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Burócrata no se nace

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Por Esteban Valenti (*)

No me refiero a la definición clásica del burócrata: persona que ocupa un puesto en la administración pública, en especial la que se encarga de tareas administrativas. Hablo de los burócratas políticos e ideológicos, de los que en determinado momento de su carrera, de su proceso, asumen el temible y terrible rol de burócratas.

Pueden estar en diversos niveles del estado, en los partidos, sindicatos pero también existen en grandes empresas y corporaciones.

Puede haber una inclinación personal fuerte o leve desde el inicio, pero nadie nace burócrata, se hace. Y para ello más que las inclinaciones personales, que el mecerse en los sillones del poder, lo determinante es un clima político, cultural e ideológico. Es a ese clima que quiero referirme, porque es la cuna de la burocracia política, mejor dicho es la maternidad, nunca nacen de a uno, sino en masa y se respaldan unos a otros. Crean el mullido colchón de la burocracia.

Otra salvedad, no todos los que ocupan cargos políticos terminan o se transforman en burócratas, los hay de los más variados tipos y circunstancias.

La maternidad de la burocracia es una doctrina, es una peste contagiosa que se expande ideológicamente y exponencialmente si no se la combate con todas las armas disponibles.

"La burocracia es la fuerza conservadora más peligrosa si se independiza de las masas. El Partido se convierte en reaccionario y desaparece su contenido social" escribió desde la cárcel Antonio Gramsci sin conocer que nada menos la revolución bolchevique que era su referencia histórica fundamental estaba siendo cribada y asaltada en ese preciso momento, por la peor burocracia, la del poder sin control y sin freno, el stalinismo, la que determinó la burocratización total del pensamiento socialista, transformándolo en una ristra de manuales que asfixiaron el mínimo espíritu crítico. Es decir liquidó la identidad originaria del socialismo.

Si hubiera que definir en una sola palabra cual fue la causa de la caída del muro, del socialismo real en decena de países, incluso con modelos diferentes, sería muy fácil escogerla: burocracia.

Lo peor de la burocracia es que se apoya en necesidades sociales y humanas: la estabilidad, la seguridad, la consolidación de posiciones, la continuidad y la comodidad del poder. Y a partir de ese mecanismo es capaz de construir su discurso, su justificación, sus alianzas y su poder. Porque de eso se trata, del uso del poder.

Sin poder no hay burocracia, es su objetivo, su alimento y su justificación y su soporte material e ideológico.

La maternidad se forja en la medida que el poder ocupa a velocidades diferentes los espacios donde antes había fundamentalmente ideas políticas, ideales, objetivos y valores de lucha, de combate, de riesgo, de una épica y una ética de la política. Y asumamos desde ya que hay burócratas de derecha y también de izquierda. La historia está llena de ejemplos.

La burocracia no tiene porque estar obligatoriamente relacionada con inmoralidades o con la corrupción, pero a la inversa, es difícil que estas dos plagas de nuestra época pero, con una historia muy larga, tan larga como el poder, no requiera de burócratas condescendientes o directamente involucrados para que estas patologías se concreten y expandan.

La burocracia en el sentido que la refiero en esta nota, funciona afectando primero los ganglios más sensibles del poder, el bloqueo de las críticas, elevando pedestales donde situarse cada uno de sus cultores y de esa manera asegura la pirámide.

No hay burocracia sin pirámide, puede tener una base más amplia o puede ser más estirada y cupular, pero siempre requiere del funcionamiento organizado y cultural de una estructura vertical de poder. Le teme al control ciudadano y al pleno funcionamiento democrático, de la información y de la gestión abierta y transparente como al diablo.

Cuanto más empinada es la pirámide mejor funciona la burocracia.

Lo importante es también analizar el proceso, las causas por las que se consolida y crece. Básicamente los círculos de poder tienden a la perpetuidad, es uno de sus reflejos condicionados. Cargos ocupados extensamente generan la sensación de que se adquirió un derecho inalienable y esas son columnas importantes de la maternidad.

Por eso es tan importante la renovación, la apertura a nuevos actores en el Estado y en los partidos. La renovación generacional muchas veces suele reducirse a aquellos jóvenes que aceptan las reglas impuestas por sus predecesores y que les garantizan alguna forma de continuidad, no es la apertura a nuevas formas de pensar y de poner en discusión lo que ya se alcanzó, las viejas prácticas.

Los jóvenes admitidos en los círculos dorados es porque en cierta forma deben aceptar las viejas modalidades, disfrazados de jóvenes o incluso con ropajes de sus mentores.

El sistema perfecto para la burocracia es la cooptación. El vocablo latino cooptare derivó en cooptar, un verbo que refiere a completar las vacantes que se generan en una institución o entidad a través de una votación o una decisión interna. Este tipo de selección, por lo tanto, prescinde del juicio externo y apuesta por la nominación realizada por integrantes actuales.

