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Los órganos de la política

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Por Esteban Valenti (*)

Algunos piensan que la política es una actividad total, que se practica con todo el cuerpo. No es así, en mis largos 54 años de militancia política he individualizado los diversos órganos fundamentales y definitorios para participar en política.

Primero, el bocho, la cabeza, el cerebro. La política es eminentemente una actividad cerebral, racional, muy exigente cuando se practica bien, exige el buen uso de todas las capacidades mentales, de muchas neuronas.

Exige preparación, cultura, aunque a veces se conozcan burros de enromes orejas grises que participan activamente de la política, se reclama que los militantes y los dirigentes tengan un buen nivel de preparación, estudio e inteligencia. Hay que considerar que se trata nada menos que de disputar el poder en caso de victoria o victorias y de  ejercerlo para el bien de la sociedad y en el peor de los casos, de ser un buen opositor, que le sirve al país, a mejorar el nivel general de la política y que aporte a su propio partido, que es esmere por conquistar el gobierno. Sin fanatismos.

Ser político es ser un intelectual, refinado o brutito, pero un intelectual.

En el bocho hay tres órganos que además del cerebro son de gran utilidad: las orejas y todos sus laberintos que deberían permitir escuchar a la gente, sus reclamos, sus deseos, sus protestas, sus propuestas y sus sentimientos; la boca, que es sin duda un órgano muy destacado para la política y que ni siquiera hay que explicar el porque y, en este paquete de la parte superior del cuerpo hay que considerar el olfato. Esa sutil percepción de la realidad que no proporcionan las encuestadoras, los medios de prensa, sino el sentido de realidad que nos impone nuestra propia experiencia.

Hay políticos con olfatos diferentes para diferentes estímulos.

Luego viene el corazón, la sensibilidad, la pasión, el enamoramiento, la épica de la buena aventura de la política. No todos tienen corazón, pero sería muy bueno que además del frio razonamiento, cálculo y especulación se incluyera siempre las reacciones del cuore, las palpitaciones de los sentimientos hacia nuestros semejantes. Las grandes empresas políticas, los grandes cambios, las revoluciones tienen siempre un gran corazón. Admitamos que hay corazones de diversos colores.

Está el estómago, no para digerir sino para reaccionar, para producir las arcadas frente a los actos innobles, los ascos frente a las miserias y traiciones que a veces forman parte de la política. Es muy útil para junto al corazón compensar el helado razonamiento.

Estas los dos atributos, tanto femeninos como masculinos indispensables para los buenos políticos como para otras muchas profesiones. Hay que tener coraje, no arrugar, no aflojar ni física ni intelectualmente si se tienen convicciones y principios para defenderlos de adversarios, sobre todo de los enemigos y en particular de los falsos compañeros. Y sobre todo de los que están en el poder, que tienen una tendencia natural a poner a prueba los cojones, que como ha quedado demostrado son donados o negados a los diversos géneros.

Los dos atributos anteriores se necesitan siempre, en la oposición y también en el gobierno. En política las asechanzas y peligros están siempre presentes.

Luego vienen dos órganos extremos, las patas y las manos. No refieren a la capacidad de moverse, de desplazarse o de asir, sino a los límites de los errores y sobre todo de las inmoralidades. Son dos órganos muy diversos pero que a veces pueden confundirse, de tanto meter la pata se puede obtener títulos muy elevados de burro, de asno, pero a veces se está muy cerca de introducir las manoplas en las latas ajenas, o mejor dicho las latas de todos, donde todos depositamos nuestros impuestos.

Una de las más famosas frases de la confusión es que está admitido o es comprensible meter la pata, pero no está perdonado introducir la mano en la lata. Cuando en realidad, aunque en el segundo caso es ilegal e inmoral, a veces de tanto meter las gambas se producen daños irreparables. Hay que cuidarse de introducir ambas extremidades.

Y por último hay un órgano que se ha puesto de moda en los últimos tiempos en todo el mundo, aunque siempre existió: el bolsillo. (que tiene el mismo significado que la cartera de la dama).

Es un órgano anexo, incorporado al cuerpo político pero muy, pero muy peligroso, letal. Hay momentos que llenar ese órgano se transformar en una obsesión y la principal actividad de ciertos políticos.

Es un órgano con mucho discurso, mucho relato. Nadie usa el bolsillo sin justificación. Están los que lo usan para la "corona", es decir para las diversas formas del poder y de paso dejan una parte para engrosar su peculio, hay otros que lo usan con un sentido revolucionario considerando que si es necesario para la noble causa de la lucha vale la pena tenerlo repleto para las eventualidades y otros que lo consideran como parte natural del "mercado". Ellos venden una mercadería muy preciosa y valiosa al buen precio de sus necesidades. En general está directamente emparentado con la mano, aunque meter la pata puede - inconscientemente - ayudar a su relleno, al relleno con dinero ajeno.

El bolsillo puede llegar a ser tan importante, tan preponderante que influye en todos los demás órganos y genera una ideología propia, disfrazada de nobleza. Es en general un órgano enemigo del trabajo y del sano esfuerzo constructor.

Como podrá apreciarse los órganos de la política son variados, y utilizarlos todos adecuadamente, con coherencia y con buenos resultados no es fácil y se ha demostrado muy complicado evitar ciertos órganos. La tarea primera de la política es relacionarse con los ciudadanos y convencerlos que se dispone simultáneamente de todos esos órganos en forma virtuosa y que el bolsillo, es personal y se nutre solo del esfuerzo y el trabajo honrado.

Los comunes ciudadanos deberían siempre detenerse a analizar a sus dirigentes, gobernantes y a los que pretenden serlo más allá de las apariencias, de las locuacidades y ver la integridad de sus órganos al servicio de la sociedad.

  (*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA.


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