29.7.24
El marxismo de José Carlos Mariátegui (II)
Por Yuri Martins-Fontes (*)
Escritor, periodista, editor, científico social, filósofo y dirigente comunista peruano, fue pionero de un marxismo propiamente americano al situar en el centro del debate marxista temas como el del comunismo indígena o el de la necesaria relación entre las posturas realista y romántica en la construcción revolucionaria.
En su camino, las concepciones y la praxis política del Amauta se distinguieron particularmente por su atención a los conocimientos indígenas (su relevancia y valor revolucionario), así como por el espíritu vital despertado en todo el mundo por la Revolución Rusa. Considera que, en medio del proceso de alienación política y existencial -inherente al capitalismo-, esta Revolución había logrado despertar al "hombre matinal", este ser cansado de la noche "artificialmente iluminada" (la decadencia burguesa de posguerra). Para la construcción social de este nuevo ser humano era necesario absorber los bienes de todas las fuentes de conocimiento a las que el mundo contemporáneo podría tener acceso, no solo el conocimiento moderno, sino al conocimiento tradicional de pueblos como los andinos ("El alma matinal", 1928). Investiga los distintos periodos históricos relacionando aspectos económicos y culturales, lo que le lleva a reflexionar sobre la fuerza del "mito revolucionario": esa utopía concreta. Entiende que es necesario trabajar la dialéctica entre objetividad y subjetividad, entre otros antagonismos creadores, como es el caso de la síntesis que propone entre saberes del pasado y del presente. De acuerdo con su concepción, el conocimiento de los nuevos tiempos tendría que abarcar elementos de los saberes que de forma imprecisa denomina "occidentales" (filosofías, ciencias y técnicas actuales, que en realidad son fruto de un milenario intercambio universal) y "orientales" (o de forma más precisa no-occidentales, es decir, lo tradicional, lo autóctono, lo campesino, lo relativo a los pueblos ligados a la tierra).
La intención de Mariátegui era revitalizar la praxis marxista, que en su época estaba ahogada por el reformismo de la Internacional Socialista (IS), organización contaminada por el "mediocre positivismo". Asimismo, sostiene que en la medida en que la I Guerra Mundial demostró a la humanidad que existen "hechos superiores a la previsión de la ciencia" y "contrarios al interés de la civilización", más allá de la razón, el ser humano tiene necesidad de "fe", de "pasión", de "esperanza" combativa.
A este respecto, el marxista Florestan Fernandes observaría que Mariátegui había percibido que el progreso irreflexivo promovido por el capitalismo provocaría un aumento de la barbarie (realidad subestimada desde la "perspectiva eurocéntrica") y que de un mero progreso técnico no se obtiene espontáneamente una evolución humana, social; al contrario, al observar a la sociedad en su totalidad (guerras, genocidios, hambre, desigualdad), se aprecia la gravedad de esa desorientación y de las contradicciones "implosivas" de ese proceso autodestructivo de la civilización.
Con el objetivo de cuestionar la estrechez del cientifismo moderno, el Amauta se interesó por ciertos conceptos de Freud y de Nietzsche; de hecho, fue uno de los primeros marxistas en tomar algunas ideas de estos pensadores -críticos de la divinización de la razón operada en la modernidad-, para introducirlas en el debate comunista. Buscó en esas teorías elementos que permitiesen abarcar la irracionalidad humana en la interpretación marxista del todo real (y ampliar así la perspectiva cognitiva de la realidad social concreta); en algunas de esas ideas encontró armas de una gran solidez interpretativa para denunciar la alienación, la impotencia y la artificialidad del ser humano inmerso en una estructura sociocultural represiva burguesa y cristiana.
