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¿Somos todos wilsonistas?

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Por Esteban Valenti (*)

La semana pasada se cumplieron los 33 años del regreso voluntario  de Wilson Ferrerira Aldunate y su hijo Juan Raúl al Uruguay, en un viaje lleno de riesgos para su libertad e integridad.

Tenemos muy presente la imagen de su detención en el puerto de Montevideo y su saludo de victoria, cuando lo llevaban detenido. Fue un momento importante e histórico de la lucha contra la dictadura, que volvió a expresar la unidad de todos los luchadores democráticos de los diversos partidos que lo recibieron con sus banderas en las calles, en un nuevo desafío al régimen cívico militar.

¿Wilson hizo bien en volver en ese momento? Una pregunta que no todos se atreven a formularse. Creo que hizo muy bien, no tenía alternativas, sabiendo que la dictadura todavía tenía fuerzas miserables, para detenerlo e impedir su participación directa en las elecciones de 1984. No podía y no quiso quedar esperando el resultado del otro lado del río y se la jugó. Fue un gesto de dignidad personal y política.

Lo otro que es necesario, imprescindible agregar es que a Wilson no lo detuvieron por venganza, por odio de la dictadura, sino por razones profunda y absolutamente políticas, no lo querían en la campaña electoral de 1984, ni como candidato ni de ninguna otra manera. Esto no se lo dice con la claridad y frecuencia necesaria. No lo quería la dictadura ni la derecha uruguaya.

Es bueno, justo y necesario recordar que tampoco en aquel momento, no todos, ni siquiera en el Partido Nacional eran, ni son actualmente wilsonistas. No construyamos historias a la medida y por lo tanto falsas. Nosotros en el Frente Amplio tenemos buena experiencia en ese sentido, pero esa tentación de construir relatos a la medida no es solo nuestra.

Wilson era profunda y absolutamente blanco, su  vibrante discurso en el parlamento antes del golpe de estado, presente en las imágenes y en la memoria de varias generaciones termina con: ¡Viva el Partido Nacional! Y esa es la verdadera historia, aunque Wilson se haya transformado durante su exilio en una figura de todos los uruguayos democráticos y deba ser valorado en ese contexto y desde esa perspectiva, es más, su profundo sentido partidario le da más valor a su amplitud democrática.

Yo tengo testimonios de discursos y posiciones de dura confrontación con la izquierda y en particular con los comunistas. ¿Y? ¿Por eso voy a cometer la bajeza de quitarle un ápice de valor a su aporte unitario y democrático a la lucha contra la dictadura? Al contrario, hay que valorar en profundidad todo lo que hicimos los uruguayos juntos en ese proceso, dentro y fuera del país.

Los uruguayos fueron a nivel internacional, en la formidable campaña de solidaridad con nuestro pueblo, con nuestros presos, torturados y desaparecidos un ejemplo en muchos países del mundo, una demostración de la voluntad realmente nacional de enfrentar de forma conjunta a la dictadura. Y en eso tuvo un gran papel Wilson, su hijo Juan Raúl y también el Frente Amplio y dentro del FA, el Partido Comunista.

La dictadura tuvo alguna utilidad para los uruguayos democráticos, nos obligó a conocernos mejor el alma. No todos, también raleó a los restos de las viejas formaciones antidemocráticas enquistadas en diversos partidos y sectores de la sociedad. Algunos hicimos ese aprendizaje democrático  explícitamente, asumiendo incluso errores del pasado, otros lo hicimos más silenciosamente. Pero lo hicimos.

Yo conocí personalmente a Wilson en una oficina muy pequeña que usaba en la calle Suipacha de Buenos Aires cuando fuimos con Niko Schwartz a pedido de la dirección del Partido Comunista a informarle que teníamos información de buenas fuentes de que lo querían detener y matar en la capital argentina. La vida demostró que ese  era el macabro plan que aplicaron con Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini, Manuel Liberoff, Rosario Barredo y William Whitelaw. El primer responsable de la unidad, confluencia, convergencia de los uruguayos, fue el propio régimen cívico militar.

Si tuviera que definir ese encuentro, que tengo muy presente en la memoria es que fue una conversación entre uruguayos, entre gente que compartía lo fundamental, una comunidad espiritual y no solo territorial. Lo encontré en otras situaciones, por ejemplo cuando viajó a Roma y se entrevistó con diversas personalidades y también recuerdo el profundo sentido democrático y plural de sus planteos. Y sobre todo su amor, su cariño entrañable por su Uruguay.

No voy a intentar siquiera, tratar de contar la historia, en esta corta nota, voy a tratar de rescatar determinados valores del wilsonismo para todos los uruguayos y en especial para aquellos que compartieron, comparten sus ideales. La esencia de sus ideales.

Voy a recordar una sola anécdota de Wilson en su visita a Roma en un encuentro con Mariano Rumor el Presidente de la Unión de la Democracia Cristiana a nivel mundial. Hizo el difícil intento de explicarle a un italiano...que en Uruguay los comunistas votaban bajo el lema Democracia Cristiana.  Y yo traduciendo... En todas las entrevistas reflejaba esa visión unitaria de la inmensa mayoría de los orientales agrupados contra la plaga de la dictadura.

Wilson fue un avanzado para su tiempo y dentro de un partido, donde las corrientes más reaccionarias y conservadoras eran muy fuertes, el aguerrondismo y el herrerismo tradicional. El wilsonismo se atrevió a levantar un programa avanzado y progresista, "Mi compromiso con Ud". Hay que releerlo con respeto y con rigor histórico. No fue solo un programa electoral, fue un enorme sacudón para las fuerzas tradicionales y conservadoras uruguayas, políticas, sociales y culturales.

