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El día uruguayo de la mujer

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Por Esteban Valenti (*)

El 8 de marzo es el día mundial de la mujer. Este año para el Uruguay asume un carácter especial, porque el maltrato y el asesinato de mujeres subió a cifras muy graves. No alcanza con la más firme condena, con el dolor que producen esas muertes a manos de hombres cobardes y delincuentes, hace falta analizar las causas.

"Según el informe anual 2014 del Observatorio de Igualdad de Género de CEPAL para América Latina y península ibérica, que contempla 11 países de la región y mide el feminicidio cada cien mil habitantes, Uruguay concentra la mayor tasa de mujeres muertas en manos de sus parejas o exparejas, que alcanza a 45%. Esa violencia que han vivido las mujeres ocurre con mayor frecuencia entre quienes tienen o han tenido pareja: casadas, unidas, separadas, divorciadas o viudas" El Observador 25.11.2015. Y la situación se agravó.

En el año 2016 fueron asesinadas 24 mujeres, un promedio de una muerte cada quince días, y en los dos primeros meses de este año ya se cuentan 7 nuevas víctimas.

Las mujeres en el Uruguay tienen un papel cada día más importante a todos los niveles, el que evoluciona más lentamente es el nivel político, por eso estamos todavía en el necesario debate de las cuotas y tratando de correr de atrás a otros países que nos superan ampliamente en la representación femenina en el parlamento, en los gobiernos y en  otros niveles institucionales.

Sin embargo las mujeres en nuestro país han tenido un explosivo crecimiento a nivel laboral, universitario, en la medicina, en casi todas las profesiones universitarias y educativas. Hace algunas décadas era una proeza ser médica, ni que hablar cirujana, hoy es creciente el número de profesionales en todas las ramas de la medicina.

Incluso en algunas profesiones originalmente dedicadas solo a los hombres, las mujeres se destacan por su número y por su creciente importancia, a nivel de la policía es notorio y visible y comienza a serlo a nivel de las fuerzas armadas.

Hay dos velocidades en este proceso de nuevos derechos asumidos por las mujeres que están impactando de manera muy cruda y feroz. Las mujeres ya no se sienten propiedad de nadie, sus derechos no son solo civiles y legales, hay algo más profundo, es el sentido de igualdad, al definir sus relaciones familiares e interpersonales de manera mucho más libre y con respeto por ellas mismas. Y esto no ha sido acompañado por una parte de los hombres que siguen anclados en la vieja y miserable visión de que pueden imponer su voluntad a cualquier costo, incluso quitándole la vida a su pareja o a su ex pareja.

En estos dos primeros meses del 2017 asistimos a una serie de asesinatos de mujeres a manos de hombres que expresaron en el mayor nivel posible de violencia su atraso cultural y su violencia machista. Es que el machismo, básicamente tiene una componente de violencia, de prepotencia, de intento de sometimiento de otro ser humano, por su condición de mujer.

¿Son crímenes pasionales, como los definió un connotado integrante del Poder Judicial? No, si se analizan las circunstancias concretas de los diversos feminicidios de estos meses, hay en todos ellos premeditación, planificación, acumulación de un odio ciego que no se detiene ante los niños, ante nada. La definición de crimen pasional, suena bastante a justificación.

El proceso que vive la sociedad uruguaya con las mujeres asumiendo nuevos roles, ejerciendo nuevos derechos y liberándose de viejas y atávicas trabas es uno de los factores más positivos y de progreso al que asistimos. No se trata de un avance de las mujeres, sino del conjunto de la sociedad uruguaya que comienza a aprovechar, a utilizar todo ese enorme potencial de inteligencia, de sensibilidad, de trabajo y esfuerzo y a reconocerlo. Nunca seremos un país desarrollado si esa parte fundamental de nuestra sociedad no se iguala a la otra en todos los planos. No es solo un tema de justicia - que lo es - es sobre todas las cosas un avance general del conjunto de la sociedad.

