bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Fernando Martinez Heredia, una gran pérdida para Cuba.

Guillermo Almeyra

FMH fue un revolucionario socialista en el movimiento 26 de julio cubano desde la primera hora y desde el comienzo de la revolución estuvo muy ligado al Che Guevara.

Desde 1967 a 1971 fue director de la revista internacionalista y plural Pensamiento Crítico y animó el Departamento de Filosofía que, junto con dicha revista, fue cerrado en 1971. Antes, había ocurrido la derrota del Che Guevara y de Ernest Mandel en la polémica en 1964 sobre la gestión de la economía socialista que les opuso a Carlos Rafael Rodríguez, stalinista cubano, y a Charles Bettelheim, economista maoísta, y la aventura posterior del Che en el Congo y su muerte en Bolivia, aislado y traicionado por el partido comunista de Bolivia. Eran los años de Brezhnev, de la revolución cultural china, de la rebelión antistalinista en Checoeslovaquia (1968) y lo ocupación del país en nombre de la teoría brezhneviana de la "soberanía restringida" por los intereses de las grandes potencias, que Fidel Castro aceptó aunque era peligrosísima para Cuba, que ya había sido invadida durante el gobierno de Kennedy. Para el equipo de amigos del Che, que se oponía a las reformas soviéticas de Lieberman que favorecían a directores y burócratas, vino el ostracismo.

Conocí por lo tanto a un Martínez Heredia muy controlado por los servicios de inteligencia cuando, con ocasión de un viaje a Cuba para hacer un artículo para la revista de la FAO, intenté entregarle una edición de los trabajos de Ernest Bloch ("El principio esperanza") que le mandaba Antonio Moscato desde Roma. En el hotel habanero situado frente a la Universidad, en el que me alojé, telefonée a su casa. Me llamó la atención la rápida respuesta y, sobre todo, la voz de quien se presentó como su esposa. Al rato llegó esa persona, una cincuentona de color, desaliñada, de muy pocas palabras, que me dijo que le haría llegar los libros, que por supuesto jamás recibió, ya que lo que les interesaba a los servicios era si recibía algún papel o dólares, para incriminarlo.

Años después, durante un Congreso sobre Marx realizado en La Habana, le encontré por primera vez. El gobierno cubano había cometido un error político gravísimo al aplicarles la salvaje pena de muerte a unos balseros lumpens, crecidos durante la Revolución, que habían secuestrado con derramamiento de sangre un ferryboat para exiliarse en Estados Unidos. Ante un conjunto de invitados extranjeros y de burócratas, discutí con Fidel Castro, en alta voz, las implicaciones teóricas de una acción semejante a las que se hacen en Texas o China y los resultados prácticos que tales fusilamientos podrían tener sobre los marxistas que en Estados Unidos defendían a Cuba. Al terminar la larga y respetuosa discusión, FMH, George Labica y algunos más se acercaron para felicitarme desafiando las miradas hostiles de los burócratas aún escandalizados por lo que consideraban un verdadero sacrilegio.
Años después, en un Congreso de CLACSO en México recordó la escena y me dijo que su esposa era la que estaba junto a Castro, dispuesta a hacer de traductora.
Fernando fue rehabilitado después de la caída la URSS y recuperó los trabajos y los honores que siempre debía de haber tenido. Era un hombre que había hecho la paz con el gobierno, pero no un hombre de éste ni un oficialista acrítico. Por eso era aún posible que tuviese un papel de educador y de puente hacia los jóvenes y que desempeñase un papel en la renovación de las ideas socialistas en Cuba. La muerte desgraciadamente se lo impidió.

Tomado de su página personal en facebook

Guillermo Almeyra es miembro del Consejo Editorial de SIN PERMISO.

 

