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La izquierda y la imagen de los sindicatos

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Por Esteban Valenti (*)

En estos días se conoció un debate realizado por la dirección sindical sobre un estudio de opinión pública que da una aprobación muy baja del movimiento sindical en general y del PIT CNT en particular. No es un tema que interese sólo a los sindicalistas, es un gran tema de la política nacional.

Uno de los rasgos de esta encuesta es que el bajo nivel de aprobación se da entre los que votaron en las elecciones del 2009 a los partidos tradicionales, pero también es muy bajo a nivel de la izquierda. Es otro elemento a tener en cuenta.

En nuestro país, con la izquierda durante décadas en la oposición y ahora hace 6 años en el gobierno nacional y 21 años en el gobierno de Montevideo se han definido algunos rasgos distintivos y característicos de la relación con el movimiento sindical. Rasgos programáticos, políticos, ideológicos y culturales.

No es fácil construir esa relación a partir incluso de los profundos cambios que se han producido en la propia izquierda, en el país y también a nivel mundial. Los trabajadores fueron en el origen de la izquierda del siglo XIX y XX su principal referencia social, los depositarios de la mayor carga transformadora y revolucionaria y su propia estructura de clase fue la base de los proyectos históricos de la izquierda.

Los sindicatos, aún como organizaciones independientes, con objetivos inmediatos e incluso en muchos casos diferentes que las organizaciones políticas, tuvieron y tienen diversos niveles de parentesco con las organizaciones de izquierda. Hay países en que los sindicatos son en realidad una de las bases esenciales de los partidos socialistas o socialdemócratas. Gran Bretaña, Alemania y otros.

La propia estructura de la clase obrera cambió radicalmente con las grandes transformaciones tecnológicas y por la sociedad de la información y el conocimiento y debería ser un tema de constante estudio y análisis para todos aquellos que tomamos como referencia a los trabajadores, tanto a nivel social como político. El proletariado industrial clásico, con sus enormes concentraciones productivas y de organización han sufrido cambios muy importantes. Lo que cambió mucho menos fueron la relaciones sociales, y si lo hicieron fue a nivel global, en un retroceso notorio de lo que en algún momento se definió como la clase obrera al poder. La historia nos llevó a constatar que el muro se derrumbó en buena medida porque en realidad quienes se quedaron con el poder fueron los burócratas.

Sabia frase de Gramsci cuando afirmó: “La burocracia es la fuerza conservadora más peligrosa si se independiza de las masas. El Partido se convierte en reaccionario y desaparece su contenido social.” Vaya si se independizó...

Sólo para tomar algunos puntos de referencia: sin la unidad sindical y su complejo proceso, no se hubiera concretado la unidad política de la izquierda en el Frente Amplio. Sin el papel de acumulación y de lucha de los sindicatos y su central única la izquierda en el Uruguay no hubiera alcanzado los resultados políticos que obtuvo. Aunque no se trata de un proceso mecánico, simple, sino todo lo contrario, las bases ideales y culturales fueron esenciales para la propia identidad de la izquierda.

Sin un gobierno de izquierda, el movimiento sindical no hubiera alcanzado las conquistas que obtuvo en estos seis años, a nivel de la recuperación salarial, de la mejora de las condiciones de trabajo, de la protección a la labor sindical y en muchos otros aspectos. El más general e importante: la creación de 400 mil nuevos puestos de trabajo. La duplicación del número de afiliados a los sindicatos es otro avance para el PIT CNT que se deriva de la confluencia de los cambios introducidos por el gobierno y la acción inteligente de los sindicatos.

¿Por qué si creció de manera tan significativa la afiliación sindical, una parte importante de los “activos” no votó a la lista del PIT CNT en las elecciones del BPS y en la sociedad hay un desprestigio de los sindicatos como el que muestra la encuesta?

¿Hay desde el gobierno, o desde la izquierda una política, una acción tendiente a debilitar la imagen de los sindicatos? Yo no la veo, en absoluto. Lo que si veo es una línea sindical que se ha impuesto en algunos sindicatos y momentos y que tiene una enorme responsabilidad en esta situación.

