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Irán: objetivo de la nueva alianza sunita

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Por Yassamine Mather (*)

A todas luces, Oriente Próximo atraviesa por un momento extraño. El pueblo iraní -nervioso por la posibilidad de nuevas sanciones- acudió masivamente a las urnas para volver a elegir a un hombre que considera un reformista 'moderado': Hassan Rouhani.

Tras la retirada en el último momento tanto de Mohammed Baqer Qalibaf como de Es'haq Jahangiri, era evidente que las elecciones presidenciales se decidirían en la primera vuelta.

La mayoría de los iraníes no son exactamente simpatizantes del actual presidente, que no ha logrado mejorar la situación económica, a pesar del levantamiento de algunas sanciones. Son muy conscientes de la corrupción de su gobierno y su falta de compromiso con la reforma política. Sin embargo, agradecen los pequeños favores - el levantamiento de algunas sanciones significa que al menos pueden comprar medicamentos a precios razonables, los hospitales pueden importar equipos de emergencia y la amenaza de un inminente ataque israelí o de Estados Unidos ha disminuido. También están contentos de no vivir en otros países de la región- Afganistán, Irak, Libia, Siria, etc -, en los que el "cambio de régimen" estilo Estados Unidos ha costado la vida de muchas personas, y provocado la destrucción de sectores enteros de la economía y la sociedad. Y la mayoría de los iraníes no creyeron las promesas del principal rival de Rouhani - el clérigo ultra-conservador Ebrahim Raisi - que pretendía ser un defensor de los desfavorecidos y el único capaz de restaurar la "dignidad" de la República Islámica de Irán.

Mientras tanto, sólo un día después de las elecciones iraníes del 19 de mayo, Donald Trump llegó a Riad para consolidar una alianza anti-iraní que incluye a Arabia Saudí, los Emiratos del Golfo Pérsico, Egipto e ¡Israel! A pesar de que una confrontación militar es poco probable a corto plazo, las continuas declaraciones y medidas contra Irán de Trump son lo único constante de su política exterior. Pero al contrario de lo que él y sus aliados para un 'cambio de régimen desde arriba' en Irán creen, todo ello solo tiene un efecto: reforzar el régimen teocrático y el control de los clérigos. Sin embargo, esta semana en Riad y Tel Aviv, el tema era familiar: por lo que se refiere al terrorismo, ¡Irán es el principal culpable!

He pasado la mayor parte de mi vida oponiéndome a la República Islámica de Irán, pero una mentira es una mentira y se debe denunciar: el gobierno iraní ha tenido mucho cuidado en no verse involucrado en actos de terrorismo contra civiles occidentales. Nadie puede negar que ha aterrorizado en repetidas ocasiones a sus propios ciudadanos, pero no es eso a lo que se está refiriendo Trump. Aún más irónico es el hecho de que las declaraciones de Trump se hicieron en la capital de Arabia Saudí, un país con una clara conexión con el terrorismo salafista / yihadista; y en Tel Aviv, a pesar de las múltiples acusaciones contra el Estado de Israel por sus atrocidades contra los palestinos. De hecho, el objetivo declarado (algunos dicen que la razón de ser ) del Estado Islámico es destruir el Irán chií. Los que dudan de la conexión entre Isis y Arabia Saudí deben leer a Alastair Crooke:

"Parece - incluso ahora - que la elite gobernante de Arabia Saudí está dividida. Algunos aplauden que Isis responda al 'fuego' chiíta iraní con 'fuego' sunita; que un nuevo estado sunita este tomando forma en el corazón mismo de lo que consideran patrimonio histórico sunita; y se sienten atraídos por la estricta ideología salafista de Da'esh ...

Un aspecto dominante de la identidad Saudí enlaza directamente con Muhammad ibn Abd al-Wahhab (el fundador del wahabismo), y la puesta en práctica de su radical y excluyente puritanismo por Ibn Saud. (Este último, hasta entonces un líder menor - entre muchos - de las tribus beduinas que actuaban asaltando en los asfixiantes y  extremadamente pobres desiertos del Nedjed).

El segundo aspecto de esta dualidad desconcertante se refiere precisamente al cambio posterior del rey Abd-al de Aziz hacia la construcción de un Estado en la década de 1920: la contención de la violencia Ikhwani (con el fin de ser considerado diplomáticamente como un estado-nación por Gran Bretaña y Estados Unidos); su institucionalización del impulso wahhabista original - y el posterior aprovechamiento del maná de los  petrodólares en la década de 1970, para canalizar la volátil corriente Ikhwani fuera del reino y exportar una revolución cultural, más que una revolución violenta, a todo el mundo musulmán".

La amenaza de la nueva alianza saudí-israelí encabezada por Estados Unidos contra Irán no se limita a una guerra de palabras. Los Estados Unidos y Arabia Saudí acaban de concluir un acuerdo militar de compra de armamento por valor de 110.000 millones de dólares ($ 350 mil millones durante la próxima década), así como el anuncio de $ 40 mil millones en inversiones saudíes en proyectos de infraestructura de Estados Unidos.

Volviendo a las elecciones iraníes, la importante victoria de Rouhani - con el 57% de los votos, en comparación con el 38% de Raisi (el resto fue a dos candidatos menores) - fue un golpe a los conservadores más fundamentalistas. Se pensaba que con el respaldo de los altos mandos de la Guardia Revolucionaria, el poder judicial y el clero conservador, por no hablar de la promesa de luchar contra la corrupción, los subsidios clientelares, etc, Raisi obtendría un mejor resultado.