La coherencia del pensamiento crítico, la pasión de la revolución

Claudia Korol

FMH es el maestro -en el sentido estricto de la palabra - de varias generaciones de militantes-intelectuales que intentaron pensar y hacer la revolución en América Latina. Es conocido el poema del poeta guerrillero salvadoreño Roque Dalton, en el que recuerda sus clases de filosofía en una humilde casa de La Habana con un profesor que lo exasperaba con su sistemática tos, que Fernando arrastra hasta nuestros días. Roque Dalton fue uno de sus discípulos. Clases individuales, conferencias magistrales, reuniones grupales. En el hall de su casa, o en un auditorio universitario. En actos políticos, entre miles de personas que abrazaban en su palabra la voz de la Revolución Cubana. Un intelectual revolucionario, vuelto intelectual por la obra misma de la revolución. "Sería un error creer que porque nos hicimos marxistas sucedió todo, cuando la verdad es que nos hicimos marxistas por todo lo que sucedió", escribió Fernando hace muchos años, y repitió al recibir en febrero de este año el Premio Nacional de Ciencias Sociales de Cuba. Filósofo, abogado, sociólogo... conspirador de revoluciones triunfantes y de revoluciones soñadas. Maestro de un marxismo desafiante, incisivo, despojado de toda concesión al statu quo o a las conveniencias burocráticas. Guevarista en tiempos en que Guevara no era más que una imagen heroica, pero su legado teórico era puesto en sordina. Mariateguiano, cuando el pensamiento del Amauta bordeaba los bordes incluso del marxismo "realmente existente". Gramsciano en su concepción y en su práctica de la revolución como una batalla cultural descomunal contra todas las formas de dominación. Castrista, si por esto entendemos la fidelidad no a una persona, sino a una obra que transformó para siempre las creencias sobre los límites posibles de la acción humana. Ser revolucionario en Cuba, fue siempre desafiar las correlaciones de fuerza que supuestamente determinaban la imposibilidad del proyecto socialista. FMH nos enseñó a diversas generaciones, el valor del diálogo creativo, en el que no hay límites posibles para imaginar el cambio del mundo, en el que no hay autoridad que emane de citas o de acumulación de años y estudios. El adultocentrismo tan arraigado en las ciencias sociales, que consagra a intelectuales que sólo se mueven entre "pares reconocidos" académicamente, destinando un lugar subordinado a los jóvenes que interpelan esos saberes, era absolutamente ajeno a Fernando, siempre buscando conectarse con jóvenes, discutir cuestiones, apasionadamente, renovando inquietudes, y evitando halagos. Debatiendo con la seriedad que merece todo intento de batallar contra las diversas formas de opresión y dominación. Compartimos así largas horas de charla, de recorrer el continente buscando las novedades que pudieran convertirse en tendencias revolucionarias. Compartimos la aventura de pensar la revista América Libre, en tiempos de contrarrevolución, después de la caída del Muro y de los fetiches que el muro había creado en muchas de nuestras concepciones dogmáticas sobre lo que es y lo que no es el socialismo. Fernando había criticado desde mucho antes la ortodoxia, el esclerosamiento del marxismo. Por ello no lo tomó de sorpresa su derrumbe, y pudo aportar claridad en tiempos oscuros. Artífice e hijo de la revolución cubana, no creyó que la teoría pueda ser un reflejo de las necesidades prácticas de una obra política, por más grandiosa que esta fuera. El pensamiento crítico tiene que soltar amarras para poder revolucionar una y otra vez las creencias construidas en siglos de dominación. Cuando lo conocí, en 1987 en Nicaragua, Fernando trataba de recuperar, para las nuevas generaciones que asomábamos a la militancia después de las dictaduras latinoamericanas, el pensamiento del Che. Dos años después ganó el premio de Ensayo Casa de las Américas por su libro El Che y el Socialismo, una de las obras más significativas en la indagación de los alcances teóricos del pensamiento guevariano. En uno de esos viajes a Cuba, anduve paseando con él por las librerías de libros usados o viejos que hay en La Habana, intentando completar la colección de aquella revista paradigmática que cumple ahora cuarenta años de existencia: Pensamiento Crítico, de la cual fue Fernando su director y su animador, junto con los entonces jóvenes muchachos del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. En Pensamiento Crítico encuentro una y otra vez varias claves para comprender esa caldera de imaginación, ideas, y búsquedas políticas que agitaba a la generación de los 60, en América Latina y el mundo. Porque coherente con el espíritu internacionalista de la revolución, ahí escribieron latinoamericanos -muchos de los cuales dejaron sus vidas regadas en nuestro continente, en coherencia con lo que decían y pensaban-, y también europeos, africanos, asiáticos. Cambiar al mundo no era una bella frase para los intelectuales militantes de aquel tiempo. Era un compromiso y un desafío. Cuando en nombre del marxismo predominó el pensamiento soviético post-stalinista, mecanicista, pragmático, y su influencia se hizo sentir en las ciencias sociales y en el propio curso de la Revolución, la dirección política cubana cerró la revista Pensamiento Crítico. Muchos de los jóvenes revolucionarios que encontraban en este foro de ideas un aliento a sus ansias de "incendiar el océano" (como relata Fernando en su discurso de aceptación del Premio Nacional de Ciencias Sociales), sufrieron entonces un fuerte revés. Pero no fueron derrotados. Porque para ellos, ser revolucionarios, no era una moda. No era una postura para ganar simpatías en la estructura partidaria, o en los eventos institucionalizados del mundo político o académico ligado a la Revolución. Ellos eran revolucionarios por convicción, por pasión. Revolucionarios de partido. Y partidarios de revolucionar una y otra vez las prácticas y las teorías que comienzan a fosilizarse si se estereotipan o se tornan justificación de un orden y no un desafío de cualquier intento conservador. Ellos son revolucionarios cuarenta años después. Y lograron tal vez encontrar la manera de serlo, confiando en los ideales, y con un sentido de coherencia, que difícilmente podamos encontrar en otros ámbitos. FMH, pedagogo de la revolución, es un tipo sencillo, un amigo en toda ocasión, un crítico cuando considera que perdimos el horizonte o confundimos el camino, un compa divertido a la hora de romper las solemnidades que enferman de manera terminal los ímpetus de las revoluciones. Es además un intelectual armado. Quiero decir, armado para batallas disímiles, tanto en el terreno de las ideas, como en el de las pasiones. Porque él nos enseñó que no se trata de convencer solamente con buenos argumentos, sino que hay que aprender a enamorarse de las revoluciones y a transmitir esos amores, con argumentos y con gestos. Pedagogo del ejemplo. Austero en todos sus actos públicos y privados. Personalmente le agradezco la posibilidad de comprender a la Revolución Cubana como una obra esencialmente humana, con sus luces y sus sombras, y como parte de ella, la creación intelectual de la generación guevariana. Sólo quisiera que su reconocimiento nos sirva para que su obra intelectual sea más difundida, más conocida en toda América Latina. Para que nos ayude a seguir formando intelectuales no domesticados. Para seguir encendiendo la herejía del pensamiento crítico, en cualquier lugar donde se quiera y se desee cambiar al mundo.

