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1º. de Mayo. 13 años en el gobierno

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Para la izquierda uruguaya los trabajadores en general y la clase obrera como definición sociológica y política siempre fueron la columna principal, vertebral de los cambios y de su proyecto. No solo para los partidos que se llamaban a su origen obrero, sino incluso para la intelectualidad de izquierda.

Es cierto que el concepto de clase obrera ha cambiado profundamente debido a las transformaciones tecnológicas, a los procesos productivos en nuestro país y en el mundo, pero el trabajo sigue o debería seguir siendo un punto de referencia obligatorio para la izquierda, para ser de izquierda. Entre el capital y el trabajo, aunque hoy comprendamos con más matices los temas relacionados con el capital, la izquierda siempre se colocará de parte de los trabajadores. ¿Siempre?

Este es el décimo tercer 1º. De Mayo, día internacional de los trabajadores que se celebra en el Uruguay gobernado por el Frente Amplio, es decir por la izquierda. ¿Qué ha cambiado?

Todos, absolutamente todos los datos comparados sobre la situación de los trabajadores entre el 2005 y el 2017 son altamente positivos. La cantidad de desocupados y ocupados, de trabajadores que estaban por debajo de la línea de pobreza y vivían o mejor dicho sobrevivían con salarios miserables, el acceso a la salud, a mejores condiciones laborales, son incomparables.

Los salarios han crecido de manera constante en todo el periodo de gobierno y siguen creciendo. Los derechos sindicales también han sido protegidos, así como las condiciones de seguridad y laborales tuvieron avances importantes.

De manera más general el índice GINI que mide la desigualdad de las rentas o de los ingresos entre los deciles, las franjas del 10% de la población han mejorado sensiblemente y de forma constante. No hay ningún otro país, ni que hablar que ni Venezuela, ni ningún otro país con gobiernos de izquierda donde ese índice haya mejorado tanto. No incluyo a Cuba porque faltan indicadores.

¿Ese avance social, de la justicia social fue el resultado de los vientos de cola? Podrá discutirse que el crecimiento ininterrumpido de 14 años que ha vivido el Uruguay pueda tener una influencia mayor o menor de las condiciones externas, pero la mejora de los trabajadores desde el punto de vista de sus ingresos, de sus derechos, de sus sindicatos no tienen ninguna relación con los precios de los comodities o con los intereses por el acceso a los capitales. Es en su totalidad el resultado de políticas nacionales. No hay ningún otro periodo consecutivo de 13 años de mejoras para los trabajadores desde la salida de la dictadura y en más de medio siglo como el que se vivió en los tres gobiernos del FA. Y eso se extiende a los jubilados y pensionistas.

Y por aquí me podría quedar, pero hay que ir más a fondo. No por aquella pregunta retórica y casi inútil de ¿Cuánto nos falta todavía? Siempre nos faltará, de lo contrario la sociedad se detendría y sobre todo su progreso, la pregunta debería ser ¿Dónde están las contradicciones con esos avances innegables?

Porque hay contradicciones importantes que se manifiestan todos los días.

La principal contradicción refiere a cuanto avanzó el compromiso, la cultura del trabajo en el Uruguay en este mismo periodo de tiempo. Y no a valores abstractos, sino bien concretos.

¿Mejoró el compromiso general de los trabajadores con la producción, con los servicios, con la educación, con la seguridad, con su aporte desde empleos públicos y privados?

La conflictividad sindical, o la lucha sindical ¿cómo se manifestaron en este periodo político? No hay duda que los diferentes gobiernos, Vázquez, Mujica, Vázquez no tuvieron el mínimo recreo, incluso conceptos políticos partidarios como "el gobierno en disputa" tuvo su principal manifestación a nivel de los conflictos sindicales. Seguramente muchos dirán que esa fue la base de los avances en todos los terrenos. No es una afirmación equivocada, pero es parcial, sin duda tuvieron su papel para señalar prioridades, pero si el gobierno hubiera sido otro, otros hubieran sido los resultados.

Una anotación aparentemente "externa". ¿Por qué se insiste tanto por los sindicatos en que la negociación salarial sea tripartita (gobierno, sindicatos, organizaciones patronales)? ¿Es solo la tradición uruguaya?. No, es la convicción de que el gobierno será un factor positivo en los momentos de decidir, aunque se lo viva acusando y combatiendo por parte de los sindicatos. ¿Si el gobierno fuera de derecha o de centro derecha, ustedes creen que los sectores empresariales y los sindicatos mantendrían la misma posición a nivel nacional y de la OIT sobre este tema?

Hay que analizar cuál fue el factor principal de tensión y hay que analizarlo con profundidad. En realidad se construyó una relación de independencia entre el gobierno, la fuerza política y el movimiento sindical incluso en los casos en que varios dirigentes sindicales ocuparon importantes cargos de gobierno. Y esa es una contribución importante a la propia identidad de la izquierda en el gobierno en otros países. Hay experiencias desastrosas.