No obstante, es necesario insistir en que Mariátegui está lejos de realizar una síntesis ecléctica que aspirase a mezclar principios del materialismo histórico con otros que pudiesen estar en conflicto o ser ajenos a este pensamiento revolucionario. Al apropiarse de algunos de los conocimientos psicológicos y sobre todo vitalistas (a pesar de despreciar el "escepticismo" y el "relativismo" y de entender que el "nietzscheanismo" no era más que una "enfermedad" del espíritu), el propósito mariateguiano era reforzar la solidez de una concepción marxista efectivamente dialéctica; esto, en contraposición con el reformismo (determinista o mecanicista) que afectaba e afecta influyentes corrientes socialistas, con sus posturas gradualistas -idea que él consideraba una "fosilización académica" del marxismo. Dicho de otra forma, su preocupación es la de valorar la dimensión ética que compone la noción marxista de praxis: la voluntad de libertad, la esperanza que hay que restaurar, el sentimiento emancipatorio que impulsa a la acción al ser humano deseoso de autonomía, justicia y felicidad. Para conseguir eso, en oposición a la apatía reformista (parlamentaria y evolucionista), él se abre a teorías que investigan el inconsciente, las pasiones humanas, la cuestión subjetiva de la "fe" revolucionaria, del "mito" que anima el espíritu combativo de los oprimidos. Así pues, Mariátegui entiende la esfera sentimental del marxismo como un factor potente y necesario para la revolución.
En este sentido, su concepción marxista destaca el valor de las tradiciones comunitarias al resaltar ciertos aspectos que les permitieron a los indígenas disfrutar de una mejor calidad de vida antes de la invasión europea: como la "solidaridad", una de las características propias del "comunismo agrario" de la sociedad inca, en franco contraste con la siempre elogiada competitividad del capitalismo. No obstante, afirma que, si bien antiguamente el indígena trabajaba con placer y satisfacción, actualmente no se puede renunciar a los diversos saberes alcanzados en nuestro mundo contemporáneo. De ahí que sea necesario relacionar los mejores frutos del conocimiento actual (las técnicas avanzadas, las ciencias modernas y, en especial, el pensamiento marxista) con los conocimientos tradicionales (se refiere en concreto al pueblo inca, cuyo vigor revolucionario encuentra en el hábito de cooperación mutua y en su fe en la revolución).
Es en ese sendero que Mariátegui desarrolla su concepción de un "nuevo romanticismo", que considera "espontánea y lógicamente socialista". Su intención es relacionar el impulso vigorizante e idealista de la subjetividad romántica con la concreción conflictiva de la objetividad realista. De ese modo reelabora el concepto de "mito" de G. Sorel, que transforma y profundiza: el "mito revolucionario" es una "esperanza sobrehumana" que trae al pueblo una nueva fascinación ante la vida. Actualiza, por tanto, el antiguo y abstracto espíritu romántico al incorporarle la objetividad epistémica del "realismo proletario" (antipositivista y consciente de la imperfección humana), con la intención de cultivar de forma más realista la energía subjetiva presente en la esperanza de construir una nueva sociedad. En conclusión, para Mariátegui tanto el romanticismo como el realismo son dos posturas intrínsecas del marxismo que concurren para la transformación revolucionaria de acuerdo con una dialéctica que se podría llamar romántico-realista.
En cuanto a la historiografía, una de las más importantes contribuciones mariateguianas es su análisis de la cuestión nacional peruana desde la perspectiva del materialismo histórico, reflexión que en parte haría extensible al conjunto de las naciones latinoamericanas. En relación con esa cuestión, una de sus contribuciones de más impacto político fue la conclusión de que en América no se formó una "burguesía nacional", supuestamente interesada en aliarse con los socialistas en su lucha contra el imperialismo. En ese debate, la posición "aliancista" defendía la propuesta de una coalición de clases que tendría que ser dirigida por los sectores burgueses presuntamente progresistas, mientras que los socialistas tendrían una posición subordinada. Sin embargo, según Mariátegui, las élites latinoamericanas no tenían ningún interés en luchar contra el imperialismo, ya que, a diferencia de otros pueblos (como los asiáticos), no tenían ningún vínculo con el pueblo, ya que no compartían ni la historia ni la cultura. El burgués peruano, "blanco", despreciaba todo aquello que sonase a "popular" o "nacional", al sentirse por encima de todo blanco, algo que también imitaba la "pequeña burguesía mestiza". Esa es la razón por la cual solo la revolución socialista podría superar el imperialismo de forma radical, afirma. En ese sentido, insiste que la Revolución Rusa constituye el mejor ejemplo para seguir, pero no como un "modelo" que se tenga que copiar, sino como una "guía" para las decisiones que cada pueblo debe tomar de forma autónoma.