(Escrito cuando en el 2006 ganó el Premio Nacional de Ciencias Sociales)

Claudia Korol es educadora popular argentina, participa en proyectos de formación política con movimientos campesinos, piqueteros, y organizaciones de mujeres.

 

Cuba y el pensamiento crítico

Néstor Kohan

Vaya nuestro sentido homenaje a quien fue un amigo, un maestro y sobre todo un compañero revolucionario de tiempo completo, internacionalista convencido e inquebrantable.

Se murió como vivió, sin bajar jamás las banderas de la revolución mundial. Siempre colaborador de las Cátedras Che Guevara. Marxista profundo, erudito y reflexivo, gran admirador y conocedor de Lenin, partidario convencido de la insurgencia y la lucha armada en América Latina.

(No es casual que Roque Dalton, en su célebre Un libro rojo para Lenin comience hablando de Fernando [el profesor que tose todo el tiempo] sin mencionar su nombre...).

Simpatizante, colaborador y asesor de varias organizaciones político-militares del continente, militante del Partido Comunista Cubano y en particular del Departamento América, dirigido por el comandante "Barbarroja" (Manuel Piñeiro Losada), por quien sentía particular admiración y lealtad al igual que por Fidel y el Che.

Se supo rodear y hacer querer de muchísimos amigos y amigas de variadas tendencias, todas revolucionarias, sin prejuicios de secta ni anteojeras dogmáticas.

Del cuarto de siglo que compartí junto a él y de todo lo que aprendí (bibliotecas enteras) rescato ahora y me viene a la memoria una frase que jamás olvidaré: "Nunca te olvides, Néstor, que ellos primero matan y asesinan a miles de los nuestros y luego que nos aplastaron... nos hablan de «democracia»".

¡Hasta la victoria siempre!, querido Fernando, hermano entrañable y admirado.

Entrevista completa de Néstor Kohan con FMH: http://cipec.nuevaradio.org/?p=242

Néstor Kohan, argentino, es filófoso, especialista en el pensamiento marxista, y militante revolucionario.

 

Desde Ecuador: Homenaje a Fernando Martínez Heredia

Francisco Hidalgo Flor

Ha producido enorme pesar la noticia del fallecimiento de FMH, acaecido este 12 de junio de 2017. Conocimos de su obra y también tuvimos la fortuna de conocerlo personalmente y guardar un profundo respeto por su obra y su vida. Lo presentamos como un referente para las generaciones actuales y futuras que impulsan un pensamiento crítico.

