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¿Anticipar elecciones en Venezuela y Brasil?

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Por Andy Robinson (*)

En ambos países hay manifestaciones contra sus presidentes por corrupción y déficit democrático, pero la reacción de Washington y Madrid es radicalmente distinta contra uno y el otro.

Algo llama la atención tras cruzar la frontera desde Venezuela a Brasil y no es solo la cantidad de venezolanos que piden limosna o se prostituyen en las calles de la ciudad brasileña de Boa Vista. Ambos países escenifican una serie de manifestaciones multitudinarias y, en algunos casos, violentas, en las que se reivindica el adelanto de las elecciones presidenciales debido al déficit democrático de sus respectivos presidentes. Esto pese a que las constituciones brasileñas y venezolana no contemplen la posibilidad de elecciones anticipadas.

En Puerto Ordaz, una ciudad industrial del sureste de Venezuela a ocho horas en coche de la frontera, las manifestaciones en favor de la celebración de elecciones inmediatas terminaron este domingo 28 de mayo con disturbios en los que decenas de jóvenes guarimberosprendieron fuego a 51 autobuses. "El gobierno se ha cargado todas las empresa metalúrgicas en Puerto Ordaz debido al populismo y la corrupción; hay que cambiar esto ya o me marcho del país", dice Víctor, el joven dueño italo-venezolano de una gasolinera en el centro de la ciudad. En otras ciudades dos manifestantes murieron, lo que lleva el número de muertos por encima de los 50 y la oposición denunció otra vez la represión policial. "Hay que ir a elecciones presidenciales ya, porque si no las suspenderán igual que hicieron con las regionales", afirma Ana Fernández, una manifestante jubilada del municipio de Guatire, cerca de Caracas, en referencia a la decisión de aplazar las elecciones a gobernador de finales del año pasado. El Gobierno en Caracas acaba de anunciar que se celebrarán estos comicios regionales el próximo 10 de diciembre -más de un año después de la fecha programada--, pero la oposición no se fía. Temen también que la convocatoria de una llamada Asamblea Constituyente, anunciada a principios de mayo, por Maduro sea una maniobra para arrinconar la asamblea existente.

En Brasil, mientras tanto, la mayoría de la población pide la convocatoria de elecciones presidenciales desde la polémica destitución de Dilma Rousseff el año pasado, y su sustitución por su vicepresidente Michel Temer. La filtración la semana pasada de una conversación grabada, en la que Temer parece estar animando al consejero delegado de la gigante empresa cárnica JBS a pagar sobornos a un excolaborador político del presidente, ha reforzado la sensación de que toda la clase política está corrompida.

LAS MANIFESTACIONES EN CONTRA DE LOS RECORTES A LAS PENSIONES DEL GOBIERNO DE TEMER, FUERTEMENTE REPRIMIDAS POR LA POLICÍA, EXIGIERON TAMBIÉN LA DIMISIÓN DEL PRESIDENTE Y LA CELEBRACIÓN DE ELECCIONES

Aunque Temer se ha negado a renunciar, crecen las presiones en su contra... En ese caso, según la Constitución, el Parlamento --muchos de cuyos diputados están siendo investigados por los jueces de la operación anticorrupción Lava Jato (Lava coches)-- elegiría al nuevo presidente, un arreglo rechazado por la gran mayoría de los brasileños. Las manifestaciones en contra de los recortes a las pensiones del gobierno de Temer, fuertemente reprimidas el mes pasado por la policía, exigieron también la dimisión del presidente y la celebración de elecciones. El pasado miércoles 24 de mayo, entre 45.000 y 150.000 personas protestaron en Brasilia. Grupos de izquierda libraron batallas campales contra la policía militar y lanzaron piedras y cócteles molotov contra los ministerios. El periódico O Globo publicó imágenes de policías militares disparando armas de fuego contra los manifestantes. 45 personas resultaron heridas. El ejército fue desplegado en las calles de la capital brasileña tras una reunión entre Temer y los altos mandos militares. Los líderes de las manifestaciones calificaron la operación militar como el "el paso del Estado de derecho a una dictadura", según la frase del economista de izquierdas Carlos Fernando. Todo recuerda a los últimos acontecimientos en Venezuela.

Todos los pasajeros brasileños de un minibús colectivo que recorría el camino de dos horas desde la frontera venezolana a Boa Vista, coincidían, cualquiera que fuera su lealtad política, en que debería haber elecciones. "Quieren hacer elecciones indirectas en el congreso; eso es absurdo, el pueblo tiene que decidir", defiende el conductor Nelson, que apoya al expresidente Inácio Lula da Silva, que en estos momentos lidera los sondeos con el 30% de la intención de voto. Otra pasajera que subraya que jamás votaría a Lula debido a su presunta involucración en la misma red de sobornos. Coincide, no obstante, en que es imprescindible convocar elecciones presidenciales si Temer dimite. "Indirectas no, directas sí", dice. Sin embargo, todo indica que si dimite Temer el próximo presidente brasileño será elegido por el Congreso.

