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Los puntos suspensivos en la historia

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Cuando leí la enésima columna de Samuel Blixen sobre el tema de los derechos humanos en Brecha se me estrujó el estómago. Iba a contestarle sobre caliente porque todas las cosas tienen su límite y de tanto otorgar en silencio me siento un cómplice de una historia escrita a gusto y gana, y de un presente que le hace eco. Luego lo medité mejor y asumí que el tema de los derechos humanos es demasiado importante para tironearlo en juegos y disputas meno

La historia de cualquier etapa, próxima o lejana, requiere de un método y sobre todo, debe intentar alejarse de los enfoques prefabricados donde se adaptan las fuentes de la reconstrucción histórica  a una visión y a intereses siempre menores. Las historias demasiado interesadas me hacen acordar una sentencia de un general soviético en la época de las purgas estalinistas: "El pasado es impredecible..." Algo así nos está pasando.

La tesis central sobre la que está construido todo el artículo mencionado está en la sentencia final: "Las inconsistencias y la multiplicidad de criterios en el tratamiento de documentación compilada en "Investigación histórica de detenidos desaparecidos" parecerían obedecer a pueriles intentos de ocultamiento alimentados por sectarismos de otras épocas".

Las dos páginas precedentes están todas dedicadas a fundamentar esa afirmación muy grave y muy ofensiva hacia los profesionales que intervinieron en esa investigación, la primera que desde la academia y el Estado se realizó sobre un tema que - como la vida ha demostrado - tiene un muy fuerte impacto sobre la sociedad uruguaya y sobre la sensibilidad de una parte muy importante de los uruguayos.

La argumentación en Brecha incluye en la misma frase, para que no quede ninguna duda, de : "Por cierto que, en última instancia y en determinada perspectiva, resulta irrelevante un simple detalle - o un rosario de detalles, en este caso - si lo que se pretende es tomar conocimiento de lo que significó la captura de Arismendi para el Partido Comunista (PCU) en clandestinidad, y la captura del archivo de afiliados para los golpes represivos que sobrevinieron unos meses después, cuando fue procesada la información" Y así Blixen, apelando a su objetividad y generosidad logró mencionar a Arismendi vinculado a la caída del fichero del PCU, porque de eso se trata el "archivo de afiliados".

El ecuánime, el riguroso, con una metodología de investigación histórica, logró en una frase aportarnos una muestra completa de sus cualidades. Fue allí que me invadió un empuje de bronca y la tentación de recordar algunos episodios falsos de toda falsedad, relacionados con una información sobre el papel de cada uno de los actores en los sucesos del 14 de abril de 1972, en particular en la calle Constituyente. Eso lo sabe todo el MLN completo, pero nunca se aclaró nada.

Consideremos lo que se afirma en un libro del propio Blixen, culpando a Rodolfo "El Mojarra" Wolf por la caída de la Cárcel del Pueblo. Fue el propio Wolf que le salvó la cara a varios - aquel 14 de abril - y que, a pesar de que meses después lo estaban masacrando en la tortura, no aportó ningún dato sobre la Cárcel del Pueblo. Demasiada injusticia para que todos se callen o lo ensucien. Historias demasiado oscuras, que siguen oscuras. Demasiado sectarismo y parcialidad y no de otra época, de esta.

Y la aclaración sobre quien entregó y negoció la caída de la Cárcel del Pueblo,  la hizo otro destacado dirigente del MLN.

Si fuera este solo episodio de este artículo de Brecha, es posible que con una dosis de antiácido lo volvería a superar, a pesar de las deformaciones históricas, de sobredimensionar el papel del MLN en la lucha contra la dictadura y ocultar prolijamente otras fuerzas políticas, en particular al PCU, que tuvo mártires y procesados hasta el año 1984; pero la actividad es sistemática y consecuente en ese sentido.  El problema es que éstas son nuevas páginas destinadas a desprestigiar, a desmerecer la labor, tanto de la Presidencia de la República en el tratamiento del tema de los DD.HH. y su investigación histórica, como también en la búsqueda de los desaparecidos y en particular, el papel de los universitarios comprometidos en ella.

Lo que son lamentables son las consecuencias de esa prédica sistemática desde la altura del púlpito de la pureza histórica y de un supuesto compromiso muy por encima de los universitarios convocados. Con esa prédica ya se cargaron al antropólogo José López Mazz, apartado de las labores de investigación. Cabe recordar que lo que se logró hasta ahora, los restos encontrados, en todos los casos corresponden a investigaciones dirigidas precisamente por López Mazz.

