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Dinero e izquierda

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Por Esteban Valenti (*)

Vivir con modestia, incluso con cierta austeridad no es un atributo solo de la izquierda. Grandes personajes de la historia, de la iglesia, de las ciencias, de las artes y la cultura han vivido en condiciones de extrema modestia.  Algunos por obligación, otros por elección.

Uno de los símbolos de la frugalidad y la vida humilde fue sin duda san Francisco de Asis, "ilpoverello", esa elección de vida era un mensaje, una forma de compartir con sus hermanos, los seres humanos de ese tiempo las duras condiciones de la vida cotidiana. Hay muchos otros ejemplos. No se puede decir por cierto que el general José Gervasio Artigas haya tenido una vida de lujos y de abundancia, incluso en su retiro en el Paraguay vivió en condiciones de extrema humildad. No es el caso de todos los libertadores de América, también en ese rasgo se diferenció Artigas.

No es una virtud absoluta, que de por si implique y contenga todas las virtudes. Es una elección de vida.

Hay muchos luchadores sociales y políticos que han hecho opciones similares. No es la tónica dominante.

¿Esa opción de una vida humilde y modesta es una virtud insuperable y absoluta?. Obviamente cada uno tendrá su propia visión sobre el tema, pero en estos temas donde la política y el dinero, el poder y el consumo están en el centro de muchos debates, es bueno considerarlo desde diversos ángulos.

No pretendo en absoluto dar lecciones y hacer filosofía de alto consumo, sino reflexionar sobre el papel del dinero y las ideas de izquierda y progresistas.

Una cosa tengo claro, para ser de izquierda y progresista no hace falta, no es obligatorio ser pobre y cuanto más pobre y modesto mejor. Es una simplificación desde todo punto de vista. Yo nunca me pondría a dar lecciones en ese sentido. Lo confieso y lo he confesado: a mí me gusta vivir lo mejor posible, sin ostentación, pero vivir bien.

No voy a recurrir a justificaciones relativas a los muchos años que tengo arriba de trabajo o los altos y bajos a lo largo de mi vida, desde allá abajo. No coincido que a la derecha le tocan los placeres y a la izquierda los sufrimientos, como decía RolandBarthes.

Así como no coincido con que la lucha es un eterno sacrificio y nunca la afronté de esa manera, creo que la vida no hay que organizarla de la manera más sufrida posible para endurecerse ante las perspectivas de la batalla política.

Si la lucha política impone condiciones muy duras, de peligros para la vida, la libertad, la integridad física, es una cosa y muchos han demostrado su capacidad de afrontar esas dramáticas condiciones, yo me refiero a periodos normales, democráticos, de ejercicio de los derechos.

Si transformamos la vida exclusivamente o principalmente en un perlado camino de consumo y de gastos superfluos o suntuosos, obviamente nos alejamos de la sensibilidad y del compromiso con los que menos tienen, con los que requieren de justicia, de igualdad de oportunidades, de libertades, incluso de la libertad de la necesidad.

Pero muchos luchadores de izquierda, progresistas o simplemente políticos decentes, que dedican muchas horas de su tiempo a su pasión y sus objetivos, tratan también de vivir lo mejor posible, ellos y sus familias. De vivir de acuerdo a sus posibilidades. No hay porque ocultarlo o camuflarlo.

En el Uruguay hace mucho tiempo que el político o incluso otras personas que se compran un traje o hacen un gasto, siempre es en una liquidación y viajaron en una excursión de cuarta y en las peores condiciones y siempre veranean en un "ranchito" y tienen un "cachilo". Cuando se insiste tanto en este tipo de planteos a mí, además de sonarme falso, me entran sospechas de hipocresía.

Uruguay en la última década ha tenido un salto impresionante en su consumo, en los autos nuevos que se han vendido, electrodomésticos de todo tipo, viviendas, viajes al exterior, ropa y muchas otras cosas y nadie puede creer que los políticos, de todos los partidos han permanecido al margen de los nuevos estándares de consumo. Para comprar esas cosas no hay que transformarse ideológicamente en un "nuevo uruguayo". Esa es simplemente una falsificación ideológica.