Con la experiencia bolchevique como brújula, el marxista andino polemizó con revisionistas, nacionalistas, reformistas socialdemócratas de la II Internacional (IS) y, más tarde, con algunas tesis de la III Internacional (IC) que consideraba eurocéntricas. A pesar de que había mostrado su apoyo a la IC desde el primer momento y de haberse adherido (a través de su partido), Mariátegui criticó la propuesta que había hecho esa organización para que los comunistas del Perú promoviesen la creación de "repúblicas nativas independientes", lo que consideró una lectura errónea de las tesis de Lenin al respecto de la cuestión de la autodeterminación de los pueblos. En su concepción, el problema de su país era la irresoluta "cuestión agraria" y, considerando que tres cuartas partes de la población era indígena, sería ese pueblo, en su mayoría campesino, el protagonista del proceso revolucionario.
Pionero de un pensamiento marxista propiamente americano, Mariátegui influyó en diversos movimientos sociales en la historia del siglo XX, desde agrupamientos de resistencia campesina e indígena hasta grupos guerrilleros y políticos de varias tendencias revolucionarias; asimismo, sus ideas han adquirido una proyección todavía mayor en la actualidad, en un contexto de profundización de la crítica al eurocentrismo.
3 - Comentario sobre la obra
Los escritos de José Carlos Mariátegui abarcan una gran diversidad de materias, que van desde la filosofía, la historiografía, la sociología y la economía hasta la literatura, la psicología, la crítica de arte y la educación, entre otros campos del conocimiento. Debido a su precoz muerte (1930), en vida tan solo vio publicados dos libros editados en su propia editorial (Minerva), aunque dejó otros tres listos para su edición. El resto de sus escritos, cuya selección y edición corrió a cargo del sello editorial Amauta, no vieron la luz hasta treinta años después de su muerte, gracias al esfuerzo de realizado por su esposa Anna y sus hijos, junto con la colaboración de algunos camaradas, como H. Pesce y Alberto Tauro.
Su primer libro, La escena contemporánea (Lima: Minerva, 1925), es una selección de artículos centrados en figuras y aspectos de la realidad internacional en los que aborda temas como el fascismo, la "crisis" de la democracia liberal y del socialismo reformista, la literatura revolucionaria, "los hechos y las ideas" de la Revolución Rusa y diferentes ensayos sobre los pueblos de Oriente.
Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Lima: Minerva, 1928) es su obra más difundida e importante. Con decenas de ediciones y diversas traducciones, reúne una serie de ensayos en los que aplica el materialismo histórico para comprender la realidad de su país y aborda, entre otras cuestiones, la evolución de la economía nacional, la "cuestión del indio" y "de la tierra", la educación pública, el "factor religioso" en la formación de Perú, el problema del "regionalismo" y del "centralismo" peruano y la literatura nacional.
El tercero de los libros póstumos que dejó preparados es Defensa del marxismo: polémica revolucionaria (Santiago de Chile: Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1934), escrito entre los años 1927 y 1929, y centrado en cuestiones filosóficas, presenta algunos de los puntos de vista esenciales en su filosofía marxista. A partir de un análisis del revisionismo "desencantado" de Henri de Man, critica la economía liberal, el reformismo socialdemócrata, el evolucionismo y el pragmatismo laborista británico y la "literatura conformista"; asimismo, analiza las limitaciones de la filosofía moderna y defiende que el marxismo (tan solo "en parte" una filosofía) la superó y seguirá siendo válido mientras perdure la sociedad de clases; y, por último, en un pionero ensayo sobre el tema (cuando apenas unas pocas personas se habían dedicado a la cuestión), relaciona los pensamientos de Marx y de Freud, entre los que encuentra afinidades.