Los sindicatos uruguayos y su central – desde su fundación – incluyeron en sus preocupaciones y en su accionar su relación con el conjunto de la sociedad, el no aislarse de los otros sectores sociales, de los estudiantes, de las capas medias, incluso de amplios sectores de pequeños y medianos productores. Para defender sus intereses más inmediatos y tener apoyo a sus luchas y para los grandes principios democráticos que siempre fueron bandera del movimiento sindical.

Ahora, sobre todo en este primer año del gobierno del Frente Amplio, bajo el concepto muy peligroso del “gobierno en disputa”, que ya había aparecido en el periodo anterior el tema de la comprensión y el apoyo social a la lucha de los trabajadores, fue sepultado en algunos conflictos e impactó de manera muy negativa en la imagen de los sindicatos. Y eso es malo para los sindicatos, pero también es muy malo para la izquierda en su conjunto.

Hay conflictos, direcciones sindicales y corrientes político-sindicales que tiene una directa responsabilidad con esta situación. Y si las cosas no se miran con profundo sentido crítico, empeorarán.

Conflictos como el de ADEOM y la basura, pero también el de la banca oficial, la expulsión de un dirigente por parte de la Unión Ferroviaria, para tomar sólo algunos ejemplos. Hay más, y sobre todo hay paros generales convocados contra el gobierno que correspondieron a esta visión del “gobierno en disputa” y del que salió muy golpeada la imagen de los sindicatos.

Además – a pesar de todos los esfuerzos – la sociedad uruguaya no ve la parte programática y de acción social de los sindicatos de forma nítida, y si es sepultada por los conflictos y los choques permanentes.


Hay Cámaras empresariales – no todas – que un día si y el otro también se dedican a criticar al gobierno sobre su política de relaciones laborales, que recurren al Comité de libertad sindical de la OIT, que protestan, patalean siempre contra el gobierno de izquierda. Y por otro lado hay sindicatos que no tienen límites en su táctica que al final se transforma en estrategia. Y los resultados están a la vista. La derecha social tiene clara la situación y los puntos de conflicto, muchos sindicatos no tanto.

No se trata de echarle la culpa al crecimiento explosivo de lo sindicatos y por lo tanto a la inexperiencia, ninguno de los casos mencionados anteriormente corresponde a direcciones “jóvenes e inexpertas”, se trata de una línea y sus consecuencias.

Si alguien cree – como lo hicieron algunos sindicatos – que esto se resuelve mejorando sólo la comunicación, con campañas publicitarias, está profundamente equivocado. Esto es política, esto tiene que ver con el manejo estratégico de los objetivos por parte de los trabajadores organizados y su papel en el bloque social de los cambios, que en definitiva luego se transforma en la táctica cotidiana, y más profundo aún, en una determinada cultura sindical.

La izquierda no puede lavarse las manos de esta realidad. Cuando un sindicato se equivoca feo como en el caso de la ley de pesca – para tomar otro ejemplo – y logra impulsar una pésima ley, las consecuencias las pagan los trabajadores de ese sector pero las paga el país. Los puertos uruguayos crecen a ojos vista, son una explosión en todos los sectores, menos en la pesca, donde perdimos dos tercios de los barcos que pescaban a partir de Montevideo. Dejamos de ser parte de una ballena en crecimiento y ahora somos el 90% de una mojarra en retroceso.

Cuando escuchamos a dirigentes sindicales inteligentes y agudos, participar en un debate sobre la exportación de ganado en pié y refugiarse en un esquemón como el del Frigorífico del estado, da para temblar, no porque corramos el peligro de retroceder cincuenta años en la cadena cárnica (inclusive en el consumo, hoy Uruguay es a pesar de los altos precios internos el mayor consumidor de carne per cápita del mundo, superando incluso a la Argentina), sino por las perspectivas programáticas tan limitadas y por el impacto negativo en una opinión pública – inclusive la que es de izquierda – que cada día se siente más alejada de los sindicatos.

Este proceso no es bueno para la izquierda y hay que discutirlo a fondo. En la batalla cultural e ideológica no hay vacíos, el espacio que dejan el trabajo, los trabajadores, lo ocupan otras visiones, el individualismo y procesos culturales muy dominantes en el mundo actual. Ninguno de ellos de matriz de izquierda.


(*) Periodista, escritor, coordinador de Bitácora, director de www.uypress.net. Uruguay


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