El otro impacto de esta campaña sistemática contra la labor del equipo de historiadores dirigidos por el profesor Álvaro Rico es que sus publicaciones, sus conclusiones, han servido como pruebas para la presentación de varias decenas, casi un centenar de juicios, contra los represores y asesinos en nuestro país y varias causas regionales e internacionales. Y afectando el método de investigación y por lo tanto la credibilidad de ese trabajo, se afecta nada menos que el sustento de muchos procesos judiciales en curso. Los presos en Domingo Arena y otros  - junto con sus abogados -deben saltar alborozados.

Es que en la izquierda uruguaya se han instalado transversalmente algunos debates en los que el pasado es realmente imprevisible y muchas veces, impresentable. Una historia que en definitiva es una serie de puntos suspensivos, sospechosos y sospechados.

Si el autor tiene dudas sobre la caída del fichero del PCU y sus consecuencias lo único que puedo decirle es que no esperamos varias décadas para analizar sus causas y consecuencias. Después del 8 de mayo de 1974  - cuando se produjo la detención de Arismendi -, se hizo una rigurosa investigación, muy dolorosa por cierto, porque puso al descubierto debilidades organizativas muy graves y se tomaron las medidas correspondientes y se hicieron los cambios que se consideraron necesarios, tratando de prever las consecuencias de esa caída. Y se analizaron las responsabilidades y en ningún momento se encontró la mínima responsabilidad de Rodney Arismendi, de lo contrario, no hubiera seguido en la secretaría general del PCU. De eso puede estar seguro y  la investigación se hizo con los criterios más rigurosos que las circunstancias nos permitían y en medio de una dura represión. Y a la salida de la dictadura, también se completaron esas investigaciones.

Arismendi cayó preso por graves debilidades en el esquema de clandestinidad, que permitieron que la casualidad jugara un papel determinante en su detención, no fue detenido por delaciones.

¿Qué objetivo tiene Blixen en entreverar ese tema con un informe histórico sobre los detenidos desaparecidos? Vaya uno a saber.

Había escuchado muchas quejas, protestas, reflexiones, sobre la historia de aquellos años, pero creo que es la primera vez que leo una en la que se reclama sobre métodos que favorecerían a los comunistas, hasta ahora tengo una colección interminable de todo lo contrario y en algunos casos, de manera manifiesta y programada.

Casualmente cuando el tema de la revisión histórica se pone nuevamente sobre la mesa, ahora no por un traidor y delator redivivo, sino por las acusaciones y relatos sobre uno de los principales dirigentes del MLN, y sin duda el principal creador del "relato" histórico de los Tupamaros, Eleuterio Fernández Huidobro, surge un cuestionamiento sobre "Desiguales ante la ley" y nada menos sobre comportamientos en la detención y la tortura.

Desprecio - y lo escribí en un anterior artículo - a los que no se animaron en vida y ahora, luego de su muerte, le quieren colgar a EFH todos los sambenitos posibles, incluso aquellos que corresponden a una línea política y una visión política de la revolución y sus caminos, asumidos por toda una organización.

Lo que me parece otro terreno cenagoso es que empujemos el debate sobre el papel de cada uno en la batalla por los derechos humanos dentro de la izquierda y para ello, tratemos de distribuir barro en otras direcciones.

Todos estamos igualmente insatisfechos, porque quisiéramos más verdad, más justicia, más historia, más responsabilidades asumidas por el Estado. Eso habla bien de la izquierda uruguaya, de sectores populares más amplios y de la democracia de este país. Y simultáneamente, todos debemos recordar que fueron los gobiernos de izquierda los que profundizaron los primeros pasos dados por el gobierno de Jorge Batlle y después de décadas de silencios y ocultamientos. Y por ello,  hay jerarcas civiles y militares presos y procesados, hay procesos judiciales en curso y toda la sociedad tiene acceso a una parte fundamental de la verdad sobre la crueldad, sobre los crímenes, sobre la violación sistemática de los derechos humanos en el Uruguay de la dictadura. Ya no es una opinión de parte, es una realidad asumida por la inmensa mayoría de los uruguayos. Y esa es obra de los familiares de los detenidos desaparecidos y su labor incansable, de la sociedad civil uruguaya, de las organizaciones sociales, de la academia y su aporte, de los cambios que se han producido en la prensa y en los periodistas sobre estos temas. Hasta el año 2005 era una verdad casi exclusivamente para la izquierda y algo más.

Pero...sin el gobierno de izquierda nada de eso hubiera sido posible, aunque algunos se dediquen sistemáticamente a horadar lo que se logró.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay

PD. En un twitter sobre un artículo mío anterior, alguien escribió: "Bruta polémica pero para 1987..." Lo lamento pero, la historia y las polémicas son cosas vivas y reaparecen muchas veces. Prefiero eso a vivir en mundos paralelos donde cada uno construye su propia historia a gusto y gana. Es posible que tengamos que volver hacia atrás porque quedaron demasiados temas e injusticias pendientes, también dentro de la izquierda.


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