Por eso la violencia de género y el asesinato de mujeres por su condición de mujeres debe ser encarado no solo ni principalmente a nivel judicial o policial, es mucho más profundo y complejo. Yo confieso que cuando me dicen que algo es más complejo, me pongo nervioso, porque muchas veces es una manera de explicar la parálisis y el lamento, en este caso si queremos resultados tenemos que asumir la profundidad del problema.

Esto no se arregla ni con más y mejores policías, ni cámaras de seguridad, ni inteligencia policial, esta requiere un abordaje mucho más amplio.

Si no involucramos de forma activa, comprometida y permanente en esta batalla contra el atraso en una parte de la sociedad uruguaya, no ganaremos la disputa. Hay que realmente involucrar al Estado, que tiene sus estructuras especializadas y que avanzó con las tobilleras, con la especialización policial, hay que involucrar a toda la sociedad civil, sindicatos, asociaciones, iglesias, clubes deportivos, ONGs y a la prensa. Y naturalmente a la educación, con su capacidad de promover valores, pero también de detectar problemas. Hace falta una gran reacción nacional.

Es cierto que tenemos que modernizar la legislación, pero los hechos tozudos nos demostrarán que hace falta mucho más para atacar las raíces del atraso de una parte de la sociedad uruguaya, de una parte de los hombres.

Hay que involucrar a las familias y dedicarle una atención especial a los jóvenes. Así como fuimos capaces en otro terreno y con otro abordaje de atacar el tema del consumo de tabaco, que el principio - me incluyo - despertó serias dudas sobre sus resultados, tenemos que afrontar como una prioridad nacional el tema de la violencia contra la mujer. ¿Existe violencia de las mujeres hacia los hombres? Si, pero es un porcentaje mínimo y las bases son diferentes. Hay muy pocas mujeres que asumen en la pareja el rol de dominio y de propiedad, los hombres lo hemos hecho durante siglos, milenios.

Asumamos todos que esa imagen civilizada que tenemos de nuestro país, tiene algunas grietas notorias y muy graves y la del atraso en ciertos hombres en cuanto a su sentido de propiedad y su justificación del uso de la violencia y hasta del asesinato en su relación de pareja, es una lacra que debemos combatir y erradicar. Mientras no lo logremos van a seguir cometiéndose esos crímenes.

Las mujeres no van a retroceder, no van a someterse nuevamente a la voluntad de sus parejas actuales o del pasado y esa libertad no es una conquista solo de esas mujeres, es parte fundamental del progreso de la sociedad uruguaya y si del otro lado no hay un avance cultural, de parte de los hombres, seguirán los crímenes, es más, tendrán una tendencia creciente.

Es una batalla en todos los planos de la sociedad uruguaya, de sus actores institucionales, políticos, sociales, religiosos, sindicales que debemos librar a cara descubierta, llamando a las cosas por su nombre y con toda su crudeza. No es solo una batalla de las mujeres maltratadas, ni de las organizaciones feministas, es una batalla de todos, una de las principales batallas por el futuro del país.

Es una gran lucha contra la cobardía, del que utiliza dos factores para imponer su violencia, la fuerza bruta y el intento de dominación familiar y social sobre otro ser humano y además le transmite a sus hijos, esos valores, esa barbarie.

Los machistas empedernidos que castigan a sus mujeres o las matan, tienen seguramente, inexorablemente esa misma relación con sus hijos. O los abandonan y los dejan como una obligación de la madre, o son de su propiedad.

¿Hay causas económicas en ese atraso? Si, aunque no solo se dan en los sectores más pobres de la sociedad. Allí se combinan un conjunto de factores para hacer todo más brutal. De todas maneras no tendría que existir una sola política social que no contemple en sus relevamientos, en su conocimiento del terreno los temas de la violencia de género.

Un papel importante es de los medios de comunicación. No es fácil ejercer una labor de docencia, de explicación, pero si somos capaces de transmitir a través de la enorme batería de medios que tenemos a disposición mensajes tan complicados ¿por qué no podemos dedicar neuronas y espacio no solo a dar la crónica de los crímenes sino a ir más a fondo, en el cuadro social, a las consecuencias, al entorno?

 (*) Periodista, escritor, director de Uypress y Bitácora. Uruguay.


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