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Seamos realistas pidamos lo imposible

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Por Esteban Valenti (*)
Soy de la generación del 68 y las frases como la del título todavía me seducen pero, por debajo de los puentes de la historia no pasó solo mucho agua, sino varios muros, teorías, sistemas socialistas enteros y muchas ilusiones reales e imposibles.. Y los puentes siguen allí.

..la más terrible y la más homicida de las pasiones
que se puede infundir a las masas, es la pasión de
lo imposible .
Alphonse de Lamartine


Los puentes de la injusticia, de un mundo completamente desigual y con destino incierto, con formas de producción salvaje y que despojan sin límite a la naturaleza y todavía más despojan a los pueblos. Aunque cuarteados siguen allí.
Siguen allí también los reclamos de un mundo mejor, es decir liberado de las necesidades materiales y de la explotación de hombres y mujeres por otros hombres y mujeres que viven del trabajo y del esfuerzo y la inteligencia ajena y de la alineación de la voracidad como el motor de la historia. Aunque es mundo nuevo hoy suena mucho más distante que hace algunas décadas y rodeado de grandes interrogantes y pocas certezas. Algunas certezas circularon por debajo de las arcadas.

Los puentes tan difíciles de cruzar de un mundo sin guerras, sin la violencia y el terrorismo de los Estados y de los fanatismos de todo tipo. Siguen allí con el agua de la historia circulando y la sangre a raudales en tantos rincones del planeta.
Los puentes de una cultura humanista que no solo está en el arte, en la poesía, en los libros, las telas, las salas de cine y de teatro, la música y todas las sensibilidades intelectuales, sino en la organización libre y democrática de nuestras sociedades.
Y siguen allí los terribles puentes que separan el mundo opulento y harto de los desheredados, los que sobreviven, los sin techo ni esperanza, los que hemos expulsados hacia la miseria y la pobreza. Allí están.
Seamos realistas, luchemos por cambiar en serio todo eso, por avanzar paso a paso hacia un mundo diferente y no nos vendamos la ilusión de que lo imposible está al alcance de la mano y que su sola proclamación nos redime y nos permite lavarnos esas mismas manos de nuestras responsabilidades. Porque también los puentes de los que no nos resignamos y seguimos pensando que vale la pena el esfuerzo y la lucha siguen en pie, a veces maltrechos, doloridos por los años y las cicatrices, pero no se los llevaron ni los muros, ni los errores, ni las dictaduras del proletariado, ni el socialismo real .

Las revoluciones que marcaron y cambiaron la historia que en su momento podían parecer sueños imposibles, como en su momento creyó Lamartine siguen allí.. Ni la revolución holandesa, inglesa norteamericana, francesa y rusa no fueron sueños imposibles, porque además de asaltar la Bastilla o el Palacio de Invierno hicieron saltar las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales de su tiempo. Y dejaron sus marcas profundas en las sociedades, en la historia y en las ideas.
Lamartine escribía contra Víctor Hugo y su mayor obra literaria, Los Miserables y este decía en su Libro 3 "Nada mejor que el sueño para engendrar el porvenir. La utopía de hoy es carne y hueso mañana." Esa es la utopía que vale, no la que nos duerme en el sueño romántico de un imposible, sino la que nos ayuda a cambiar la realidad.

Lamartine enfrenta a Víctor Hugo y afirma que su novela es peligrosa para el pueblo por su exceso de ideal : El libro es peligroso, porque el peligro supremo en lo relativo a la sociabilidad consiste en que si el exceso seduce al ideal, lo pervierte. Apasiona al hombre poco inteligente por lo imposible: la más terrible y la más homicida de las pasiones que se puede infundir a las masas, es la pasión de lo imposible. Porque todo es imposible en las aspiraciones de Los Miserables, y la primera de esas imposibilidades es la desaparición de todas nuestras miserias . Si engañáis al hombre lo enloqueceréis; y cuando, desde la locura sagrada de vuestro ideal, lo dejéis caer de nuevo en la aridez y desnudez de sus miserias, lo convertiréis en un loco furioso .

¿Cuáles son los sueños son imposibles? ¿Que determina el carácter y los límites de los posible? Esa ha sido una de las cuestiones claves en las sociedades y en las ideas.
En el Uruguay hay una gran diferencia: en la izquierda hay disputas por quien es más de izquierda, en la derecha nadie quiere el sayo. Pero el concepto mismo de izquierda y de radicalidad en las ideas de izquierda está en permanente disputa. Y tiene que ver con lo imposible y lo necesario.

