bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Arabia Saudí pretende que Qatar sea un Estado vasallo

imagen

Por Robert Fisk (*)

Tan grave se ha tornado la situación de crisis entre los Estados saudí y qatarí que, según ciertas informaciones, el ministro de Asuntos Exteriores de Qatar está organizando un viaje de emergencia a Washington para los próximos días, con la esperanza de encontrar la salvación de su emirato en el régimen de Trump.

Pues Mohamed bin Abdulrahman Al-Thani sabe que si Qatar accede a las 13 inusitadas (y, algunos dicen, indignantes) exigencias, impuestas por Arabia Saudí, Bahréin, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, esta dejará de existir como Estado-nación.

Los editores de la cadena Al Jazeera, con el apoyo de un buen número de grupos defensores de los derechos humanos y la libertad de prensa, han denunciado el aviso de un plazo de 10 días para que Qatar clausure su satélite televisivo (junto con el portal de noticias Middle East Eye y otras filiales) como un aberrante ataque contra la libertad de opinión. Un ejecutivo de la televisión lo comparó con una hipotética pretensión alemana de que el Reino Unido cerrase la BBC. Ni siquiera eso; es como si EE. UU. pretendiese que Theresa May cerrase la BBC, y tenemos claro cuál debería nuestra respuesta.

Pero la Primera Ministra británica y su Secretario de Asuntos Exteriores, aunque resulte evidente la ansiedad que les provoca la tan arriesgada (y costosa) disputa árabe, no desenvainarán su espada para defender a Qatar. Tampoco los americanos, dado que su chiflado Presidente ha definido a Qatar como financiador del "terrorismo", apenas pocos días después de firmar un acuerdo armamentístico de 350 mil millones de dólares con Arabia Saudí.

Con certeza, sostiene Qatar, la demanda no puede ir en serio. No hay duda de que el mariscal de campo y Presidente de Egipto al-Sisi, quien detesta Al Jazeera, es el principal promotor de du exigencia de cierre, pero alguno de los cuatro Estados árabes ha debido filtrar deliberadamente la lista a Reuters y Associated Press. De lo contrario, ¿por qué los enemigos de Qatar querrían revelar sus bazas tan temprano? Con certeza tales demandas son solo el primer movimiento negociador de las cuatro naciones árabes.

Para los aliados de Qatar, esta situación resulta extraña, irreal, casi superior a la realidad, pero ¿quién puede entender la mente del joven e impulsivo Príncipe heredero de Arabia Saudí Mohamed bin Salman? Si es capaz de apresurarse a entrar en un conflicto sin perspectivas contra los hutíes de Yemen, ¿por qué no se atrevería a amenazar a la clase política qatarí? La familia real saudí ya ha intentado humillar a su desobediente vecino en varias ocasiones. Su intención al aislar a esta pequeña y adinerada nación con su entrometido canal televisivo es obligar a Qatar, en cierto sentido, a asumir errores, acercándose a Turquía e Irán.

Sobra decir que Al Jazeera no permanecerá pasiva. La modestia nunca ha sido su principal característica y su servicio en árabe ha mostrado una parcialidad extraordinaria a favor de los Hermanos Musulmanes, a quien el emir de Qatar ha seguido dando apoyo tras el golpe militar en Egipto contra el presidente electo de la hermandad. Al-Sisi encarceló a un grupo de periodistas de Al Jazeera cuyo trabajo para el servicio inglés había sido empleado (sin su permiso) por el canal catarí de noticias Arabic Live para intervenir en contra del presidente egipcio.

El servicio inglés, a pesar de todo el alboroto que se formó en su fundación (los medios norteamericanos celebraron su llegada como el principio de la libertad de prensa en Oriente Medio), en extrañas ocasiones ha cubierto la información de Bahréin o hecho una crítica valiente en sus reportajes sobre Arabia Saudí. Tampoco se ha preguntado  nunca por qué Qatar no es una democracia. Cuando empezó a emitir los sermones de Osama Bin Laden, George W. Bush quiso bombardear el canal satélite, lo cual hubiera sido un poco más extremo que las 13 exigencias de las cuatro naciones árabes que pretenden aislar a Qatar. La versión norteamericana de Al Jazeera fue un error garrafal; comenzó a parecerse a otra versión cualquiera de la CNN o la Fox News (un periodismo basura que infectó al servicio internacional en lengua inglesa de la cadena).

Por lo tanto, aunque no debiéramos dejarnos llevar por un amor excesivo hacia Al Jazeera, sus detractores árabes, fortalecidos por su nueva y excesivamente romántica relación con Trump, están intentando destruir cualquier dignidad que Qatar pueda reclamar para sí. Insistir en que pague una compensación por las vidas perdidas debido a su política exterior es como exigirle a Arabia Saudí que financie la reconstrucción de Yemen y que asuma una indemnización por sus 10.000 civiles asesinados y sus decenas de miles de víctimas del cólera.

En los primeros días de la cadena, pregunté a uno de sus principales miembros si esta, como a mí me parecía en ocasiones, era un instrumento de propaganda de la familia real qatarí. La respuesta fue rotundamente negativa. Era, no obstante, un "proyecto de política exterior". Claramente lo es. El pequeño Estado de Qatar pensó haberse convertido en un poder imperial en cuyo canal satélite nunca se ponía el sol. Pero, si alguna vez aumentase su poder adquiriendo territorio (por ejemplo, financiando la reconstrucción de Siria), esto se sumaría al petróleo, el gas líquido y a Al Jazeera: algo que Arabia Saudí nunca aceptaría. ¿Será esto lo que motiva la amenaza que se cierne sobre el estado qatarí?

(*) Robert Fisk, veterano corresponsal del diario británico The Independent en Oriente Medio y autor de varios libros sobre la región.

Fuente:

https://www.counterpunch.org/2017/06/27/saudi-arabia-wants-to-reduce-qatar-to-a-vassal-state/

Traducción: José Manuel Sío Docampo


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS