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22.4.24

El dilema moral de Israel

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Por Norman Finkelstein (*)

Esta mañana informaba el New York Times de las conclusiones de la "investigación" de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) sobre los asesinatos [de trabajadores] de la World Central Kitchen (WCK): "grave error ... errores en la toma de decisiones". Es un misterio por qué ha publicado el Times esta redundante historia.

Ya había determinado lo que ocurrió ayer ANTES de la "investigación": "errores y equivocaciones". ¿Cómo sabía esto el Times antes de la "investigación"? Las FDI se lo contaron antes de la "investigación". Los reporteros del Times que cubren la noticia de hoy se llaman Aaron Boxerman y Adam Ragson. Ambos trabajaban anteriormente en Jerusalén para el periódico de propaganda israelí Times of Israel. Su transición de la oficina de desinformación israelí en Jerusalén a la oficina de desinformación israelí en Nueva York debió de ser de lo más fluida. Aun así, ¿no recomendaría un experto en reducción de costes que el Times se limitara a reimprimir los comunicados de prensa de las FDI sin la intermediación de "reporteros"?

Las FDI dispararon contra el segundo y el tercer coche de la caravana de la WCK después de que los supervivientes del primer asesinato selectivo buscaran refugio en ellos. Apuntar a los supervivientes de un ataque inicial es el procedimiento operativo convencional de las FDI; uno de los trucos del oficio (satánico). He aquí un par de ejemplos típicos de la Operación Margen Protector (2014):

«Un ataque múltiple con misiles de drones hirió a nueve civiles, entre ellos tres niños, en las inmediaciones de una mezquita. Otro misil teledirigido apuntó a una ambulancia justo cuando se dirigía al hospital cargada con varios de los heridos, incinerando a ocho personas, entre ellas los tres niños, dos médicos y un voluntario. Otro ataque con misil teledirigido tuvo como objetivo una segunda ambulancia que llegó tarde al lugar de los hechos. Un testigo recordó: "Lo que vimos fue realmente horrible. La ambulancia parecía una rama de árbol completamente carbonizada. Los cuerpos no tenían miembros -ni piernas, ni manos- y estaban gravemente quemados» (Amnistía Internacional, "Black Friday").

«El tejado de una casa resultó alcanzado por granadas de mortero de gran potencia que mataron a ocho miembros de la familia, entre ellos siete niños de entre tres y nueve años que jugaban allí, y a su abuelo de setenta años. Israel declaró que el ataque se produjo en respuesta a un "misil antitanque" y a una "ráfaga de mortero" disparados desde el barrio, que hirieron a un soldado. Las FDI dispararon entonces "otra tanda de proyectiles" diez minutos después "justo cuando llegaban al lugar tres ambulancias y los paramédicos", que también alcanzaron a "muchas de las personas que se habían reunido alrededor de la casa [de la familia] para intentar ayudar a los supervivientes". Una investigación de la ONU dirigida por un juez del Estado de Nueva York citó a un periodista que fue testigo presencial, el cual estaba "atónito" por el "aparente ataque contra ambulancias y periodistas que se habían apresurado a prestar asistencia a los heridos y a cubrir el incidente". Señaló además que los relatos de los testigos oculares "están corroborados por dos grabaciones de vídeo", una de las cuales mostraba a un "cámara moribundo que seguía filmando, y las ambulancias alcanzadas por un cohete". Como resultado de la segunda tanda de bombardeos, murieron 23 personas y otras 178 resultaron heridas». ("Informe de las conclusiones detalladas del Comité Independiente de Investigación")

El Times informa de que, a causa de los "errores" en la masacre del WCK, dos oficiales serían destituidos de su cargo y otros tres sufrirían una "reprimenda".

Aunque los observadores ingenuos se horrorizaron ante tal indulgencia, de acuerdo con las normas israelíes se trataba en realidad de un castigo severo. Durante la Operación Plomo Fundido (2008-2009), Israel mató a 1.400 gazatíes, de los cuales hasta un 80% eran civiles, y 350, niños. Las organizaciones de derechos humanos documentaron crímenes de guerra masivos cometidos por las FDI. ¿Cómo castigó Israel a los autores? Un puñado de soldados sufrieron sanciones disciplinarias, como un oficial que fue "severamente reprendido", mientras que la condena más dura fue una pena de siete meses y medio de prisión para un soldado que había robado una tarjeta de crédito. Durante su ataque a un convoy de buques humanitarios que se dirigían a Gaza (2010), comandos israelíes mataron a 10 pasajeros desarmados a bordo del buque insignia Mavi Marmara. ¿El castigo? Un cabo fue condenado a cinco meses de prisión por robar un ordenador portátil, dos objetivos de cámara y una brújula. Durante la Operación Margen Protector, Israel mató a 2.200 gazatíes, de los cuales el 70% eran civiles, y 550, niños. "Puedo decir sin dudarlo", observó Sara Roy, especialista en Gaza de la Universidad de Harvard, "que nunca he visto el género de destrucción humana, física y psicológica que hoy veo allí". ¿El castigo? Tres soldados israelíes fueron acusados de robar 600 dólares de una casa palestina.

A decir verdad, Israel se enfrenta a un dilema atroz. Atacar deliberadamente o de forma indiscriminada a un civil o a un objeto civil es un crimen de guerra. La "Evaluación provisional de daños en la Franja de Gaza" del Banco Mundial (marzo de 2024) informa de que, desde el 7 de octubre Israel, entre otras cosas, ha dañado o destruido 290.820 viviendas (de las cuales el 76% quedó totalmente destruido), y como resultado "más de 1,08 millones de personas no podrán regresar a sus hogares". Ha matado a más de 31.000 gazatíes (de los cuales el 70% son mujeres y niños) y herido a otros 75.000. El objetivo del ataque israelí ha consistido en resolver, de una vez por todas, el "problema" de Gaza. Ha llevado a cabo un ataque deliberadamente indiscriminado dirigido contra toda la población civil y las infraestructuras de Gaza. Si tal o cual gazatí muerto resulta ser un miliciano, o si tal o cual vivienda destruida está encima de un túnel, eso equivale a poco más que un margen de error en la totalidad de este ataque. He aquí, pues, el dilema moral de Israel: si persiguiera a todos los criminales de guerra que hay en sus filas, no quedaría nadie para terminar el trabajo en Gaza.

 

(*) Norman Finkelstein. Hijo de victimas del Holocausto, es autor de varios libros sobre el conflicto Palestino-israelí, entre ellos "Method and Madness: The Hidden Story of Israel's Assaults on Gaza" (OR Books, 2014) y "Gaza: An Inquest Into Its Martyrdom" (University of California Press, 2018). Es co-autor, con Mouin Rabbani y Jamie Stern-Weiner, de "How to Resolve the Israel-Palestine Conflict".

Fuente: normanfinkelstein.com, 5-6 de abril

Traducción: Lucas Antón


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