marginales y empobrecidos.

Hasta hace 10 años con pequeñas variantes se mantenía el núcleo fuerte del origen de la izquierda, la clase media aunque con una fuerte presencia de los sectores populares.  Para confirmarlo basta analizar el mapa electoral por zonas de Montevideo, el área metropolitana y los diferentes departamentos. Se mantiene con pequeñas variantes.

Es a partir de las elecciones de 2014 y de las últimas encuestas de todo tipo y color es que aparece con fuerza una doble crisis, por un lado el empobrecimiento intelectual de la izquierda a todos los niveles, en la producción de ideas, de cuadros, de iniciativas y de prácticas políticas y culturales propias y por otro lado la reducción importante del apoyo de los sectores medios al gobierno del Frente Amplio y al propio Frente Amplio.

Nadie puede predecir con un mínimo de certeza quien gobernará el país a partir del 1 de marzo del 2020, lo que se puede vaticinar es que nadie tendrá mayoría absoluta a nivel parlamentario. Eso que no sería una novedad para cualquier partido de la oposición desde hace muchas décadas, lo es para el Frente Amplio. No se trata solo de un cambio en la aritmética parlamentaria, sino en toda la arquitectura política e institucional a la que se acostumbró la izquierda. Una mayoría absoluta casi única en el mundo obtenidapor una auténtica vía democrática.

En esa pérdida electoral,  un papel determinante lo jugará la clase media, a nivel urbano y rural, la duda es el alcance, la profundidad de ese divorcio.

Los reflejos condicionados de algunos sectores muy primitivos de las izquierdas de asociar la clase media, en su sentido más genérico, al consumismo, al tamaño de su autito o de su televisor, no tiene nada que ver con el mínimo respeto por la historia de las izquierdas.

Algunos se limitan a analizar ese proceso a partir de los enojados, los descontentos, esa es solo una de las dimensiones, hay otras mucho más complejas y completas.

Si la respuesta que intenta darle la izquierda o las izquierdas, refiere solo a aspectos programáticos, fiscales o mensajes genéricos transmitidos a través de las candidaturas, o al más simple de todos, pongamos un candidato del medio, lo más del medio posible para recuperar ese espacio en la sociedad, sufriremos una gran sorpresa.

La izquierda en el Uruguay no creció renunciando a sus convicciones, enmascarándose de centro, como pretende explicarlo la derecha sin mucho éxito desde hace décadas. Las izquierda crecieron en el Uruguay tratando de construir respuestas de izquierda a las nuevas realidades, a los cambios en el mundo, en la región y en el país para dotarnos en este rincón del planeta de un proyecto nacional propio, productivo, social, económico, cultural, que nos permitiera recuperar pasadas glorias (por eso somos nostálgicos los uruguayos...) y sobre todo tener un futuro en el desarrollo con mayor justicia social y sustentabilidad ambiental.

Pensemos por un instante que recién ahora, luego de 13 años ininterrumpidos de crecimiento del PBI, estamos alcanzando los niveles de vida de los años 60 en el Uruguay. La nostalgia en el Uruguay tiene sus sólidas bases materiales.

Los cambios, dentro de la propia elaboración de la izquierda supusieron una gran renovación ideológica y política y una fuerte capacidad de comunicación y conexión con la sociedad en todo el país.

La crisis actual, la preminencia absoluta de los temas de gobierno, del estado, del poder sobre el resto de las capacidades, de la generación de ideas, sobre la revisión crítica de nuestras formas de conectarnos con la sociedad, no por razones de fuerza, sino para mantener viva esa compleja relación circular entre hacer política, comunicar, recibir las señales, las enseñanzas, las críticas de la sociedad para mejorar y profundizar el gobierno, los cambios y la capacidad de hacer política, ha sufrido un golpe importante. Tanto a nivel nacional como departamental.

¿Cuánto hace que no leemos, no escuchamos un discurso que no invoque la necesidad de una renovación ideológica y política y que contenga en serio, un análisis, un proyecto, un conjunto de ideas de izquierda que realmente sean renovadoras, que nos inviten a pensar, a arriesgar a debatir? ¿Cuánto hace?

Creer que los problemas emergentes de un freno al ritmo de crecimiento, a dificultades en algunos sectores sociales para aceptar nuevos proyectos de las izquierda, se resolverá manejando de manera diferente los instrumentos fiscales, o la llamada "agenda de derechos", que lentamente ha ido sustituyendo los derechos originales a la redistribución de las oportunidades, al feminismo en el mejor y justo sentido de la palabra: la igualdad plena de oportunidades salariales, sociales, culturales y de acceso al poder a todos sus niveles para las mujeres, por la meritocracia de la inclusión a todo costo de los LGTBI, dejará contentos a algunos de los directos interesados y poco más. A las mayorías sociales, que reclaman cambios en serio, aunque no sepan cual deba ser el rumbo, ni siquiera los roza.

A veces me siento utilizando esa definición de Adam Michnik de 1992: "era una ideología que, de manera extremadamente simple, en términos elementales, era capaz de explicar a cualquier idiota la complejidad del mundo" Y de esa manera, subestimando a nuestros conciudadanos contribuimos a obturar los fermentos vivos de la política.

Cuando un conducto que funcionó fluidamente durante décadas se obtura, hay que buscar la causa. La causa del freno a las ideas, a los intelectuales, a los proyectos, al flujo desde la sociedad hacia la política, a la preminencia de la moral sobre todas las cosas, es el tapón del poder.

A la izquierda uruguaya, le han aparecido múltiples señales de empobrecimiento ideal, cultural, político e incluso moral porque el poder se ha ido comiendo sus impulsos originales. En demasiadas ocasiones - no en todas - la prioridad es el lugar al sol que ocupa cada uno, cada grupo, cada partido, cada estructura bajo el solcito del poder.

La solución más simple y brutal, que comienza a tentar a muchos, es cortar por lo sano, perder, abandonar el poder para purificarnos durante algunos años en el llano, reformarnos, volver a los buenos orígenes. Hay que saber y asumir que en el medio - si este existe - es decir antes de volver a ocupar nuevamente posiciones de poder, la derecha se ocupará del poder y lo hará con toda la fanfarria. A ellos el poder les hace muy bien, los tonifica, les alimenta los mecanismos ideológicos y no solo los políticos.

Otros "salvadores en silencio" de la izquierda, consideran que el empobrecimiento de la política en el Uruguay es general y es orbital, afecta a todos y en esa tabula rasa tenemos oportunidades de seguir prendidos al poder, con pocos y pobres argumentos por la ley del mal menor.

Cambiar el mundo, hacerlo más justo, más libre y fraterno, desde que se comenzó a construir de mil maneras diferente este proyecto, inclusive en el Uruguay, no era solo un perspectiva política, una disputa del poder, era una hermosa aventura intelectual, moral (sin moralismos fáciles que siempre funcionan como un boomerang..) y sobre todo humana, en el más pleno sentido de la palabra.

Si no logramos recuperar algo de ese impulso inicial, iremos perdiendo la más importante de las batallas, seguir siendo de izquierda.

(*) Periodista, escritor, director de Uypress y de Bitácora. Uruguay.


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