Estudiar, mandar los hijos a estudiar lo mejor posible, conocer el mundo, asegurarse la mejor atención médica permanente y en todas las circunstancias, acceder y consumir cultura, libros, espectáculos, cine, teatro, CD y música, obras plásticas es también consumo. Y cada uno lo coloca en determinada altura de su presupuesto y por lo tanto de sus gastos.

El tema no es tener ciertas cosas, sino la importancia que ocupan en nuestra existencia y si para alcanzarlas estamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas, nuestra dignidad y nuestra honestidad.

El que demoniza el dinero es porque le tiene miedo, considera que la plata lo puede someter, sojuzgarlo a su lógica y no lo trata como un insumo importante, pero que es solo una parte de su vida.

La relación con el dinero, también tiene mucho que ver con su origen. Si proviene del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio, del riesgo bien entendido, es una cosa. Hay otras formas de obtener dinero que cambian radicalmente su significado y nos encadenan a él de otra manera. No es el dinero, somos nosotros los que nos comprometemos.

Una de las formas del poder es sin duda el poder económico, el dinero, para algunos es el poder absoluto, el que gobierna sobre todas las cosas, incluso sobre la política. Es muy peligroso y muy negativo. Pero ese peligro siempre latente desde que existe la riqueza y el poder, el dinero y la política, no se derrota con mitos, con vacunas, con miedos, sino con racionalidad, con moralidad asumida y bien digerida. Esos peligros no se espantan, están siempre agazapados, derrotarlos depende de nosotros, de nuestra cultura dominante, de nuestra moral y nuestra ética y de nuestra concepción de la política y el poder.

Asumamos que no alcanza solo con una batalla ideal permanente, hacen falta instituciones, leyes, controles, mecanismos sociales que le aseguren a la sociedad una permanente vigilancia sobre la moralidad de sus mujeres y hombres dedicados a ejercer y a luchar por el poder.

Siempre existió una gran tensión entre el poder económico, la política, el poder. Desde que ambos nacieron juntos. Esa pugna sobre la que se han escrito enormes bibliotecas, se han consagrado estudios interminables, ejemplos positivos y negativos de vida hasta el hartazgo, es una parte muy importante de la vida de todas las sociedades humanas.

Hace no mucho tiempo, cuando se hablaba de política, sobre todo en la izquierda que en nuestra región había estado tan lejos del poder político desde siempre, no era necesario mencionar siquiera la moral, la ética, la decencia. Todo estaba implícito. Ahora no es así.

La política en el mundo y en particular en nuestra región es sometida todos los días a la prueba de su moralidad, de su transparencia, del cumplimiento de las reglas básicas de la buena y decente administración de los dineros públicos. A la prueba terminante de no meter la mano en la lata.

Por eso si un político salta de improviso de una vida modesta o normal, al lujo y el despilfarro, es obvio que levantará sospechas. Se puede decir que aquí corre el sistema inverso: la carga de la prueba de la inocencia está muchas veces en manos del sospechoso, tiene que demostrar de adonde sacó el dinero. Eso enfurece a muchos políticos y a otros también.

Si se revisa con prolijidad, yo he tratado de hacerlo con mis obvias limitaciones, pero con la asistencia de algunos nuevos instrumentos tecnológicos como los "buscadores", en muchos textos muy importantes en la teoría y en la existencia de la izquierda y sus ideas, las citas, las referencias a los aspectos morales, a la modestia en el gasto de los luchadores revolucionarios o el extremo cuidado con la moralidad - todas cosas diferentes, pero que se tocan en algún punto - esas citas son pocas, escasas, esparcidas.

Por otro lado no es solo una preocupación de la izquierda, muchos pensadores conservadores, protestantes en su mayoría, liberales en sus convicciones económicas y partidarios de una fuerte acumulación capitalista, hablaron y escribieron muchas veces de la importancia de la moral y la austeridad en los gastos. Otros tiempos, no por cierto el del capitalismo financiero y alegre de los bonos basura y los salarios millonarios para los fundidores de bancos y financieras.

Se me ocurrió que en estos tiempos en que con tanta frecuencia en el debate y en la acción de la izquierda uruguaya emergen con prepotencia los temas económicos, los gastos, los sueldos estatales sería bueno escuchar otras voces y discutir sobre casos concretos.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay.


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