Sin duda, el frenesí de los medios sobre la posibilidad de un triunfo de Raisi animó a los iraníes dentro y fuera del país a votar en gran número: la participación fue del 73%. Muchos centros de votación tuvieron que permanecer abiertos hasta las 23:00 horas. En este sentido, el vencedor principal es, sin duda, el líder supremo Ali Jamenei, que había subrayado a lo largo de la campaña que la cuestión principal, desde su punto de vista, era la participación de los iraníes en las elecciones.

Es evidente que nadie se toma la retórica de Jamenei sobre la 'economía de resistencia' en serio - Irán está completamente integrado en el capitalismo global. También por lo que se refiere a las propiedades de la Guardia Revolucionaria, sus comandantes y sus familiares. Durante la campaña, se hizo público que los líderes ''aislacionistas" de la Guardia Revolucionaria habían logrado realizar inversiones conjuntas con empresas de Trump en la República de Azerbaiyán. En 2012, la Organización Trump y empresarios locales firmaron un contrato para convertir un edificio ya existente en un hotel de lujo.

De acuerdo con The New Yorker, la Organización Trump firmó el contrato con la poderosa familia Mammedov que, además de las denuncias regulares de utilizar su poder político para aumentar su riqueza personal, tiene lazos comprobados con un traficante que actuaba de mediador con los Guardianes de la Revolución: "Ziya Mammadov había sido acusado en el pasado de conspirar con un agente de la Guardia Revolucionaria para hacer ofertas infladas que enriquecerían a ambos, al tiempo que hacia caso omiso de las prohibiciones contra el lavado de dinero."

Los partidarios de más sanciones contra Irán incluyen una gran cantidad de grupos de oposición de izquierda y derecha, que van desde los monárquicos a aquellos de la izquierda cuya supervivencia en el exilio depende de los fondos asociados con el cambio de régimen desde arriba. Estos defensores acérrimos de la 'intervención humanitaria' occidental ya han sufrido una reducción de los fondos procedentes de EE UU y de los gobiernos europeos para sus organizaciones de mujeres, sus canales de televisión por satélite e incluso los "frentes de solidaridad obreros". Sin embargo, tanto en palabra como en actos están con Trump y la alianza saudí-israelí.

Aunque yo misma no hubiera votado, su reacción ante las elecciones fue insultar a los que lo hicieron - es decir, a la gran mayoría de iraníes - con poca o ninguna comprensión de las razones que les han llevado a ello. Es evidente que las personas que viven en Irán tienen pocas ilusiones en el régimen actual, y la mayoría de los que votaron a Rouhani no creen sus promesas sobre la mejora de la situación económica, la lucha contra la corrupción, etc. Pero, teniendo que elegir  entre lo malo y lo peor - en un momento en que la amenaza de guerra contra Irán no se ha eliminado y cuando la administración Trump ha vuelto a situar a Irán en el "eje del mal" - han optado por el mal menor.

Por supuesto, a pesar de todas las floridas declaraciones de Trump sobre el acuerdo nuclear con Irán, es poco probable que lo denuncie. Sin duda, la reelección del 'moderado' Rouhani significa que fueras de Riad y Tel Aviv encontrará poco apoyo para operaciones militares contra Irán. Varios líderes europeos felicitaron a Rouhani por su reelección: el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido Boris Johnson fue de los primeros en ponerse en contacto con Teherán.

Durante la campaña electoral Rouhani afirmó que sólo él sería capaz de garantizar que las sanciones restantes - las impuestas por EEUU hace más de 35 años y no relacionadas con el acuerdo nuclear - se levantarán. Claramente, es poco probable que esto suceda, al menos bajo la actual administración en Washington. Sin embargo, la narrativa sobre ello es otro ejemplo de 'verdad falsa' vendida como un hecho.

Los medios de comunicación occidentales siguen acusando a Irán de apoyar a Hezbollah en el Líbano, como si simplemente fuera parte de la política terrorista expansionista de la República Islámica. Pero la verdad es más complicada. El apoyo iraní a Hezbollah y Siria comenzó hace más de tres décadas como parte de su política de expandir la influencia del Islam chiíta en la región, y algunos en las filas de los Guardianes de la Revolución podrían seguir albergando tales ambiciones. Sin embargo, recientemente ha sido Irán, la que ha necesitado a Hezbollah, no al revés. Si no hubiera sido por la capacidad militar del Hezbollah, Israel y EEUU quizás hubieran estado tentados de bombardear las instalaciones nucleares de Irán.

En conclusión, los resultados de las elecciones presidenciales en Irán muestran que:

            ?             La política del miedo sirvió para asegurar una alta participación.

            ?             El hecho de que el líder supremo haya aceptado de buen grado el resultado de las elecciones demuestra que no se opone a una victoria Rouhani, como algunos habían sugerido. Incluso diría que los rumores de su apoyo a Raisi eran exagerados - tal vez se trataba de un inteligente ardid para asegurar una alta participación, o tal vez apoyó a Rouhani todo el tiempo. Después de todo, para Jamenei, el principal objetivo ha sido siempre la estabilidad y la supervivencia de la república chiíta y actualmente Rouhani garantiza ambas.

            ?             La oposición que defiende el 'cambio de régimen desde arriba', financiada por los Estados Unidos / Israel / Arabia Saudí, está en un estado lamentable. La auto-calificada izquierda, entre ellos, debe estar completamente avergonzada de sí misma -, les guste o no, su tétrica conversión en poco más que agentes de propaganda pro-imperialistas ha ayudado sin duda a la supervivencia de la República Islámica.

(*) Yassamine Mather es una socialista iraní exiliada en el Reino Unido, profesora de la Universidad de Glasgow y Directora de la Campaña "Fuera las manos del Pueblo de Irán" (HOPI).

Fuente: http://weeklyworker.co.uk/worker/1156/still-an-imperialist-target/

Traducción: Enrique García


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