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La izquierda y la prensa

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Por Esteban Valenti (*)

La izquierda estuvo siempre vinculada, de forma contradictoria y llena de tensiones, con la prensa. Se podría escribir la mejor y la peor historia de la izquierda a través de sus relaciones con la prensa. También la política en general ha tenido y tiene una relación tormentosa y atormentada con la prensa.

No pretendo hacer una reseña siquiera de ese largo proceso con profundas raíces teóricas e históricas, me voy a limitar a lo más actual y a nuestro país.

Los grandes partidos políticos uruguayos, incluidos los de izquierda, siempre quisieron tener medios propios, en un principio medios gráficos y luego radiales. Así nacieron una parte muy importante de los diarios y semanarios uruguayos. Hubo un tiempo donde la izquierda llegó a tener más lectores y radioescuchas que votantes. Muchos más.

Se dio la paradoja que cuando ganamos las elecciones nacionales en el año 2005 y superamos ampliamente el millón de votos, casi no quedaban diarios de izquierda y el número de lectores de toda la prensa de izquierda o de sus radios y audiciones eran mucho menos que el 10% de nuestros votantes. ¡Paradoja!

Y vaya si sufrimos durante mucho tiempo los ninguneos y la discriminación de los grandes medios, canales de televisión, diarios, radios etc. No todo era gris y parejo pero el desbalance informativo era evidente y ardiente.

¿Quién nació primero, el crecimiento de la izquierda o la mayor sensibilidad y apertura de los grandes medios? ¿El huevo o la gallina? Aquí me parece que la respuesta es más fácil que en el caso avícola. Creció y creció la izquierda, a veces con muchas zancadillas y jugarretas y la prensa tuvo que adaptarse al mercado. En definitiva el raiting -           es también un negocio y el público de izquierda es parte fundamental de ese negocio.

Si todo lo dejáramos por aquí sería de una terrible simpleza, los periodistas jugaron su propio papel, sufriendo a sus dueños, pero pensando con sus cabezas y con sus opiniones y el proceso fue incorporando esas sensibilidades a la labor informativa cada día más.

La prensa en el Uruguay ni es angelicalmente independiente y profesional, ni es una confabulación permanente y oscura contra la izquierda. Con cualquiera de esas visiones nos hubiéramos dedicado a hacer diagnósticos, a llorar en los rincones y no a crecer y a ganar elecciones.

De izquierdas lloronas y frustradas está lleno el mundo.

Y llegamos al poder, con la mayoría abrumadora de la prensa en las mismas manos de siempre y gobernamos 12 años el país y 27 en Montevideo y la prensa no ha cambiado en cuanto a los principales grupos propietarios de los medios.

Hace algunos, pocos años, a nuestras acusaciones tradicionales se sumaron nuevos empujes contra las "conspiraciones" de la prensa, de esa misma prensa con la que convivimos, discutimos, peleamos, leemos, vemos y convivimos. Explotan conspiraciones en todos lados, sobre todo cuando le damos a la derecha, a nuestros adversarios especiales y a las apetencias de información de la prensa, abundante material de consumo y objetos arrojadizos. Y nos los tiran por la cabeza.

Podemos cabecearlos bien, asumirlos como parte de la batalla política o transformarlos en la explicación de todo y sobre todo de nuestros errores e incluso del uso de las cuatro extremidades, patas y manos...

¿Existe la calumnia, las campañas, el "bullyng", la prensa militante? Naturalmente que existe, como existe cuando nos conviene y cuando son "nuestros". ¿Acaso alguien cree que uno de los presidentes de izquierda del Uruguay, José Mujica no tuvo el apoyo entusiasta de uno de los canales de televisión nacional? Que poca memoria.

La izquierda durante sus 12 años de gobierno, nunca tuvo actuaciones antidemocráticas contra la prensa, al contrario, fue mucho menos manipuladora, favorecedora de amigotes en la concesión de ondas radiales y televisivas que la derecha. Ese es un gran orgullo democrático reconocido a nivel internacional sobre el Uruguay y sus gobiernos de izquierda y es un gran mérito político. Emprenderla contra los medios siempre termina mal, o muy mal.

O porque viene la tentación de las censuras, de las clausuras, de los medios uniformes y el diario, la radio y la televisión única y oficial y todo acaba en un derrumbe, antes o después, o alimenta la pobreza y la incapacidad de la izquierda de dar la batalla cultural, ideológica y política donde corresponde, sin inocentadas pero también sin tentaciones de "soluciones" administrativas.

La prensa en los últimos meses está jugando y jugó un papel determinante en las críticas a los desbordes de poder y al mal uso de recursos públicos por parte de dirigentes de izquierda. El sábado 9 de setiembre vivimos la penúltima etapa de uno de esos procesos.

¿Sin la prensa, barriendo bajo las alfombras del supuesto debate interno, se hubieran conocido y discutido en la sociedad los hechos, la realidad que todos conocimos y que pudimos interpretar y analizar individualmente y colectivamente?

No me refiero solo a la prensa de información, sino también de opinión y de las más diversas posiciones, tradicionales, de derecha, de centro, de izquierda o simplemente profesionales.

Voy a escribir una perogrullada: no hay democracia plena sin transparencia y control ciudadano y eso es imposible sin una prensa libre. Es fácil decirlo pero difícil de tragarlo cuando se está en el poder, cuando algunos secretarios de las presidencia tradicionales tenían el teléfono demasiado a mano para presionar u otras autoridades para repartir prebendas y ondas a diestra, sobre todo a diestra.

Los necesarios clavos en todos, reitero, en todos los sillones del poder, que a veces se ponen tan cómodos y pegadizos que asustan, serían imposibles sin la prensa.

El crecimiento permanente de las ideas progresistas, de izquierda requieren ventilarse en la sociedad y para ello es imprescindible la prensa.  Lo contrario sería tratar de respirar bajo una burbuja en forma de alfombra. No funciona.

Veámoslo desde otro punto de vista. ¿Los logros avances, cambios que realizaron los gobiernos de izquierda hubieran sido posibles sin el conocimiento de parte de la sociedad? ¿Alguien puede creer que podemos establecer corrientes unilaterales siempre positivas y laudatorias de gobiernos y funcionarios si del otro lado no existiera en el público la conciencia de que también existe la crítica y la vigilancia? No habría la menor credibilidad.

La construcción de una auténtica política de comunicación desde el gobierno, los gobiernos, la fuerza política, es parte fundamental de su propia existencia y de su estrategia. No es propaganda, es sobre todo política y cultura.

La izquierda que se resigna a no dar esa batalla permanente con inteligencia, con renovación de los métodos y los canales de comunicación en evolución técnica y profesional acelerada, comienza a perder su batalla, no solo electoral, sino mucho más importante, su batalla cultural e ideológica, comienza a serrucharse los cimientos.

La información y la opinión, es decir la prensa en sus más variadas expresiones son uno de los territorios más apasionantes para probar nuestra vitalidad, nuestro sentido de la transparencia y nuestro sentido de la crítica, el arma pacífica e implacable del progreso de la humanidad desde que se inició la historia y que se aceleró con las ideas revolucionarias. Revolución sin crítica es una falsedad.

(*) Periodista, escritor, director de Uypress y Bitácora. Uruguay.


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