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¿Qué es Bitácora?

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Somos un planeta de navegantes; hemos surcado mares y cielos, ahora también la gigantesca red de la información. Hemos adquirido conciencia de que la Tierra es una minúscula partícula derivando en el inmenso universo.

En esta nueva era navegamos en medio de grandes posibilidades y tensiones, tratando de acompañar la velocidad de los cambios, en el trabajo, la educación, en nuestras formas de convivencia social, en nuestra cultura, en definitiva en nuestras sociedades.

La Banda Oriental surgió a partir de un puerto, abierto y acogedor para navegantes de muchas tierras; los uruguayos de hoy, descendientes de aquellos marinos, nos hemos convertidos en navegantes de mares lejanos.

Bitácora abre sus páginas para ofrecer un registro abierto, curioso e indagador a los fenómenos de nuestra época. Para que las ideas, - la fuerza más poderosa que han creado los seres humanos-, naveguen libremente. Y para ser fieles a un solo mandato: la más absoluta libertad de pensar, de preguntarse y de opinar. En definitiva para darle más valor y fuerza a la democracia.

Como el mar también tenemos una frontera, un límite: el respeto de la diferencia y la diversidad.

Somos una nave singular, su bitácora no tiene dueño y ha sido confiada a todos lo que participen de esta navegación y nuestro destino se renueva todas las semanas.

No pretendemos convencer a nadie decía Sócrates, sino ayudarnos a pensar.

Nada a sido tan combatido, vituperado, insultado, enrejado como las ideas. Han sido combatidas por otras ideas, proclamadas a los cuatro vientos o encubiertas; pero siempre ideas. Y han sido ellas las que en definitiva han movido al mundo, elevando la humanidad desde la manada primitiva a las complejas sociedades actuales. Las relaciones entre las mujeres y los hombres, con la naturaleza, con las cosas, con las máquinas, con el poder están siempre basadas en ideas.

Y hoy siguen allí; cuando se proclama el fin de la historia o de la política; cuando emergen nuevas utopías y paradigmas, cuando se anuncia que marchamos hacia una sociedad de la comunicación y de la supremacía de la tecnología, cuando se enfrenta lo viejo y lo nuevo, en el ejercicio critico de la modernidad y en la sociedad post industrial o post moderna, o en la continuidad de la modernidad. Allí están: las ideas.

Estamos condicionados, influidos, determinados por el entorno social, cultural, económico, familiar. ¿Cuánto? Es parte del debate.

La lección inequívoca de la historia es que las ideas son un producto individual, nacen y se lanzan a rodar a partir de un individuo. Hay ideas que han influido en multitudes, en amplias geografías planetarias, pero en su nacimiento, en su desarrollo y fertilidad hay siempre una mujer o un hombre en singular. Los rebaños no producen ideas.

Navegar en el presente sin rodearse de preguntas, es elegir un lago cerrado y sin horizonte. Y por ello Bitácora es una gran interrogante:

¿Pueden todavía las ideas y el debate político, sociológico, económico, psicológico, antropológico, cultural, ideológico, interesar y convocar a una parte importante de la sociedad uruguaya? ¿ Hay necesariamente un abrupto corte generacional en este proyecto?

Los cambios, la evolución, la renovación o la revolución, incluso el estancamiento se sostienen en complejos andamiajes ideales. No hay alternativas.

En medio del bombardeo de imágenes, de relámpagos de información que se devoran unos a otros todos los días, de una crónica siempre ardiente, ¿ hay todavía interés y espacio para pensar, para frotar ideas, para buscar, más allá de la crónica y de la cotidianidad?

No somos los primeros, afortunadamente no estamos solos en esta empresa y nuestra vocación es compartir, porque las ideas necesitan de una compañía incomoda permanente.

Bitácora no tendrá editorial, ni opinión oficial, cada uno asumirá con su firma sus opiniones. No tenemos derecho a imponerle límites al debate, sería nacer náufragos, pretendemos discutir ideas y no agravios, pensar y no destruir, pero cada uno elegirá su estilo y su derrotero.

Como en todas las navegaciones afrontamos escollos poderosos: la obviedad, el aburrimiento, la superficialidad, la solemnidad, la banalidad, la previsibilidad, el lamento, la cobardía, la ligereza, la soberbia, el insulto. Y muchos otros sumergidos bajo las aguas.

Las naves fenicias que llegaban a los puertos griegos por primera vez, registraban en sus cuadernos de navegación un sonido profundo y desconocido: eran las mil voces de la democracia naciente, la asamblea de la polis. 25 siglos después solo pretendemos seguir registrando nuevas y viejas voces.

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