Por supuesto, hay diferencias obvias entre la coyuntura política en Brasil y Venezuela. En Caracas quien pide la convocatoria inmediata de elecciones es la oposición al gobierno de izquierdas. En Brasil, es la izquierda -concretamente Lula y Rousseff y grupos como Movimiento sin miedo y Frente Brasil Popular-- la que pide los comicios. Pese a la presunta corrupción de Temer, las organizaciones que coordinaron las manifestaciones contra Rousseff como Vemprarua y Movimiento Brasil Libre -cuyos líderes son aliados de la oposición a Maduro en Venezuela-- han desistido de sumarse a las protestas.

Hay otra diferencia. En el caso venezolano, la modificación de la Constitución para facilitar elecciones anticipadas es una medida exigida al ejecutivo por los gobiernos de Estados Unidos, España y la Organización de Estados Americanos (OEA), como condición sine qua non de que Venezuela siga siendo considerada como una democracia. La oposición ha anunciado que no participará. En el caso de Brasil, en cambio, existe un silencio absoluto en el ámbito internacional respecto a los pros y contra de una enmienda constitucional para facilitar elecciones anticipadas un año después de la salida de Rousseff. Algo que muchos brasileños consideran que fue un golpe de Estado parlamentario. Asimismo, mientras los medios internacionales denuncian la represión policial contra las manifestaciones en Venezuela, las imágenes de las tácticas duras de la policía brasileña frente a las manifestaciones contra la reforma laboral y en demanda de elecciones apenas merecen un breve.

EN EL CASO DE BRASIL EXISTE UN SILENCIO ABSOLUTO EN EL ÁMBITO INTERNACIONAL RESPECTO A LOS PROS Y CONTRA DE UNA ENMIENDA CONSTITUCIONAL PARA FACILITAR ELECCIONES ANTICIPADAS

Otra diferencia. Según el último sondeo del instituto venezolano público Hinterlaces, el 65% de los venezolanos, pese a ser críticos con el Gobierno, prefieren esperar al 2018 para votar en las presidenciales. "Las elecciones que debería haber son las de alcalde y gobernador que están un poco atrasadas; para las presidenciales falta un año, hay que esperar", señala José Antoni Sucre, residente con su mujer y tres hijos en Ciudad Caribia, un polígono de viviendas públicas en las afueras de Caracas. En Brasil, en cambio, según el último sondeo de Datafolha, (filial del diario Folha de Sao Paulo), el 85% de los brasileños quieren elecciones ya.

Pero los obstáculos constitucionales en ambos países son considerables. En Brasil, al igual que en EE.UU., existe un solo método constitucional para defenestrar a un presidente: el impeachment (destitución) mediante una votación en el parlamento, tal y como ocurrió con Rousseff el año pasado. La enmienda de la Constitución necesaria para permitir elecciones anticipadas requiere los votos de 308 de los 513 diputados y 49 de los 81 senadores. Eso es poco probable. Es más, muchos expertos en derecho constitucional brasileños desaconsejan el adelanto de los comicios. "Si tuviéramos un sistema parlamentario, no habría problema. Pero en un sistema presidencialista, con mandatos fijos para el ejecutivo y el legislativo, una decisión así nos fragilizaría; es mejor jugar según las reglas", indica Claudio Couto, de la fundación Getulio Vargas en una entrevista en el medio digital Diario do Centro do Mundo.

En Venezuela existe el mismo sistema presidencialista. Por eso, los constitucionalistas próximos al gobierno de Maduro preguntan por qué, bajo la óptica de organizaciones como la OEA, no valen las mismas reglas para Venezuela que para Brasil. En Venezuela, aunque no existe la figura del impeachment, sí existe la opción del referéndum para destituir a un presidente. Cuando la oposición venezolana convocó un referéndum contra Hugo Chávez en el 2004, el presidente ganó con un 60% de los votos. "Ni tan siquiera entonces, con el 60%, aceptó la oposición el resultado", señala Ernesto Villegas, el secretario de comunicación del gobierno en Caracas. "Ahora vamos a celebrar todas las elecciones del calendario pero tampoco lo van a aceptar". El año pasado la oposición intentó convocar un referéndum contra Nicolás Maduro pero, obstaculizados por el gobierno, no se consiguieron suficientes firmas en el plazo permitido.

 (*) Andy Robinson es licenciado por la London School of Economics en Ciencias Económicas y Sociología y en Periodismo por El País UAM. Fue corresponsal de 'La Vanguardia' en Nueva York y hoy ejerce como enviado especial para este periódico. Su último libro es 'Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América' (Editorial Ariel, 2016).


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