Yo me afilio a la tesis de que los que cambian la realidad, los que construyen desde la política, el poder y el gobierno, pero también desde la sociedad, cambios económicos y sociales concretos, posibles y reales que mejoran en forma constante las condiciones de vida de la gente, de su gente y  que siempre se propongan avanzar por la senda de los cambios, siempre necesitaran ideas que soporten ese proceso y audacia para construir y reconstruir esos proyectos. Y en algún momento parecerán imposibles.

Es cierto que los imposibles pueden ser la reiteración de errores y supuestos atajos que le han impuesto a la izquierda grandes derrotas y retrocesos, pero sin proyectos que en su momento parecieron inalcanzables, por el statu quo, por los grandes intereses, por la ideología dominante, no existiría la izquierda. Son conceptos en puja permanente y ese en esas contradicciones que se define la radicalidad y la profundidad de los procesos.
Y se resuelven en un solo territorio, el de la política.

Hugo agregaba en el Libro 4 de Los Miserables. "La vida, el sufrimiento, la soledad, el abandono, la pobreza, son campos de batalla que tienen sus propios héroes; héroes obscuros, a veces más grandes que los héroes ilustres." Aunque la historia desborda de personajes y héroes ilustres, hay que saber encontrar la otra historia, la de esos seres oscuros, pequeños que han sido actores de todas las grandes gestas. Su participación es la primera frontera entre lo posible y lo imposible.

Hay otro límite, otro puente que hay que cruzar en esa eterna persecución de los imposibles que algún día serán realidad, es la de las construcciones ideales, del pensamiento con fundamento, con estudio, con ideología que se atreve a cuestionar lo intocable, lo imposible. Las derrotas que hemos sufrido a escala planetaria, producto de nuestros errores en la teoría y en la práctica han achicado la profundidad de nuestra mirada, han restringido la audacia de nuestros cuestionamientos o han refugiado a algunos soñadores en las citas y los textos sagrados e intocables. La teoría es gris cuando los pensadores son grises y los proyectos son todavía más grises por su reiteración casi fanática. Religiosa.

Algunos que propusieron en su momento el imposible de terminar con la monarquía omnipresente y omnipotente, o con el feudalismo, involucionaron hacia transformación del actual sistema de producción y de dominación como un mandato hacia la eternidad. Cuestionarlo es imposible. Abandonaron definitivamente las más remota posibilidad de cuestionarlo. Es la ideología de que las cosas solo se pueden retocar, barnizar, pero que su sólida y vieja estructura esta en el reino de lo inalcanzable, de lo imposible.

Y ese imposible trata de sobrevivir a los terribles embates de las crisis, de esas que hace unas décadas, sobre todo luego de la caída del muro, parecían imposibles, impensables y ahora sumergen países, empresas, mercados, acciones, bancos, muchos bancos y también comienza a hundir ideas refulgentes de eternidad del capitalismo.

Cuando en cualquier actividad humana la crítica se pone límites, se crea cercos dentro de los cuales preservarse, se está negando a si misma. Crítica, el sentido de la crítica no admite imposibles, mucho menos en el conocimiento de las realidades sociales, económicas y políticas. Eso es la izquierda y su racionalismo.

Lo imposible tiene otra dimensión, la épica, la aventura de asaltar los palacios, los de altas torres y poderosas defensas o los ideales torreones de las ideas dominantes. Hay épica y heroísmo en las acciones, en afrontar los peligros y en atreverse a dudar de las verdades masticadas y digeridas por los poderosos.

Consideremos también que hay bellas frases, pintadas en los muros de los altos momentos de la rebelión, que dejan mitos y leyendas y poco más y también dejaron grandes frustraciones. Porque también eso fue lo que dejó el 68 , no solo con Charles De Gaulle y la restauración triunfante en París sino en muchas otras latitudes.

La épica de esos imposibles también a sufrido la fricción de los derrumbes, pero debemos asumir que el peor de los derrumbes es la renuncia, es el repliegue no para pensar sino para resignarse, para arriar las banderas.
Con esos puentes hechos de ideas, de teorías, de conocimientos y búsquedas, de épica y fraternidad se pueden cruzar las fronteras de lo imposible pero también precipitarse en la aridez del pataleo y la frustración. La distancia no es muy grande, es sutil, es sofisticada como todas las grandes cosas.

La más conocida de las definiciones sobre la política, como el arte de lo posible, no es completa, deja flancos descubiertos, pero a la hora de la verdad sigue siendo la más precisa de todas. Hasta los imposibles, necesitan el arte de lo posible para respirar.


(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITÁCORA. Uruguay.


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