El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy (Lima: Amauta, 1950) es una selección de textos escritos entre 1923 y 1929 en los que discute diversos asuntos relacionados con la filosofía y la cultura, entre los que destacan los siguientes: literatura contemporánea, historia del arte, cultura italiana moderna y la "emoción de nuestro tiempo", en los que contrapone la impotente perspectiva "escéptica" de la sociedad burguesa en crisis con el renovado espíritu "romántico" -que anima el nuevo "mito", el "socialismo".
La siguiente obra, La novela y la vida (Lima: Amauta, 1950), muestra que Mariátegui conservó en su madurez la llama literaria de la juventud. De acuerdo con el autor, que concedía un gran valor a la literatura en el proceso de construcción socialista, se trata de un "relato" en el que se "entremezclan el cuento y la crónica, la ficción y la realidad". Basado en un curioso caso judicial que tuvo lugar en Italia, la trama implica a un profesor supuestamente sin memoria, de quien una mujer dice que es su esposo desaparecido, por lo que el profesor terminará viviendo en otra realidad, la de un obrero.
Tres décadas después de su muerte empezaron a salir a la luz ediciones (incluso populares) que reunían sus otros escritos. En 1959 la editorial Amauta puso en marcha la edición de sus Obras Completas (Lima: Editora Amauta) -así titulada, a pesar de no reunirlas a todas-, que incluye en 16 volúmenes diferentes textos del autor, entre los que se encuentran, a parte de los ya mencionados, los siguientes: Ideología y política (1959), que trata del indigenismo y de la filosofía política marxista de Mariátegui; Temas de Nuestra América (1959); El artista y la época (1959); Signos y obras (1959); Historia de la crisis mundial: conferencias (1959); Cartas de Italia (1969); Peruanicemos al Perú (1970); Temas de educación (1970); y, Figuras y aspectos de la vida mundial (1970), publicado en tres volúmenes divididos por períodos (I: 1923-1925; II: 1926-1928; III: 1929-1930). La colección incluye además algunos tomos extras, entre los que se encuentra el libro Poemas a Mariátegui (con prólogo del poeta Pablo Neruda) y otros escritos sobre la obra del autor.
Años más tarde apareció la obra Mariátegui total (Lima: Amauta, 1994), edición conmemorativa del centenario del autor, que en dos tomos (con 4.000 páginas en total), más allá de los textos ya reunidos en los libros anteriores, incluye sus escritos de juventud, su correspondencia y un álbum fotográfico.
De entre los principales ensayos mariateguianos incluidos en las ediciones mencionadas, merece la pena destacar aquellos en los que el autor trata temas que le resultaron de mayor interés, como la filosofía marxista y la praxis política revolucionaria: "El crepúsculo de la civilización" (1922), en el que analiza la decadencia de la "civilización capitalista" ("esencialmente europea"); "El hombre y el mito" (1925), en el que reflexiona sobre el nuevo "mito" de la "revolución social"; "Dos concepciones de la vida" (1925), en el que denuncia el "respeto supersticioso" a la idea de "progreso" y defiende la "necesidad de la fe" para, como hicieran "los bolcheviques, poner rumbo hacia la utopía"; "Crisis de la democracia" (1925), en el que sostiene que el fascismo es la reacción a la crisis del régimen burgués "envejecido", es decir, consiste en la adaptación de la élite a los nuevos tiempos del "imperialismo monopolista" en los que la "democracia liberal" ya no es útil a los intereses de esa élite; "¿Existe un pensamiento hispano-americano?" (1925); "Heterodoxia de la tradición" (1927); "Mensaje al Congreso Obrero" (1927); y, algunas cartas del período italiano. Además, para tener comprender mejor su pensamiento político es necesario referirse a los "Principios programáticos del Partido Socialista" (1928), en los que reivindica la necesidad de adaptar las acciones del Partido a las condiciones sociales del país, aunque sin olvidar la dinámica universal, ya que las circunstancias nacionales dependen de la historia mundial, por lo que insiste en que el método de lucha del PSP era el "marxismo-leninismo" y la forma, la "revolución".
