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Marruecos, el Sahara Occidental y la democracia

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Middle East Monitor

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Manifestación saharaui durante el funeral del líder del Frente Polisario Mohamed Abdelaziz Tinduf (Argelia), 3 de junio de 2016 (Reuters/Ramzi Boudina)

La cuestión del Sahara Occidental no va a resolverse hasta tanto no se encuentre una solución al problema de la democracia en la región.

En un movimiento unilateral, Marruecos ha decidido retirarse de la región Alkrkrat, en el Sahara, evitando un conflicto que estaba ya a punto de estallar en esa zona.

Para los que no conocen la geografía de la región, Alkrkrat es una zona-tampón entre la frontera sur de la región del Sahara y la frontera norte de Mauritania. Se extiende directamente por detrás de la barrera de arena construida por el ejército marroquí a finales de la década de 1980 para proteger de los ataques del Polisario las ciudades (y pueblos) de la región del Sahara que estaban bajo la administración de Marruecos. Es la valla militar de seguridad más larga del mundo.

El ejército marroquí ha abandonado la zona-tampón entre esa zona y Argelia al este, y entre esa zona y Mauritania al sur, para evitar cualquier fricción con sus dos vecinos cuando persigue a los combatientes que utilizaban esos dos países como base de retaguardia para lanzar ataques contra las tropas marroquíes. Los campos del Polisario siguen estando en la zona de Tinduf, al sur de Argelia.

La decisión de Marruecos es sensata, teniendo en cuenta que la zona de la que ha decidido retirarse era considerada "zona-tapón", apodada "Suiza" por los contrabandistas, debido a la ausencia de una autoridad gubernamental en la zona. Una pequeña franja separa el último puesto aduanero marroquí en la región del Sahara y el primer puesto aduanero en el norte del suelo mauritano. Por tanto, la decisión marroquí de "retirarse" es de carácter político y simbólico, e intenta enviar un mensaje al nuevo secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, de que el Estado marroquí está tendiendo una mano de cooperación a la ONU bajo ese nuevo liderazgo, a fin de encontrar una solución al conflicto más antiguo en el continente.

Por otra parte, el Frente Polisario celebró lo que considera su "victoria militar", explotándola como publicidad positiva, especialmente porque este es el primer desarrollo importante que se produce bajo su nuevo líder tras la muerte de su anterior dirigente, Mohamed Abdelaziz. El grupo está enfrentándose a una auténtica prueba a fin de consolidar su continuada adhesión al proyecto de establecer un "Estado saharaui" en la región.

Sin embargo, lo que ahora se llama el "conflicto de Alkrkrat" es sólo un eco de la batalla diplomática que está produciéndose en los pasillos de la Unión Africana, a la que Marruecos se incorporó recientemente después de más de 32 años de ausencia. Al enviar sus fuerzas a una zona considerada "aislada", Marruecos está intentando confirmar su "soberanía" sobre la región del Sahara, considerando por tanto las fronteras de la región como parte de su propio territorio. Eso está en total conformidad con la Carta de la Unión Africana, que considera que las fronteras de sus Estados Miembros son "sagradas" e inalterables. El Frente Polisario está intentando desplegar su fuerza militar en esta zona-tampón para recordar a los miembros de la Unión Africana su lucha con Marruecos, el "viejo/nuevo" miembro de la organización.

Resulta evidente que este conflicto no se ha resuelto con una guerra que dura ya 16 años entre las dos partes y que tantas víctimas ha causado en ambos lados. Dado que una nueva guerra no va a resolver nada, ninguna de las partes intenta provocarla, aunque así lo pretendan en ocasiones. Por tanto, la solución natural a este conflicto crónico que se ha convertido en una carga para la región del Magreb, desde Marruecos a Libia, pasando por Mauritania, es la vuelta a la mesa de negociaciones para comprometerse seriamente en encontrar posibles soluciones. Ese diálogo no resultará eficaz sin la participación de una parte clave, Argelia, que alberga en su territorio al Frente Polisario y tiene capacidad para incluir en sus decisiones.

Hasta ahora, Marruecos ha ofrecido una propuesta que concede la autonomía a la población de la región pero manteniendo la soberanía marroquí, mientras que el Frente Polisario, apoyado por Argelia, defiende del derecho del "pueblo saharaui" a la "autodeterminación".

Ante la negativa de cada una de las partes a modificar su postura, el conflicto ha llegado a un punto muerto. Las víctimas del conflicto son hoy los miles de seres que viven en terribles condiciones en los campos del Polisario al sur de Argelia, así como los millones de personas en Marruecos y Argelia que están teniendo que pagar miles de millones de dólares al año que se dedican a comprar armamento. Añádase a esto los millones de habitantes de las naciones de la región del Magreb que a diario están pagando la ausencia de una Unión Árabe del Magreb capaz de establecer un mercado magrebí más amplio que otorgue dignidad a sus pueblos y les salve de verse forzosamente obligados a emigrar a Occidente y mendigar en sus puertas. En cambio, el conflicto ha creado las condiciones para que sus países se transformen en campo fértil para la exportación de inmigrantes, contrabandistas, criminales y terroristas.

Como he escrito en muchas ocasiones anteriormente, la causa fundamental de la cuestión del Sahara Occidental desde la década de 1970, antes que ser una cuestión entre dos o tres países, es la ausencia de democracia en la región, especialmente en Marruecos y Argelia. La continuación del conflicto es hoy en día la continuación de este gran "déficit" de democracia que la región sigue sufriendo. El problema no va a resolverse a menos que se resuelva el problema de la democracia en la zona. Pero parece que ninguna de las partes en el conflicto, ni las que se ven afectadas por el mismo, está tratando de hacer algo en tal sentido. Por tanto, la crisis continuará, junto con la desesperación, hasta que el amanecer de la democracia brille sobre la región. Pero ese futuro está aún muy lejos.

(Traducido del original en lengua árabe publicado en Al-Araby Al-Jadid , el 1 de marzo de 2017.)

 (*) Ali Anouzla es un periodista y escritor marroquí, así como editor-jefe de la página de información Lakome.com. Ha sido fundador y redactor de varios periódicos marroquíes.

Fuente: https://www.middleeastmonitor.com/20170305-morocco-the-western-sahara-and-democracy/


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