Un ejemplo de cooptación lo encontramos en el ejército de numerosos países. Por lo general, los ascensos de los oficiales son decretados por otros oficiales de grado superior. Al cooptar, de este modo, no existe una injerencia externa: nadie de afuera del ejército determina quién asciende.

Los sacerdotes católicos también son nombrados por cooptación, ya que la designación es realizada por otros religiosos de dicho credo. Un ateo o un judío, por citar dos casos, no tienen la posibilidad de designar a un sacerdote de la Iglesia católica.

El piso y el techo de la maternidad de la burocracia está hecho de cooptación abierta u oculta. La democracia en sus formas más abiertas, concretas, de amplia participación ciudadana y partidaria son la única medicina contra la cooptación.

Aunque no en todas las instancias puede funcionar la elección democrática. Durante los gobiernos a todos los niveles es obvio que no se puede recurrir en forma constante a elecciones para designar cargos, pero se pueden crear determinados climas políticos, intelectuales y sociales donde se tenga  muy en cuenta los vientos que soplan fuera del palacio. Ese es un factor ideológico.

La batalla contra la burocracia tiene aspectos funcionales, institucionales, pero lo fundamental es la política y la ideología, es asegurar y promover el sentido crítico y erradicar el miedo a la pirámide y sobre todo a sus supremos sacerdotes.

Otra de las potentes armas de la burocracia es el manejo del tiempo, o mejor dicho de los tiempos y, por los cambios que se han operado en el mundo a través de los nuevos sistemas de comunicación y la velocidad de circulación de la información este manejo discrecional de los tiempos es mucho más dañino y peligroso.

El Ernesto Che Guevara en sus primeros contactos con el aparato estatal cubano, obviamente luego de la revolución, escribió algunas cosas muy interesantes:

"Si fuéramos a buscar las raíces del burocratismo en el momento actual, (1964) agregaríamos a causas viejas nuevas motivaciones, encontrando tres razones fundamentales.

Una de ellas es la falta de motor interno. Con esto queremos decir, la falta de interés del individuo por rendir un servicio al Estado y por superar una situación dada. Se basa en una falta de conciencia revolucionaria o, en todo caso, en el conformismo frente a lo que anda mal"

"No debemos nunca olvidar, para hacer una sana autocrítica, que la dirección económica de la Revolución es la responsable de la mayoría de los males burocráticos".

"La tercera causa, muy importante, es la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo. Después de una, dos, unas cuantas reuniones, el problema sigue vigente hasta que se resuelve por si solo o hay que tomar una resolución cualquiera, por mala que sea".

La burocracia se alimenta y fortalece de la sustitución de los ideales por el puro ejercicio del poder en sus diversas variables, y el poder tiene en ese sentido una capacidad inmensa de confundir y de atrapar.

Un grave error, que favorece a la burocracia es afirmar que siempre e inexorablemente el poder termina en burocracia política y sus vicios. Es resignarse a dos cosas, o a estar lejos del poder y por lo tanto a ser simples propagandistas de un mundo ideal y sin consecuencias o adaptarse lo mejor posible a la burocracia como una maldición inevitable. Es además una gran injusticia, hay mucha gente que ocupa posiciones y desempeña cargos con pasión de servicio, con convicciones ideológicas e ideales y con sentido crítico y de superación. El problema clave es cuál es el clima que predomina en el conjunto del gobierno y del partido o los partidos. Lo mismo en los sindicatos y hasta en las empresas.

Otro de los engranajes de la maternidad es la rotación obligatoria. Se entra al aparato político del Estado o del partido y no se sale más, se asegura la continuidad en diversas funciones. Tenemos ejemplos a montones. Será incomodo decirlo pero cuando alguien se equivoca, cuando demuestra que no sirve para determinadas funciones, cuando ha culminado un ciclo, la práctica política y los individuos deben asumir que pueden y en muchos casos deben abandonar sus cargos y volver a la actividad privada, a las 8 horas. Es una vacuna saludable contra muchas patologías y sobre todo frente al apoltronamiento.

El clientelismo de cualquier color o el amiguismo son letales y negativos para todos, derecha y en especial en la izquierda. Se pueden escribir largos discursos y argumentaciones, pero a la hora de actuar el sistema del rigor, de la igualdad de oportunidades, de la elección por capacidades, de la autocrítica asumiendo las responsabilidades y no simplemente para la galería, son un pasaje obligatorio de la batalla contra la burocracia.

La burocracia política tiene una consecuencia inmediata que es la burocratización ideológica, la paralización teórica y la pérdida de rigor en la elaboración programática y de la línea política. Eso en la izquierda, de los más diversos signos es evidente y terrible.

El peor aliado de la burocracia es la resignación, en cualquiera de sus manifestaciones. Burócrata no se nace, pero de burocracia se muere.

  (*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay.


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