A pesar de los esfuerzos editoriales de las últimas décadas, todavía no se han recopilado la mayor parte de los cerca de três mil textos escritos por Mariátegui, la gran mayoría publicados en periódicos, tanto del Perú como del exterior - por ejemplo Mundial o Variedades.
Respecto a la pequeña parte de la obra mariateguiana traducida al portugués destacan: dos ediciones de los Sete ensaios de interpretação da realidade peruana -una publicada por Alfa Omega (1975), prologada por F. Fernandes, y la otra de las editoriales Expressão Popular y Clacso (2008)-; las antologías Política (Ática, 1982) y Por um socialismo indo-americano (Editora UFRJ, 2006); y la edición ampliada Defesa do marxismo: polêmica revolucionária e outros escritos (Boitempo, 2011), que, además de su libro sobre filosofía marxista, incluye ensayos inéditos en portugués sobre temas como la Revolución Rusa y el feminismo.
Los volúmenes de la colección de sus Obras completas están disponibles en red en diferentes portales: Patria Roja, Archivo Chile o Marxists. A parte de estos libros, el Archivo J. C. Mariátegui, en cooperación con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (que conserva la biblioteca particular de Mariátegui, donada por su familia) está impulsando la organización y digitalización de una amplia documentación sobre el marxista, que se puede acceder en el sitio del Archivo -en el que se encuentran disponibles numerosas copias de sus manuscritos originales, su correspondencia y otros documentos, así como fotografías (entre otras, las usadas en sus publicaciones) y la colección completa de la revista Amauta. Respecto a los estudios sobre el pensamiento mariateguiano, también están disponibles en la red varias antologías y ensayos de investigadores de su obra.
4 - Bibliografía de referencia
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FLORES GALINDO, Alberto. La agonía de Mariátegui. Lima: Desco, 1980. Disp: http://www.catedramariategui.com [Cátedra J. C. Mariátegui].
LUNA VEGA, Ricardo. Sobre las ideas políticas de Mariátegui. Lima: Ediciones Unidad, 1984.
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SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Adolfo. De Marx al marxismo en América Latina. Ciudad de México: Itaca, 2012.
Notas
(*) Yuri Martins-Fontes L. es coordinador general del Núcleo Práxis-USP y editor del Dicionário marxismo na América; profesor de Historia y Filosofía Política, escritor, traductor y periodista; doctor en Historia Económica (USP/CNRS), bachiller en Filosofía y en Ingeniería (USP), con post-doctorados en Ética y Política (FFLCH-USP) y en Historia, Cultura y Trabajo (PUC-SP). Autor de, entre otras obras: Marx na América: a práxis de Caio Prado e Mariátegui (2018) y Cantos dos infernos (2021).
Editado por Joana Coutinho y Solange Struwka, este artículo se publicó originalmente en portugués en el portal del Núcleo Práxis-USP y constituye una de las entradas del Dicionário marxismo na América, obra colectiva coordinada por esa organización. Está permitida su reproducción, sin fines comerciales, siempre que se cite la fuente (nucleopraxisusp.org) y que no se altere su contenido. Son bienvenidas las sugerencias y críticas: nucleopraxis.usp.br@gmail.com.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los traductores y a la traductora, y a Rebelión y Núcleo Práxis como fuentes de la traducción.
Fuente (del original): https://nucleopraxisusp.org/2023/08/25/o-marxismo-de-jose-carlos-mariategui/
Fuentes: Núcleo-Práxis-USP/Rebelión [Imagen: José Carlos Mariátegui. Créditos: Marcelo Guimarães Lima]
Traducido del portugués para Núcleo Práxis-USP / Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez, Beatriz Morales Bastos y Jhosman G. Barbosa