16.9.24
Uruguay: ¿Hasta dónde es posible unirnos?
Por Esteban Valenti (*)
Insólitamente para la historia política universal y uruguaya, fue la izquierda que lanzó la idea, el concepto de la posibilidad y la necesidad de unirse para afrontar grandes temas nacionales. Partió originalmente del candidato a presidente Yamandu Orsi y fue reforzado por dos intervenciones de la ex comunicadora y candidata al senado, Blanca Rodríguez.
Es posible que sean mis reflejos condicionados ideológicos, pero sobre temas tan complejos, en un mundo de grandes y profundos enfrentamientos y en un país con la historia política del Uruguay, me surge espontánea y con mucha fuerza la pregunta, ¿si es realmente posible?
Podría surgir como una variante de la definición de que ya no hay ideologías políticas y que la izquierda, el centro y la derecha son resabios del pasado. No es así.
El Uruguay fue y es un país de profundas, sentidas e históricas pasiones políticas, sustentadas en ideologías, en importantes figuras de la filosofía política y del liderazgo sustentado en ideas y tradiciones. ¿Todo eso se terminó, se atemperó? Tampoco es cierto si se utiliza una mirada profunda y completa sobre el horizonte y las raíces del actual proceso político.
Lo que han cambiado radicalmente son las líneas divisorias, los límites de los diversos alineamientos políticos, eso no hay nadie que pueda dudarlo.
Es notorio que las relaciones entre los dos partidos políticos que en forma conjunta son los más antiguos del mundo, el Partido Colorado y el Nacional, las relaciones y las posiciones han cambiado radicalmente, las diferencias son cada día menores y las coincidencias han crecido hasta compartir durante 5 años un gobierno y ahora de hecho presentarse a las elecciones como alternativa a la continuidad junto con Cabildo Abierto y el Partido Independiente.
Lo que antes hizo la izquierda, que de una dispersión y división que duró más de medio siglo, ahora desde hace 53 años se transformó en un Frente Amplio, donde partiendo de diferencias originales importantes, se transformó en una estructura política única, con sus normas y organización, sus candidatos y su programa de gobierno y que durante 15 años ininterrumpidos ocupó la Presidencia, y gobernó unida en varios departamentos. En ese caso es notorio que pudieron unirse, incorporando sectores más amplios en todo este proceso.
En el caso de la Coalición Tricolor, además de tener una consigna única desde ya, que es gobernar en conjunto si obtienen la victoria en octubre y noviembre, ya acordaron presentarse en forma conjunta en los tres departamentos donde la izquierda, el Frente Amplio es más fuerte, la tercera etapa podría ser -y no hay que descartarla-, que presenten un lema único para próximas elecciones nacionales. Incluso algunos candidatos presidenciales actuales, hablan de que las elecciones de octubre de este año, son elecciones internas en la coalición.
¿Cuándo y por qué se produjo este proceso de unidad, de agruparse partidos originalmente tan diferentes? Cuando el objetivo central supera la importancia de las diferencias históricas, ideológicas y políticas se produce el agrupamiento. En ambos casos ese objetivo, fue vencer a sus adversarios. Tanto para el Frente Amplio en 1971, y pasó del 8% de toda la izquierda, al 50.8% de los votos en el 20024, con 12 años de dictadura, tratando de destruir y desaparecer al Frente Amplio y golpear a determinados sectores de los partidos tradicionales y poder dirigirlos. Perdieron en ambos frentes de batalla de forma aplastante.
Esa fue una experiencia muy importante, porque cambió la visión democrática, su arraigo en la ciudadanía y en la mayoría de las dirigencias políticas de manera muy positiva.
En el Frente Amplio sin duda la democracia pasó a ser una bandera central, institucional, política e ideológica e incluso cultural de todos sus integrantes, con autocrítica o sin ella. Escuchando los discursos de sus principales dirigentes, todos tienen a la democracia como una referencia fundamental. Es y fue un gran avance.
En los partidos tradicionales, los sectores golpistas fueron desapareciendo o reduciéndose al mínimo, quedan algunas incógnitas de partidos recientes, que todavía deben demostrar la profundidad y el apego de sus condiciones democráticas.
Lo que se puede afirmar es que sobre la base de esa ideología y esa definición política democrática y de defensa de la libertad, se pueden construir tareas nacionales y objetivos comunes. Lo que no anula las diferencias que también existen y seguirán existiendo, no por la fuerza de la alternancia, sino de la historia y de la ideología más en general.
Un solo ejemplo es muy importante y válido: la lucha contra la delincuencia, por la seguridad tienen una base común, objetivos comunes y experiencias fracasadas comunes y aún con diferencias que también existen, se podría encarar un gran esfuerzo nacional, no solo del Gobierno y del Estado para derrotar enemigos muy peligrosos, como el narcotráfico, la trata de armas y de personas, que generalmente están asociados.
No hay ninguna fuerza política Uruguay que considere que el avance notorio de la delincuencia y la explosión del consumo, el tráfico nacional e internacional de las drogas, es aceptable, m{as allá que hay diferencias sobre temas no menores, como por ejemplo que el lavado de dinero es uno de los frentes principales de la batalla, se pueden y se deben encarar tareas fundamentales en común con toda la sociedad.
Pero no solo ese tema central, la lucha contra la violencia doméstica, por cambiar en determinados sectores de la sociedad las formas de convivencia y batirse contra la violencia en todos los ámbitos recurriendo a todos los instrumentos constitucionales, legales y de la cultura de la democracia y la libertad a nuestro alcance.
Unirse no puede ser una apelación propagandística, es en primer lugar un llamado de alerta sobre la gravedad de la situación que no se combate con estadísticas que no detienen la violencia, el crimen y el delito en general y menos aún, el clima de violencia que se ha extendido como una mancha de aceite por toda la sociedad.
Estamos en un círculo vicioso, cada día más vicioso. Se encarcela cada día más personas, en general jóvenes y pobres, salen de las cárceles cada día más personas, por razones obvias, y en los centros de detención tienen mínimas posibilidades de rehabilitarse, y al salir muy pocas posibilidades de insertarse en el mundo del trabajo y de la recuperación, por lo tanto tenemos un sistema perfecto de aumento del delito, porque además salen de las cárceles con un titulo de delincuentes más peligrosos y vinculados.
Otro circulo vicioso es que los delincuentes difunden la cultura no solo del delito, sino de la violencia, del uso de armas, de las relaciones de fuerza y de poder mafioso en zonas enteras de las ciudades y de la sociedad, lo que además aumenta el consumo de drogas, la formación de bandas para combatir por el dominio territorial y por lo tanto la muerte y la violencia crece en forma constante y se arrinconan los valores del trabajo, del respeto, de la convivencia.
Si no damos y ganamos las batallas en los diferentes frentes, sociales, educativos, culturales, de presencia del conjunto del Estado y en particular de la educación, en la inteligencia a alto nivel, es decir especializada en la pirámide completa del delito y de los narcos, la vigilancia y la prevención y la represión cada día más especializada en capacitación, en uso de nuevas tecnologías y como parte INEXORABLE de este ciclo completo, cambiando todas las cárceles, esto seguirá de mal en peor. No tengan dudas.
Esta es el primer frente en el que hay que UNIRSE, y se puede y se debe hacer urgente. Será un triunfo de todo el país y de los uruguayos honestos.
(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net) Uruguay.