Sería útil hacer comparaciones con algunas de las actuales posiciones mayoritarias dentro de su propio partido, descontado los cambios operados en el mundo, sigue habiendo diferencias de enfoques radicales con el herrerismo y otros sectores.

Siempre será importante que dentro de su partido haya fuerzas importantes que reivindiquen en serio y desde la cabeza y el alma sus ideas y su legado político y humano.

Entre las muchas informaciones que existen sobre los motivos del golpe, hay uno que no se ha  manejado adecuadamente, uno de los argumentos que se utilizó para dar el golpe, como parte de una estrategia regional del gobierno de los Estados Unidos y los gorilas latinoamericanos  era que la votación sumada del wilsonismo y el Frente Amplio eran un augurio de un cambio muy profundo y a corto plazo en el Uruguay, un cambio insoportable para la derecha nacional y los planes norteamericanos.

En el año 2009 fueron desclasificados documentos del Departamento de Estado de los Estados Unidos donde se afirma que el entonces dictador brasileño, Emílio Garrastazu Médici visitó Washington entre el 7 y el 9 de diciembre de 1971, cuando aún no se había definido el resultado de las elecciones uruguayas. Garrastazu Médici sostuvo varias reuniones con el Presidente Richard Nixon, el Asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger, el Secretario de Estado William Rogers y con el futuro Subjefe de la CIA, Vernon Walters. En varios de los memorandos sobre las conversaciones con el presidente brasileño, Richard Nixon menciona la ayuda de Brasil para influenciar las elecciones uruguayas a los efectos de prevenir la victoria del Frente Amplio en las elecciones presidenciales, pero también la alerta sobre todo del peligro de un giro hacia la izquierda en el Uruguay.

¿Se podían sumar esas dos fuerzas, el FA y el wilsonismo? Políticamente no creo que hubiera sido posible, pero, programáticamente sin duda había grandes coincidencias. El programa del wilsonismo en 1971 es más avanzado y radical que muchos de los contenidos programáticos de la izquierda en estos tiempos. No tengan la menor duda. Se podrá decir que eran otros tiempos, otro país, otro mundo, pero también otras ideas y sensibilidades, muy avanzadas para la época.

Ese programa no fue una improvisación, sus posiciones, su discurso surgió de la experiencia en el Ministerio de Ganadería y Agricultura y la creación de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), con una cabeza muy abierta y la convocatoria a  Danilo Astori, Antonio Pérez, Lilián Serra, Martín Buxedas, Celia Barbato, Miguel Cetrángolo y el chileno Jesús González a integrar la CIDE, también son importantes sus vínculos con Manuel Quijano, su militancia estudiantil en el Centro de Estudiantes de Derecho, del que fue secretario general.

La dictadura, la experiencia de organizar con la Convergencia Democrática, la solidaridad con Uruguay, la campaña que Wilson impulsó personalmente en especial en algunos países, como los EE.UU. y con el aporte de su hijo Juan Raúl, por la libertad de los presos políticos y en especial del general Liber Seregni fueron sin dudas momentos de aproximación importante.

La continuidad de la historia es conocida por todos, el Frente Amplio con el impulso decisivo de Seregni defendió y promovió su independencia, su perfil e identidad a través del voto en blanco en las elecciones internas de los partidos en 1982. Creo que esa fue una opción que tuvo un papel fundamental en todo el proceso posterior de la política uruguaya. Tenía razón Seregni y lo afirmo obviamente desde mi visión de izquierda.

Pero esta última afirmación no disminuye un ápice la importancia y el valor de Wilson, al contrario. Incluso el doloroso proceso de la aprobación de la ley de caducidad, del plebiscito posterior en 1989,  muestran una visión sobre la gobernabilidad de parte de Wilson muy diferente a la nuestra, pero siempre con un sentido nacional que yo aún en la discrepancia respeto profundamente. Y rescato una frase de Ferrerira Aldunate cuando afirmó algo así como, "al país lo que necesite, al gobierno lo que se merezca". Y él creyó con firmeza que el país debía recorrer ese camino e hizo todos los sacrificios necesarios. Y fueron realmente enormes sacrificios.

El balance de su vida, no podemos ni debemos hacerlo desde esa última perspectiva, hay que mirarlo en toda su trayectoria y el aporte de Ferrerira Aldunate para cambiar la cabeza, la sensibilidad, las ideas políticas e introducir en todo el país la necesidad de cambios profundos y avanzados es de gran importancia. De importancia política, pero también cultural e ideal.

Todo el Partido Nacional le rinde homenaje, entre otras cosas con una edición muy parcial y muy pobre de sus ideas y su trayectoria en un video "oficial". No es cierto en absoluto que todos los blancos son hoy wilsonistas. El herrerismo no es en absoluto wilsonista y es hoy la mayoría indiscutida del partido.

Hay otras vertientes que consideran que Ferrerira Aldunate es de otra época, ya superada y que alcanza con recordar su superficie, su bronce y no su alma, que eran sus ideas. Y sus ideas no eran solo sobre la democracia, sino sobre temas sociales y políticos decisivos.

Recordemos de paso que, no todos los frenteamplistas son seregnistas, ni todos los colorados son batllistas. A los muertos ilustres, la primera forma de respetarlos y honrarlos es con la verdad.

Yo espero con interés y curiosidad un amplio video, producido y dirigido por Marcos Gutiérrez, el hijo de Gutiérrez Ruiz sobre la vida de Wilson Ferrerira Alduna que se estrenará el 1º de agosto. Wilson se lo merece, se ganó un espacio en la historia de este país, por ser un gran uruguayo, un verdadero demócrata, un gran blanco y un luchador incansable y valiente por sus ideas.

  (*) Periodista, escritor, director de Bitácora y Uypress. Uruguay


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