Lo conocí por primera vez en la Universidad de Puebla - México, en la BUAP, año 2000, en el marco de la Segunda Conferencia Internacional de Estudios Gramscianos, que organizaba dicha Universidad bajo la iniciativa de Dora Kanoussi. Allí Fernando Martinez presentó una de las ponencias más interesantes del evento: "Memoria y proyectos: Gramsci y el ejercicio de pensar", en la cual planteaba, entre otros asuntos, lo siguiente: "el mundo de hoy vive una dramática paradoja entre lo alcanzado por la humanidad y la manera de vivir más extendida; contraste que se muestra muy agudo cuando relacionamos los logros del conocimiento social y las promesas contenidas en los avances del pensamiento y la investigación humanos con la creencia generalizada de que nada esencial del orden vigente puede ser cambiado".[2]

Nos volvimos a encontrar cuatro años más tarde, nuevamente bajo la invitación de Dora Kanoussi y la Buap. Otra vez la Universidad de Puebla era el escenario para conversar con Fernando, ya conociendo más de su trayectoria y su obra, individual y colectiva, pues sus esfuerzos mayores estuvieron orientados hacia la construcción común en la Universidad de La Habana, en el Departamento de Filosofía, también como director de la Revista Pensamiento Crítico, cuyo cincuentenario precisamente se conmemora este 2017.

Para el 2004 Martínez Heredia presentó la ponencia sobre: "La necesidad de Gramsci en Cuba", en la que planteaba: "La necesidad de Gramsci en Cuba provino de la inadecuación entre el nivel de logros de la práctica revolucionaria y la teoría anticapitalista del marxismo que ha estado al alcance de los revolucionarios".[3]

Finalmente nos volvimos a encontrar en el 2012, igualmente en México, con motivo de la Conferencia Internacional de Clacso. Participaría en uno de los Grupos de Trabajo, a la par tenía avidez por conocer detalles y análisis respecto de la evolución de los procesos sociales y políticos en la región andina y en el Ecuador.

Logramos escaparnos para conversar un rato, y recuerdo uno de sus comentarios, indicando que al rastrear sobre el pensamiento crítico no era suficiente ir a la génesis en Europa, sino también a la génesis en Latinoamérica. Destacaba los aportes que generó precisamente la revista Pensamiento Crítico, durante cinco años y 57 números, con importante repercusión en Cuba y el continente.

Vivificante era hablar con Fernando, escucharlo en sus ponencias, pues colocaba al centro la necesidad para académicos y políticos de izquierda de: "abrir una etapa de búsqueda y de creación en el terreno teórico". Apreciaba y promovía los esfuerzos de pensamiento propio en y sobre la región. En él había a la par búsqueda y raíces, además se comunicaba con sencillez y entusiasmo.

Francisco Hidalgo Flor, sociólogo ecuatoriano, es decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Central del Ecuador

Sin Permiso ofrece, en libre descarga, una selección de algunos de sus libros:

?

 1988, Martínez Heredia, Fernando, Desafíos del ...

?? 1989, Martínez Heredia, Fernando, Che, el socia...

?? 2011, Martínez Heredia, Fernando, Sociedad y po...

?? _1999, Martínez Heredia, Fernando, En el horno ...

?? _2001, Martínez Heredia, Fernando, El corrimien...

?? _2010, Martínez Heredia, Fernando, A viva voz, ...

?


[1] Un gran número de textos dedicados a Fernando Martínez Heredia ha aparecido en Cuba a raíz de su fallecimiento. Entre ellos, de Aurelio AlonsoJuan Valdés PazJulio Antonio Fernandez EstradaJulio Carranza,  Juan Antonio García Borrero y Frank García-Hernández. La revista La Jiribilla ha compilado un amplio dossier con textos de Fernando Rojas, Magdiel Sánchez Quiroz, Yosvany Montano Garrido, Fernando Luis Rojas, Ernesto Limia Díaz, Iroel Sánchez, Omar Valiño, Carlos Tablada Pérez, Luis Toledo Sande, Nils Castro, Pablo González Casanova, Tony Kapcia y Par Kumaraswami.

[2] Fernando Martínez Heredia (2000). "Memoria y Proyectos: Gramsci y el ejercicio de pensar". En: Gramsci en América. Edic. Buap y Plaza & Valdes. México.

[3] Fernando Martinez Heredia (2004). "La necesidad de Gramsci en Cuba". En: Poder y Hegemonía hoy. Edic. Buap y Plaza & Valdes. México.

AAVV 

Fuente: Varias


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS