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22.4.24

La unidad no es solo poder

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Por Esteban Valenti (*)

Cuando la unidad de la izquierda se basa fundamentalmente en sumar fuerzas para alcanzar  el gobierno y ejercerlo, pierde y destroza valores principales.

No hay dudas que la unidad es fundamental para el que el pueblo unido jamás sea vencido, pero más allá de la consigna y de los tiempos, hay que definir muy bien los valores para no fracasar como izquierda, como pueblo, como lucha por una sociedad mucho más justa y libre.

El caso del Frente Amplio del Uruguay es un ejemplo muy claro y valioso, si se lo interpreta en todos sus matices. Sin la unidad nunca hubiera conquistado ni el gobierno de Montevideo, ni el nacional, ni se hubiera mantenido tres periodos consecutivos, ni ahora encabezaría todas las encuestas. No hay que ser por cierto muy agudo para sacar estas conclusiones.

Pero si para entender que uno de los motivos de su derrota es cuando el carguismo, la lucha por los puestos se colocó muchas veces por encima de todo y de todos, para ese presente y pensando el futuro. Se transformó en una lucha despiadada a veces subterránea a veces evidente.

La enfermedad del carguismo es la prima dilecta de la supremacía de la lucha por posiciones, cargos sobre los valores, las ideas y la identidad básica de la izquierda y el progresismo. Y hermana carnal del lento prevalecer de la burocracia, no en su carácter funcional, sino ideológico. Esa fue una de las principales causas de la derrota del FA en el 2019. No ganaron los coaligados de derecha, perdió la izquierda.

Ahora se diseña un nuevo panorama en el FA, una disputa a la candidatura a la presidencia, no solo de dos personalidades distintas, con trayectorias totalmente diferentes, sino que se clarificaron aspectos importantes con el apoyo de Mario Bergara a la candidatura de Yamandú Orsi.

No es ni por lejos solo una suma de fuerzas y votos, es algo mucho más importante. No tiene nada de forzado, coinciden en aspectos fundamentales, en política económica y social, en el plebiscito sobre jubilaciones y pensiones, sobre temas internacionales (sobre Venezuela, con sus matices) y en la experiencia de gobiernos anteriores. Es posible que los acentos críticos sean diferentes, pero en aspectos fundamentales hay notorias coincidencias.

Es muy importante que el seregnismo y el astorismo, asumiendo que es un patrimonio de todo el FA sin embargo se fortalezcan, no para juntar votos, sino como impulso particular al cambio, a la construcción de políticas y al diseño de un Proyecto Nacional. Y Bergara dentro del espectro del apoyo a Orsi tiene amplias posibilidades de consolidar esa corriente política e ideológica, con todos sus matices.

Estoy seguro que se buscarán argumentos netamente electorales, de suma de votos para justificar esta actitud de Bergara y su gente, es bastante digna de esta época de miradas muy cortas, pero en realidad tiene un gran valor, porque el astorismo-seregnismo hoy es asumido en sus principales tendencias por fuerzas mucho más amplias que antes y Bergara y Orsi tienen posiciones similares y confluyentes sobre la gran mayoría de estos temas. Incluso podríamos pasarle lista.

Es una buena noticia para avanzar en la construcción del triunfo en octubre y eventualmente en noviembre de este año, pero sobre todo en la conformación de un gobierno a partir del 1 de marzo del 2025 que no sea la continuidad de los tres anteriores, sino que realmente le dé un gran impulso a cambios realmente de primera, a saltos en el progreso social, económico, productivo, educacional,  en la salud,  en lacultura, en investigación e innovación, en el combate a las causas, los efectos y la construcción de los instrumentos para la seguridad pública, incluyendo la lucha contra el narcotráfico, en la política internacional. Y agrego que debería ser también en una auténtica política de descentralización nacional.

¿Solo ese espacio dentro del FA? No, para algunas grandes tareas nacionales, necesitamos grandes acuerdos políticos, institucionales, de Estado, pero también con la sociedad civil. Y el aporte imprescindible de todas las componentes del Frente Amplio, asumiendo las diferencias que existen y no se ocultan con el grito de unidad, sino que adquieren su verdadero significado.

"A un año de finalizar, el gobierno de Lacalle Pou tuvo la mitad de paros generales que el segundo gobierno de Vázquez" (La diaria), no fue una casualidad sin fundamento "el gobierno en disputa", hubieron fuerzas dentro del FA que hicieron de esa estrategia el centro de su acción, como nunca antes había sucedido en el Frente Amplio. Más allá de que el segundo gobierno de Vázquez tuvo - y hay que reconocerlo - paralizaciones y flotaciones muy graves.

En la izquierda uruguaya y en el mundo nos hemos acostumbrado a no tratar los temas con claridad, con respeto por los ciudadanos, a creer que deben resolverse en los pasillos del poder. Y lo pagamos muy caro.

El plebiscito contra la pésima ley de jubilaciones y pensiones del actual gobierno, e impulsado por el PIT CNT y sectores del FA, es una demostración evidente del gobierno en disputa, incluso antes de tenerlo. Es condicionar una parte fundamental de la política económica y social de un posible futuro gobierno de izquierda a una reforma constitucional totalmente equivocada, tanto política como programáticamente.

Todos somos necesarios en la izquierda, pero con claridad, asumiendo y argumentando cada uno sus posiciones ante la ciudadanía.

Pero lo más grave del plebiscito es que mezcla y deforma totalmente las prioridades políticas principales: dar la batalla política e ideológica para ganar el gobierno nacional, preparar un plan de gobierno que fije los temas en los que la izquierda, el progresismo no puede fallar, de ninguna manera y para ello construir el bloque político y social de ese rumbo.

Otro elemento clave son las intendencias. Un gobierno nacional exitoso que logre un salto en los principales aspectos de la realidad social y económica nacional, no puede hacerlo solo, debe coordinar y planificar con todas las intendencias, pero con las intendencias progresistas por lo menos en Montevideo y Canelones. Allí también se gana o se pierde la batalla por el futuro.

Y por eso se necesitan gobiernos municipales renovados realmente, con voluntad de cambios importantes y de resultados todavía más importantes. Y eso también se construye con unidad y con prioridades claras de parte de todos.

Pensar en estas cosas en un mundo que todos los días da uno nuevo paso hacia el abismo es difícil, pero es obligatorio que lo hagamos con generosidad y rescatando lo mejor de nuestra historia, nacional y de la izquierda, del FA y el progresismo.

 

(*) Esteban Valenti. Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net) Uruguay.


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