El principal factor de tensión fue el abuso, si directamente el abuso de las condiciones favorables por parte de determinados sectores sindicales y sindicatos que determinaron que en la opinión pública los sindicatos ocupen una posición mala y que se ha quedado trancada en la parte baja de la tabla de aprobación. Y ese abuso fue usufructuando fueros sindicales como nunca existieron en el Uruguay.

¿Es un problema de equilibrios, de proporciones? No, es un problema de concepción política equivocada, sobre todo por algunos resultados. En particular en algunos frentes del mundo del trabajo y sobre todo por el impacto que han tenido en la llamada cultura del trabajo. Es decir en el cumplimiento de las obligaciones básicas del trabajo, concurrir al puesto de trabajo, trabajar y trabajar bien. Ese frente se ha debilitado notoriamente, se puede comprobar desde las cifras del seguro de enfermedad, desde las empresas, desde donde se quiera.

Pero además han aparecido algunos procesos que deben considerarse. El primero es la defensa de verdaderos privilegios indefendibles a nivel del Estado y de sus empresas. El principal escollo para la "madre de todas las reformas" fue y es el movimiento sindical, a nivel nacional y departamental. El último ejemplo es ANCAP, en los peores desastres de la gestión está involucrada la indiferencia, el silencio o los beneficios obtenidos por sectores de trabajadores y por el sindicato. Ahora el gobierno va a renegociar sectores explosivos, no solo por los 30 millones de dólares de pérdidas, como el cemento, sino por su valor simbólico. Veremos.

Yo al menos no voy a medir el nivel, la definición de izquierda por cuanto ceda el gobierno frente a privilegios que no se aplican en ningún otro sector de la sociedad con la salud y mucho menos, si se convalidan pérdidas millonarias por la ineficiencia y la sobreabundancia del personal. Ese no es un termómetro de izquierda, es corporativo y convalida una parte del desastre de ANCAP. Y además favorece a la derecha.

La responsabilidad del freno a la reforma del Estado es en primer lugar del propio gobierno, el crecimiento del número de funcionarios a nivel nacional y de intendencias es responsabilidad en primer lugar política.

La lista de sectores donde los graves problemas de gestión o la paralización total o importante, de los cambios incluye naturalmente a la educación entre los primeros puestos y en particular en enseñanza secundaria.

El otro proceso del que casi nada habla, es la corporativización de algunos sindicatos, donde además de las formas tradicionales de luchas y se han agregado formas "no tradicionales", participación en procesos internacionales en asociación con intereses empresariales. Y de eso no se discute, pero se sabe. No se trata de discutir de nombres sino de procesos, de tendencias.

La base es un empobrecimiento general de la acción y el discurso político a nivel sindical y eso tiene directas implicancias ideológicas. Menos conciencia de clase que, muchas veces se cree suplantar con más conflictos y choques con el gobierno. Total no cuestan casi nada.

Los principales documentos sindicales tienen coincidencias peligrosas en evitar el análisis de elementos críticos fundamentales de la realidad, de la defensa de los vicios del Estado, de las trabas reformistas en la educación, de los serios problemas de cumplimiento y responsabilidad en los puestos de trabajo y de la calidad del trabajo.

Este no es un problema sindical, es un profundo tema ideológico que forma parte de la decadencia de la izquierda en su conjunto, porque en el movimiento sindical hay decenas de cuadros dirigentes con capacidad y con responsabilidad no solo para los temas estrictamente sindicales. Y si es un tema ideológico esto tiene necesariamente un correlato teórico que en la elaboración de la izquierda uruguaya actual es muy pobre.

En la nueva etapa que obligatoriamente se abrió en el proceso político, programático y por lo tanto también teórico no se resuelve cada uno desde su cubículo defendiendo su chacra, hace falta un nuevo impulso, nuevas metas mucho más ambiciosas y una renovación en cantidad que no es solo seguir navegando con algunas mejoras en los indicadores, ya llegamos a un nivel donde no alcanza con administrar los impulsos, hacen falta cambios más profundos y en todos los casos se necesita una participación diferente del mundo del trabajo.

Las nuevas tecnologías, las tendencias demográficas en la región y en el Uruguay y sobre todo los cambios que nosotros mismos hemos construido plantean nuevas metas que no son simplemente una acumulación de lo anterior, requieren de nuevas audacias, de nuevas interrogantes y respuestas más de fondo. En ese proceso el mundo del trabajo sigue siendo clave para el país y más todavía para la izquierda y surfear en este y en otros puntos clave del embravecido mundo de los cambios y del avance social es cada día más peligroso y además, genera costumbre.

¡Vivan los que trabajan y los que luchan!

  (*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y de BITACORA. Uruguay.


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